Es curioso como Risky Business se ha ido diluyendo con el paso del tiempo, quedando en el recuerdo colectivo a Tom Cruise haciendo el canelo en gallumbos por su casa (escena mil veces parodiada) y poco más.
Sólo en los USA recaudó más de 60 millones de dólares habiendo costado 6; hizo que todo quisque se comprara las Wayfared de Ray-Ban y convirtió a Tom Cruise en una mega estrella hollywoodiense. Y aun así, con todo eso, la película no está al mismo nivel nostálgico de otras y más en estos tiempos que se abraza sin dudar cualquier cosa excretada en los 80.
La primera vez que vi la película fue en un pase de la 1 a finales de los 80. Era cuando los sábados por la noche te emitían alguna película "actual". Eran otros tiempos y podían pasar 4 o 5 años hasta que ponían por primera vez una película en televisión. La cosa es que, siendo yo un ñicri de 8 o 9 años, la vi sin entender nada. Sí, ahí estaba Tom Cruise, que me sonaba más por salir en la portada de la Super Pop o el Vale que por sus pelis, y se suponía que había que verla. Pero nada, que de todo lo que se contaba, nada de nada. Como si me hablas en chino mandarín.Y no es que el film pueda presumir de ninguna compejidad argumental. La cosa estaba fácil: post adolescente salido que contrata una fulana que le enmierda hasta la cejas (y muy gruesas las que luce Tom) y debe solventar la situación antes que regresen sus padres.
Visto así podríamos pensar en cualquier comedieta firmada por John Hughes. Sin ir más lejos, Todo en un día chupa
Este señor responde al nombre de Paul Brickman, un tipo con un baje tan escueto como poco motivante. Apenas 3 películas dirigidas y 8 guiones escritos. Salvo Risky Business, poca cosa a destacar. Como mucho su colaboración en el guión para Ejecución inminente de Clint Eastwood.
Evidentemente, al Sr. Brickman le llovieron las propuestas después del éxito de la película aquí comentada, pero, parece ser, que al tipo aquello le vino grande (tenía 34 años) y se agobió del éxito y de estar en el punto de mira de los grandes estudios. Tampoco ayudó que su experiencia en el film no fue del todo satisfactoria. Y eso que propuestas no le faltaron. Pudo dirigir Rainman y Forrest Gump (recuerda que la novela es de 1986) pero nada.
Y ya que estamos, para rematar el tema del título apuntar que la película se rodó como White Boys Off the Lake, pero al estudio no le gustaba y se cambió por le que hoy conocemos.
Uno de los puntos fuertes es su banda sonora, obra de Tangerine Dream, que grabaron en Alemania y cuando el director la recibió no le gustó, pues les sonaba demasiado a películas de adolescentes de los 50 y 60. Se fue a Alemania, y estuvo 10 días con el grupo volviendo a grabarla toda, dando como resultado una partitura totalmente onírica que hace ganar enteros a la película.
Además de Cruise, tenemos un cast totalmente surtido de nombres/caras más que conocidas: Rebecca de Mornay, cuando todavía no se había convertido en la mujer botox que es hoy; Bronson Pinchot, el Balki de Primos lejanos; Joe Pantoliano, uno de los Fratelli de Los Goonies; Richard Masur, una de las víctimas adultas de Pennywise en el It noventero; y Curtis Armstrong, el Pelotilla de La revancha de los novatos. Y, además, un cameo de Sean Peen, que estaba rodando en Chicago (donde también se rodaba Risky Business) Bad Boys y se había hecho amigo de Cruise durante el rodaje de Taps.
Lo dicho. Películón a reivindicar, muy por encima de otra mucho más recordada (y mediocre) como Cocktail, con un Tom Cruise cebado para tener más cara de niño y que todavía no estaba endiosado y no ponía sus zarpas en la producción. Porque ese es su mayor problema. El tipo es buen actor, pero su narcisismo hace que la producciones en las que participa estén a su servicio y los buenos puntos de partida acaban diluidas y ahogadas en su desmedido ego.
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