viernes, agosto 31, 2018

En los límites de la realidad


La nostalgia, pese a que nos parezca un invento de ahora, siempre ha estado ahí. No hay más que ver dos de los proyectos que cambiaron el cine (básicamente crearon los blockbusters veraniegos): Star Wars e Indiana Jones. El primero una modernización de los seriales de Flash Gordon y Buck Rogers que se zampaba un infante George Lucas y el segundo lo mismo pero en el género de aventuras selváticas de la manos de Spielberg. Y podríamos seguir con cierta moda retro de los años 50 que hubo en los 70/80 (¿o es que en tu cole nadie llevaba aquella chaqueta de universitario norteamericano?).

Y nadie mejor que Spielberg para capitanear el regreso de una de las series televisivas más míticas que se recuerden: La dimensión desconocida / The Twilight Zone.
 


Aquello fue un proyecto que nació de un intento anterior por parte de la Warner de hacer la adaptación pero que contase una única historia (más o menos lo que acabarían ocurriendo con las películas de Historias de la cripta en los 90s) y que acabó derivando en el telefilm de culto 70 minutos para huir. Pero lo que acabó siendo la adaptación final sería un conjunto de 3 historias que producirían los (por entonces) amigos John Landis y Steven Spielberg desde que tuvieran sus primeros éxitos en Hollywood en el seno de la Universal. Se decidió que Landis dirigiría un prólogo y un sketch totalmente nuevos, mientras que parte de Spielberg también sería nueva y la tercera ya sería una versión de un episodio de la serie clásica, adaptado para la ocasión por el mismísimo Richard Matheson. La parte de Landis trataría sobre un tipo racista que acaba viviendo en sus propias carnes su odio y Spielberg se encargaría de una historia que transcurre en Halloween donde un chaval se dedicaba a chafar la fiesta a todo con el que se cruzase, para luego recibir un corrector cuando ve que el resto de niños se transforman en monstruos reales. Mientras que Joe Dante, que por la época había sido contratado por Spielberg, el cual había quedado encantado con Pirañas y Aullidos, para dirigir una película llamada Gremlins, la cual estaba en medio de reescrituras, se encargaría de It's a Good Life adaptación de episodio Nightmare as a child.
 

Y casi en el último momento, Spielberg, pensó en añadir una cuarta, por lo que contactó con George Miller del que acababa de ver Mad Max 2 y le ofreció el episodio de Nightmare at 20.000 Feet, la conocida historia del pasajero de un avión que ve un extraño ser en el ala que se dedica a sabotear el aparato. El director también dirigiría un epílogo en el que encontramos al personaje del prólogo.
 

En julio de 1982 empezaría el rodaje del film, siendo Landis el primer en gritar aquello de ¡Acción! y a partir de ahí cuesta abajo y sin frenos. Seguramente te sabrás la historia de memoria: el último día de rodaje hubo un accidente con un helicóptero (un técnico detonó unas explosiones antes de tiempo) que se llevó por delante a Vic Morrow, protagonista del sketch, y a dos niños vietnamitas que estaban contratados de forma ilegal. A partir de ahí la película queda tocada de muerte pues la Warner está a punto de suspenderla y se inicia un proceso judicial contra Landis, el jefe de producción Dan Allingham, el productor George Folsey, el coordinador de los efectos especiales y el piloto del helicóptero (finalmente serían absueltos, aunque Hollywood cambiaría la normativa para la contratación de menores), acompañado por una caza de brujas por parte de la prensa más sensacionalista. Spielberg se desentendió por completo, dejando a Landis como cabeza de turco y prefirió cambiar por completo su sketch por uno de corte mucho más amable y ñoño como era una nueva versión de Kick the can, que transcurre en un asilo donde un grupo de ancianos vuelven a la infancia.

Curiosamente quienes más disfrutaron del rodaje fueron Miller y Dante, que veían como la Warner prácticamente se desentendía de la producción y notaban que tenían toda la libertad para hacer lo que quisiesen. Además, Dante se encontraría por primera vez en su carrera sin las limitaciones presupuestarias que había padecido. Su episodio, It's a good life, donde un niño que tiene el poder de hacer lo que quiere y tiene a su familia atemorizada, es un gran homenaje a sus queridos cartoons, con efectos de Rob Bottin.



Una vez que el proyecto entró en casi una zona muerta, se hicieron multitud de cambios. El orden originalmente no era el que acabamos viendo. El episodio de Miller iba a ir detrás del de Spielberg y, seguidamente, vendría el de Dante. El orden final da la sensación que lo hicieron de menos a más (aunque el de Spielberg me parece el peor con diferencia, casi un proto Cocoon). Incluso se rodaron escenas que conectaban todas las historias (Dante llegó a dirigir un epílogo que conectaba a la protagonista de su historia con el personaje de Dan Aykroid del prólogo), pero estos enlaces se eliminaron, dando lugar a un grupo de historias que parecen que sea un conglomerado sin mucha conexión. Más o menos como cuando veíamos aquellas cintas recopilatorias de Más allá de los límites de la realidad que lanzó CBS Fox a finales de los 80.


Como es habitual en este tipo de films, el conjunto es totalmente irregular. El episodio de Landis, sin ser una maravilla, es pasable y tiene un final más negativos que el previsto, por culpa de las cicunstancias. El de Spielberg es, con diferencia, el peor. El clásico ejercicio tan habitual en su filmografia de volver a la magia de la infancia, pero que en el universo Twighlight no pega ni con cola. Da la sensación que el film le supuso una espinita que se la intentó quitar con Cuentos asombrosos.

Ya con el sketch de Dante la cosa cambia y entramos en terreno más disfrutable. Quien sea minimamente conocedor de las obsesiones del director de Aullidos podrá pasar un rato totalmente loco. Como es habitual, cuenta con algunos de sus actores fetiches como el bueno de Dick Miller, Kevin McCarthy y William Schallert. Como anécdota señalar que Nancy Cartwright, la chica que queda atrapada en la televisión rodeada de dibujos animados, terminó siendo la dobladora de Bart Simpson en la famosa serie de animación. Justicia poética.

Por lo general la parte de George Miller se considera la mejor historia. Sin duda se beneficia de un John Lithgow en estado de gracia y del pulso del director para manterner la tensión. Además de una buena historia que, en cierta medida tendría su guiño en Gremlins, y un personaje tan molón como esa criatura que era interpretada por Larry Cedar, el amigo del prota de Contacto en Londres



En los límites de la realidad, sin ser un gran éxito o un fracaso (triplicando los 10 millones de presupuesto) pasó muy de puntillas por la taquilla. Está claro que el accidente arruinó el proyecto y a la relación de Spielberg con Landis. Éste último estuvo dos años sin dirigir hasta que estrenó Cuando llega la noche que fue un fracaso, dando lugar a una filmografía con bandazos, alternando algunos éxitos (Espías como nosotros, El príncipe de Zamunda) con fracasos (Sangre fresca, Blues brothers 2000), para tocar fondo en el nuevo milenio. Dante seguió bajo el amparo de Spielberg / Amblin y se convirtió en un director de serie A durante un par de años (Gremlins, El chip prodigioso) para volver a una segunda fila con películas bastante menos agraciadas. Por su parte, Miller intentó hacer carrera en USA pero se topó con Jon Peters en Las brujas de Eastwick, y después de El aceite de la vida volvió a su Australia y firmar Babe, el cerdito valiente y uno de los comeback más brutales que se recuerda con Mad Max. Furia en la carretera. Y Spielberg... de ese te lo sabes todo.

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