lunes, septiembre 04, 2023

Contaminación: Alien invade la Tierra

Con los buenos resultados ecónomicos de Star Crash era previsible que Luigi Cozzi recibiera el encargo de exploitear el último hit espacial llegado de Hollywood: Alien. Aunque, contra todo pronóstico, estuvo muy atado de pies y manos.

Más allá de evitar llevar la acción al espacio exterior y centrarla en suelo firme (por aquello de ser sabedor de los límites presupuestarios con los que contaba), poco más aportó. Los productores acabaron por imponerle el "Contaminación" en el título (en origen debía ser únicamente Alien arrives on Earth), cambiaron la localización de Santo Domingo por Colombia para ahorrarse pagar impuestos, exigieron más escenas de acción estilo James Bond (sic) y descartaron las elecciones actorales de Cozzi.

Contaminación: Alien invade la Tierra empieza tal cual Nueva York Bajo el terror de los zombi (Zombie 2 para los amigos). La policía encuentra en NY un barco a la deriva que supuestamente carga café llegado desde Colombia. En su interior encuentran los cadáveres de la tripulación y cientos de una especie de huevos fosilizados de los cuales uno, que ha quedado junto al conducto de calefacción, parece estar vivo. Una vez tenga contacto con las personas hace que a estas empiecen a reventarles el tórax. A partir de ahí entra en escena un equipo gubernamental que sospechará que todo está relacionado con una expedición que tiempo atrás visitó Marte.

Si algo tiene de bueno el film es que sabe gestionar muy bien sus cartas. Nada más empezar ya tenemos un generoso número de torsos reventando (efecto que se repetirá de forma constante durante el metraje, siendo evidente la explotación total de la escena de John Hurt en el Alien original), después pasamos por un valle algo aburrido con toda la trama en Colombia pero que nos dejan gotitas de diversión con más cuerpos explotando y, sobre todo, el flashback de Marte que, la verdad, está muy bien conseguido. Y para el final dejan la aparición de ese gran marciano que Cozzi quiso hacer en stop motion (técnica que le obsesionaba bastante) pero terminó siendo un animatronic que a duras penas funcionaba. Pero la magia del cine hizo su efecto, y gracias al montaje con tomas muy rápidas tenemos un bicho gigante que puede recordar al de Invasores de Marte y que no desentonaría demasiado en cualquier science fiction americana de los 50. Todo ello amenizado con una banda sonora de Goblin.

Protagonizada por un puñado de actores alemanes por aquello que es un coproducción e Ian McCulloch (Zombi 2), Louise Marleau (en el papel que Cozzi quería darle a Caroline Munro) y Marino Masé (Tenebre), que no engaña a nadie con una actuación puramente italiana con aspavientos de brazos continuados y un personaje entre cómico y baboso. Y justamente algo que llama la atención del film es su nulo interés por sacar señoritas ligeras de ropa como era habitual en la época. Teniendo incluso una escena a huevo que sucede cuando la protagonista se mete ne la ducha y alguien deja uno de esos huevos marcianos en el baño.

Los efectos corrieron a cargo de Giovanni Corridori que ya venía con la lección aprendida después de su paso por Zombi 2. Además de tener una filmografía tan llamativa como la que sigue: Tenebre y Opera de Argento; Fuga del Bronx, Érase una vez América, Leviathan, Máximo riesgo y un sin fin más.


Contaminación: Alien invade la Tierra entraría en la primera división de los exploits italianos que por aquí vimos en las famosas cajas rojas de José Frade. No engaña a nadie, pero se empeña en hacer un producto entretenido, que renquea en su parte central, pero que en conjunto deja un buen sabor de boca. Los efectos cumplen e, incluso, el flashback de Marte está hecho con gracejo, el mismo que tiene Cozzi (en nuestra edición firmando como Lewis Coates) al trufar la historia con la ciencia ficción clásica de Invasores de Marte o La invasión de los ladrones de cuerpos. Ojo, todos estas bondades son efectivas si de antemano sabes a lo que te enfrentas y gustas de la buena explotación italiana. Si eres de morro fino mejor pasar de largo.

viernes, mayo 05, 2023

Jennifer 8


Como es habitual en cualquier género, el éxito de un tipo de película conlleva la aparición de sucedáneos que, a modo de rémora, intentan rascar algo de dinero. En el caso de Jennifer 8 nos encontramos con el previo triunfo de El silencio de los corderos, que, además de ganar mucho dinero, consiguió que una película entre el thriller y el terror recibiera una lluvia de buenas críticas y se subiera al carro de los Oscar, algo muy poco común.


