A principios de los 80 Spielberg acababa de resurgir del fracaso de 1941 gracias al éxito de En busca del arca perdida. Y no se lo pensó mucho, porque enseguida se enfrascó en el rodaje de E.T. El extraterrestre, pero a la vez tenía entre manos un guión que él mismo había escrito —junto a Michael Grais y Mark Victor (Cool World, Señalado por la muerte)—. Y mucha prisa tendría por rodarla porque no se quiso esperar a terminar el rodaje del marciano de dedo iluminado y se puso manos a la obra, pero una clausula en el contrato con la Universal le impedía compaginar ambos rodajes, así que se buscó a otro para dirigirla. El elegido fue Tobe Hooper, ya que Spielberg había quedado impresionado con La matanza de Texas, además de haber salido muy bien parado con El misterio de Salem's Lot.
Si en los 60 y 70 estaba de moda las sectas y lo satánico (La profecía, El exorcista, La semilla del diablo), en los 80 el terror estaba enmarcado en el slasher y a Spielberg le dio por volver al clásico subgénero de las casas encantadas. Y para ello echó mano de sus clásicos referentes, como son la familia norteamericana prototipo que viven en uno de sus suburbios de preciosas casitas de ensueño y el lechero les deja la botellita cada mañana en la puerta. Pero si años atrás las películas de casas encantadas tenían un estilo más contenido, que buscaban el desasosiego constante del espectador a través de un atmósfera inquietante y se insinuaba más que se mostraba, Poltergeist enseñaba un camino diferente, mucho más efectista, con efectos especiales a todo trapo y la pirotecnia por bandera. Siendo ese su mayor problema, porque si algo tiene que ser una película de casas encantadas es contenida. Precisamente Poltergeist cuando consigue dar más miedo es cuando apenas vemos nada, como la primera aparición de la médium.
Además de Spielberg y Hooper teníamos por ahí a la ILM en los efectos con Richard Edlund al frente, Jerry Goldsmith en la banda sonora y un elenco —en su mayoría— no muy conocido pero que luego cogería más caché:Craig T. Nelson (el prota de la serie Entrenador), JoBeth Williams (el ligue de Stallone en ¡Alto!, o mi madre dispara), Beatrice Straight (Network, un mundo implacable), Zelda Rubinstein (luego vista en Angustia de Bigas Luna) y James Karen (La divertida noche de los zombis).
De sobras es conocida la leyenda urbana que rodea el fin sobre la maldición que ha ido cayendo sobre la gente que participó en ella. Toda una historia que no es más que una patraña para rellenar programas de Iker Jimenez y gente del gremio. Todo un cúmulo de absurdidades porque la gente a la que se le supone tocados por esa mano negra han muerto de vieja o enfermedades como cáncer. Siempre y cuando dejemos de lado a Dominique Dunne, la hija mayor, que murió antes del estreno a manos (nunca mejor dicho) de su novio, que la estranguló tras una discusión.
Mucho más interesante es una leyenda que no parece tan irreal como es la guerra entre Spielberg y Hooper. Al parecer al primero no le gustaba demasiado la forma que tenía de dirigir Hooper y, aprovechando que estaba rodando E.T. muy cerca de donde se hacía lo propio con Poltergeist y, sabiendo como son los grandes estudios a la hora de limitar las horas de rodaje con menores, estaba constantemente en el set de rodaje y, según muchos de los que estaban allí, era quien llevaba el cotarro. Al menos es lo que se dijo después que se publicase un artículo en Los Angeles Times en mayo del 82. Según el propio Hooper la confusión vino cuando Dale Pollock, el periodista de la publicación, se presentó en el rodaje para escribir un artículo y su sorpresa fue encontrarse al propio Spielberg en la parte delantera de la casa dirigiendo algunas tomas que, siempre según Hooper, eran parte del trabajo de la segunda unidad, mientras el director de La matanza de Texas estaba rodando la fotografía principal en la parte posterior de la casa. Tampoco ayudó demasiado a disipar estas dudas cuando en un documental de la época, Spielberg era quien llevaba la voz cantante, mientras que Tobe Hooper quedaba relagado a un segundo plano.
A partir de PoltergeistHooper nunca más volvió a dirigir para ningún gran estudio. Y no fue hasta tres años después —se dice que durante ese intervalo estuvo ingresado en un centro de desintoxicación—que volvió a ponerse tras las cámaras con Fuerza vital, iniciando su periplo por la Cannon, con la que también filmaríaInvasores de Marte y la divertidísima Masacre en Texas 2 (alías la secuela de La matanza de Texas). Todas ellas en mayor o menor medida fracasos que no eran más que otro clavo en el ataúd de la factoría Golan-Globus. Aun y así hay que decir que Hooper llegó a dirigir en 1987 el último capítulo de Cuentos asombrosos y el primero de Taken (Abducidos) en 2002, que todos recordamos están producidas por Spielberg. Este último dato sería de peso para los que apoyan una teoría contraria a la anteriormente expuesta: desde el principio Spielberg tenía planeado dirigir ambos films por lo que contrató a un Hooper, un inexperto en las grandes producciones y—"quizá", podría haber pensado Steven— más manejable, totalmente informado de la situación y aceptando su condición de director de paja.
