Tres en la carretera (Three for the Road, 1987) de Bill L. Norton. Con Charlie Sheen, Kerri Green, Alan Ruck, Sally Kellerman, Blair Tefkin, Raymond J. Barry y Alexa Hamilton.
¿Estás muerta, cariño? (Hello Again, 1987) de Frank Perry. Con Shelley Long, Judith Ivey, Gabriel Byrne, Corbin Bernsen, Sela Ward, Austin Pendleton y Madeleine Potter.
Mi jefe, el diablo (Angel on My Shoulder, 1980) de John Berry. Con Peter Strauss, Richard Kiley, Barbara Hershey, Janis Paige, Seymour Cassel, Scott Colomby y Peter MacLean.
Murphy el gafe (It's Murphy's Fault, 1988) de Robert J. Smawley. Con Patrick Dollaghan, Anne E. Curry, Stack Pierce, Norman Anstey, John Barrett, Suanne Braun, Tony Caprari, Tyrone Deche, Peter J. Elliott y Ted Le Plat.
Usted primero, por favor (Deathrow Gameshow, 1987) de Mark Pirro. Con John McCafferty, Robyn Blythe, Beano, Darwyn Carson, Mark Lasky, Bill Whitehead, Kent Butler y Debra Lamb.
Dora es una señora que se ha quedado viuda. Su difunto marido era un drogadicto que murió en un accidente en un barco. La señor rehace su vida con su hijo pequeño y su nuevo marido, un piloto de avión que pasa mucho tiempo viajando, en la antigua casa donde vivió durante su primer matrimonio.
El niño se lleva genial con su nuevo padrastro, salvo cuando este último tiene momentos íntimos con la madre. Ahí el infante tiene un cambio de carácter y se vuelve violento hacia ellos, casi como si estuviera poseído. Eso hace que Dora empiece a tener accidentes hogareños (una persiana metálica está a punto de caerle encima, encuentra una cuchilla de afeitar entre las teclas del piano...) y sospeche que detrás de ellos está su hijo.
Lo primero que te viene a la cabeza cuando hablas de Mario Bava son películas de terror gótico o esos primeros giallo con colorines. Por eso una película como Shock, que ya data de 1977 y sería su última película como director, con una fotografía "estándar" y ambientada en la actualidad (la de 1977) de entrada se nos puede hacer un poco extraña e, incluso, tirarnos para atrás.
No nos engañemos, estamos ante un film menor del italiano, en una época que ya arrastraba cierta dificultad a la hora de levantar producciones de cierta calidad, pues venía de películas con muchos problemas de producción y recaudación como El diablo se lleva a los muertos. Y tampoco está mal señalar que, pese a que muchos años después su figura fuese elevada a los altares del fantástico y terror, en vida fue una figura menospreciada y bastante maltratada.
Está claro que Schock no es una obra maestra, pero al César lo que es del César, el tipo saca adelante una película que pasa en una casa y apenas tenemos 3 personajes. Podría ser una historia de aquellas que rápidamente la telegrafiemos y sepamos con mucha antelación cual va a ser la resolución, pero no es el caso. Aunque en parte esto es por el buen hacer de Bava, pero también porque el guión es tal caos que es difícil saber por donde irá el tema. Y eso que el libreto lo firma gente como Dardano Sacchetti (no debe ser casualidad que la resolución recuerde al de Siete notas en negro del que también tiene autoría) que, junto a Francesco Barbieri, había escrito una primera versión a principios de los 70 bajo el título de Al 33 di via orologio fa sempre freddo con la intención que Bava lo dirigiese con Mimsy Farmer (prota de 4 moscas sobre terciopelo gris) interpretando a la protagonista. El proyecto no fraguó y quedó congelado hasta que, una década más tarde, su hijo Lamberto Bava lo rescató y retocó junto a Alessandro Parenzo, básicamente para subir la moral de su padre que andaba depresivo por no conseguir una película que dirigir después de un par de años.
Además de Mario Bava hay que destacar unos cuantos nombres. Por un lado el mencionado Lamberto le ayudó en la dirección (se dice que el padre dirigía las sesiones matinales y el hijo por la tarde). La banda sonora corrió a cargo del grupo Libra, en cuya formación teníamos al batería Walter Martino, integrante de Goblin, lo que hace que la música del film nos recuerde mucho a la de Rojo oscuro, Suspiria y compañía.
