
En el 93 (en estas tierras fue en el 94) cuando se estrenó esta Boxing Helena hubo mucho revuelo. Ya antes del estreno estuvo la polémica de Kim Basinger, que debería haberla protagonizado y en el último momento se apeó del proyecto teniendo que pagar más de 8 millones a los productores y declararse en bancarrota. Como decía, la peli creó mucha expectación en el momento de su estreno, y es que venía firmada por Jennifer Chambers Lynch, la hija de David, y en aquella época todavía estaba medianamente fresca la lynchmanía de un par de años antes gracias a Corazón salvaje y, sobre todo, Twin Peaks. Como toda buena peli precedida por expectación que se precie ésta no fue diferente y se pegó un barapalo impresionante, tanto crítico como económico.

La historia, escrita por Jennifer Chambers Lynch a finales de los 80, nos muestra la vida del doctor Nick Cavanaug, interpretado por Julian Sands de una forma patética, como el grueso de su filmografía, que pese a que le sonríe el éxito profesional en su vida amorosa el tipo las pasa canutas porque no acaba de consumar plenamente su matrimonio, vamos que no trempa por un trauma infantil a lo Edipo. Pero en el fondo el tío se pone a cien con una vampiresa con la que estuvo una noche, Helena (Sherilyn Fenn, que curiosamente hacía de femme fatale en Twin Peaks y tenía una breve aparición en Corazón salvaje) una tipa de armas tomar que usa a los hombres a su antojo sabedora de sus cualidades.
Así que Nick, obsesionado con ella, la medio engaña para que vaya a su casa y después de mucho paliqueo Helena se va y cuando está cruzando la calle ¡zas! pasa un todo terreno y se la lleva por delante.
Más tarde, despierta y se encuentra en casa de Nick, que ha tenido que amputarle las dos piernas. Y ahí la peli ya se pone enfermiza y agobiante, pero no se vayan todavía que aún hay más porque el doctor se encierra en su casa con Helena y desconecta teléfonos y pasa de ir a trabajar al hospital, y cuando te piensas que vamos a ver la versión recíproca de Misery va el tío y le corta los dos brazos, así, por la cara. Entonces ya te quieres morir y te entra muy mal rollo viendo a Sherilyn Fenn sin brazos y piernas en una silla (véase foto). Y entonces empieza todo el tema de prostituas, folleteos varios y Helena haciendo de voyeur. Y así todo el rato y decides aguantar hasta el final para ver como acaba y ahí es donde te la meten doblada porque todo lo que ha pasado ha sido un puto sueño del doctor Nick. ¿¡Pero esto qué es La invasión de los zombies atómicos!?
La peli, como muchas de principios de los 90, tiene un tufillo rancio ochentero sobre todo con el personaje de Bill Paxton que me lleva unas pintas de chulo-putas-gay y con un Art Garfunkel que no sabes muy bien que pinta en el film. Film que empieza muy flojo con esa estúpida trama de problemas metafísicos yuppies, luego, cuando llega todo el rollo amputación total, coge ritmo e interés pero al rato vuelve caer para descarrilar definitivamente, quedando en evidencia esas metáforas de planos de pájaros enjaulados y la Helena desmembrada, o la decoración de la casa compuesta por esculturas neoáticas con los que Jennifer juega a ser David.
Muy chunga, muy chunga y bizarra.