Poltergeist acabó siendo un éxito en taquilla de más de 130 millones de dólares en todo el mundo, con críticas bastante positivas en general, aunque hubo quien la acusó de exceso de pirotecnia, y que acabaría influyendo en House, una casa alucinante y la muy posterior, pero también producida por Spielberg, The hauting (La guarida). Tampoco pasemos por alto el trío de "cazafantasmas" que aparecen, rescatados en Insidious. Aunque la historia fue acusada de estar demasiado "influida" porLittle Girl Lost, capítulo de La dimensión desconocida escrito por Richard Matheson que, a la larga, sería homenajeado en Los Simpson en aquel famoso episodio de Homer en 3D. Como curiosidad, el éxito del film no fue ajeno al exploit y en algunos países, como Holanda, se distribuyó Sobrenatural de Eugenio Martín con el título Return to the poltergeist y con una carátula totalmente bizarra.
Poltergeist II: el otro lado (Poltergeist II: the other side, 1988). Es curioso que pese al éxito del film original esperasen 4 años para lanzar una secuela. Y también es extraño que aquí ya no tengamos a Spielberg y sus inseparables Frank Marshall y Kathleen Kennedy en la producción. En cambio, sí tenemos a todo el cast original, a excepción, claro está, de la asesinada Dominique Dunne, de la que no se explica su ausencia, aunque en el guión original
se hablaba de su estancia en la universidad, escena que nunca se rodó. Un año después de lo sucedido en Cuesta Verde, la familia Freeling se muda a casa de la abuela. Allí comenzarán a recibir visitas de un reverendo que parece tener cierta obsesión con la niña de la familia. Uno de los aspectos más interesantes de la historia es que descubren que los cadáveres que están enterrados debajo de la anterior
casa son de una secta, que se encerró en una gruta creyendo que el fin
del mundo se acercaba. Lo que chirría un poco con el hecho que en el
primer film se dijese que la casa estaba construida sobre un cementerio
del que solo movieron las lapidas, pero aun y así me parece bastante bien hilvanado. Además de hacer que el reverendo sea la bestia a la que se refieren en el primer film
Con un presupuesto de 20 millones de dólares (el doble que su predecesora) volvieron a contar con en los efectos con Richard Edlund, aunque esta vez con su Boss Film Studios fundada cuando dejó la ILM, y diseños de Giger, aunque éste quedó muy descontento porque la mayoría de sus diseños fueron descartados. Y con una lucha final simplemente infame aunque no tanto como el desenlace con
el angelito de abuela rescatando a Carol Anne. Sonrojante a todas luces. Por otro lado se dice que el primer montaje superaba las 2 horas y comenzaron unos tijeretazos que la dejó por debajo de los 90 minutos y en la que la lucha final fue la mayor perjudicada. Pese
a contar con mucho más dinero y muchas más escenas de efectos, éstos
son mucho más flojos, con mucho croma y alguna escena generada por
ordenador, que se nota que estaban diseñadas para explotar en 3D, ya que
el film, en un primer momento, se iba a lanzar en ese formato que
estaba en declive. Además de muchas escenas como la del gusano o el aparato dental del hijo que parecen sacadas de Pesadilla en Elm Street. Sin duda, la más floja de la trilogía. Si Spielberg no estaba involucrado mucho menos lo haría Hooper, con lo que en la dirección tenemos a Brian Gibson, que venía de hacer muchos documentales para la BBC inglesa y se especializó en films de temática musical como La rockera, el biopic Tina o Siempre locos. Esta secuela sin llegar a ser el gran éxito del original cosechó unos buenos 40 millones solo en USA, lo que no impedía seguir sacando entregas.
Fenómenos extraños III (Poltergeist III, 1988). Si en la anterior entrega se mantuvieron los guionistas originales, aquí ni eso. Aquí los encargados del libreto fueron Brian Taggert yGary Sherman, éste último también acabaría siendo el director, ya habiendo ejercido estas labores en Se busca vivo o muerto —con Rutger Hauer—, Sub-humanos o Muertos y enterradosy que ya estuvo a punto de rodar la segunda parte de Poltergeist. A Carol Anne la envían a vivir a Chicago con sus tios, ya que allí puede asistir a una escuela para superdotados. En la escuela se topa con un profesor que la hipnotiza, aflorando sus recuerdos del pasado con los entes que la persiguen, haciendo que el reverendo Kane la localice. Viendo esto ya podemos adivinar de donde sacaron en Freddy vs. Jason la trama de que a los adolescentes les hacen olvidarse del rondador de los sueños para evitar que pueda volver a actuar. Poca gente nos queda de las anteriores entregas salvo la protagonista, Heather O'Rourke, que ya en la época estaba enferma y acabaría muriendo poco antes finalizar el rodaje, yZelda Rubinstein. Por contra tenemos incorporaciones la mar de interesantes: Tom Skerritt (Alien, Top Gun, Picket Fences), Nancy Allen (trilogíaRobocop, Carrie) y el debut de Lara Flynn Boyle, que, al igual que en Twin Peaks, aquí su personaje se llama Donna. Lamentablemente para el equipo tuvieron improvisar final diferente al del guión por la muerte de la protagonista, rodando con una doble que nunca muestra su cara a cámara. Al final les quedó un desenlace bastante