domingo, octubre 28, 2018

Festival de trailers (LXXIX)



Abierto hasta el amanecer (From Dusk Till Dawn, 1996) de Robert Rodriguez. Con George Clooney, Harvey Keitel, Juliette Lewis, Quentin Tarantino, Salma Hayek, Fred Williamson, Cheech Marin, Danny Trejo, Tom Savini, Michael Parks y John Saxon.



13 fantasmas (Thirteen Ghosts,
2001) de Steve Beck. Con Tony Shalhoub, Embeth Davidtz, Matthew Lillard, Shannon Elizabeth, Rah Digga y F. Murray Abraham.



Los chicos del maíz IV. La reunión (Children of the Corn IV: The Gathering,
1996) de Greg Spence. Con Naomi Watts, Jamie Renée Smith, Karen Black, Mark Salling y Brent Jennings.



Phantoms (Phantoms,
1998) de Joe Chappelle. Con Peter O'Toole, Ben Affleck, Rose McGowan, Joanna Going, Liev Schreiber, Nicky Katt y Clifton Powell.



El hombre sin sombra (Hollow Man,
2000) de Paul Verhoeven. Con Kevin Bacon, Elisabeth Shue, Josh Brolin, Kim Dickens, Greg Grunberg, Joey Slotnick y Mary Randle.

viernes, octubre 26, 2018

Candyman. El dominio de la mente (y secuelas)

Candyman. El dominio de la mente, Bernard Rose

No sé si sería en el carnaval del 93 o 94 que oí por primera vez de Candyman. Un chaval se había hecho su disfraz en plan casero. Llevaba una capa que había nacido de un saco de basura, un emplaste en la cara (de aquellos que en la etiqueta parecía un maquillaje de Hollywood y luego el resultado real era una guarrada) que simulaba una cicatriz, un parche de plástico en el ojo y un garfio comprado en un Todo a 100. Una cutrada como un templo, vamos.
El tipo iba diciendo que era Candyman, personaje de una película de terror que había visto pero que el resto nos quedamos igual. A lo que, si le sumamos nuestra traducción de "hombre caramelo", el chaval fue un poco el hazmerreir de la tarde.
Luego, con el tiempo, descubrí en las estanterías del videoclub la película. Pero aun y así aquello no llamó demasiado mi atención, seguramente porque me atufaba a los últimos coletazos del slasher. Recordemos que ya nos acercábamos a mitad de los 90s y el subgénero estaba en claro declive. Al menos hasta que llegase Wes Craven y le diera un lavado de cara para dejarlo en algo totalmente light. Pero eso ya es otra historia.


Candyman. El dominio de la mente, Bernard Rose

Pasarían muchos años hasta que le diese una oportunidad y me dejase gratamente sorprendido. Candyman poco tenía de slasher o de producto parido para el gran público. Aquello entraba directamente en el terror romántico, con toques oníricos y, sobre todo, melancólico. Todo ello acrecentado por la brutal banda sonora de Philip Glass. Era al género de terror lo que El Cuervo al cine de superhéroes. Gótico moderno que decía su director.

La historia se mueve entre aquellas leyendas urbanas de que si decías X veces un nombre delante del espejo, se aparecía algún personaje maléfico y te dejaba muñeco. En mi época era algo así como repetir tres veces el nombre de Verónica con una tijeras abiertas (sic) y tal. Chorradas de críos, vamos. Pero aquí viene con un personaje como Candyman, tipo de contundente aspecto, un garfio en la mano y que te rajaba cuando repetías su nombre 5 veces ante un espejo. Por ahí corre la guapa de Virginia Madsen que está realizando una tesis sobre las leyendas urbanas y comienza a interesarse por la historia de Candyman. Cosa que le hará obsesionarse y adentrarse en un mundo repleto de asesinatos y siendo considerada loca por los que la rodean.


