viernes, octubre 28, 2016

El resplandor

El resplandor, the shining, stanley kubrick, stephen king, jack nicholson, shelley duvall

A finales de 1975 se estrenaba en los USA Barry Lyndon (Barry Lyndon, 1975), la última película de Stanley Kubrick. En suelo norteamericano fue un fracaso, pero en su paso en los cines del resto del mundo triplicó su presupuesto, aun y así para la Warner aquello había sido un traspiés, lo que el ansiado proyecto de llevar al celuloide la vida de Napoleón (con Al Pacino) quedaba en punto muerto, pues este, según el propósito de Kubrick, debía ser una super producción por todo lo alto. En ese momento tenía claro que si quería realizarlo tenía que conseguir antes un gran éxito en taquilla para que alguna major pusiera el montante sobre la mesa. Y lo que en aquel momento funcionaba muy bien era el terror, que gracias a La semilla del Diablo de Polanski (Rosemary's Baby, 1968) o El exorcista (The Exorcist, 1973) de Friedkin, había dejado de ser un género de serie B, demostrando que los grandes autores podían sacar petróleo. Eso, unido a que Kubrick se había propuesto hacer una obra maestra en todos los géneros, pues el tipo era ante todo un egocéntrico, marcaban claramente el camino a seguir.

Según declaraba su secretaria, estuvo una buena temporada leyendo cualquier libro que se hubiera publicado de terror, de los que apenas llegaba a la mitad antes de tirarlos a la basura. Eso hasta que la Warner le facilitó unas pruebas de imprenta de El resplandor de Stephen King (aquí publicada en su primera edición como Insolito esplendor) antes de que se imprimiera un solo ejemplar. Siendo este el único texto que leería en su totalidad y dando por sentado que esa sería la obra a filmar. Esto, como anécdota mariana está muy bien para rellenar biografías, pero a mí siempre me ha sonado a eso, a historieta quedabien. Tiene mucho más sentido que, acogiéndose a un género que estaba de moda, tirara por el camino más seguro y se abrazara a un autor que tuviera el suficiente éxito y el suficiente nombre para tener la mitad de la publicidad hecha. Y si había un autor literario que a finales de los 70 pudiera hacer todo eso, era Stephen King, que ya era todo un super ventas con Carrie (Carrie, 1974) y La hora del vampiro/El misterio de Salem's Lot (Salem's lot, 1975), además, la primera ya se había adaptado al cine con enorme éxito y la segunda estaba apunto de hacerlo de la mano de Tobe Hooper.

 
El resplandor, the shining, stanley kubrick, stephen king, jack nicholson, shelley duvall

A estas alturas, dedicarle unas líneas a la sinópsis de El resplandor es perder el tiempo. De la misma manera que toda esta reseña es de por sí otra buena pérdida de tiempo. Más interesante sería hablar de la versión literaria, pues, como la gran mayoría sabe, las dos versiones difieren en varios puntos. Haciendo que, si bien lo escrito por King era puramente una historia de fantasmas, lo que tenemos en la película nos deja más dudas, tirando por momentos al thriller, donde unos personajes aislados, más que recibir la visita de los ocupantes espectrales del hotel Overlook, estaban volviéndose tarumbas. Siendo esto más evidente con el corte en el último momento de un epílogo donde Wendy y Danny respiraban tranquilos en el hospital y recibían la visita del director del hotel. Este le daba al niño la pelota que alguien le había lanzado mientras jugaba en uno de los pasillos del hotel, dejando bastante claro que el director era otro de esos habitantes del hotel. Esta escena se pudo ver durante los primeros pases de exibición en los USA (concretamente Los Ángeles y Nueva York), pero el propio director mandó a un joven editor llamado Jay Friedkin (quien acabaría siendo nominado al Oscar por Babe, el cerdito valiente) ir cine a cine y cortar los fotogramas indicados para, posteriormente, ser destruidos, convirtiéndose en uno de los trozos de celuloide más buscados de la historia. Y pese a que solo se han visto algunas fotos de la secuencia y que a día de hoy se da por perdida, estoy convencido que en algún lugar del mundo tiene que haber esos fragmentos de celuloide. El propio cineasta dijo en una entrevista que para él las apariciones que suceden en Overlock eran reales. Aunque, teniendo la escena donde Nicholson es encerrado y los fantasmas lo liberan, poco hay para darle una explicación terrenal, a no ser que aceptemos ese momento como un Deus ex machina al uso.