chapucero, apresurado y abrupto, dejando en evidencia los problemas de producción que tuvieron, donde personajes como Scott desaparecen de la trama porque sí. Un final que dista mucho del previsto, mucho más lacrimógeno. Poltergeist III es un film lleno de muy buenas ideas (aunque muchas acaban siendo fallidas), que todo transcurra en un rascacielos que está repleto de espejos da mucho juego para todo el tema de dualidades. Por contra aquí la cosa ya está totalmente en el terreno de Pesadilla en Elm street con mucho monstruo y personajes que no saben lo que es verdad o mentira. Todo ello con efectos que dejan de lado los cromas y se centra en maquillajes y animatronics de la mano de Dick Smith, cosa que siempre es de agradecer. Lamentablemente las buenas intenciones de sus responsables no fueron correspondidas por el públicico, siendo un fracaso comercial que apenas recaudó 15 millones en USA de los 10 que había costado, o la crítica, que la masacró. Durante un tiempo la Metro le dio vueltas a la opción de un Poltergeist 4. Un guión que estuvo bastante avanzado era una precuela con todo lo que pasó con el reberendo Kane y sus seguidores. El tema no siguió adelante, de la misma forma que no prosperó en 1990 la idea de una serie para televisión a modo de spin-off y volviendo a terrenos más espirituales para dejar de lado los monstruitos de las secuelas. Sería a finales de los 90 que se pondría en marcha otro proyecto de serie y esta vez sí acabaría llegando a la caja tonta. Poltergeist: el legado era canadiense y duró 4 temporadas. Pese a su nombre no tenía nada que ver con la saga cinematográfica, contando las andanzas de una sociedad secreta llamada El legado, que se encargan de combatir las fuerzas del mal. Ya por fin en la actualidad se ha rodado un remake oficial de la mano de Gil Kenan, director de City of Ember y Monster house, y producida por Sam Raimi.
Ya en los 80 la carrera de Paul Naschy/Jacinto Molina comenzaba a
decaer. Los monstruos clásicos como su eterno licántropo Waldemar
Daninsky olían a armario viejo, y los asesinos enmascarados cogían el
testigo del terror, en el que ya no se insinuaba nada y se enseñaba
todo.
El poco interés del público y la implacable Ley Miró dejó contra las
cuerdas a Jacinto y al género. Prueba de ello son sus incursiones en
comedias como Operación Mantis (uno de sus
fracasos más sonados) e, incluso, en el terreno infantil con Buenas
noches, señor monstruo. Y entre medias un paréntesis para meterse en
co-producciones con Japón (La bestia y la espada mágica) hasta llegar a
la decadencia absoluta en los 90 con productos como Aquí huele a muerto (¡pues yo no he sido!) o la charlesbronsiana La noche del ejecutor, por
otro lado divertidísima, aunque de manera inconsciente.
A mediados de los 90 recibe el encargo de Primitivo Rodríguez, productor del tríptico noventero de Piquer Simón (La isla del diablo, Manoa, la ciudad de oro y El escarabajo de oro) con el que ya había trabajado en La isla de los monstruos, y de varios proyectos de Cruz Delgado (Los viajes de Gulliver, Cuatro músicos de Bremen), para que
le escriba un guión sobre su eterno hombre lobo. Y, aunque en un
principio el propio Rodríguez iba a ser el encargado de dirigirlo, en el último momento,
cuando la producción recibe el beneplácito de seguir adelante y con
financiación de Televisión Española, decide darle las riendas a su
hermano Francisco Rodríguez Gordillo, que ya había metido mano en el género con El cepo o Testigo azul, y en los 70 había estado, junto a su hermano, en el NO-DO con una serie de documentales llamada Lecciones de cine, lo cual sí es terrorífico.
Este hecho hizo enfadar mucho a Jacinto, que veía como su guión con flashbacks a la Europa nazi, con una cíngara que pare unos trillizos de los cuales uno lleva la maldición licántropa, era -según él- maltratado por el director y el productor. Evidentemente, el propio Naschy, peluca en ristre, encarnaba a este maldito que, una vez adulto, es un prestigioso escritor al que la policía pide ayuda para resolver la serie de asesinatos que asolan la ciudad.
La cosa acabó como un hombre lobo vs psicópata noventero, lo cual debería ser una nueva puesta a punto de aquellos crossovers estilo Drácula contra Frankenstein. Todo envuelto enuna estética granulosa y cutre, realización tan ramplona como telefilmesca, un doblaje nauseabundo (está rodada en inglés) y unos actores bochornosos, empezando por el propio Molina, que toda la película se la pasa con cara de tener descomposición. Por mucho que dijera que "el reparto era demencial, actores desconocidos y más malos que el sebo". Tiene coña que dijera esto, cuando en todas sus películas de la época "buena" estaba doblada de lo mal actor que era, por mucho que dijera que estaba muy ocupado escribiendo guiones y los productores no querían que perdiese el tiempo en el doblaje. De risa. Curiosamente uno de sus últimos trabajos fue poniendo la voz en El apóstol. Ironías de la vida. Volviendo al cast. Teníamos a Amparo Muñoz, José María Caffarel (el científico de Supersonic Man) y Eva Isanta (en la época conocida por aparaciones esporádicas en Farmacia de guardia y ahora por la Cuqui de La que se avecina).