En el cast tenemos a Daria Nicolodi, pareja de Argento en la época y que a diferencia de la mayoría de actores y actrices del momento tiene una filmografía tirando a escueta de la que, básicamente, destacan sus participaciones con su ex (Rojo oscuro, Inferno, Tenebre...) y que tendría mucho peso en el guión de Suspiria. Interpretando a su nueva pareja tenemos a John Steiner, británico que hizo mucha carrera lejos de las islas. Lo tienes en El bosque del lobo de Pedro Olea, el díptico basado en Colmillo blanco de Fulci, trabajó mucho con Tinto Bras (Calícula, Salón Kitty), fue protagonista de la versión del 74 de La invención de Morel, y coincidió con Argento en Tenebre. Como ves, fue un habitual del cine italiano de los 70 y 80.
Shock es una película que se disfruta más si dejamos aparte el nombre de su director. De no hacerlo caeremos en la trampa de esperar mucho más. Aun y así nos encontraremos buenos momentos de terror, con algún susto como su plano más famoso del niño "transformado" en padre de ultratumba. Su gran hándicap sería un final demasiado deudor de las películas que lo petaban en la época como Carrieo films con niño maléfico como La profecía, que todo apunta a decisiones de Lamberto Bava.
No es la mejor forma de terminar la carrera de un clásico del fantástico, pero el que tuvo retuvo y siempre podremos rascar algo. Aunque sea por verle el culo a la Nicolodi.
La viuda del capitán Estrada (1991) de José Luis Cuerda. Con Anna Galiena, Sergi Mateu, Nacho Martínez, Chema Mazo, Manuel de Blas, Germán Cobos, Carmen Rossi, José María Escuer y Gabino Diego.
Volavérunt (1999) de Bigas Luna. Con Aitana Sánchez-Gijón, Jorge Perugorría, Penélope Cruz, Jordi Mollà, Stefania Sandrelli, Fermí Reixach, Jean Marie Juan, María Alonso y Zoe Berriatúa.
La mujer más fea del mundo (1999) de Miguel Bardem. Con Elia Galera, Roberto Álvarez, Héctor Alterio, Javivi, Guillermo Toledo, Enrique Villén, David Pinilla, Pablo Pinedo, Alberto San Juan, Anabel Alonso, Javier Gurruchaga, Agustín González, Luis Ciges, Saturnino García, Manuel Manquiña, Manuel Morón, Inma del Moral, María Isbert y Santiago Segura.
Torrente. Elbrazo tonto de la ley (1998) de Santiago Segura. Con Santiago Segura, Javier Cámara, Neus Asensi, Chus Lampreave, Tony Leblanc, Julio Sanjuán, Jimmy Barnatan, Darío Pasoy Nuria Carbonell.
Después de dos décadas dirigiendo, a Lucio Fulci le llegaría el éxito casi de casualidad. Nueva York bajo el terror de los zombi (Zombi 2) fue un éxito del que se dice que llegó a recaudar más de 30 millones de dólares en todo el mundo, que era una barbaridad. El romano no se lo pensó dos veces y siguió por ese camino de terror y gore, que, al fin de cuentas, son los títulos que le harían pasar a la posteridad. Lamentablemente para él esta etapa, pese a ser fructífera, le duró poco. Se podría decir que con esta Murderock iniciaría una decadencia que le llevaría a títulos tan abyectos como Zombi 3 (aunque no la dirigió en su totalidad) o Demonia, en parte por culpa del declive en el que entraría el fantástico italiano.
En una escuela de danza preparan los ensayos para elegir a los tres bailarines que aparecerán en un nuevo programa de televisión. A partir de entonces empezarán a sucederse las muertes en la academia. El asesino las duerme con cloroformo y les clava un alfiler en el corazón.
Lo que tenía que ser un giallo al uso, acabó mutando por obra y gracia de los productores a una horterada con bailarinas, ya que Flashdance había sido un éxito y en televisión la serie Fama tenía muchos seguidores. Como es natural a Fulci no le hizo demasiada gracia el cambio. Y menos que le pusieran en la banda sonora a Keith Emerson (que ya había hecho lo propio en Inferno de Argento), que, la verdad, no debía estar muy inspirado porque su trabajo es bastante olvidable. Pero en el fondo toda la película es olvidable. Si Soavi se salió con sus escenas coreografiadas en Aquarius un par de años después, la película de Fulci es terrible en ese aspecto, quedándole una estética muy hortera ya en la época.
La historia tampoco es muy allá, siendo más o menos previsible en su resolución. Y eso que en el guión estaba Roberto Gianviti, que se había hecho cargo de los primeros tratamientos de Siete notas en negro, y la pareja Vincenzo Mannino y Gianfranco Clerici, que venían de trabajar con Fulci en El destripador de Nueva York. Su trabajo se inspiraba muy de aquella manera en la novela A Time of Predators de Joe Gores, que pese a no acreditarlo le lanzan un guiño al hacer que uno de los personajes aparezca leyendo un libro del autor.