Bruce Robinson, era un actor inglés que iba asomándose en películas y series haciendo pequeñas y secundarias apariciones, hasta que empezó a meterse en tareas de guión. Sería detrás de la máquina de escribir donde conseguiría notoriedad gracias a firmar el guión de Los gritos del silencio (donde estaría nominado al Oscar) y además dirigir dos comedias ácidas con Richard E. Grant como son Withnail y yo y Como triunfar en la publicidad, que en su Inglaterra natal arrastran estatus de culto.

Viendo la oportunidad de entrar en Hollywood decidió escribir un guión totalmente comercial con la intención que su primera película en USA funcionara lo suficientemente bien en taquilla para que le permitiese tener carta blanca para dirigir proyectos mucho más personales en el futuro.


En Jennifer 8 tenemos a Andy García, un policía de Los Ángeles que se traslada a una ciudad mucho más pequeña. Nada más llegar se meterá en un caso del que acaban de encontrar una mano amputada en un vertedero. Durante sus pesquisas acaba deduciendo que la mano pertenece a una persona invidente y lo enlaza con unos asesinatos ocurridos tiempo atrás del que no se encontró al asesino cuyo archivo se llamó Jennifer y la mano encontrada podría pertenecer a la víctima número 8.


Como he dicho, estamos ante una consecuencia de El silencio de los corderos, pero también ante un proto Seven. Básicamente por la cuestión estética de estar siempre diluviando, lo que le da cierto toque chanante. Pero hasta ahí. Porque Jennifer 8 es un cúmulo de clichés de este tipo de películas: el prota de oscuro pasado que llega a una localidad pequeña y que su modus operandi choca con algunos de sus compañeros; su veterano compañero de rango superior que es un perro viejo y se las sabe todas; el jefe del departamento siempre cabreado con el mundo; la testigo que acaba cayendo a los encantos de nuestro protagonista; pistas falsas y una resolución de “resulta que el asesino es…”.

Pero lo realmente alarmante no son todos esos clichés, que, como hemos visto en otras películas, si están bien utilizados pueden llegar a ser disfrutables, si no un guión totalmente lamentable. No puede ser que todos los descubrimientos de Andy García que hacen avanzar la trama le lleguen casi de forma casual. Si está esperando dentro de un coche se queda mirando a un semáforo y cuando aparece la señal para invidentes se le ocurra la procedencia de la mano amputada. O el momento en el que está en casa del sospechoso y al tumbarse en la cama y mirar arriba se percata que no hay bombillas, señal que en la vivienda reside otro invidente.
Además de detalles tan absurdos como que el compañero veterano del protagonista, que se pasa media película dándole la monserga de que no se esfuerce tanto, que no vale la pena reavivar el caso… además de estar constantemente bebiendo y/o bebido.


En defensa de su director y guionista, hay que señalar que, tal como él mismo contaba, el estudio se metió por en medio haciendo de las suyas. Por ejemplo, su idea inicial de tener un protagonista cincuentón (básicamente quería a Al Pacino) se fue al traste cuando le impusieron a GarcíaProblema que se acentúa cuando el guión apenas se adaptó para un actor mucho más joven y queda extraño.

Además de García, tenemos la siempre agradable presencia de Lance Henriksen; Uma Thurman; Kathy Baker en un personaje que durante todo el metraje es totalmente secundario para coger excesivo protagonismo en la resolución; Kevin Conway con su eterno papel de jefe cabreado; y una extra aparición de John Malkovich que casi es un cameo y parece más un favor que le debería a alguien de la producción.


El film fue un fracaso en la taquilla norteamericana con lo que, unido a la mala experiencia con los estudios, hicieron que Bruce Robinson se alejara de Hollywood y se centrara en escribir. Quizá lo más destacable fue In Dreams de Neil Jordan que originalmente estaba planeado que dirigiese Spielberg.
Y sería 20 años después que volvería a sentarse en la silla de director después de recibir la llamada de Johnny Depp para que dirigiese Los diarios del ron.

viernes, marzo 24, 2023

Capitán Justicia

 

A mediados de los 80 las adaptaciones de cómic al cine eran poco menos que inexistentes. El Superman de Richard Donner tenía prácticamente una década y las secuelas decaían en interés, por no hablar que la cuarta entrega, producida por la Cannon, que estaba a la vuelta de la esquina y sería el final de la franquicia durante décadas. El film de Howard el pato había sido un fracaso estrepitoso y el Castigador/Punisher era una agradable serie B que era simplemente eso, una serie B que en el mejor de los casos sacaría algo en su paso por videoclubs. Por lo demás en televisión apenas quedaban esporádicos telefilms del Hulk de Ferrigno-Bixby y El gran héroe américano, que jugaba más en la liga de la parodia cómica. Es por todo ello que, a finales de los 80, una apuesta por una serie de televisión protagonizada por un superhéroe era nadar a contracorriente.

