Una de ellas es la que hoy nos toca repasar. En busca del rey Sol (o Rock-A-Doodle en su V.O.) va de un niño al cual si madre le explica la historia de Chanticleer, un gallo que cuando canta por la mañana hace que salga el Sol. Pero un día, después de una pelea con uno de los esbirros enviado por su archienemigo el malvado Gran Duque, no llega a tiempo de entonar su canto y el astro rey asoma por el horizonte como cualquier otro día. Chanticleer queda devastado al darse cuenta que su canto no tiene nada de especial y el Sol saldrá cada mañana cante o no cante, a lo que hay que añadir que se convierte en el hazmerreír de la granja, con lo que decide irse a la gran ciudad.
A todo esto, en el mundo real se desata una tormenta y aparece Gran Duque, que convierte al niño en un gatete con la intención de comérselo. Pero el niño/gato escapa y, junto a otros animales de la granja, parten a la ciudad en busca de Chanticleer, el único que puede hacer que vuelva a salir el Sol.
La historia es un queso gruyere (¿por qué desaparece el sol y por qué Chanticleer es la solución si había quedado claro que su canto no sirve para nada?), con cosas tan elementales como el que nunca queda claro si el protagonista es el niño/gato o Chanticleer.
Por otro lado apuntar un detalle que canta bastante de la edición que nos llegó aquí. Si bien las escenas de acción real cuentan con un doblaje en castellano de aquí, toda la animación (el 95% del metraje) tiene doblaje sudamericano. Muy posiblemente porque en aquella época todavía nos llegaba mucha animación doblada en aquellas tierras y porque a la distribuidora le sería mucho más barato.
Esta primera impresión que Todos los perros van al cielo había sido un tropiezo, desembocó en que Goldcrest Films, la compañía socia de Sullivan Bluth Studios que por aquellas s ehabía instalado en Irlanda, exigiera una revisión del proyecto de En busca del Rey del Sol para hacerlo más comercial. Lo que hizo que mirasen de reojo a ¿Quién engañó a Roger Rabbit? y decidiesen apostar por la mezcla de animación y actores reales. Aunque dadas las dificultades técnicas y presupuestarias de la mezcla, se eligió una solución menos aparatosa como es rodar unos primeros minutos en acción real y el resto del metraje en animación. Más o menos como se hiciera La puerta mágica décadas atrás.
Goldcrest Films decidió no dar más apoyo a Bluth cuando la película estaba prácticamente terminada, dejando las producciones animadas. Sin ningún tipo de posibilidades de hacer un estreno en cines, todo indicaba que acabaría siendo lanzada directamente a vídeo, hasta que apareció la Metro Goldwyn Mayer y se comprometió a lanzar las siguientes 3 películas del estudio.
También cambiaron varias veces la fecha de estreno para no coincidir con otro film animado, además de suavizar y eliminar cualquier tono oscuro del guión para hacerlo cuanto más infantil.
Con todo esto percance y con la producción en marcha no tuvieron demasiado tiempo a buscar otro director y el propio Don Bluth cogería las riendas como director de las escenas de acción real.
Curioso que Bluth de visionario no tuviera nada, y es que apenas un par de años antes del estreno de Toy story decía algo así como que la animación por ordenador no era el futuro y que la técnica clásica de dibujar a mano prevalecería.
Actualmente trabaja en Dragon's Lair. The movie, largometraje animado del famoso "videojuego", consiguiendo la financiación para crear una presentación del proyecto a través de una plataforma crownfunding. Una vez que hayan conseguido terminar la presentación del proyecto, lo moverán por los estudios para conseguir los 70 millones de dólares que necesita para producir el film. Veremos qué pasa, pero la cosa pinta negrísima.
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