Aunque lo que mas van a notar a faltar los seguidores del director es el gore y las salvajadas. Aquí nos tendremos que conformar con una aguja clavada en el corazón y poco más.
En el cast una lista de nombres habituales en el género italiano y muchos habituales en la filmografía de Fulci: Olga Karlatos (a quien le reventaban el ojo en Nueva York bajo el terror de los zombi), Geretta Geretta (Demons),Silvia Collatina (la niña pelirroja de Aquella casa al lado del cementerio), Ray Lovelock (prota de No profanar el sueño de los muertos), Claudio Cassinelli(Roma Año 2072 D.C. Los gladiadores), Cosimo Cinieri (El destripador de Nueva York), Christian Borromeo (Tenebre) y Giovanni De Nava (el doctor Freudstein de Aquella casa al lado del cementerio).
Originalmente Murderock estaba pensada como el inicio de una trilogía a la que seguirían Killer samba y Thrilling blues, pero visto lo visto, casi mejor que se quedasen en el limbo.
Mi proyecto científico ( My Science Project, 1985) de Jonathan R. Betuel. Con John Stockwell, Danielle von Zerneck, Fisher Stevens, Richard Masur, Linda Hoy, Barry Corbin, Raphael Sbarge, Ann Wedgeworth y Dennis Hopper.
El príncipe de la tierra del más allá (Mio min Mio, 1987) de Vladimir Grammatikov. Con Nick Pickard, Christian Bale, Timothy Bottoms, Susannah York y Christopher Lee.
La estrella de Navidad (The Christmas Star, 1986) de Alan Shapiro. Con Ed Asner, Rene Auberjonois, Jim Metzler, Susan Tyrrell, Karen Landry y Alan North.
Aventuras en la gran ciudad (Adventures in Babysitting, 1987) de Chris Columbus. Con Elisabeth Shue, Maia Brewton, Keith Coogan, Penelope Ann Miller y Vincent D'Onofrio.
El bosque sin retorno (Babes in Toyland, 1961) de Jack Donohue. Con Ray Bolger, Tommy Sands, Annette Funicello, Ed Wynn, Tommy Kirk, Kevin Corcoran y Henry Calvin.
Robin Hood (Robin Hood, 1973) de Wolfgang Reitherman. Animación.
Fantasía (Fantasia, 1940) de James Algar, Samuel Armstrong, Ford Beebe Jr., Norman Ferguson, Jim Handley, T. Hee, Wilfred Jackson, Hamilton Luske, Bill Roberts, Paul Satterfield y Ben Sharpsteen. Animación.
La bella durmiente (Sleeping Beauty, 1959) de Clyde Geronimi. Animación.
La bella durmiente (Sleeping Beauty, 1959) de Clyde Geronimi. Animación.
Pinocho (Pinocchio, 1940) de Ben Sharpsteen y Hamilton Luske. Animación.
Ahora más que nunca el efecto nostálgia está en lo más alto. Desde material audiovisual como Stranger things o Turbo kid, a las secciones de productos chorras de cualquier gran almacén que está inundado de merchandising que usan como reclamo cualquier cosa que nos recuerde a los 80.
Peeero no estaría de más recordar que la nostalgia no es algo de ahora. Ya a finales de los 70 hubo un efecto de recuperar los años 50 y 60 (la época dorada de los USA). Tienes Grease y American graffiti de George Lucas a la cabeza. Y en los 80 siguió esa moda: Regreso al futuro, Porky's, Xanadú, Hairspray, Terciopelo azul o, siguiendo con Lynch, Twin Peaks, donde había personajes que parecían anclados en aquella época. Pero a donde voy es al efecto nostálgico para fabricar remakes de series B (en el mejor de los casos) de los 50. Tienes Teen Wolf, que sin ser un remake puro es una puesta al día de Yo fui un hombre lobo adolescente, La cosa (que técnicamente es una nueva adaptación de Who Goes There? de John W. Campbell Jr.), En los límites de la realidad (aunque era más un capricho de Spielberg y compañía), Invasores de Marte, La mosca, La tienda de los horrores... películas que solían llevarse palos por parte de la crítica que las acusaba de ser un pretexto para usar las novedosas técnicas en efectos especiales de la época para parir films vacíos. Está más que claro que el tiempo ha ido poniendo a cada uno en su sitio y en la actualidad son obras subidas a los altares.
Uno de estos remakes fue The blob. El terror no tiene forma, que se basaba en The blob que, digámoslo ya, si ha pasado a la historia es por la presencia de un todavía desconocido Steve McQueen como protagonista.