Lo que aquí se conoció como Capitán Justicia nació con el título de True Believer, luego pasó a ser True Colors y definitivamente estrenada como Once a Hero, en un proyecto nacido de la mano de Dusty Kay. Producida por la New World, cuando, precisamente, acababa de comprar una Marvel con grandes problemas económicos. Cosa a la que no era ajena esta empresa nacida de la mano de Roger Corman en los 70, aunque por aquellos días el productor hacía tiempo que había salido de la compañía que también estaba inmersa en una crisis con una deuda superior a los 300 millones de dólares. Es por eso que es extraño que New World se metiera en estos berenjenales, sabiendo que la serie solamente le propiciaría ingresos a la larga, cuando superase los 100 capítulos y entrara en sindicación.


Para dirigir el piloto se contrataría a Claudia Weill, que apenas había dirigido dos largometrajes. Por un lado un film independiente con cierto culto como Las amigas, que permitió dar el salto a un gran estudio con Ahora me toca a mí, comedia romántica al servicio de Jill Clayburgh y Michael Douglas que recibió malas críticas y su rodaje fue un cúmulo de problemas ante las malas maneras del productor Ray Stark. Esta mala experiencia le hizo que Weill se alejase del cine y se refugiase en la televisión.

Para encarnar al héroe se escogió a Jim Turner, que no tenía una carrera en televisión o cine que fuese demasiado destacable, y era más conocido en pequeños círculos por actuar en compañías de teatro o hacer giras con una banda que tocaban con instrumentos de juguete.

También contaron con Robert Forster; Caitlin Clarke (la chica de El dragón del lago de fuego), Milo O’Shea (el Dr. Durand Durand de Barbarella), Dianne Kay (una de las hijas de Con 8 basta), y Josh Blake (el sobrino de los Armonía en Alf).

En la ciudad de Pleasantville viven multitud de supervillanos. Por suerte para sus ciudadanos el Capitán Justicia siempre está al rescate de los más necesitados. Escondido bajo la falsa identidad de un profesor escolar llamado Brad Steele, nuestro protagonista empieza a tener una sensación de dejà vú en sus aventuras y comienza a notar que su cuerpo y el del resto empiezan a desvanecerse. Todo ellos viene dado porque en el mundo real Abner Bevis, el dibujante de el Capitán Justicia, tiene problemas para crear nuevas aventuras de su personaje y las ventas han decaído hasta el punto que la editorial planea la cancelación de su tebeo. Pero nuestro héroe, siendo consciente de su condición de personaje ficticio, decide aventurarse en la zona prohibida para llegar a nuestro mundo e intentar arreglar el desaguisado, sin tener en cuenta que aquí no tiene superpoderes.

Después de rodar el piloto y hacer las pertinentes proyecciones de prueba, los directivos comenzaron a dudar del producto y a verlo demasiado cómico, así que decidieron prescindir de Jim Turner y contratar a Jeff Lester, actor con algo más de presencia corporal (pero con un currículum más pobre) siendo un esporádico secundario en varias series televisivas. Con el nuevo fichaje se volvieron a rodar las escenas del piloto que requerían su presencia, haciendo, además, algunos ajustes tan llamativos como que Pleasantville es una ciudad formada por elementos con estética de comic en 2D (el mismo recurso que usarían años después en Cool World. Una rubia entre dos mundos). Y también se rodaron los siguientes 6 capítulos que acabarían formando la primera temporada, cada uno con un coste de algo más de 1 millón de dólares, de los que el 80% corría a cargo de la ABC..

El 19 de septiembre de 1987 sería el fatídico día que se estrenó la serie, siendo un fracaso de audiencia. Entre otras cosas porque varias de las emisoras de la ABC decidieron no emitirlo porque el piloto les había parecido muy malo y directamente emitieron episodios de Star Trek. Además, el horario de prime time un sábado por la noche nunca ha sido sinónimo de éxito en la televisión norteamericana.

El 7 de octubre, después de solo 3 capítulos, la serie sería cancelada definitivamente, permaneciendo el resto de episodios perdidos para siempre y dejándonos con las ganas del “famoso” episodio donde Adam West interpreta al actor que encarnaba al Capitán Justicia en la serie dentro de la serie. Más meta que eso ya no hay nada.