Y pese a eso cambios de última hora, la cosa no acabó de funcionar, haciendo que el director remontara la película para su estreno europeo, pasando de las 2 horas y veinte a las 2 horas. Siendo la versión norteamericana más larga, no es que ofrezca mucha más información, pero algunos detalles sí que se nos amplían. Por ejemplo, el que Jack Torrance sea un ex alcohólico, cosa que en la versión corta apenas se nos da un pequeñísimo apunte, en la extendida se toca más el tema, como cuando el director le dice que en el hotel no hay alcohol, lo que nos deja claro que el alcohol que consume no es real. También nos explican mejor toda la odisea por la que tiene que pasar Dick Hallorann para regresar al hotel.

 
El resplandor, the shining, stanley kubrick, stephen king, jack nicholson, shelley duvall

A diferencia de la mayoría de películas de casas encantadas, no tenemos un edificio con aspecto amenazante, todo lo contrario, es un hotel con unos ventanales gigantescos por el que entra esa luz invernal tan fantasmagórica. En cambio, Kubrick juega mucho más con el tema del aislamiento. Ya desde el inicio nos deja claro lo retirado que está de cualquier indicio de vida con esos títulos de crédito que por un lado son magníficos, y por otro son tan cutres como el que podría hacer cualquiera una década atrás con el Moviemaker del Windows XP.

Más allá de las licencias de Kubrick, ya conocemos de sobras su enfrentamiento final con Stephen King. Quedando este último decepcionado por la adaptación (aunque seguramente más por despecho que por otra cosa) decidió apoyar una nueva versión en 1997 en formato mini serie de 3 episodios, de la que se encargó del guión y hacía un cameo. Seguramente las intenciones fuesen buenas, pero en el momento que vemos que el director es Mick Garris perdemos cualquier esperanza. La cosa les quedó francamente mal. Y es que lo tenían difícil para igualar uno de los films que más debe haber influido en el imaginario colectivo. Pasan los años y seguimos viendo camisetas con la cara de Nicholson acosando a Shelley Duvall a través de la puerta, parodias de cualquier escena, la moqueta del hotel y el sonido del triciclo al pasar sobre ella, las gemelas... De la misma forma que siempre recordaremos su doblaje al castellano como uno de los casos más sangrantes. No hay que olvidar que la mayoría de los doblajes en películas de Kubrick eran, cuanto menos, extraños. Esa obsesión de controlarlo todo hacía que en lugar de dejar en manos de profesionales el bello arte de trasladar las voces al idioma de Cervantes, se encargase el trabajo a Carlos Saura en varias ocasiones. El cenit del mal gusto fue con el que acabó cagando para El resplandor, a la altura de los peorcito que nos encontramos en la actualidad con voces de famosos recorriendo el celuloide. Que Kubrick tiene parte de culpa por estar al tanto y dar el ok a las voces seleccionadas, pero el propio Saura tendría que haber visto que eso solo podía acabar mal.

En cambio, y siguiendo con las traducciones, parece que ha quedado en el olvido la secuencia de la máquina de escribir donde el director se molestó en traducir a varios idiomas lo que escribía Jack Torrance. Lamentablemente aquello de No por mucho madrugar amanece más temprano se quedó en los VHS y BETA de décadas atrás, pues en las ediciones digitales solamente encontraremos la versión inglesa.

