No sé si era intencionado o no, y ni si la Fantastic Factory era consciente que esta era su última producción cuando empezó a rodarse, pero todo acabó tal y como empezó: una peli con dirección de Yuzna. Pero a diferencia de Faust, esta se estrenó con muy poco ruido y de tapadillo, supongo que más por cumplir el expediente y cobrar las pertinentes subvenciones.
Ni siquiera su edición en DVD es destacable en comparación con las otras pelis de su productora. Todo muy desangelado.
Basada en una novela de un tal Matthew Costello (un auténtico multimedia man que se ha encargado de las adaptaciones a novela de las secuelas de Muñeco diabólico y escribió los guiones de videojuegos tan variopintos como The 7th Guest, Doom 3, Just Cause 1 y 2, entre otras cosas), narra la desgracia de un pueblo llamado Marinbad. Sus habitantes, ante el mal que impera en la zona, deciden inundarlo y que permanezca bajo las aguas para siempre. 40 años después, un resquicio de aquella maldad consigue regresar a la superficie para vengarse de los habitantes de pueblo.
Conociendo esta premisa y con algunos detalles visuales del film, nos topamos con una copia (cutrona) de La niebla de Carpenter, a lo que hay que añadirle la figura de Mordecai (nombre molón que me retrotrae a Los chicos del maíz), esta figura malévola está claramente inspirada/copiada del hombre alto del Phantasma de Coscarelli.
Toda la película tiene el handicap de querer explicar muchas cosas para no acabar contando nada. Muchos personajes que están en el fregado dejan entrever historias de su pasado (la muerte de la mujer del técnico, la locura del niño que se coló en una de las casas antes de la inundación, el maquiavélico alcalde...), pero uno no se entera de nada, ya sea por la poca gracia de sus guionistas (Ángel Sala ni más ni menos estaba metido en el fregado) a la hora de escribir o porque había un guión original mucho más elaborado y que, quizá, por problemas presupuestarios o a saber, fueron cercenados.
O el "zombie" que sale en la presa, ¿que se supone que es?
Por lo demás, lo mismo de siempre. Mismos tics para un perro que tiene los mismos pulgones de siempre: ficharon a un anglosajón como prota, un tal Michael McKell del que poco se puede destacar; Raquel Meroño repetía en una producción Fantastic; también estaban por ahí Diana Peñalver (Braindead, aunque si hay que reivindicarla es por Las chicas de hoy en día), Manuel Manquiña, Ricard Borrás (el Popeye del Makinavaja televisivo y el malo de Un cos al bosc), micro papel para David Meca cuando INTENTABA ser actor y Josep María Pou, que, al igual que Paco Rabal en Dagon, era el actor de prestigio que daba cierto caché a la producción. O, al menos, esa era la intención.
La primera vez que vi Bajo aguas tranquilas no me pareció un film desdeñable, muy posiblemente por las nulas expectativas que tenía. Revisionada varios años después ya no me ha parecido tan disfrutable. Aquí ya se le ven las costuras a la clásica película de Yuzna: un quiero y no puedo/sé con personajes estereotipados a base de los clichés de siempre. Uno detrás del otro. Pim, pam, pum, fuego a discreción y sin descanso. Ahí está el caso del prota, un fotografo de prestigio que ha caído en desgracia por la trágica muerte de su hijo que, evidentemente, estuvo en sus manos salvarle y ahora está afincado a la bebida y se gana cuatro rupias como fotógrafo freelance. A partir de ahí clichés a mansalva como cohetes nucleares.
Si en Dagon teníamos una ambientación más que conseguida y unos efectos con bastante gracejo, aquí la cosa cambia para mal. El pueblo es un pueblo más, al que ni se molestaron en darle un toquecito lúgubre o cierta ambientación. Y los efectos, en su mayoría, flojean bastante (¡esos cromas!). Luego, el pueblo que reposa en el fondo del lago, es una maqueta demasiado maqueta, que tiene más pinta de pertenecer a un concurso de belenes que otra cosa.
Pero aun y todos estos defectos, se le puede sacar algún momento, pocos pero los hay: el malo es bastante inquietante (aunque, como en la mayoría de los personajes, no sepamos demasiado de él); y la idea de un pueblo fantasma siempre es molona, y si está debajo de un lago lo es más.
Después de Bajo aguas tranquilas Yuzna cogió el petate y, como buen mercenario que es, emigró donde le dejaran hacer sus películas. En este caso cayó en Indonesia para excretar otra productora del fantástico: Komodo Films. Donde produjo Takut: faces of fear, peli de historietas, cada una firmada por un director; y dirigió Amphibious 3D, una basura infecta en tres dimensiones con Michael Paré y un escorpión digital gigante que buscaban al posible éxito de Piraña 3D. Y como ahí la crisis le pilló de pleno y no pudo seguir su labor regresó a los USA intentando levantar otras de sus psicotrópicas ideas.
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