Además de no contar con el respaldo de la propia cadena, el público tampoco le hizo mucho caso. No hay que olvidar que el mundo de los comics en la época era totalmente de nicho y la gran masa apenas estaba familiarizada con Batman, Superman y poco más. Si añadimos que estamos en la época que Frank Miller y compañía estaban lanzando obras que poco o nada tenían para los más infantes, comprenderemos que Capitán Justicia ni interesase al público generalista y mucho menos a los fans de las grapas. Y eso que desde Marvel lo intentaron, lanzando un cómic que llegó a adaptar el piloto pero que se quedó en apenas 2 números publicados. 

Curiosamente aquí nos llegó directamente a VHS el piloto de la mano de José Frade, no podía ser de otra forma estando detrás la New World, con la que debía tener algún acuerdo porque en aquellos años distribuyó muchísimos de sus títulos (Transilvania 6-5000, Vamp, Se busca vivo o muerto…), con el título de Capitán Justicia. Pero lo más fascinante es que el piloto que nos llegó fue el primero, el protagonizado por Jim Turner cuando se emitió bajo el título de True Colors y antes de que añadieran los decorados en 2D. Además, se conservó un prólogo con una falsa entrevista a Stan Lee. Cosa muy extraña ya que en USA y otros mercados también se llegó a editar el piloto en VHS pero sería la segunda versión ya con Jeff Lester como protagonista.

Después de unas cuantas décadas el personaje ha quedado totalmente en el olvido y seguramente descansa en el limbo que Marvel tiene reservado a los personajes ninguneados. Está claro que al no llegar a tener ni siquiera una temporada completa nadie le da cancha ni siquiera como elemento curioso más allá de alguna entrada en algún blog, lo que significa que nunca tendrá ni una aparición esporádica en algún cómic y mucho menos en una serie o película.

viernes, agosto 26, 2022

Las aventuras de Duncan Jax


Que en los 60's o 70's aparecieran explotaciones de James Bond era totalmente normal y habitual, pero que pasase a mediados/finales de los 80 era algo muy raro. Es el caso del personaje Duncan Jax, que su condición de rémora del agente doble 0 más famoso del mundo es más que evidente en su primera aparición cinematográfica, pero que perdería bastante en se segunda entrega, acabando más cerca de Doc Savage.
Pero empecemos por el principio. Y para hacerlo hay que hablar de su director Worth Keeter, que empezó como electricista a finales de los 70 en E. O. Coporation, compañía afincada en Shelby (Carolina del Norte) de Earl Owensby (conocido como el Roger Corman redneck) especializada en producciones de bajo presupuesto, donde Keeter rápidamente ascendió a vice presidente de la compañía además de dirigir varios films.
Sus primeros trabajos como director serían en formato 3D, adelantándose a la moda de producciones tan famosas como Viernes 13 3D, Tiburón 3D o Amityville 3D, entre muchas otras. Ya en 1990 decidió dar un paso adelante en su carrera y se mudó a Los Angeles en busca de oportunidades en los grandes estudios, donde participaría en algunos thrillers como ayudante de dirección o como director, para, finalmente, recaer en Saban Entertainment y dirigir multitud de episodios de Power Rangers, VR Troopers o Beetleborgs.
Pero lo que ahora nos interesa son las dos aventuras de Duncan Jax, su intento de parir un personaje franquicia para intentar dar el pelotazo.


La maldición del ídol (Unmasking the Idol, 1986). Lo más normal en la época del videoclub es que la carátula nos quisiera vender una moto que luego no era. Imágenes de una espectacularidad que no encontraríamos en ninguno de sus fotogramas. Curiosamente en la cinta que nos ocupa es todo lo contrario. Es parca y simplona (todo lo contrarío de la carátula inglesa que tienes más abajo) hasta el punto que más de uno no la alquilaría por su simpleza, pero que lo que nos depara tiene mucho más gracejo. Y aunque entre la tradución patria y la imagen lo normal es que pensáramos que estábamos ante un Indiana Jones exploitation, lo que realmente teníamos delante era un Bond exploitation. Al menos en parte.
Duncan Jax es un experto agente secreto que siempre va acompañado de un papio, también conocido como mono babuino. En esta ocasión se las verá con una organización de ninjas que están acumulando oro para comprar misiles nucleares y desencadenar la tercera guerra mundial.
Nada más empezar tenemos a modo de prólogo a nuestro protagonista con disfraz de ninja ideando un complejo robo del que escapará en globo, para seguidamente pasar a unos títulos de créditos con fondo musical que sin ningún tipo de complejo nos lleva al terreno de James Bond. A partir de ahí tendremos a Duncan Jax en una isla con guarida secreta incluida desbaratando los planes de los malos.
Con un montón de decorados bastante conseguidos, que aunque se les nota su condición artificial tienen el gracejo de la serie B de antaño, escenas de acción más que aceptables y al mono haciendo constantemente corte de manga, nos topamos con una producción muy agradecida, de las que mezcla a los agentes secretos con ninjas y locuras pulp como malos con guarida secreta y foso de cocodrilos donde tiran a los que les plantan cara. Muy recomendable para los nostálgicos de la acción estilo a la vieja escuela y los tebeos de papel barato.