Una de las pocas cosas buenas del film es el maquillaje del hombre lobo, por otro lado, totalmente "inspirado" del que lucía Jack Nicholson en Lobo, dejando de lado al clásico totalmente peludo. Por otro lado, la transformación también es nueva, dejando atrás el clásico truco añejo de las transiciones transparentes, aquí estamos en los 90 y es necesario echar mano de lo digital para unos morphings tan primitivos que duelen en el alma. Pero que nadie se lleve a engaño. Esto es una película de psycho killer en la que muy de vez en cuando sale un hombre lobo. No es hasta mitad de pelicula que lo vemos casi de pasada.
Seguramente más para contentar al propio Naschy y al público que por
interés del director, que parece que quiere enfocar el tema desde el lado menos fantástico. El hecho de quedar relegado a casi un secundario haría que Naschy se arrancara los poco pelos que le quedaban. Y como ya sabemos lo rencoroso que era, se pasó el resto de sus días despotricando y renegando de ella. Estrenada en verano del 97, en Barcelona únicamente se proyectó en los Icaria, y después de la primera semana fue desterrada a las sesiones golfas del fin de semana, en medio de unas críticas que se la comieron viva por mucho que la quisieran vender como el regreso de Naschy a su papel icónico. La cosa terminó como el rosario de la aurora, Molina diciendo que eso no tenía nada que ver con su guión, el productor rezando para recuperar el dinero y nosotros, los espectadores, cagándonos en Waldemar, en Daninsky y en la madre que los parió a todos.
En los 90 apareció la hoy tan conocida Nickelodeon con una ristra de
series bajo el brazo. De éstas, la que pegó más fuerte fue Rugrats,
aventuras en pañales, que aquí llegó por TV3 a finales del 94 como Quatre grapes y con
la coletilla "de los creadores de Los Simpson". Pero, además, también
estaban por ahí Doug, Ren y Stimpy y Aaahh!!! Real Monsters, aquí titulada
Mi profe es un monstruo. Y es en esta última, que nos aterrizó de la mano del Canal Plus a finales del 95 (ya en el nuevo milenio TV3 la programó como Monstres de veritat),
en la que nos detendremos. Concretamente de su adaptación a los 16 bits
de la Super Nintendo.
Lanzado por la división de videojuegos de Viacom y desarrollado porRealtime Associates, que ya había hecho lo
propio con la serie Beavis and Butt-head en un cartucho que recuerda
mucho al que ahora tratamos. Al menos en su versión para Super Nintendo.
Lo cierto es que no se comieron demasiado la cabeza. Como era habitual
en cualquier adaptación videojueguil de la época, todos se decantaban
por el género estrella de las máquinas 8 y 16 bits: los plataformas.
Esto era un comodín con el que parecía que ninguna adaptación de
película, serie, etc, podía fallar.
La historia es bastante fiel a la versión televisiva, donde se narra las
aventurillas de Ickis, Oblina, y Krumm, unos monstruos que van a una
escuela que se halla en un vertedero y donde les enseñan como asustar a los
humanos.
En el videojuego podremos llevar a los 3 protagonistas. Cada uno de ellos
tiene una habilidad especial (agilidad, lanzamiento de compañeros y
capacidad de ver más allá de lo que nos muestra la pantalla). Además de
un ataque especial que es común para los 3 y permite eliminar a
cualquier rival que tengamos delante en ese momento. Controlaremos a uno
de ellos y los otros dos nos irán siguiendo y cuando necesitemos usar
una de las habilidades simplemente cambiaremos de personaje. Esto nos
puede llevar a pensar en el Lost Vikings, pero no. Éste no es un
plataformas repleto de puzzles donde será imprescindible combinar las
habilidades de los 3 protagonistas para ir avanzando, si no un
plataformas puro y duro donde, salvo alguna excepción, las habilidades
especiales las usaremos para llegar algún ítem que rellene nuestro
marcador de vidas, energía o sustos. Ítems que van desde unos tarros con
moscas (energía), raspas de pescado (que usaremos como arma
arrojadiza) o libros (que nos permitirán hacer sustos que eliminan a los
humanos).
Ahhhh real monsters es un juego larguito. Evidentemente no llega a las
horas de diversión que nos daba un Super Mario World, pero no se quedaba
en la menos de una hora que nos puede durar un Aladdin o Batman Returns.
Aquí la cosa pasa de las 3 horas, que hay que hacerlas del tirón porque
ni contamos con una pila de guardado o los temibles passwords (¿cuántas
veces nos salió password incorrecto porque no lo habíamos apuntado bien o
el cartucho nos hacía la pirula?). Por fortuna el juego no es imposible
(los jefes de nivel son de lo más fácil), pero eso sí, al final la dificultad viene por lo cansino que acaba siendo un juego que nos llevará al vertedero, un gimnasio, unos aseos, la oficina de correos, un museo o un centro comercial.
A nivel técnico el juego luce lo justo para no ser un adefesio. Los gráficos están bien llevados y son muy fieles a la serie animada, con unos movimientos de los personajes muy conseguidos y destilan cierta personalidad cartoon. La música es agradecida, con un toque Elfman muy de la época, por contra los efectos sonoros son con diferencia lo peor.
