domingo, diciembre 27, 2020

Festival de trailers (CXC)

 

Historias de miedo (Cortos). Animación.

 


Los campeones de la risa (Cortos). Animación.

 


Blancanieves y los 7 enanitos (Snow White and the Seven Dwarfs, 1937) de David Hand. Animación.


Bugs Bunny y sus amigos (Cortos). Animación.

 


Santa Claus. The movie (Santa Claus. The movie, 1985) de Jeannot Szwarc. Con Dudley Moore, John Lithgow, David Huddleston, Burgess Meredith y Judy Cornwell.

viernes, diciembre 25, 2020

Los llanos de Footrot Flats. La historia de perro

 

Murray Ball fue un dibujante neozelandés que, después de irse a vivir a Inglaterra para ganarse las habichuelas, se dedicó a publicar tiras cómicas en la revista satírica Punch. Con su historieta Stanley the Paleolithic Hero (sobre un cavernícola con gafas que hacía crítica política) consiguió ser la tira que duró más años en la publicación que se vendía en UK, Australia, Italia y USA.


Pero sería en 1976, cuando, una vez vuelto a Nueva Zelanda y habiendo dejado de dibujar Stanley, que conseguiría el reconocimiento masivo cuando se sacó de la manga Footrot Flats, otra tira cómica en la que el protagonista era un perro que se avergüenza de su nombre y prefiere que le llamen simplemente "Perro", y que vive en una granja llamada Footrot Flats ubicada en Nueva Zelanda. Tal fue su éxito que Ball tuvo que dejar sus otras tiras y dedicarse de pleno a 
Footrot Flats. Además de publicarse en cientos de periódicos de medio mundo, los álbumes recopilatorios se vendían como churros e incluso tuvo una obra de teatro musical en 1983 y un parque temático.


Uno de los miles de fans que tenía el cómic era Pat Cox, un irlandés que se mudó a Australia y montó una compañía de postproducción donde se editaban infinidad de anuncios comerciales. Cox se puso en contacto con el dibujante, pues veía que la tira podía convertirse en un largo animado. La idea no convenció al autor, pues en aquel momento nunca se había hecho un largo animado en Nueva Zelanda y parecía una quimera. Finalmente lo acabó convenciendo y probaron a escribir un guión que se alargó dos años. Al tándem se les unió Tom Scott, otro dibujante en revistas satíricas.

Murray Ball y Perro

Pese al gran éxito de la obra en papel, conseguir financiación fue un problema. Ninguna compañía pensaba que se pudiese hacer en Nueva Zelanda y la única salida que encontraron fue conseguir el capital a través de pequeñas inversiones (¡más de 600!) de varias empresas, acumulando 5 millones de dólares neozelandeses (algo más de 1,5 millones de dólares norteamericanos de la época).
Casi un año y medio de trabajo, con más de 150 animadores (se tuvo que contratar a australianos porque en Nueva Zelanda no había suficientes) que tuvieron que animar los más de 100 mil fotogramas, supuso todo un reto en una industria totalmente inexperta en levantar una producción de esas características.


La película se estrenaría en noviembre de 1986 y fue un gran éxito, siendo la producción autóctona más exitosa de los 80. En Nueva Zelanda recaudó casi 1 millón de dólares y en Australia 1,5.
La crítica alabó el esfuerzo, pero criticaban el que añadieran varias canciones por en medio y que, a diferencia del cómic, Perro perdía todo el protagonismo en favor de su amo Wall. Tampoco está de más señalar que, como pasaba en muchas ocasiones en cuando se hacían largos de historias cortas, el arco argumental es bastante endeble. Casi es más una sucesión de situaciones enganchadas con un hilillo argumental.



Y aunque la película fue un éxito y se llegó a ver en varios países como USA (aunque de manera bastante testimonial), nunca hubo ninguna secuela pese a que se estuvo tanteando la idea.
La tira original se siguió publicando hasta 1994 (28 años consecutivos), y en ella los personajes iban envejeciendo como si de la vida real se tratase y Ball había perdido un poco las ganas de seguir con esos personajes. Ya en 2017 moriría después de haber sufrido demencia. Tal es su fama en Nueva Zelanda que la gente de Weta (sí, los de los efectos especiales) realizó una estatua de bronce con sus icónicos personajes que nos dan la bienvenida a la biblioteca de Gisborne, lugar donde vivió desde que volvió de Inglaterra en los 70.