El resplandor, the shining, stanley kubrick, stephen king, jack nicholson, shelley duvall

Y si Kubrick es, seguramente, el director del que mas se han buscado mensajes encriptados en sus películas, la que más ha dado que hablar en ese punto es este El resplandor. Cuando se anunció el documental Room 237 (2012) pensé que tendríamos el documental definitivo de la película, pero luego lo que nos encontramos fue una de las patochadas con más magufos por minutos que han pasado por mi televisor. Para chorradas sobre conspiraciones de la Nasa me parece más divertido Operación luna (Opération lune, 2002) y si seguimos con el tema del viaje a la Luna no deberíamos perdernos una película reciente como Moonwalkers (Moonwalkers, 2015) con el pelirrojo Ruper Grint y el simpático de Ron Perlman.

En 2013, King publicó Doctor sueño (Doctor sleep, 2013) secuela de El resplandor. De momento no hay previsto una adaptación cinematográfica, pero presupongo que todo dependerá del éxito de La torre oscura (The Dark Tower, 2017) que está finalizando Nikolaj Arcel. Aun y así, está claro que deberán hacer algún tipo de malabarismo, pues la novela es una secuela pura del libro, lo que hace que haya personajes que se mantenían con vida o el propio final del hotel pasto de las llamas, a diferencia del film.


martes, octubre 25, 2016

Festival de trailers (XI)



Maniac Cop 2 (Maniac Cop 2, 1990) de William Lustig. Con Robert Davi, Claudia Christian, Michael Lerner, Bruce Campbell, Laurene Landon, Robert Z'Dar. 





Atraco a falda armada (Bullseye!, 1990) de Michael Winner. Con Michael Caine, Roger Moore, Sally Kirkland, Deborah Barrymore, Lee Patterson, John Cleese, Patsy Kensit.




¡Asesínenme, por favor! (Short Time, 1990) de Gregg Champion. Con Dabney Coleman, Matt Frewer, Teri Garr, Barry Corbin, Joe Pantoliano.




Ring of fire (Ring of fir, 1991) de Rick Jacobson y Richard W. Munchkin. Con Don "The Dragon" Wilson, Maria Ford, Vince Murdocco, Dale Jacoby.

martes, octubre 18, 2016

Passion

passion, brian de palma, Rachel McAdams, Noomi Rapace, Paul Anderson

Si en la anterior entrada daba buena cuenta de un estrellado como John Landis, hoy tenemos a otro que se estampó y no volvió a levantar cabeza: Brian De Palma.

Si bien es cierto que quizá este sea un caso más sangrante, pues, a fin de cuentas, Landis era un director puramente palomitero, de los del entretenimiento puro y duro. Mientras que De Palma ha tenido siempre un rollete de auteur (aunque siempre combinado con cierto éxito de público, que no de crítica), más allá de su obsesión con Hitchcock, lo que su ocaso es más doloroso. Aunque, todo hay que decirlo, su estrella brilló durante más tiempo, desde sus primeros éxitos con Carrie (Carrie, 1976), Vestida para matar (Dressed to kill, 1980) hasta producciones mastodónticas, blockbusters puros y duros como Los intocables de Elliot Nes (The untouchables, 1987) o Misión imposible (Mission: impossible, 1996) pero que tenían un no sé qué que las desmarcaban de cualquier producto tan palomitero como vacío. A eso hay que añadirle películas con auténtico culto como El fantasma del Paraíso (Phantom of Paradise, 1974) o El precio del poder (Scarface, 1983). Aunque tampoco hay que dejar de lado fracasos en taquilla muy gordos: Corazones de hierro (Casualties of War, 1989), La hoguera de las vanidades (The Bonfire of the Vanities, 1990), entre otros.