En un pequeño pueblecito que apenas consigue subsistir gracias a la temporada de esquí, aterriza un meteorito del que surge una pequeña masa gelatinosa. Un vagabundo se acercará a ver qué ha caído del cielo y será aniquilado por la masa que avanzará al pueblecito y conforme vaya ingiriendo personas se irá haciendo cada vez más grande.
El primer golpe de efecto lo tenemos en la idea "prestada" de Psicósis de fulminar al que parece el protagonista a las primeras de cambio. Justamente aquí tenemos una conexión con la futura Twin Peaks, ya que allí el deportista del pueblo, Bobby Briggs, es un pájaro de mal agüero que trapichea con la droga, mientras que los moteros del pueblo, encabezados por James Hurley, intentan que evitar los tejemanejes de los bajos fondos.Más o menos lo mismo que en The blob, donde el deportista es un tipejo que solo piensa en meterla en caliente, mientras que el motero, que se alzará como héroe, es un buen tipo que va a la suya y arrastra mala fama.
En la dirección el hoy desaparecido del mapa Chuck Russell, que había escrito y/o producido Pasaje para un coche fúnebre, La gran huida y Noche infernal. Queriendo dar el salto a la dirección se hizo con los derechos para hacer un remake de The blob, pero para su sorpresa la New Line le ofreció debutar con Pesadilla en Elm street 3, de la que también firmaría el guión junto a su colega Frank Darabont. Gracias al exitazo de la película de Freddy pudo sacar adelante este remake que también escribiría junto a Darabont.
En el cast la guapa de Shawnee Smith, que era la alumna embarazada de Juerga tropical, la chica que ayudaba a John Candy en ¿Quién es Harry Crumb? y décadas después volvería a la primera línea con su personaje de Amanda en la saga Saw; Kevin Dillon, visto en Platoon y The Doors de Oliver Stone; Art LaFleur, uno de los entrenadores de Tom Selleck en Mr. Baseball y jefecillo de Stallone en Cobra; Michael Kenworthy, el niño de La divertida noche de los zombis; Paul McCrane, el malo derretido en ácido en RoboCop; y Candy Clark, que precisamente sería nominada como mejor actriz secundaria por American Graffiti. Además de pequeñas apariciones de Bill Moseley, el Chop-Top de Masacre en Texas 2 o Luigi Largo de Repo! The genetic opera; Erika Eleniak, vigilante de la playa que enseñaba las domingas en Alerta máxima; y Jack Nance, habitual en la filmo de Lynch hasta que murió asesinado en 1996.
El terror no tiene forma fue un batacazo en la taquilla norteamericana, apenas recuperando 8 de los casi 20 millones que costó. Pero como suele ser habitual en la época, los videoclubs le permitieron disfrutar de una segunda oportunidad para los que estaban deseosos de un festín de muertes realmente gráficas y brutales (¡si hasta la masa se zampa a un niño!), como ese cocinero que acaba descompuesto en el desagüe. En su momento era de las películas más asquerosas que habían pasado por mi tele hasta que cacé Granja maldita en alguna madrugada de Antena 3. Ahí hay que reconocerle su valentía para un producto que aspiraba a mucho más que a tener vida comercial en los videclubs. Precisamente sus efectos están fenomenalmente recreados. Todo lo que sean muñecos y maquillajes pasan la prueba del algodón sin despeinarse. Quizá lo que más chirría son los cromas y transparencias. Aunque esto no sé si es más por el lavado de imagen de las nuevas versiones en HD y en su apolillada versión en VHSaguantaba mejor el tipo. Ya deberías saber que todas aquellas películas estaban pensadas para los sistemas de la época, aprovechándose de la limitada calidad de imagen para esconder sus defectos visuales.
Como ya es normal, desde hace unos años se anuncia una nueva versión que parece que no acaba de salir adelante. Pero algo bastante más desconocido es que, además de la de Steve McQueen, existe otra versión dirigida por el mismísimo J.R., Larry Hagman, que se tituló Blob. Masa mortal y es mortal de los mala que es. De hecho, Hangman hizo aquí su debut en la dirección de largometrajes y nunca más volvió a repetir.
Por su parte, Chuck Russell dirigiría años después La máscara, su gran éxito comercial, que le permitió encargarse de un producto para lucimiento del Chuache como Eraser, que no funcionó todo bien que se esperaba e inició cierta decadencia que le llevó a El rey escorpión y el año pasado estrenó su última película: Junglee, una de aventuras selváticas para el mercado indio. ¡Jau!