Siendo una película de Nueva Zelanda y basada en unos cómics que aquí nunca se han publicado, lo raro es que nos llegase. Pero eran los locos años 80 y cualquier cosa se editaba en VHS. Si bien la sonorización es tirando a mala, hay un montón de voces que seguro que reconocerás y las canciones ni si doblaron ni se subtitularon. Cosa habitual en la época.
En la actualidad la película ha tenido edición en DVD y Blu-ray con sus buenos extras, cosa que, evidentemente, aquí no ha llegado ni se le espera sabiendo del desconocimiento hacia el autor por estos lares.

Sin más dilación, Los llanos de Footrot Flats. Historia de perro en la lengua de Cervantes:



lunes, diciembre 21, 2020

Terror en el castillo de las mujeres malditas


Hablar de la serie Z siempre será más interesante por todo lo que la envuelve que por la propia obra en sí. Todos los tejemanejes de dónde salía el dinero, como se aprovechaban decorados de otras producciones o el simple hecho que se rodaba en determinada localización porque el cuñado del productor tenía un terreno allí... Todo eso es más apasionante que la historia del plan de unos extraterrestres por resucitar a los muertos o la de un psychokiller que se dedica a matar a todo el que lo puteó en el pasado.Y, efectivamente, eso pasa con Terror en el castillo de las mujeres malditas, que es como se tituló aquí Terror! Il castello delle donne maledette cuando se editó en vídeo (porque este tipo de subproductos no nos llegaban a los cines) y ya en una segunda edición apareció con el recortado Terror en el castillo. Y ya en USA salió como Frankenstein's Castle of Freaks.

Y para tratar el film hay que adentrarse en el pantanoso mundo de los productores gordos con bigotillo fino que fuman puros, visten trajes baratos y habitan cochambrosas oficinas. Y en este perfil encaja Dick Randall, nuestro hombre. Empezó en los 50 escribiendo chistes para el cómico Milton Berle (te acordarás de él porque lo viste en El príncipe de Bel-Air haciendo del vejete que, estando postrado en la cama de un hospital, tiraba su sombrero para verle el culo a las enfermeras) para seguidamente meterse en el terreno de la distribución de películas europeas en suelo norteamericano bajo el amparo de la AIP. Evidentemente, todo producciones de muy bajos vuelos, que se proyectan en autocines y salas de bajos fondos. Y de aquellos barros estos lodos, la cosa se le complica y comienza a deber pasta a todo el mundo, incluido el fisco americano que le podría conllevar pena de cárcel, aunque hay algunas fuentes que dicen que llegó a pasar un tiempo entre rejas.


Con el pufo detrás, puso pies en polvorosa y se vino a Europa, concretamente a la siempre fascinante Italia, donde estableció su base de operaciones donde empezó distribuyendo y acabó produciendo el cine más zetoso del momento. De ahí salieron todo tipo de exploits, desde Bruce Lee (Duelo del Dragón y el tigre, con Nadiuska), animales salvajes (Cocodrilo), de James Bond con el liliputiense Weng Weng (Bruce Linito, agente 003 y 1/2), cárceles de mujeres (Las evadidas), slasher navideño (No abrir hasta Navidad), de Bud Spencer y Terence Hill rodados en Israel (Si me enfado..., con, evidentemente, Paul Smith)... Cualquier cosa valía con tal de subirse la carro de lo que daba dinero. Aunque seguramente por estos lares lo recordaremos más por estar detrás de algunas de las locuras de Piquer Simón como Mil gritos tiene la noche, Los nuevos extraterrestres o Supersonic Man. Y si me preguntas a mí, te diré que de lo más disfrutable que tiene es El día de los inocentes, donde, además, ponía el jeto en un testimonial papelillo al igual que hiciera en varias de sus producciones.