Lamentablemente, al igual que el desarrollo, la cosa acaba siendo repetitiva con escenarios demasiado similares. El control de los personajes tampoco ayuda al conjunto, con unos fallos garrafales que se ven aumentados cuando los dos personajes que no manejamos se crucen en nuestro camino y entorpezcan nuestros saltos de fe de una plataforma a otra. Resumiendo, el clásico juego no demasiado conocido, que no destaca por nada en concreto ante la exagerada cantidad de cartuchos del género que imperaban en los 16 bits, que es más carne de completistas que de jugones.
No parecía mala idea volver a reunir a Stephen King y George A. Romero visto los buenos resultados de Creepshowy, en menor medida, Creepshow 2 (en ésta siendo una colaboración más bien indirecta). O quizá no, viendo que los dos últimos films de Romero (El día de los muertos, Atracción diabólica y Los ojos del diablo) fueron fracasos económicos y las adaptaciones de King comenzaban a estar de capa caída (El cortador de césped, Sonámbulos-esta era un guión para cine-...) y empezaron a facturarse directamente para televisión como miniseries (It, Tommyknockers...). En cambio, las adaptaciones de sus obras no ubicadas en el terror eran abrazadas por la crítica y público (Misery, Cadena perpetua...). La cuestión es que Romero cogió un recién publicado The dark half (aquí editado como La mitad oscura) y lo convirtió en guión.
Thad Beaumont es un niño al que le apasiona escribir, pero comienza a tener problemas de salud hasta que le descubren que ésto es generado por un tumor en el cerebro. Durante la operación los médicos empiezan a encontrar dentro del cráneo restos de dientes, un ojo... señal que son parte de que cuando era un feto tuvo un hermano gemelo que no llegó a desarrollarse y acabó formando parte de Thad. Pasan los años y el niño, ya adulto, se ha convertido en un escritor cuyas obras no son demasiado exitosas, en cambio, las que escribe bajo el seudónimo de George Stark son todo un éxito de ventas. Un buen día recibe la visita de un desconocido que asegura saber que él es realmente quien se esconde bajo el nombre de George Stark y le chantajea para no revelarlo. Para no pasar por ese mal trago decide hablar con su editor y hacer público que él es Stark y no va a publicar más con ese nombre. Después de ésto, empiezan aparecer asesinadas personas cercanas a él, y todos los indicios le apuntan como el asesino.
La mitad oscura fue una producción algo problemática. Timothy Hutton, el clásico actor que empieza muy fuerte ganando algún Oscar y alabanzas por doquier y que acaba desinflándose para terminar como secundario de lujo, se las hizo pasar canutas al director, haciendo lo que le daba la gana en el set de rodaje o, incluso, desapareciendo varios días sin que nadie supiera nada de él. Éste fue el segundo film que Romero facturaba para una gran productora, la Orion, para la que también realizó Atracción diabólica. Pero la productora de Robocop, El silencio de los corderos o Terrorífica luna de miel, no pasaba por momentos demasiado boyantes, y al igual que pasó con Robocop 3, tuvo congelada La mitad oscura un par de años ya que no tenía dinero para lanzarla pese a que ya estaba terminada. Finalmente, ya en 1993, la estrenó de aquella manera, recibiendo una aceptación del público más bien tibia, recaudando unos 10 millones en suelo norteamericano, lejos de los 15 que costó. Aun y así, a la compañía Symtus le dio por hacer una aventura gráfica para PC que acabó saliendo un año antes que la película. Para completar el cast, además del problemático Hutton teníamos por ahí a Michael Rooker, protagonista de Henry, retrato de un asesino que, irónicamente aquí ejerce de sheriff; Amy Madigan, la chica de Campo de sueños o la novia de John Candy en Solos con nuestro tío;Julie Harris, la novia de James Dean en Al este del Edén; Robert Joy, ahora conocido por ser el forense de C.S.I. Nueva York; y Royal Dano, el juez de Twin Peaks.
A La mitad oscura película no le ha sentado demasiado bien el paso del tiempo. Desde un buen principio sabemos que la cosa tira por el efecto Jeckyll y Hyde de desdoblamiento de personalidad, con lo que jugar con un posible asesino que quiera involucrar al protagonista rápidamente queda descartado. Pese a todo, Romero quiere darle cierto misterio a las primeras apariciones del doppelgänger, cuando ya sabemos de sobras quién es. Como suele ser habitual dentro del fantástico los efectos son muy importantes y, aunque éste no es un film con miles de efectos, los que hay, en general, están muy conseguidos. Eso sí, poca sangre vamos a ver, ¿quizá porque Romero tuvo suficiente con sus zombies? Los efectos fueron obra y gracia de Everett Burrell y John Vulich, que habían empezando en la Empire con Ghoulies o Trolly acabaron en El día de los muertos del propio Romero. Seguramente lo más interesante para los que hayan leído el libro es que podrán disfrutar de algunos guiños, como que el relato que escribe el protagonista siendo niño es el HereThere Be Tygers/Hay tigres del Skelton crew/Historias fantásticas que fue más o menos adpatada en el tríptico Los Willies.Y es que al igual que una gran parte de la obra de King, nos topamos con muchísimas auto referencias. La más importante es la referente a cuando que el propio escritor tuvo su momento de escribir bajo seudónimo con Richard Bachman.
