El propio King había escrito un tratamiento de su relato, pero lo dejó de lado cuando una pequeña productora independiente como Hal Roach Studios se hizo con los derechos de adaptación. George Goldsmith, guionista de Los cinco invencibles (serie B que se subía al carro de la moda karateka), fue contratado para acabar de pulirlo y el resultado vendido a la New World. Hay que apuntar que para el estreno quisieron eliminar el nombre de Goldsmith y poner directamente el de King, ya que eso daría más pompa a la producción. Aun y así, en alguno de los carteles, como el que nos llegó aquí, se pondría a king como co-guionista.
Sín duda Los chicos del máiz posee una de las carátulas más llamativas de las estanterías de los videoclubs ochenteros. Algo tan básico como un fondo rojo y los maizales y la hoz en negro llamaban la atención y daban mal rollo a cualquiera. Luego la cosa se volvía más pesada de ver. Al menos para un chavalín de 7 u 8 años.
Y es que estamos ante una película muy modesta (su presupuesto final nunca ha estado claro y se estima entre 1 y 3 millones de dólares), rodada fuera de un gran estudio (sería la modesta New World quien estuviera detrás) donde no vamos a contar ni con excesivos efectos especiales (sólo hay que ver el final con esos efectos dibujados estilo Los inmortales) ni con monstruitos. Todo se basa en el mal rollo de su trama y la inquietud que nunca sabes por donde te va a salir uno de esos mal nacidos con ganas de rebanar gaznates. Con lo que la cosa se queda en unos protagonistas que van a estar todo el rato escondiéndose de aquí para allá. Su director, Fritz Kierch, era poco amigo del gore e intencionadamente lo evitó.
En cuanto a los malos destacar dos nombres: John Franklin, el jefecillo de los niños, que durante la producción contaba con sus buenos 25 años pese a interpretar a un niño de unos 13 años. El chaval, al igual que Peter Bark, el "niño" de La noche del terror, tiene algún tipo de enfermedad genética que le hace crecer de una forma muy chunga, teniendo cara de Galindo. Poco después le veríamos en Las aventuras de Andy Colby y ya en los 90 haciendo del primo Eso en La familia Addams y secuela. O sea, que lo pillaron para meterle una masa de pelos encima y arreando.
El otro chaval es Courtney Gains, que aquí encarna a Malachai (maravilloso nombre para un villano), la mano ejecutora de los niños. Luego lo habrás visto en Admiradora secreta y haciendo del hijo de los vecinos pirados de No matarás... al vecino.
En la dirección un don nadie como Fritz Kiersch, que venía de la publicidad, y salvo la película aquí comentada y Gor, subproducto de la Cannon, no tiene mucho donde rascar.
Ya en 1992, 8 años después nos llegaría la primera de una ristra de secuelas a cada cual peor que la anterior. En los USA esta secuela todavía tendría presencia en los cines, no como aquí, que al igual que las siguientes 5 entregas, llegarían directamente a videoclubs. En 2009 tendríamos una nueva adaptación del relato original pero en formato telefilm a la que le seguirían dos entregas más. Sí una de las sagas más largas que se recuerdan. De esas que uno no acaba de entender como pueden seguir siendo rentables a no ser que sea un lavado de billetacos.
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