Terror en el castillo de las mujeres malditas podríamos (o deberíamos) meterla en otro exploit de Frankenstein pero en clave semi erótica (por aquello de meter algunos desnudos de forma totalmente gratuita). Nuestro Mad Doctor favorito (aquí llamado Conde Frankenstein) se dedica a desenterrar cadáveres para devolverles la vida, cosa que hace con una especie de gigante que los aldeanos del pueblo han matado. Pero el tipo no tiene límites y sigue saqueando tumbas, pero uno de sus secuaces deja evidencias del hurto y además es un sádico necrófilo, por lo que lo saca a patadas de su castillo. El enano despedido comienza a dar tumbos por el bosque y se encuentra a otro hombre de las cavernas y empiezan a entablar amistad. Y... yo qué sé... el argumento es inenarrable, pero para eso disfrutamos de estas bizarradas.


Pero si la película luce un guión sin pies ni cabeza y la realización es de todo menos buena (¡que para algo es una serie Z!), el cast es una colección de cromos de lo mejorcito de su infradivisión. A saber: Edmund Purdom (que se quedó en promesa del starsystem hollywoodiense en los 50 y acabó cruzando el charco junto a una botella de whisky), Gordon Mitchell (culturista que empezó en pelis de sandalias y se vino hacer eurowesterns para terminar en el cine S), Michael Dunn (el Miguelito Loveless de la serie Wild wild, west, aquí llamada Jim West), Luciano Pigozzi (otro currante que podía presumir de haber trabajado a las ordenes de lo más granado de Italia: Bava, Castellari, Lenzi, Mattei y, sobre todo, Margheriti), Salvatore Baccaro (un tío que su cara es un efecto especial en sí misma, y seguro que te suena de muchas pelis de Jaimito/Alvaro Vitali y que aquí aparece acreditado como ¡Boris Lugosi!), Rossano Brazzi (uno de esos galanes engominados del cine transalpino) y un cameo de Walter Saxer (productor de un montón de películas de Werner Herzog).


Una de las cosas más increíbles del film (sí, hay algo más loco que la propia película) es que nunca se supo a ciencia cierta quién fue su director. Lo que está claro es que el firmante Robert H. Oliver es un alías. En Imdb se le atribuye al propio Dick Randall, pero suenan muchos otros nombres como Massimo Pupillo (que te podía hacer una de Django con George Eastman o una de terror gótico como Cinco tumbas para una medium con Barbara Steele); el guionista William Rose; Mario Mancini (dire de Frankenstein '80 y que en la película que nos ocupa se encargó de la fotografía y, además, su nombre aparece como director en la documentación de este film presentada en el Ministero de Cultura italiano). Pero al parecer el auténtico director fue un tal Robert Harrison Oliver, primer marido de Barbara Max Sinatra (sí, se casaría con el cantante años después) como explicaría años después Gordon Mitchell y luego confirmado por uno de los técnicos que añadió que Harrison dejó el rodaje antes de finalizarlo por desavenencias con el productor. También se le preguntó a Purdom, pero este estaba tan borracho en el rodaje que ni siquiera recuerda haber hecho la película.
Muy posiblemente, el hecho de presentar el nombre de Mancini en la documentación oficial fuese una triquiñuela para recibir algún tipo de subvención del gobierno italiano.

Pero lo que está claro que estamos ante una locura psicotrónica que solo podía ser parida en la serie Z de la época, y que puede hacer una gran sesión doble con cualquier subproducto de Randall, que por otro lado, según cuentan los que trabajaron para él, era un tipo afable que le interesaban más los negocios que el cine pero que estaba lejos de ser el clásico productor cabrón que engañaba a todo le mundo. Algo es algo.
 

domingo, diciembre 20, 2020

Festival de trailers (CLXXXIX)



Danny (So Dear to My Heart,
1948) de Harold D. Schuster y Hamilton Luske. Con Burl Ives, Beulah Bondi, Bobby Driscoll, Luana Patten, Harry Carey, Raymond Bond, Walter Soderling y Matt Willis.



El caballo del traje gris (The Horse in the Gray Flannel Suit,
1968) de Norman Tokar. Con Dean Jones, Diane Baker, Lloyd Bochner, Fred Clark, Ellen Janov, Morey Amsterdam, Kurt Russell y Lurene Tuttle.



Eres demasiado (Too Much,
1987) de Éric Rochat. Con Bridgette Andersen, Masato Fukazama, Morikiyo Bowhay, Hiroyuki Watanabe, David Spencer, Rachel Huggett, Karen Hammer y Char Fontane.



Las aventuras de Chatrán (Koneko monogatari,
1986) de Masanori Hata. Con Shigeru Tsuyuguchi, Kyôko Koizumi, Milo y Otis.
 