passion, brian de palma, Rachel McAdams, Noomi Rapace, Paul Anderson

Pero aunque pudo lidiar con los 90, fue entrar en los 2000 y establecerse en Francia y renquear de mala manera. Femme Fatale (Femme Fatale, 2002) fue un fracaso estrepitoso y La Dalia Negra (The Black Dahlia, 2006) apenas cubrió costes. El tiempo entre películas se va espaciando cada vez más y ya parece que De Palma está totalmente perdido para producciones de gran empaque. Redacted (Redacted, 2007) sirvió para que la crítica le tirara flores, pero el público pasó bastante de ella.
Y ya tenemos que irnos hasta 2012 para toparnos con su, hasta la fecha, último film, Passion (Passion, 2012), remake del film francés Crime d'amour (2010). Aunque debería decir 2016, pues aquí nunca tuvo ningún tipo de estreno hasta que este año Movistar+ la programó... para nuestra desgracia.


passion, brian de palma, Rachel McAdams, Noomi Rapace, Paul Anderson

La historia gira en torno a una mujer que se dedica al tema publicitario, creando la nueva campaña de un teléfono móvil. El fabricante queda encantado con lo que le presentan, pero la jefa de la publicitaria se adjudica la autoría, lo que hace que estas dos pasen de tener una relación casi lésbica a cierto odio.

Esto, básicamente, sería la primer ahora. Todo en la línea de guerra internas en multinacionales entre ejecutivos, pero sin gracia, con pocos personajes y todo con un aspecto muy aséptico. En definitiva, el sopor absoluto.

passion, brian de palma, Rachel McAdams, Noomi Rapace, Paul Anderson

A partir de ahí parece (PARECE) que la cosa da un vuelco con un asesinato muy giallo (eso sí, chorretón de sangre totalmente digital) que, todo hay que decirlo, mola (más que nada porque hasta ese momento nuestras neuronas estaban siendo exterminadas por el aburrimiento), pero nada, era un espejismo. Y ya como apunte decir que al director le preguntaron sobre este género tan italiano y decía no haber visto demasiado, que el que le hablaba mucho sobre él era Scorsese, que le hizo ver algunos films.

Al final nos meten en un embrollo de sueños dentro de sueños cual muñeca matrioska que nos deja con la misma cara que se le queda al que le ventilan 50 euros ante un trilero. Todo con el rollete lésbico de Mulholland drive (
Mulholland drive, 2001).

Hay plano secuencia, pantalla partida, un asesino, pistas falsas... pero esto no es el De Palma que lo petaba en los 70/80. Aquí es una especie de copia mala, con tufo a telefilm alemán de esos que tanto gusta a los programadores de Antena 3 y TVE, un ejercicio para autohomenajearse y mirarse el ombligo, que te acaban dejando con la sensación que se han reído en tu cara mientras has perdido 100 minutos de tu vida.


martes, octubre 11, 2016

Sangre fresca (Una chica insaciable)

Sangre fresca (Una chica insaciable), John Landis,  Anne Parillaud, Anthony LaPaglia, Robert Loggia

Siempre me ha dado la sensación que a John Landis se le debió activar un sexto sentido después del varapalo de Oscar ¡quita las manos! (Oscar, 1991) porque, pese a que ya había saboreado el agrio sabor del fracaso con Cuando llega la noche (Into the night, 1985) y Tres amigos (Three Amigos!, 1986), habiendo sorteado la situación respondiendo con un par de hits en las taquillas como Espías como nosotros (Spies Like Us, 1985) y El príncipe de Zamunda (Coming to America, 1988), se lanzó rapidamente a su terreno de confort. Después del film con Stallone se embarcó en una especie de revisitación de unos de sus films más míticos, Un hombre lobo americano en Londres (An american werewolf in London, 1981). Esto es mezclar el terror con el humor negro, aunque aquí en clave vampírica en lugar de los licántropos.

Aunque hay que decir que hablar de vampiros en Sangre fresca (Innocent blood, 1992) se me antoja bastante osado, pues en el film nunca aparece el término (por mucho que el póster sea bastante gráfico), y tampoco queda muy claro que las bestias que aparecen lo sean. Aunque, eso sí, se mantienen fieles a su escaso aprecio por el ajo y la luz directa. Ojo, digo directa, pues con la luz tenue no tienen problemas. 

