Punto límite: cero, o Vanishing point en su idioma original, es un film de culto. Pero no un culto desmesurado como puede tenerlo Blade Runner. Ni siquiera a un nivel más "especial" como el de The Rocky horror picture show. Evidentemente nos encontramos ante un film más modesto en lo que respecta al número de fans, porque no es un film fácil. Aquí no tenemos naves espaciales, personajes deliveradamente freaks y ni siquiera es un film que sea demasiado divertido de ver en compañía.
Muchos la han catalogado como la versión cuatro ruedas de Easy Rider. No hay que olvidar que el film de Dennis Hopper era totalmente independiente, aunque luego la distribución corriese a cargo de la Columbia, y Punto límite: cero tenía a la Fox detrás y contaba con un presupuesto de 1,5 millones dólares. Easy Rider apenas costó 300 mil y, al parecer, casi todo el dinero se lo gastaron en drogas.
Pero decir que este film es producto de éxito de Easy Rider sería faltar a la verdad, ya que empezó a gestarse antes del estreno de la película de Hopper. Aun y así los paralelismos son muchos.
Realmente Vanishing point tiene su origen en un hecho real: un chaval de 18 años cogió su coche y se dedicó a circular a toda velocidad por las calles de San Francisco, poniendo en alerta a toda la policía que no perdió el tiempo en iniciar su caza. Después de 8 horas de persecución los agentes crean una barrera de coches a la que el conductor acabaría estrellándose y muriendo, of course. Abierta la investigación de los hechos, solamente se llegó a la conclusión que el único delito del conductor era haber sobrepasado la velocidad máxima.
Esto que puede sonar un absurdo es basicamente el argumento del film. Kowalski, del que nunca sabemos su nombre, es un exmilitar y expolicía que se dedica a llevar coches de un lado a otro de los USA. Su próximo encargo es llevar un Dodge Challenger desde Denver hasta San Francisco, y para ello tiene todo el fin de semana. El tipo, que le da a las pastillas, se encuentra al que le provisiona los estupefacientes y, medio en broma, se apuesta que es capaz de hacer el recorrido en apenas 15 horas. A partir de ahí Kowalski comenzará una carrera contra el reloj y sí mismo, mientras la policía le persigue.
Estamos ante una película de perdedores, algo que se aleja radicalmente de los convencionalismos que impone Hollywood con el "happy end" clásico. Aquí por no tener, no hay ni siquiera el "The end" de rigor al final del film. Todo él desprende un tufo nihilista y absurdo por partes iguales, donde la policía simplemente persigue al conductor porque "si va tan deprisa algo habrá hecho" y los personajes "colgados" y losers con los que se encuentra por el camino no van nada desencaminados.
Aunque hay un personaje que destaca por encima de todos, aunque, curiosamente, nunca llega a tener contacto directo con el protagonista, pero, en cambio, es el que mejor capta y entiende su obsesión por huir de ningún sitio a ninguna parte. Este personaje es Super Soul (interpretado por Cleavon Little, el sheriff de Sillas de montar calientes y el mayordomo de Mordiscos peligrosos), un disjokey de la radio que tiene pinchada la frecuencia de la policía y se dedica a retransmitir las andanzas del conductor mientras le va mandando mensajes subliminales. Este detalle recuerda muchísimo a la chica de la radio de The Warriors. Habría que saber si esto ya salía en la novela de Sol Yurik.
El film, que tiene una serie de carteles promocionales que son de lo mejorcito que he visto en mi vida (no así el español, que es flojito, flojito. Por no hablar de la horrorsa carátula del DVD), está dirigido por Richard C. Sarafian, un tipo que se pasó media vida rodando episodios de series e hizo poquitas películas, pero que, al igual que la que hoy comento, algunas de ellas tienen cierto culto, como Los pasos del miedo (con David Hemmings y Adolfo Celi) o El hombre que amó a Cat Dancing (con Burt Reynolds y George Hamilton). Aunque más interesante resulta uno de sus últimos trabajos: Solar crisis. Este film de ciencia ficción que nos explica la posible destrucción de la Tierra por las llamas solares, está basado en un best seller japonés y cuenta con un reparto bastante apetecible: Charlton Heston, Tim Matheson, Peter Boyle, Jack Palance, Paul Williams, y Michael Berryman. En los efectos especiales contaba con algunos de los que hicieron maravillas en la primera trilogía de Star Wars o Indiana Jones, y en la música Maurice Jarre. Todo ello con más de 50 millones dólares de los de 1990. Al final esta coproducción entre USA y Japón resultó uno de los mayores fracasos que se recuerdan y Sarafian, el director, ni siquiera se dignó a firmar con su nombre y se escondió detrás del famoso Alan Smithee.
Actualmente estamos a la espera del estreno de la adaptación del juego Need for speed, que, según lo visto en los trailers, apunta muchos paralelismos con Punto límite: cero. Sin ir más lejos, Michael Keaton aparece narrando las visicitudes del conductor por la radio.
Lo dicho, peli generacional (se nota que los años de Vietnam no andaban lejos) enmarcada en las road movies, con lo que vamos a encontrarnos muchas carreteras, paisajes desérticos y muchos planos chanantes. Demasiado delicatessen para el gusto de la mayoría de los paladares.
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