Hay spoilers El abrupto final de Twin Peaks dejó a muchos con el culo torcido. Si bien en su último tercio su calidad había decaído bastante, el último tramo dio síntomas de recuperación para acabar cual ave Fénix con el portentoso último episodio dirigido por el propio Lynch. Pero la ABC se había cansado de esa serie que empezó como un fenómeno de masas, a la que se le encomendó la difícil misión de marcar el rumbo a la televisión moderna (Hola Expediente X, hola Perdidos), pero que rápidamente se les convirtió en una patata caliente entre las manos una vez que ELLOS forzaron para que se resolviera la trama de ¿quién mató a Laura Palmer?, que servía de mcguffin y excusa para toparnos con extrañas situaciones y no menos extraños personajes. Se habían cargado a su gallina de los huevos de oro, así que patada y a otra cosa.
Pero Lynch se había quedado con ganas de más y como el cadáver de Laura Palmer seguía caliente no le fue difícil que CIBY 2000, con quien acababa de firmar un contrato por 3 películas, le produjese un film de la serie. No hay que olvidar que cuando se anuncia el proyecto, la serie sigue emitiéndose en USA, aunque es más evidente que tiene los días contados y la ABC no renovará el contrato.
Lo primero que se decidió es que la historia estaría enmarcada antes de los hechos acontecidos en la serie. O sea, una precuela. Ésto hizo que el co-creador de la serie, el siempre poco valorado Mark Frost, se desentendiese de participar en la producción, argumentando que a él le interesaba más una secuela. Con esta baja, Lynch se buscó como compañero de guión a Robert Engels, que, después de los co-creadores y Harley Peyton (que no acabó muy bien con Lynch), era quien más controlaba la mitología de la serie después de escribir 10 episodios de la misma. Es muy curioso que el binomio Lynch/Frost naciera en un intento de adaptar el libro Goddess (aquí editado comoLas vidas secretas de Marilyn Monroe) de Anthony Summers, que relataba los últimos 7 días de Marilyn Monroe. Este fallido proyecto derivó en Northwest Passage, luego retitulado Twin Peaks.
El primer borrador del guión se centraba en el agente Cooper, pero éste se tuvo que desechar después que el actor que lo interpretaba,Kyle MacLachlan, rechazara volver a encarnarlo, ya que estaba muy descontento del rumbo que había tomado la serie en su etapa final. Más tarde, decidió que sí participaría en el proyecto siempre y cuando su colaboración se redujese al mínimo. Ésto hizo que Lynch pudiera contar con todo el elenco original de la serie salvo tres ausencias muy destacadas: Richard Beymer, que no quiso que su personaje fuese retratado como un traficante de drogas; Lara Flynn Boyle, por acumulación de rodajes; y Sherilyn Fenn, según ella porque no le gustaba el guión y según otros porque estaba muy crecida por su reciente popularidad. A cambio de estas ausencias hubo nuevas incorporaciones: los cantantes David Bowie y Chris Isaak, Harry Dean Stanton, Kiefer Sutherland y Moira Kelly, que sustituyó a Flynn Boyle en el papel de Donna.
Twin Peaks. Fuego camina conmigo fue una producción bastante modesta (10 millones) para ser parte de una franquicia tan importante como la de Twin Peaks, que pasó de puntillas en su carrera comercial en los cines. En USA fue un fracaso que apenas recaudó 4 millones y en Japón fue el único país donde tuvo una acogida positiva. En Spain, pese a que estaba previsto su proyección en cines, nunca se estrenó. Ni siquiera la pudimos catar en VHS aunque CIC Vídeo se había encargado de anunciarla en algunas revistas de la época. No fue hasta finales de los 90, cuando Canal Plus, aprovechando que estrenaba en televisión Carretera perdida, le dedicó un especial a la obra de Lynch y emitieron el film. No mucho después pudimos verlo en TVE y algún canal autonómico con el título de El diario de Laura Palmer, con un nuevo (y terrible) doblaje que ya no respetaba las voces de la serie y algunas escenas que lo necesitaban estaban sin subtitular. Incluso en Vía Digital se llegó a emitir con el erróneo título de Twin Peaks, el fuego camina conmigo. Una chapuza.
También es conocido el abucheo general que recibió la película en su paso por el festival de Cannes, justo 2 años después que Lynch se llevara la Palma de Oro por Corazón Salvaje. Siempre se ha dicho que este premio fue injusto y era más al director que a la película, con lo que la crítica estaba esperándole con los cuchillos afilados. También ayudó que el hacer una adaptación cinematográfica de la serie, cuando no había pasado ni un año desde su finalización, fuese catalogada como oportunista.