 
 
La bruja novata (Bedknobs and Broomsticks, 1971) de Robert Stevenson. Con Angela Lansbury, David Tomlinson, Roddy McDowall, Sam Jaffe, John Ericson, Tessie O'Shea y Cindy O'Callaghan.
 

domingo, diciembre 13, 2020

Festival de trailers (CLXXXVIII)



Pinocho y el emperador de la noche (Pinocchio and the Emperor of the Night, 1987) de Hal Sutherland. Animación.



La vuelta al mundo de Alvin y las ardillas (The Chipmunk Adventure, 1987) de Janice Karman. Animación.



Historias de miedo (Scary tales, 1987). Animación.



Mickey y sus amigos (1992). Animación



Donald y su pandilla (1992). Animación

jueves, diciembre 10, 2020

Ratboy

Una mujer se topa con un chico con cierta tara física viviendo lejos de la gran urbe. Esta decide llevárselo a su casa, haciendo que el aspecto del chico llame la atención de la gente y dando lugar a la falta de adaptación de él.

Visto de esta forma tan esquemática podríamos pensar que estamos hablando de Eduardo Manostijeras o alguna otra como Tarzán, King Kong o Cocodrilo Dundee. Pero no, hoy nos toca Ratboy. Así que visto de esta manera, la película de Burton rescataba el esquema de muchas producciones anteriores, pero su gran valor es que más allá del chasis, todo su envoltorio tiene un no sé qué que que sé yo. En cambio, Ratboy no llega mucho más allá de una trama poco original.

El argumento más o menos lo comentado dos párrafos más arriba. Una señora encuentra a un joven con aspecto de rata que vive retenido por un par de rednecks en una cabaña en medio del bosque. Decide sacarlo de allí porque piensa que podrá hacerse famosa y ganar dinero paseándolo por las televisiones.



Efectivamente, Ratboy no descubre nada como película, pero lo que hay detrás tiene más miga. Dirigida por Sondra Locke, que por el nombre casi seguro que ni te suene, pero si te digo que la habrás visto en El fuera de la ley, Ruta suicida o Impacto súbito la cosa cambia. Efectivamente, un montón de pelis con Clint Eastwood (más las que me he dejado) porque durante más de una década fueron pareja. Y ahí viene lo bueno. Esta mujer con pinta de loca de los gatos se casó muy jovencita con un tal Gordon Anderson, tipo que conoció en el instituto y fueron amigos inseparables y... era gay. ¿Por qué se casaron? Ni idea.

A finales de los 60 debutó en el cine con el dramón El corazón es un cazador solitario, por el que consiguió una nominación al Oscar como mejor actriz secundaria. Lo que parecía que sería una prometedora carrera con ese debut, rápidamente se quedó en la nada con papeles en la serie B (La revolución de las ratas) y mucha serie televisiva (El planeta de los simios, Kung Fú...) hasta que a mediados de los 70 conoció a Eastwood en el rodaje de El fuera de la ley y se fueron a vivir juntos... pero no comieron perdices. Según la propia Locke, el protagonista de La muerte tenía un precio es un tipo posesivo que quería controlar su carrera y apenas permitía que actuase en producciones donde no estuviese él. Aun y así, le pagó íntegramente un casoplón de 1,5 km cuadrados a Gordon Anderson, el cual seguía teniendo una relación muy estrecha con Locke y... legalmente seguían casados. Y así seguirían hasta que ella murió en 2018.
La relación de Locke e Eastwood finiquitaría a finales de los 80. Con el paso del tiempo la actriz acusó a su expareja y a Warner de sabotear todos sus proyectos. Y algo tendría de razón cuando en pleno juicio llegaron a un acuerdo económico.