La orden del Águila Negra (The Order of the Black Eagle,
1987). En esta nueva aventura, nuestro héroe se las verá con una sociedad secreta de nazis que tienen a Hitler crionizado y tienen un arma capaz de destruir todos los satélites del planeta.
Pese a que no tenemos un prólogo JamesBondiano, nada más empezar nos topamos con la clásica escena donde Duncan recibe un montón de gadgets inverosímiles de la mano de una suerte de Q asiático. Pero a partir de ahí va a virar a una suerte de El equipo A, ya que en la aventura se van a unir un equipo de mercenarios, cada uno especialista en algo, que realmente son un poco esterotipos mil veces visto. Lo que unido a la poca pericia de sus actores, no dean un poco igual más allá de las risas por sus diálogos y comportamientos estúpidos.
No está demás mentar el cambio del protagonista, que deja de lado su estética ninja de la anterior película y tiene un comportamiento de chulo playa que incluso le da cierto toque desagradable.
Al parecer esta segunda entrega tuvo un presupuesto similar a la anterior, pero invirtieron mayor parte en explosiones y los decorados se vieron ninguneados, lo que hace que la película no sea tan disfrutable y se convierta en un episodio de El equipo A con multitud de coches explotando y militares saltando en contrapicado, lo que le hace bajar algunos enteros respecto a la primera entrega.

Y con esta segunda entrega moriría el personaje de Duncan Jax. Por su parte, el actor Ian Hunter (pseudónimo de Louis Dula) haría sus dos únicas incursiones en el cine y se dedicó a la pintura y el director Worth Keeter
pondría rumbo a metas más importantes como dirigir a los Power Rangers.

jueves, marzo 31, 2022

Hard Rock Zombies


Clásico de la serie Z que muchos conocimos por la loquísima carátula de Ízaro-Cannon, que se limitaron a su distribución.

Un grupo heavy (aunque las canciones que tocan tienen poco de ese estilo) llega a Grand Guignol, un pueblo de habitantes muy cerrados que nada más verlos prohiben su concierto. Por ahí tendremos abuelas lobo que fornican en presencia de sus nietos, nazis asilados, familias matarife, canciones que reviven a los muertos... 


En definitiva, una historia de esas que cada cinco minutos te meten una locura más chiflada que la anterior. Todo ello con escasez de medios, maquillajes a base de polvo talco porque los "actores" querían salir guaepetones, poca y mala iluminación... Vamos, serie Z en todo su esplendor. A todos estos elementos hay que añadir un montaje loquísimo donde meten insertos que no vienen mucho a cuento, dejándonos la sospecha que detras de la producción habría alguna movida.

Y efectivamente, así es. Hard Rock zombies en origen era una falsa película de 20 minutos que se proyectaba dentro de American Drive-In, otra zetada del mismo director (básicamente un American Graffitih low cost), de la que alguien pensó que sería buena idea poner más dinero para convertirla en un largo con vida (es un decir) propia. Detrás de esta pantomima de rockeros de bigotillo lampiño, zombies, mujeres lobo y nazis tenemos a Krishna Shah un indú afincado en USA que, en esencia, solo parió basura y fracasos económicos pese a que siempre estaba vendiendo proyectos como si fueran lo más grande parido en Hollywood.  

Otros nombres que nos pueden interesar son los de Phil Fondacaro (Troll o cualquier peli que salgan enanos), el maquillador John Carl Buechler (director de Troll y padre de los Ghoulies), el productor Sigurjon Sighvatsson (que ha estado detrás de cosas tan variopintas como Corazón salvaje o Candyman), o Paul Sabú, que aquí se encarga de la banda sonora y es hijó del famoso Sabú protagonista de El ladrón de Bagdad.

 

Mucha gente ha creído ver en Hard Rock Zombies una película de humor negro, que parodia el género y mil locuras más, pero que no te engañen, es una película zarapastrosa que solamente funciona para reirte de ella. ¿Que arrastra cierto culto? Sí, ¿y?