Twin Peaks. Fuego camina conmigo acabó siendo una película incomoda para su director y para los espectadores y fans de la serie. Si durante ésta, salvo un par de ocasiones, nunca se sale de los límites de Twin Peaks, en el film empezamos en Deer Meadow, donde un agente del FBI investiga el asesinato de Teresa Banks. Ni el agente tiene la simpatía y carisma del agente Cooper ni Deer Meadow la belleza de Twin Peaks, por no hablar de sus habitantes o agentes de la ley. Ni siquiera el cadáver de Teresa Banks tiene la hermosura del de Laura Palmer. En definitiva, que durante los primeros 45 minutos nos presentan unos elementos que parecen la otra cara de la moneda, el reverso oscuro de lo que vimos en la serie (no olvidemos que ésta empezaba con Josie mirándose a un espejo, lo que ya nos avisaba de todas las dualidades que nos íbamos a encontrar, empezando por la doble vida de Laura). A partir de ahí ya nos plantamos en Twin Peaks y nos encontramos las caras conocidas de Laura Palmer y familia, Bobby, Leo, James, Dona... pero algo falla. Sí, estamos en un lugar conocido con personajes conocidos, pero falta algo. No tenemos esos toques humorísticos tan surreales, no hay lechuzas, el erotismo puritano y pin-up de la serie dio paso a los desnudos nada sugeridos de las actrices, nos faltan los donuts, tartas de cereza y cafés tan negros como una noche sin luna. Todos esos momentos de relax, donde veíamos a los personajes haciendo cosas tan cotidianas como darse un capricho en forma de tarta de cerezas en el Doble R o hablar sobre el olor de los abetos Douglas, cosas que no aportaban nada a la trama pero que eran algo que no se había visto antes (sí, Tarantino no ha inventado nada) habían desaparecido. Estos instantes nos daban un falso momento apacible para luego ponernos una secuencia impactante, con lo que esta sensación de impacto se veía aumentada. Estos detalles (como todo el tema detectivesco o de logias) eran aportados por Mark Frost, lo que su ausencia en el film se nota y mucho. Todos estos elementos que nos faltan, en parte, hicieron a la serie especial y su desaparición hacen que el film sea Twin Peaks pasado por el filtro de Lynch al 100%. Este caso siempre me ha recordado, en esencia, a Batman Returns, una película de Tim Burton donde sale Batman y no una película de Batman dirigida por Burton.
Tampoco ayuda que Lynch tuviera limitada la duración de la cinta y muchas escenas con los habituales de la serie acabaron en el suelo de la sala de montaje. El sheriff Truman, Hawk, Pete, Lucy, Ed, el doctor Jacoby... no pudieron aparecer en una secuencias que, si bien no aportaban nada a la trama, estaban pensadas para que el espectador de la serie se sintiese en un universo mucho más reconocido. Otro problema con el que se encuentran los que no hayan visto la serie es que muchos de los personajes que aparecen no se explica realmente quienes son o su vinculación con Laura. Personajes a los que no hace falta presentación para los seguidores, que sí encontraran detalles/guiños a lo que se vio en la serie, como la cocaína en la bolsita de plástico en el diario de Laura, el diario que guarda Harold Smith, el pájaro Waldo o el personaje de Sam Stanley, que es rescatado de un diálogo de pasada al principio de la serie.
Aunque también hay que reprocharle que no son fieles en la recreación de algún decorado como el Doble R o la casa de Harold Smith. Aunque habría que ver hasta que punto ésto es premeditado. No olvidemos el plano que abre el film, con esa televisión explotando tras los títulos de crédito. Mensaje muy poco subliminal de Lynch, dejando muy claro que una cosa era la serie televisiva y otra el film. Tampoco hay que olvidar alguna incoherencia respecto a la serie. Uno muy evidente es el personaje de Leland Palmer. En la serie un hombre poseído por un ente diabólico que le obliga a matar. Aquí, en el film, parece que es muy consciente de sus actos, como si su posesión simplemente fuese el pequeño empujón que necesita para dar rienda sueltas a sus oscuros deseos de incesto.
Uno de los puntos más comentados del film era su metraje eliminado. En su día se hablaba de una película que estaría en torno a las casi 4 horas, pero, evidentemente, esto es inviable en un film comercial. Los nuevos tiempos y los nuevos formatos digitales parecían la excusa perfecta para que viésemos esas escenas donde personajes como el doctor Hayward o Andy hacían acto de presencia, pero problemas con CIBY 2000, que había tenido que indemnizar al director por no producirle las 3 películas que tenían acordadas, y que no estaba dispuesta a liberar el material descartado así como así. Con lo que los fans se tenían que contentar con ver algunas de las fotografías de esas escenas o leer el guión original y montar campañas en la red pidiendo firmas para conseguir que las deleted scenes acabaran saliendo. Finalmente, aprovechando que en este 2014 se cumplían 25 años del asesinato de Laura Palmer, Paramount lanzó en formato Blu-ray un pack con la serie completa, la película y un montón de extras, entre ellos las famosas escenas eliminadas.
Para culminarlo todo, a principios de este mes de octubre de 2014 Lynch y Frost twittearon a la vez "Dear Twitter Friends: That gum you like is going to come back in style" justo a las 11.30 de la mañana, la hora en la que Cooper llegaba a Twin Peaks. Ésto, junto al hecho que unas semanas atrás el propio Lynch intentaba localizar a Everett McGill (el Ed Hurley de la serie) y que en el sueño de Cooper quedaba atrapado 25 años en la habitación roja, ha dado pie a multitud de especulaciones sobre un posible retorno al universo de Laura Palmer, ya fuese como serie o largometraje (¿de la mano de Netflix o Showtime?). Y como decía el propio Cooper: cuando dos sucesos aparentemente inconexos acontecen a la vez debemos prestarles toda nuestra atención.