En cambio, reinventan al personaje en otros muchos aspectos. Para empezar nunca se explica demasiado de ellos, cosa que está bien porque permite hacer con ellos lo que les venga en gana. Aquí más que chupadores de yugulares son casi bestias devoradoras de carne, y, lo más llamativo, son esos ojos de lucecitas que se les ponen. Pero más allá de lo que vemos en pantalla no hay más datos, pues nadie dentro de la trama de la película se preocupa de preguntar ni explicar nada. Simplemente están ahí y ya.
 
Sangre fresca (Una chica insaciable), John Landis,  Anne Parillaud, Anthony LaPaglia, Robert Loggia

El tema va de una chica que es uno de estos seres vampíricos que, pese a ser una engulllidora de sangre, tiene un código moral que le obliga a alimentarse únicamente de criminales. En una de estas se topa con el jefe de una banda de mafiosos italianos. Éste, pensando que se la ha ligado, se la lleva a su casa para acabar siendo pasto de los apetitos culinarios de la chica, pero en el último instante aparece uno de los sicarios y ésta no puede acabar el trabajo, que básicamente es reventarle los sesos de un tiro. ¿En qué se traduce esto? Pues que la víctima, al no estar de todo muerta, ha sido convertida en uno de estos seres y mientras se vaya alimentando conseguirá mantenerse "viva" y con todos los extras que conlleva ser uno de estos monstruos.

Lo cierto es que la trama de convertir al jefe de una banda en un monstruo casi indestructible tiene su gracia. Y más cuando éste decide convertir a sus sicarios en estos seres, casi algo como lo que ocurría en Eclipse total (Full eclipse, 1993) con un cuerpo de policías compuesto por licántropos que operan al margen de la sociedad, pero aquí dándole la vuelta con "vampiros" que son una banda de mafiosos italianos. Todo ello nos lleva a que si le quitamos todos los tintes fantásticos tenemos una película puramente de mafia que la podría haber firmado Scorsese. Y es en ese punto donde más brilla el film, pues todo el reparto se nutre de todos esos actores que hemos visto de secudarios en este tipo de pelis: Robert Loggia, Chazz Palminteri, Rocco Sisto, Tony Sirico, David Proval, Anthony LaPaglia y Luis Guzmán. Solamente falta Joe Mantegna.

Pero quien se lleva nuestro interés es Anne Parillaud, que aquí lo enseña todo. Esta francesa destacó cuando protagonizó Nikita, dura de matar (Nikita, 1990). Precisamente este film fue el que llamó la atención de Landis, que le hizo ficharla, cosa que le llevó de cabeza, pues el inglés de la chica era bastante justito y los productores se quejaban que no se le entendía. A nosotros eso no dio igual, pues en el doblaje no se respetó ningún tipo de acento.

Sangre fresca (Una chica insaciable), John Landis,  Anne Parillaud, Anthony LaPaglia, Robert Loggia

Y, como es bastante habitual en la filmo de Landis, el listado de cameos de gente que suele estar detrás de la cámara en el género fantástico tampoco es para hacerle ascos: Sam Raimi, Dario Argento, Tom Savini, Frank Oz, Michael Ritchie, Steve Johnson y la scream queen Linnea Quigley, que ésta sí era de las que estaba siempre delante de la cámara. 
Además de dar pequeños apariciones a sus colegas, Landis se dedica hacer constantes homenajes a películas clásicas, pues muchos de los personajes están viendo la tele y, justamente, emiten dichas pelis. Guiños que son muy de agradecer, pero que cuando ya llevas 4 o 5 acaban siendo reiterativos.
 