Candyman. El dominio de la mente, Bernard Rose

Seguramente lo que más llamaría la atención en la época fuese su condición de adaptación de un relato de Clive Barker, que por la época ya era de sobras conocido por sus novelas y en el mundo del cine (ya se habían estrenado 3 entregas de Hellraiser y Razas de noche) y que aquí se dejaba de lado el gore y las monstruosidades físicas. Candyman impone más por presencia que otra cosa, más allá del garfio y el enjambre de abejas. Aunque me resulta simpático recuperar una entrevista de la época a Tony Todd donde comentaba que él quería que el personaje también luciera un parche en el ojo, lo que hace volarme la cabeza a como el compañero de colegio lució esa idea para su disfraz por simple casualidad.

Está claro que el hecho que la película llegara a buen puerto fue culpa de Bernard Rose, su director. Tipo que venía del videoclip (suyo es el Relax de Frankie goes to Hollywood antes de la revisión de De Palma) y dar el salto al cine y que a sus espaldas ya llevaba la espléndida Paper house (con la que Candyman guarda ciertos paralelismos). Rose acababa de estrenar El gángster y la corista, que agradó lo suficiente a Barker para que le dejara hacer un guión de su relato Lo prohibido (The forbidden). El director escribió un borrador (básicamente era la primera vez que escribía un guión) y se lo pasó a un productor de Propaganda Films al que le gustó lo suficiente como para activar el proyecto. Aunque al tratarse de una producción tirando a modesta (8 millones de dólares), costó un tiempo que se iniciara el rodaje, lo que unido al precario momento económico de Rose le obligó hacer trabajos alimenticios como guionizar segmentos del canal Playboy.

Candyman. El dominio de la mente, Bernard Rose

Una vez empezado el rodaje lo más llamativo es que la historia original transcurría en Inglaterra, pero el director (también inglés) decidió trasladarla a Chicago cuando descubrió una zona llamada Cabrini Green. Lo que en un principio fue un proyecto de viviendas rápidamente fue derivando a suburbios cuando el mal diseño de las construcciones permitían que los ladrones accedieran de un apartamento a otro con suma facilidad. Convirtiendo a la zona en la número uno en asesinatos por metro cuadrado.
Ese cambio geográfico también hizo cambiar la raza de Candyman, siendo en el relato original un tipo blanco de pelo rubio.
En el momento de su estreno tuvo críticas bastante buenas y para el tipo de producto que es, una taquilla más que aceptable (25 millones sólo en USA). Pero al haber sido parida fuera de un estudio grande o amigo del género, no tuvo una secuela inmediata, para eso tuvimos que esperar 3 añitos. 


Candyman. El dominio de la mente, Bernard RoseCandyman 2 (Candyman: Farewell to the Flesh, 1995). A diferencia de la primera, aquí nos explican el origen del personaje con un flashback donde le vemos como le cortan la mano y lo untan de miel (de ahí lo de Candyman) para acabar devorado por las abejas. Y es que después de lo que vimos en la original, poco se podía hacer con el personaje. Básicamente meterlo en el slasher puro y duro con una sucesión de muertes y arreando, o seguir en la línea de terror romántico y ahondar en los orígenes del personaje. Y esto último es lo que hicieron. Elección mucho mas acertada a nivel artístico pero mas arriesgada a nivel comercial. Lo que hizo que pasara muy de puntillas en el momento de su estreno. También fue muy inteligente trasladar la acción a Nueva Orleans en pleno carnaval. Y a nivel técnico apuntar algún momento con efectos digitales de primerísima hornada que son terribles.
Dirigida ni más ni menos que por un joven Bill Condon, que venía de hacer Hermanas, hermanas (aquella con Eric Stolz y Jennifer Jason Leigh) y un puñados de telefilms. Luego vendría el ascenso con Dioses y monstruos, un par de entregas de Crepúsculo y la versión no animada de La bella y la bestia de Disney.


