Lejos, muy lejos, quedan aquellos años que James Cameron era un don nadie en Hollywood y tenía que meterse a codazos en las filas de Roger Corman, pariendo los efectos de Los 7 magníficos del espacio (Battle Beyond the Stars, 1980) o dirigiendo la segunda unidad de La galaxia del terror (Galaxy of Terror, 1981). Y sería precisamente con una secuela de una producción Corman donde haría su debut como director. Aunque aquí el productor de Los 4 fantásticos 90teros no estaba por en medio y le había cedido la batuta a Ovidio G. Assonitis, otro amigo del exploit. Piraña II. Los vampiros del mar (Piranha Part Two: The Spawning, 1981), sería una de las muchas basuras marineras que surgieron a raíz del éxito de Tiburón (Jaws, 1975) de la que ya nadie se acordaría si no fuese porque Cameron estuvo detrás de la cámara. Al menos durante un par de semanas, ya que su vena perfeccionista retrasaba constantemente el rodaje, a lo que Assonitis respondió con un despido, tomando él mismo las tareas de dirección. Aun y así, Cameron seguía por Italia, donde se rodaban los interiores, y si un duro, colándose en la sala de edición para hacer el montaje a espaldas del productor. Finalmente, por cuestiones legales, Cameron aparecía en los créditos como director, aunque él reniega de la película y no la considera su debut.
Sería durante ese rodaje que tuvo la idea de Terminator a raíz de un sueño. Consiguió vender el guión a la productora que había creado Gale Anne Hurd, a la que había conocido cuando trabajaban para Corman y que a la postre acabaría siendo su mujer.
A la hora de confeccionar el casting se pensó en un Schwarzenegger que todavía no había conseguido dar el pelotazo que lo catapultara al starsystem hollywoodiense salvo por el papel principal de Conan, el bárbaro (Conan the Barbarian, 1982), que le había dado algo de popularidad. Pero en un primer momento pensaron en él como el protagonista que viaja al pasado para salvar la vida de Sarah Connor, pero Cameron le dio la vuelta a la tortilla y lo fichó para encarnar al malo. Además teníamos a Linda Hamilton, Michael Biehn, Lance Henriksen, Bill Paxton, Brian Thompson y un cameo de Dick Miller.
Terminator es una serie B que con 30 años a sus espaldas aguanta fenomenalmente el tipo. Salvo los 5 minutillos que nos muestran de la futura guerra entre humanos y máquinas, donde se notan los cromas y el stop motion de los androides, y la escena con el animatrónic de Arnie (obra de Stan Winston), no se le nota cutre o pobretona. Con un Schwarzenegger que, posiblemente, nunca estuvo tan bien. Cosa que jugaba en su favor el que le dieran poquísimas líneas de diálogo y que sus malas dotes interpretativas ayudaran a dar vida a un robot frío y sin sentimientos.
En USA fue distribuida por la Orion, que no contaba que pudiera hacer mucha taquilla. Pero para su sorpresa, funcionó tan bien que estuvo un par de semanas número 1 y en todo el mundo amasó 80 millones de dólares. Tal fue el éxito que acabó creando una ristra de exploits como El guerrero de hierro (American cyborg, 1993), Alienator (Alienator, 1989), Destroyer. Brazo de acero (Vendetta dal futuro, 1986). Y luego estaban las que no tenían nada que ver con esta serie de copias y era cosa de nuestras distribuidoras que le metían títulos para ver si caíamos: la indonesia Lady Terminator (Pembalasan ratu pantai selatan, 1989), Terminator Woman (Eve of Destruction, 1991) o The Vindicator (The Vindicator, 1985). Luego está el caso de Terminator 2 (Terminator 2, 1989) de Bruno Mattei, que ya venía así de serie.
Terminator 2. El juicio final (Terminator 2: Judgment Day, 1991). Después de varios años intentando hacer una secuela, por fin, en la nueva década de los 90, se pudo materializar gracias a que Carolco compró los derechos y la tecnología digital estaba bastante avanzada, tal como pudo comprobar el propio Cameron con su Abyss (The Abyss, 1989). La idea de un terminator de metal líquido ya estaba en la idea inicial del primer film, pero era imposible de materializar en pleno 1984. Ya con la tecnología necesaria, Cameron recuperó la idea para una secuela que, en gran medida, es un remake del original, pero con mucha más pasta, más espectacularidad visual y un Arnie haciendo de bueno, pues ya había alcanzado su estatus de gran estrella mundial y debía ser el bueno sí o sí. Linda Hamilton repetiría como Sarah Connor, al igual que Michael Biehn en una breve aparición. Además tendríamos el debut de Edward Furlong y a un Robert Patrick haciendo de T-1000, su papel más importante, para después arrastrarse en multitud de subproductos. En su momento, el film fue la cúspide de los efectos digitales, pero, 25 años después, éstos han quedado desfasadísimos, con momentos que cantan mucho. Pese a esto, sigue siendo un action film trepidante, con momentos míticos como la escena de la persecución en moto, y, para muchos, es la mejor de la saga. En su día fue la película más cara de la historia (100 millones de dólares) y acabó siendo la más taquillera del 91 con más de 500 millones recaudados en todo el planeta. Cinco años después, Cameron reunió al elenco para rodar T2 3-D: Battle Across Time, una atracción en tres dimensiones para el parque temático Universal.