El mentado Steve Johnson fue el responsable de los maquillajes, que si bien no es comparable al salto que dio Rick Baker con Un hombre lobo americano en Londres una década antes, hizo un trabajo esplendido. Se nota que aquí el presupuesto era más bien justito, porque los efectos aparecen más bien poco y muy avanzada la película, pero cuando lo hacen son muy buenos. Incluso alguno es de aquellos que te preguntas como pudieron hacerlo en una época pre efectos digitales.

Sangre fresca (Una chica insaciable), John Landis,  Anne Parillaud, Anthony LaPaglia, Robert Loggia

Pero más allá de unos efectos la mar de solventes y un cast muy agradecido, el film tiene muchos problemas. Por un lado una duración excesiva, haciéndose bastante cansinas sus 2 horas. Por otro, esa mezcla de cine fantástico y peli de mafias no consigue ligar.

Y, como es de suponer, el film acabó siendo un fracaso en el momento de su estreno. Aquí llegó de forma tardía, no fue hasta 1993 que tuvo un limitado estreno en algunos cines. Sin ir más lejos, en Barcelona ni un solo cine la proyectó.

Como apuntaba antes —y de forma mucho más extensa en la reseña de Burke and Hare (Burke and Hare, 2010)— después del film aquí reseñado, lo de Landis sería una de las decadencias cinematográficas más tristes del cine moderno.

martes, octubre 04, 2016

El vuelo del navegante

El vuelo del navegante, 1986, Randal Kleiser

Estamos ante una de esas películas que tenía todos los ingredientes para haberse convertido con los años en objecto de culto, pero que, al final, se acabó quedando a las puertas del Olimpo. 
Película 80tera distribuida por Disney, extraterrestres, nave espacial, niño desubicado con poderes perseguido por las agencias gubernamentales, saltos temporales... ¿Stranger things? No, pero casi. Y es que los ingredientes estaban ahí, pero no acabaron de fraguar. Pero empecemos por el principio.

El vuelo del navegante, 1986, Randal Kleiser

Mark Damon, actor de serie B que acabó en Italia en spaghetti westerns, se recicló a productor en los 70, pariendo cosas tan reputadas como El submarino (Das boot, 1981), La historia interminable (Die unendliche Geschichte, 1984), Nueve semanas y media (Nine 1/2 Weeks, 1986) o Jóvenes ocultos (The lost boys, 1987) bajo su sello Producers Sales Organization (PSO). A mediados de los 80 se ajuntó con la productora noruega Viking Films, que le había producido Biohazard (Biohazard, 1985) a Fred Olen Ray, y se embarcan en el proyecto de este El vuelo del navegante (Flight of the Navigator, 1986) de la que ya tenían apalabrada la distribución con Disney. Y este dato es importante porque muchos se creen que el film está producido por la compañía del tito Walt y no es así, solamente fue distribuidora.

Para dirigirla se contrata a Randal Kleiser, que posiblemente no te suene mucho pero que en su currículum destacan nombres como Grease (Grease, 1978), El lago azul (The blue lagoon, 1980) o el telefilm El chico de la burbuja de plástico (The Boy in the Plastic Bubble, 1976) también con Travolta. Y si te molan los chismorreos, que sepas que compartió habitación con George Lucas mientras eran estudiantes universitarios.



El vuelo del navegante, 1986, Randal Kleiser

Lo primero que se encuentra el tipo es que entre Disney y Mark Damon hay una guerra interna en como enfocar la historia. La major quería algo muy familiar, mientras que el productor quería algo puramente de acción. Y ya se sabe lo que pasa en estos casos: que se suele ir por el camino de en medio para contentar a las dos partes y, al final, queda algo muy estéril.
Además, hay problemas económicos con algún tipo de pufo de los nórdicos, lo que les obliga a rodar parte del metraje en Noruega. Siendo estas escenas las del interior de la nave.


