Esta peli era un clásico en mis tardes veraniegas de finales de los 80, y desde entonces que no la volvía a ver, con lo que apenas recordaba mucho más allá del grueso del argumento. Así que cuando uno se dispone a recuperar, después de más de 20 años, un clásico de la prepubertad piensa: "Malo. Decepción al canto". Y, por una vez y sin servir de precedente, no ha sido el caso.
Tenemos a Michael, el prota de la peli, un chaval bastante vivaracho que un buen día recibe una carta de amor sin firmar. El chaval se monta una paja mental con la autora de la misiva y acaba pensando que ha sido la rubia del instituo, la clásica que va de super guapa y que solamente sale con chicos populares y universitarios. Michael decide devolverle el detalle y le escribe una nota también sin firmar, y para dársela recurre a una amiga de la infancia, Toni, que realmente ha sido la autora de la carta original. La chica no puede resistirse y lee el escrito viendo que no es más que un montón de frases chorras. Y como ella está tan enamorada de Michael no le sabe mal reescribírsela, con lo que cuando llega a manos de la rubia la tipa lo flipa.
Si nos quedásemos con este argumento no daría para mucho, por lo que los guionistas añadieron algunos factores a esta ecuación. Las diferentes cartas comienzan a dar tumbos de manos en mano y acaban en poder de los padres de Michael y la rubia de Deborah, con lo que todos acaban sospechando que su pareja le es infiel liando más aun el argumento.
Clasicazo de los 80, con todo lo que eso conlleva: mucho pelo cardado y lacado, adolescentes en celo, banda sonora de sintetizador, personajes puramente estereotipados e incluso alguna que otra tetilla, tampoco muchas, que esto es para todos los públicos. Y eso que, además, en la versión doblada hicieron de las suyas. Como cuando una tipa se baja al pilón y el paisano suelta un "hace tiempo que no me besaban", cuando en la versión original seguramente le larga un "hace tiempo que no me hacen un blow job".
Sinceramente, pensaba que me iba aburrir como una ostra durante el visionado, y la cosa ha sido todo lo contrario, diversión a raudales en una peli que es puro ritmazo. Donde mola muchísimo el padre de la rubia (Fred Ward), un poli a lo Harry el sucio al que no para de inflársele la vena. ¡Literalmente! Las escenas de este personaje son muy curiosas, porque cuando hace acto de presencia cambia hasta la música, con lo que si las montásemos seguidas parecería una película de psicópatas más que una comedieta.
Ahí tenemos a la crème de la crème del cine ochentero: Lori Loughlin, que siempre será recordada por ser la novieta del tío Jesse en Padres forzosos; Kelly Preston, que aparte de enseñar las domingas en este film, acabó casándose con Travolta y salió en Los gemelos golpean dos veces o Jack Frost; Dee Wallace, la mamá sufridora de E.T., Cujo o Critters; mini papel para Corey Haim antes de verlo en Jóvenes ocultos o Papá Cadillac; Cliff De Young, otro loser de los 80, protagonistade Shock treatment, El ansia de Tony Scott o F/X Efectos mortales; y el gran Fred Ward, el de Temblores, Remo o Hechizo letal.
Y para el final he querido dejar al protagonista: C. Thomas Howell. El tipo, que, por momentos, parece la versión 1.0 de Jim Carrey, comenzó muy fuerte con Rebeldes de Coppola y Amanecer rojo de Milius. Después de Admiradora secreta se metió en otro mini clásico como Carretera al infierno. A partir de ahí mogollón de productos intrascendentes, la mayoría directos a televisión. Actualmente es un habitual de la conocida (por sus bodrios) productora Asylum, donde también ejerce de director. Dicen que en su día fue un serio candidato a protagonizar Regreso al futuro. Que diferente sería su presente de haberla protagonizado.
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