Terminator 3. La rebelión de las máquinas (Terminator 3: Rise of the Machines, 2003). Una década después de la secuela que acabó convirtiendo una serie B ochentera en un producto mainstream nos llegó esta nueva entrega. Y seguramente no fue decisión de los productores alargar tanto la espera. Siendo las dos películas existentes (y la atracción) obra de Cameron, parecía indispensable que éste estuviera detrás de cualquier película de la saga. Así que estuvieron esperándole mientras se dedicaba a sus movidas con cámaras, profundidades marinas y Titanics por doquier. Los productores, cansados de esperar, debieron pensar que a fin de cuentas la película se vendía sola y era más importante convencer a Arnie, que durante un tiempo decía que sólo la haría si Cameron era el director. Pero el tiempo iba pasando y su filmografía entró en una decadencia que le hizo cambiar de opinión, sabiendo que volver a encanar a su personaje más icónico era garantía de éxito. O al menos eso era lo que pensaba.
La historia la de siempre: Skynet envía al pasado a un cyborg para que elimine a la futura mujer de John Connor, a lo que éste responde enviando a un terminator "bueno".
Nick Stahl (que luego protagonizaría la serie Carnivale) reemplazaba a Furlong, que ya había entrado en su particular infierno de drogas; Claire Danes hacía de su futura mujer y, para variar un poquito, pondrían un cyborg femenino, interpretado por Kristanna Loken, que luego acabó protagonizando varios títulos de Uwe Bowl.
La película costó 200 millones de dólares y amasó más de 400 en todo el planeta, pero las críticas fueron tirando a negativas. Se metieron mucho con algunas secuencias humorísticas como la primera aparición de Arnie o que, por mucho que dijeran que se había puesto en forma, cuando aparece desnudo se nota que está retocado digitalmente. En cambio, las escenas de acción son tremendamente físicas, como demostró el director Jonathan Mostow en la reivindicable Los sustitutos (Surrogates, 2009).
Terminator Salvation (Terminator Salvation, 2009). Anteriormente la saga había dado el salto al renovado mundo de las series televisiva con Las crónicas de Sarah Connor (Terminator: The Sarah Connor Chronicles, 2008-09), que no acabó de cuajar entre la audiencia y la Fox la finiquitó después de la segunda temporada.
Después que los derechos de la franquicia cambiaran de manos, los nuevos productores decidieron hacer un reboot de la saga y dar a los fans lo que llevaban 3 películas esperando: la famosa guerra entre humanos y máquinas de las que apenas nos habían enseñado unos pocos minutillos. Pero ni con eso, ni con un reparto encabezado por Christian Bale, con Sam Worthington, Bryce Dallas Howard, Helena Bonham Carter, Michael Ironside y una recreación del Chuache de los 80, pudieron salvar el lastre de contar con McG en la dirección.
El invento acabó siendo un pseudo fracaso, pues costó 200 millones y recaudó poco más de 300 en todo el mundo. Lo que unido a unas críticas no demasiado favorables, dieron al traste cualquier intento de seguir con esta nueva saga.
Al igual que la segunda entrega, se hizo una atracción para algunos parques de atracciones llamada Terminator X: A Laser Battle for Salvation. Aquí la cosa no era un corto tridimensional, si no un juego de disparos por equipos del estilo Q-Zar. Además del Apocalypse: The Ride, una atracción de vagonetas.
Terminator Génesis (Terminator Genisy, 2015). Lo que en un principio debía ser una nueva trilogía acabó por no materializarse por una mala taquilla. Pero alguien pensó que la saga todavía podría ser rentable y contrataron a Alan Taylor (Thor) para volver a reactivarla. Además de volver a contar con Arnie, que había puesto a caer de un burro la anterior entrega.
Al final parieron una historia que acaba enmarcada en los films de viajes en el tiempo, con muchos saltos y paradojas de esas que nos molan. Además de ser un homenaje a las primeras entrgas de la saga, pues recrean escenas (como la aparición de los protagonistas en la pelicula de 1984) tal cual las vimos. Eso sí, ya da un poco de penita ver a Arnie con esas pintas y como durante toda la película le llaman "abuelo". Aun y así la peli aguanta muy bien el tipo como un producto totalmente palomitero y estival, sin ningún tipo de pretensión de querer hacer algo nunca visto.
En los USA no llegó a los 90 millones recaudados. Pese a todo, en el resto del mundo, ha hecho algo más de 200, lo que no le salva de ser considerada un pequeño fracaso que hace muy difícil que veamos una nueva entrega.
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