¿De qué va esto? Día 4 de julio de 1978 en USA. El mocoso de David de 12 años camina por el bosque para recoger a su hermano, hasta que accidentalmente cae por un barranco. Después de estar insconsciente despierta y regresa a casa, pero allí no están sus padres, si no un matrimonio mayor. Acaba en la comisaria donde localizan a sus padres y para su sorpresa estos tienen un aspecto envejecido, pues ya no están en 1978, si no en 1986 y el aspecto de David es el mismo que cuando desapareció 8 años atrás.

El vuelo del navegante, 1986, Randal Kleiser

El punto de partida es realmente muy interesante, prácticamente un argumento de algún episodio de La dimensión desconocida. Esos 30 o 40 primeros minutos nos mantienen en interés y, pese a ser una película juvenil, nunca cae en el infantilismo. Nunca hasta que sobrepasamos ese minutaje y ya nos ponen todas las cartas sobre la mesa y acabamos con la ecuación de niño y extraterrestres en máquina espacial perseguidos por los adultos. La cosa acaba decayendo, siendo ésta la clave de porqué la película no ha conseguido subirse al tren nostálgico de otras películas contemporáneas. De haber estado producida por Spielberg y su Amblin le hubiesen dado ese toquecito de polvo de hada 80tera que tenían sus productos. Y eso que aquí intentan imitar las maneras de las Steven productions, como con ese mini bicho extraterrestre que acaba siendo la mascota del chaval. Pero hay algo que no acaba de engancharnos, es todo como muy impostado y eso se nota. 
Por contra, mucho mejor han sobrevivido sus efectos. Estamos ante uno de los primeros films que usaban efectos digitales, incluso un efecto morphing.

El vuelo del navegante, 1986, Randal Kleiser

En el reparto una pizpireta Sarah Jessica Parker, Cliff De Young, Veronica Cartwright y Paul –Pee-wee Herman– Reubens haciendo de la voz de la nave espacial. Y como prota absoluto el infante Joey Cramer, que un par de años antes hizo de hijo de Tom Selleck en Runaway. Brigada especial (Runaway, 1984) y luego se fue diluyendo en algún que otro telefilm, hasta que este mismo 2016 saltaba nuevamente a la palestra después de haber sido detenido acusado de robar un banco (!!!!).
 
El film no fue un fracaso, doblando en suelo norteamericano la inversión de 9 millones de dólares, pero no acabó de destacar, coincidiendo en la taquilla norteamericana con Aliens, el regreso (Aliens, 1986) o Howard... un nuevo héroe (Howard the duck, 1986). Que curioso que películas 80teras que eran pioneras en los efectos ingofráficos –Tron (Tron, 1982), Starfighter. La aventura comienza (The last starfighter, 1984) o El misterio de la pirámide (Young Sherlock Holmes, 1985)– acabaron siendo todas pseudo fracasos en taquilla.


El vuelo del navegante, 1986, Randal Kleiser

Por su parte Randal Kleiser siguió rodando y siendo un director que teniendo una filmografía más o menos llamativa, con algún que otro título puntero, era un nombre desconocido para la mayoría del público. Luego facturó algún título muy conocido como El gran Pee-wee (Big Top Pee-wee, 1988), la secuela del film de Tim Burton, y Cariño, he agrandado al niño (Honey, I Blew Up the Kid, 1992).

Pero más interesante me parece el caso del productos Mark Damon, que en un par de años después volvió a intentar la fórmula de niño + extraterrestre con ese mega spot de Coca Cola que es Mi amigo Mac (Mac and me, 1988). Que ¡ojo!, no me parece el bodrio que tanto se ha pregonado, pero que cae en las mismas trampas que El vuelo del navegante, intentando copiar los elementos de otros films pero faltando el toque de un buen director detrás.

Y como es habitual en los tiempos que corren, un remake ha estado en el horno de Disney, siendo Colin Trevorrow –director de Jurassic world (Jurassic wolrd, 2015)– el encargado de escribir el guión, pero la cosa, con toooodas las franquicias que tiene la productora entre manos, ha quedado en punto muerto.