Candyman. El dominio de la mente, Bernard RoseCandyman 3. El día de los muertos (Candyman 3. Day of the dead, 1999). Cuatro años después se pondría punto y final a la saga con la peor entrega con diferencia. Una abominación facturada directamente para el mercado doméstico donde no se salva nada. Básicamente es un cúmulo de repeticiones de lo que ya habíamos visto, con una protagonista (¡¿se supone que es la nieta de Candyman pero con otro apellido?!) prototipo Barbie y operada hasta las cejas que sólo está ahí para enseñar las tetas y demostrar lo pésima actriz que es. Y es que la chica, Donna D'Errico, venía de salir un par de temporadas en Los vigilantes de la playa. La película luce los peores vicios del cine de serie B noventero. Con una realización ultraplana de mano de un tal Turi Meyer, que venía de guionizar Leprechaun 2 y luego hizo carrera como productor en series televisivas. El pobre Tony Todd, que apenas sale 20 minutillos, sigue teniendo pesadillas por haber aparecido en ella.



Es curioso que, pese a los intentos de resucitar los monstruos de los 80/90s (Freddy, Chucky, Jason, Myers...), Candyman ha quedado bastante oculta. Mucho tendrá que ver que nunca ha tenido la popularidad de sus compinches del mal, ni que ninguna de las entregas haya sido un auténtico bombazo en taquilla. Poderoso caballero es don dinero.

domingo, octubre 21, 2018

Festival de trailers (LXXVIII)



Videodrome (Videodrome,
1983) de David Cronenberg. Con James Woods, Deborah Harry, Sonja Smits, Jack Creley, Peter Dvorsky, Les Carlson y Lynne Gorman.




La mosca (The fly,
1986) de David Cronenberg. Con Jeff Goldblum, Geena Davis, John Getz, Joy Boushel, Leslie Carlson, George Chuvalo, Michael Copeman, David Cronenberg y Carol Lazare.




Phantasma II. El regreso (Phantasm II,
1987) de Don Coscarelli. Con James LeGros, Angus Scrimm, Reggie Bannister, Paula Irvine, Samantha Phillips y Kenneth Tigar.




El regreso de los muertos vivientes (The Return of the Living Dead,
1985) de Dan O'Bannon. Con Clu Gulager, James Karen, Don Calfa, Thom Mathews, Beverly Randolph, John Philbin, Jewel Shepard, Miguel A. Núñez Jr. y Linnea Quigley.




La tienda de los horrores (Little Shop of Horrors,
1986) de Frank Oz. Con Rick Moranis, Ellen Greene, Steve Martin, Vincent Gardenia, James Belushi, John Candy, Bill Murray, Miriam Margolyes y Christopher Guest.

domingo, octubre 14, 2018

Festival de trailers (LXXVII)



El experimento Filadelfia (The Philadelphia Experiment, 1984) de Stewart Raffill. Con Michael Paré, Nancy Allen, Eric Christmas, Bobby Di Cicco, Stephen Tobolowsky y Louise Latham.



La máquina del tiempo (The Time Machine,
2002) de Simon Wells. Con Guy Pearce, Samantha Mumba, Jeremy Irons, Orlando Jones, Mark Addy, Sienna Guillory y Phyllida Law.



El guerrero del tiempo (The Runestone,
1991) de Willard Carroll. Con Peter Riegert, Joan Severance, William Hickey, Tim Ryan, Mitchell Laurance y Lawrence Tierney.



Huida a través del tiempo (Timescape,
1992) de David Twohy. Con Jeff Daniels, Ariana Richards, Emilia Crow, Jim Haynie, Marilyn Lightstone, George Murdock y David Wells.




Peggy Sue se casó (Peggy Sue Got Married, 1986) de Francis Ford Coppola. Con Kathleen Turner, Nicolas Cage, Barry Miller, Helen Hunt, Jim Carrey, Joan Allen, John Carradine y Sofia Coppola.