Después del rollo salseo que tanto nos gusta volvamos a Ratboy. A mediados de los 80 Locke tenía claro que su carrera como actriz estaba muy limitada por la interferencia de Eastwood y que entrada en los 40 poco tenía donde rascar en un mundillo tan banal como el hollywoodiense, y quiso dar el salto a la dirección. El proyecto que llevaría a cabo en su debut sería Ratboy, con Malpaso, la productora de Eastwood, detrás y Warner en la distribución.
Originariamente la película iba a ser dirigida en 1983 por Rob Thompson, también autor del guión, y producida por Edward R. Pressman (Masters del Universo, Street fighter) con Iggy Pop interpretando al chico rata. Pero el proyecto, que iba a costar entre 2 y 3 millones de dólares, se canceló y el guión fue dando tumbos durante años hasta que llegó a manos de Locke. Después de hacer algunos cambios en el libreto y con un presupuesto de 8 millones, empezaría el rodaje en septiembre de 1985.
Según la propia directora, la Warner no estaba muy predispuesta ha darle un buen lanzamiento por "consejo" de Eastwood (o porque vieron que la película no valía gran cosa), lo que hizo Ratboy se viera en pocos sitios y en la mayoría de mercados (como el nuestro) apareciese directamente en VHS.


Vista la película no se puede negar que su pobre distribución fuese más debida a su cuestionable calidad cinematográfica más allá de la mano negra de Eastwood.
Ratboy podría haber dado para el clásico cuentecito o fábula de personaje fantástico que hace retratar lo agridulce del ser humano, algo así como E.T., pero no tenemos que conformar con una especie de thriller al uso. No se molestan en explicarnos de dónde sale el personaje (salvo un pequeño apunte al inicio sobre ¿madre?), nos quedamos con las ganas de saber si es un mutante, un niño deforme al que abandonaron y se quedó aletargado en estado salvaje... Nada. Ni nos lo explican ni les importa a los personajes que quieren aprovecharse de él. Pero esto no es El hombre elefante y todos los personajes quieren sacar partido del personaje deforme, aquí no hay un Anthony Hopkins que se preocupe de él, todos (incluida la protagonista) solo tienen interés propio. Es por eso que viéndola siempre tienes una sensación desagradable, con toda esa gente asquerosa. Ni siquiera al niño rata le cogeremos cariño.


Además de Locke como protagonista tenemos a Gerrit Graham (El fantasma del Paraíso, TerrorVision), Robert Townsend (Meteor Man), Christopher Hewett (Mr. Belvedere), Sydney Lassick (Carrie), Gary Riley (uno de los estudiantes de Juerga tropical), Thim Thomerson (Dollman), Jon Lovitz (con pinta de hortera y dejando claro que tenía que haber sido el prota de una adaptación de Leisure Suit Larry),
Courtney Gains
(el Malachai de Los chicos del maízy Sharon Baird, que hizo de modelo en las escenas rodadas para la rotoscopia en El señor de los anillos de Bakshi haciendo de Bilbo, como Ratboy, aunque sus sonidos los grabó Gordon Anderson.

En apartados técnicos varios colaboradores habituales en la filmo de Eastwood: banda sonora de Lennie Niehaus; Fritz Manes en la producción; Bruce Surtees en la fotografía; Joel Cox en el montaje; Edward C. Carfagno en el diseño de producción y Glenn Wright en el vestuario. Además, añadir a Rick Baker que diseñó el maquillaje del niño rata con el que se tardaba 5 horas diarias en tenerlo terminado.


domingo, diciembre 06, 2020

Festival de trailers (CLXXXVII)

 

 
Blue iguana (The Blue Iguana,
1988) de John Lafia. Con Dylan McDermott, Pamela Gidley, James Russo, Jessica Harper, Dean Stockwell, Flea y Tovah Feldshuh.

 


Jóvenes guerreros (Young Warriors, 1983) de Lawrence D. Foldes. Con Ernest Borgnine, Richard Roundtree, Lynda Day George, James Van Patten, Anne Lockhart, Tom Reilly, Mike Norris y Linnea Quigley.

 


Subway. En busca de Freddy (Subway, 1985) de Luc Besson. Con Isabelle Adjani, Christopher Lambert, Richard Bohringer, Michel Galabru, Jean-Hugues Anglade, Jean-Pierre Bacri y Jean Reno.



Apunta, dispara... y corre (Running Scared,
1986) de Peter Hyams. Con Gregory Hines, Billy Crystal, Steven Bauer, Joe Pantoliano, Dan Hedaya, Jimmy Smits, Dax Brooks, Darlanne Fluegel y Don Calfa.

 

 

Road House. De profesión duro (Road House, 1989) de Rowdy Herrington. Con Patrick Swayze, Kelly Lynch, Sam Elliott, Ben Gazzara, Marshall R. Teague, Julie Michaels y Red West.



Bonus track