De sobras es conocido el enfrentamiento entre Stephen King y Stanley Kubrick en la gestación del rodaje de El resplandor. Y, la verdad, que el escritor acabara echando pestes de la adaptación me parece más un problema personal con Kubrick que una auténtica mala opinión de la adaptación. ¿Que posiblemente el director llevará a otro terreno a la familia Torrance, el Overloock y a sus habitantes? Seguramente. Lo que hace que como adaptación no sea todo lo respetuosa que debería ser con la obra original, pero como película, más allá de su relación con el manuscrito, está fuera de toda duda. Poco menos que una obra maestra. O al menos así está considerada por muchos.
Así que una nueva adaptación era poco menos que escupir hacia arriba. Pero me imagino que ahí estaría King diciendo lo mismo que en el trailer de Maximun Overdrive, aquello de "si alguien quiere hacerlo bien, ha de hacerlo él mismo", pero claro, su película, no nos engañemos, era/es una mierda y había que endiñarle el muerto a otro. Y que debería pensar que si él mismo apadrinaba una nueva versión quizá dejarían a la de Kubrick en un segundo lugar. Lo que decía antes: escupitajo arriba. Porque al final nos encontramos ante un producto mediocre, aburrido, soso y cualquier otro adjetivo que se te ocurra para definir esta cosa descafeinada.
Y es que si le das el proyecto a una mediocridad con patas como es Mick Garris ¿qué esperas?
Este hombre de melena de anuncio de champú escribió algunos guiones para Cuentos asombrosos (además de dirigir un capítulo), uno de los cuales se recicló para un largo, la muy mediocre Nuestros maravillos aliados (mucho más chulo el título original: *batteries not included), también estuvo en el guión en una fase muy temprana de El retorno de las brujas, cuando la cosa pintaba más sería y que acabaría materializándose varios años después con un tono totalmente infantil; debutó en el largo con la secuela de Critters y firmó Psicosos IV. Y ahí llegó Sonámbulos, su primer contacto con King, que además hacía un cameo en el film.
Luego llegarían las adaptaciones de Apocalipsis, en formato mini serie; Quicksilver Highway como telefilm de dos historietas, una escrita por King y otra por Clive Baker; y en 1997 llegaría la que nos interesa, El resplandor como miniserie de 3 capítulos de 90 minutos cada uno. Y ojito que Altaya la sacó en una de sus colecciones como El resplandor II. Y se quedaron tan a gusto.
También se respetó lo de los arbustos con forma de animales que cobran vida. Justamente Kubrick tuvo que descartarlos por imposibilidades técnicas de la época. ¿Y en pleno 1997 cómo los recrean? Efectivamente, con el puñetero CGI diarreico de la época. Todo hay que decirlo (posiblemente por problemas de presupuesto) no los sacan mucho en pantalla y lo hacen muy de aquella manera, lo que hace que no sean todo lo vomitivos que se les supondría, además de dar para el cliffhanger del tercer episodio. Aun y así, la idea de Kubrick de cambiarlos por el laberinto sigue siendo mejor a todas luces.
Tampoco puedo dejar de catalogar como lamentable el recurso de Tony, el amigo imaginario de Danny Torrance (aquí interpretado por un chaval muy asqueroso con cara de hamster). Tony es un tipo con pinta de pasmao flotando por el aire.
Y por último, posiblemente, el personaje más importante: el Overlock. Se supone que en esta mini serie se rodó en un hotel auténtico. Concretamente donde se hospedó King a mediados de los 70 y tuvo la idea de la novela. Pues lo que tenemos aquí es un hotel de chichinabo que no tiene nada de personalidad ni denota todo el terror que impregnaba las paredes del de la película.
De lo poco salvable son los escasos maquillajes, pocos pero que lucen al máximo nivel. Como el caso de la mujer de la bañera, que como es habitual en en el director nos encoloma a su mujer, Cynthia Garris. Tampoco hay que dejar de mencionar la aparición de Elliot Ghould como el director del hotel; Pat Hingle (el que fuese comisario Gordon en las pelis de Batman noventeras), y cameos de Sam Raimi, Frank Darabont, Stephen King y el propio Garris.
No voy a ser yo el que ponga en duda el arte de Stephen King a la hora de aporrear su máquina de escribir, pero lo que está claro es que el tema cinematográfico es otro menester del cual debería dejar en manos más capacitadas. Porque ahí están las muestras que cuando en sus propios guiones ha tenido nombres como Romero (Creepshow), Mary Lambert (Cementerio viviente) o hasta un impersonal pero en estado de gracia Lewis Teague (Los ojos del gato), la cosa ha desembocado a productos de mayor enjundia.
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