viernes, octubre 12, 2018

La isla del Dr. Moreau


Richard Stanley había dirigido en 1990 un pequeño hit como Hardware. Programado para matar y la cult movie El demonio del desierto, película con la que poco menos que se arruinó. En ese momento empezó a mover su ansiado proyecto de una nueva versión de La isla del Dr. Moreau de H. G. Wells y contactó con el productor Edward R. Pressman, que en su haber tenía producciones tan variopintas como El fantasma del Paraíso, Conan el bárbaro, Masters del Universo o El Cuervo. Éste, a su vez, contactó con Mike Deluca, en la época un peso importante de la New Line que vio con buenos ojos producir la película como una serie B de menos de 8 millones, pero en cuanto Marlon Brando entró en el reparto el proyecto se hizo más grande, a lo que que New Line pensara en cambiar a Stanley por Roman Polanski. Pero una reunión entre Brando y Stanley hizo que el actor se encaprichara del director, presionando a la New Line para que lo mantuviera en la dirección.

En primera instancia el papel del naufrago Edward Douglas fue ofrecido a Bruce Willis con miras de tener a una estrella taquillera, y el de Montgomery, el ayudante de Moreau, recayó en James Woods. Y siendo una producción donde los maquillajes eran fundamentales se contrató a Stan Winston. Mientras tanto se decidió rodar en Queensland, una zona costera al noreste de Australia y punto crítico por sus abundante lluvias, donde Richard Stanley se dedicaba a buscar localizaciones a la vez que, con un equipo reducido, empezó a rodar algunas cosas como una escena con Barbara Steele, que iba a interpretar a la esposa de Moreau. Escena que no fue incluida en el montaje final.




Pero cuando el rodaje no había empezado de forma oficial empezaron los problemas. Bruce Willis decidió apearse de la película alegando problemas en su matrimonio con Demi Moore. Para suplir al actor tantean a Val Kilmer, pero éste, que vivía su momento de máxima popularidad gracias a Batman forever, exigió que su participación se redujese a la mitad, para luego echarse atrás y querer abandonar el proyecto. Staney, sabiendo que si se iba la estrella, la producción se cancelaría, le ofreció el papel de Montgomery, que iba a interpretar James Woods. Finalmente el personaje de Douglas iría a parar a manos de Rob Morrow, conocido por la serie Doctor en Alaska.

Paralelamente, la hija de Marlon Brando se había suicidado, con lo que el actor entró en una de sus crisis personales, haciendo que nadie tuviese muy claro cuando iba a presentarse en el rodaje. Un temporal se cargó la mayoría de decorados y Val Kilmer llegó sin siquiera haberse leído el guión pero con todas las ganas del mundo de reventar el rodaje, cambiando a su antojo el libreto y a discutir cada una de las decisiones del director.




Sólo cuatro días después del inicio oficial del rodaje, Rob Morrow pidió salir del proyecto viendo la que se venía encima, con lo que tuvieron que contratar a David Thewlis para sustituirle.
Marlon Brandon, que había sido contratado para dos semanas y se presentó una semana más tarde de lo previsto, se pasaba el tiempo encerrado en su caravana con el aire acondicionado a tope mientras devoraba cantidades ingentes de pizza, a la vez que iniciaba una guerra de egos con Kilmer.

Los ejecutivos de la New Line veían todo el show desde la distancia, sabiendo que era cuestión de tiempo que aquello explotase definitivamente y tener una excusa para despedir al director. Cosa que hicieron a los poco días. Éste, que era un tipo cuanto menos peculiar (esto viene a traducirse a que le encantaba el consumo de drogas y consultar su futuro con chamanes y brujos de medio pelo), en lugar de cobrar el cheque por sus honorarios y volverse a casa tal como le había ofrecido el estudio, decidió quedarse en la isla viviendo en la jungla.




Mientras tanto, New Line fichó a un John Frankenheimer en horas bajas, que tiraba adelante rodando lujosos telefilms para HBO, pero ya sabes que en la época trabajar para la caja tonta era poco menos que estar en una segunda división.

