Y no es para menos. Una sonda de la NASA llega a otro planeta para tomar muestras y acaba absorviendo a una familia de extraterrestres y los trae a la Tierra. Una vez en las instalaciones de la compañía espacial escaparán, pero el más pequeño de ellos acabara en la furgoneta de una familia que está en pleno traslado. A partir de ahí lo de siempre: el marcianito la irá liando y la madre se pensará que son travesuras de sus hijos. Una vez destapado el asunto lo disfrazarán de osito de peluche y la montará gorda en un MacDonad's mientras son seguidos por agentes del FBI y... ¿Has visto E.T.? Pues eso.
Dirigida por Stewart Raffill, que en los 60 participó en varias películas con animales donde precisamente se encargaba de su supervisión ya que tenía una empresa que los suministraba a las producciones. Ya en los 70 daría el salto a la dirección con películas de corte aventurero para toda la familia usando el dinero que generaba su empresa de animales. Sería en los 80 cuando se haría con las riendas de Guerreros del espacio, una space opera de puro cachondeo que ha ido cogiendo su culto y a la que llegó gracias que la Metro no tenía los 18 millones que costaba hacerla y necesitaba a alguien capaz de hacerla por la mitad. De ahí a otra de culto como El experimento Filadelfia, apadrinada por todo un John Carpenter. Y por fin llegaría la obra por la que más le preguntan: Mi amigo Mac.
Ha quedado en la memoria colectiva que MacDonald's estaba detrás de la producción, pero esto no es exactamente así. Quien puso la pasta para quedar bien con la multinacional de la gran M era Golden State Foods, la compañía que le suministraba la carne. ¿Su objetivo? Tener contentos a MacDonald's para que siguieran haciendo negocios juntos, y para que la compañía no pusiera ni un solo "pero" les ofrecieron donar todo lo recaudado a la fundación Ronald McDonald.
Cuando Stewart Raffill llegó a la producción se encontró con un guión que no gustaba al productor y tuvo que escribir uno nuevo sobre la marcha e ir improvisando en cada jornada de rodaje.
Como protagonista tenemos a Jade Calegory, que de actor no tenía nada y fue contratado por su condición de minusvalido, ya que el productor pensaba que ese detalle sería bueno por aquello de la moraleja yankie. Además, cambiamos la bici de EComo la mamá que se precie en este tipo de films tenemos a Christine Ebersole, que estuvo un tiempo en el Saturday night live y luego te la habrás topado en Amadeus, Tootsie y un sinfín de series y telefilms. Y ojo, que en Broadway tiene caché.
También tenemos a Tina Caspary, que era la vecina de interés amoroso para el hermano mayor, era la hija de otro ejemplo de bastante vergüencita como Mi madre es una mujer lobo.
Y en minúsculos papeles a Andrew Divoff (Wishmaster), George 'Buck' Flower (La niebla) y las llamativas apariciones que si parpadeas n las ves de la hoy cara desfigurada Nikki Cox y Jennifer Aniston.
En la banda sonora todo un Alan Silvestri que por momentos tira al John Williams de En busca del Arca perdida y en otros se auoplagia en su trabajo para Regreso al futuro.
En su momento fue un fracaso que apenas recaudó la mitad de lo que costó, por lo que la secuela que anuncian al final del film se fue a tomar vientos. Aun y así, la fama que ha ido adquiriendo con los años ha hecho que acabara siendo rentable y que tuviera sus beneficios. Pero que nadie se suba a la parra, que esa fama de lo cochambroso lleva a decepciones como la de Fragasso con su Troll 2.
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