Frankenheimer contactó con Ron Hutchinson, guionista con el que había trabajado en varias ocasiones (Contra el muro) para que reescribiese el guión y mandándole una copia de lo que habían rodado con Brando. Básicamente 90 minutos del orondo actor tumbado en una hamaca con el pequeño Nelson de la Rosa (lo que luego seria parodiado en el Mini Yo de Austin Powers) en su regazo mientras le cantaba canciones de cuna. A partir de ahí la cosa no mejoró demasiado. Es más, empeoró al añadir a la ecuación a Frankenheimer, que poco menos que iba de Harry el sucio por el set de rodaje.
Para añadir un poquito más de gracia al asunto, gente del equipo se topó con Stanley bagando por la jungla, a lo que le acogieron y lo disfrazaron de hombre perro para que se pasase por el rodaje hasta el final de la filmación. Filmación que pasó de las 6 semanas iniciales a 6 meses.

Evidentemente el run run llegó a Hollywood, convirtiendo a la cinta en uno de los desastres más grandes de los 90. Apenas recaudando en suelo norteamericano algo más de 25 millones de dólares. Al final resultó que iban hacer una película sobre monstruos de laboratorio que no pueden dejar atrás sus instintos más primarios, y los auténticos monstruos fueron los que estaban detrás de las cámaras.




La isla del Doctor Moreau era la habitual de cada mes en la revista Imágenes para comentar todos sus entresijos. Aquello era más una columna de cotilleos que explicaban como Kilmer apagaba los cigarrillos en la piel de los extras o como despedía algún que otro del equipo por su horóscopo, que una publicación de cine puro y duro. Sabíamos más de toda la mierda que se había generado en su producción que sus cuestiones artísticas. Así que normal que en el momento de su estreno nadie le hiciera caso. Yo mismo pasé de verla hasta que me la tope en algún pase televisivo en los primeros 2000 y lo que me encontré fue una película tremendamente entretenida, que se le nota los problemas que hay detrás pero que cumple con creces. Incluso hay momentos desagradables, de toda esa inmundicia del instinto animal, que sorprende que hayan acabado en una película que no deja de ser una gran producción mainstream. Todo ello con cierto tufillo del exploit italiano de los 70/80, con un aire grotesco. Mucha de esa esencia transalpina viene por aquello de que todo acontezca en una isla perdida de estilo "tropical", quedando toda la trama en un ecosistema cerrado, como si pasase en un punto perdido de la mano de la civilización. Tampoco ayuda un trabajo no demasiado inspirado del equipo de Stan Winston o unos (pocos) efectos digitales demasiado anacrónicos.
Pero ahí está la gracia. Se supone que es una producción de presupuesto más que generoso que luce como una serie B. Más italiano no se puede ser.



domingo, octubre 07, 2018

Festival de trailers (LXXVI)



Miss Caribe
(1988) de Fernando Colomo. Con Ana Belén, Santiago Ramos, Juan Echanove, Chus Lampreave, Mirtha Echarte, Buffy Dee, Robert Gwaltney y Rodolfo De Alexandre.



Moros y cristianos
(1987) de Luis García Berlanga. Con Fernando Fernán Gómez, Verónica Forqué, Agustín González, Chus Lampreave, José Luis López Vázquez, Andrés Pajares, María Luisa Ponte, Antonio Resines, Pedro Ruiz y Rosa María Sardá.


 

Belle Époque (1992) de Fernando Trueba. Con Fernando Fernán Gómez, Jorge Sanz, Penélope Cruz, Ariadna Gil, Maribel Verdú, Miriam Díaz Aroca, Mary Carmen Ramírez, Gabino Diego, Michel Galabru, Agustín González, Chus Lampreave y Jesús Bonilla.



La vida alegre
(1987) de Fernando Colomo. Con Verónica Forqué, Antonio Resines, Massiel, Guillermo Montesinos, Miguel Rellán, Ana Obregón, Gloria Muñoz, Javier Gurruchaga, Chus Lampreave, El Gran Wyoming y Rafaela Aparicio.



Un negro con un saxo
(1989) de Francesc Bellmunt. Con Patxi Bisquert, Rosana Pastor, Guillermo Montesinos, Ana Duato, Luis Hostalot, Marina Saura, Ovidi Montllor y Hermann Bonnín.