Lo que está claro es que, 25 años después, el universo de Twin Peaks sigue vivo y sigue dando mucho que hablar.
Jake es un joven que llega a un pueblecito en el que un grupo de macarras se dedican hacer carreras ilegales en las que se apuestan los coches. Allí conoce a un chico que su hermano murió asesinado sin que nadie sepa la identidad del criminal. También conocerá a una chica con la que comienza a flirtear, aunque ésta sea la novieta del jefe de la banda de macarras. Paralelamente aparece en el pueblo un misterioso conductor que, a bordo de su futurista vehículo, comienza a aniquilar a los componentes de la banda.
¿Recuerdas cuando hace poco salía Emílio Martínez-Lázaro pecho henchido con sus nosecuantos apellidos vascuences, diciendo aquello de "Prefiero que en España hagamos cine de la copla y no de vampiros"? Hombre, la cosa tiene su gracia y befa cuando resulta que el susodicho es guionista de La saga de los Drácula. Eso sí, como buen mercenario con insuflas arty, bajo el amparo del seudónimo, en este caso Lazarus Kaplan.
Si hay un personaje que dejó huella en la extensa filmografía de Louis de Funès es, sin duda, Ludovic Cruchot, más conocido entre nosotros como el gendarme de Saint-Tropez. Y no porque las películas donde lo interpretó fuesen las mejores, si no porque nos lo comimos hasta en 6 ocasiones, alargándose sus correrías durante casi dos décadas. Y eso, amigo, cala hondo. La cosa no tenía ningún secreto. Coges al cascarrabias que solía interpretar este actor menudo de orígenes hispánicos, lo subes a un Citroën Méhari, le das todo el poder que puede llevar el uniforme de gendarme y lo sueltas en un destino tan turístico como es el Saint-Tropez de los 60. Toda una saga co-producidas entre Francia e Italia (salvo las dos últimas, que ya serían 100% galas) que reventaban las taquillas del país de la Torre Eiffel, Italia, España y cualquier lugar que montara sesiones a la fresca entre bolsas de pipas y olorosos kikos. Todas dirigidas por Jean Girault (salvo la última, ya que murió de tuberculosis durante el rodaje y tuvo que finiquitarla Tony Aboyantz, director de la segunda unidad), prolífico director y guionista, cuya carrera quedó marcada por De Funès, al que dirigió en una docena de films desde que coincidieran en El pollo de mi mujer allá por el 63. Esta simbiosis traspasó la pantalla, hasta tal punto que el actor fue padrino de la hija de Girault.
Pero pese a la aceptación del público, la crítica odiaba todo lo que oliera a De Funès.Les Cahiers du Cinéma dijo que La gran juerga, uno de los hitos en el cine francés, era "el (film) más patético del año". El berrinche del actor fue tal que hizo que toda la prensa que llegara a sus manos fuera desprovista de cualquier crítica cinematográfica. Aunque, en el fondo, él lo que quería era ser venerado por Cahiers du Cinèma, hasta el punto de querer trabajar con Polanski para conseguirlo. Pero no todo eran luces en la vida del menudo actor de derechas ("ser de izquierdas es una moda como llevar melena" decía). Las sombras se cernían en sus ganas de destacar, obligando hacer cuantas tomas fuesen necesarias hasta que su personaje fuese el más gracioso y sobresaliese por el resto del cast. Eso por no hablar de sus compañeras féminas, elegidas a dedo por su señora y a poder ser lesbianas, por aquello que no hubiera ningún desliz. El gendarme de Saint-Tropez (Le Gendarme de Saint-Tropez, 1964).El gendarme Ludovic Cruchot vive en un pequeño pueblecito con su hija, hasta que lo ascienden a sargento y lo trasladan a Saint-Tropez, donde pasará a vivir en la gendarmería, siendo la mano derecha del Suboficial. Mientras él enreda con el resto de gendarmes, su hija está más por la labor de relacionarse con la muchachada del lugar, lo que le hará pasarse por la hija de un millonetis que tiene un yate anclado en el puerto, aunque realmente es un mafioso que planea robar un Rembrandt. Todo esto hace que la chica acabe robándole protagonismo al mismísimo De Funès. El inicio de la saga deja totalmente asentada las características que seguirían en las siguientes entregas: De Funès con su característico personaje cascarrabias, las apariciones de la monja Clotilde y su Citroen 2CV, la obsesión de los gendarmes por los nudistas y el desfile de los protagonistas al final de cada film. Todo ello bajo un manto de humor ingenuamente blanco, escenas que rozan la vergüenza ajena, el Douliou-douliou Saint-Tropez sonando a la que nos despitamos en este panfleto pro gendarmes que tira de espaldas. Tiene el detalle que, al igual que El mago de Oz, el principio está rodado en blanco y negro hasta que la acción se traslada a Saint-Tropez, donde la explosión de colores es total. Y con el detalle que fue la primera película que De Funès rodó en color. El film, junto a Fantomas(también del mismo año), asentó a su protagonista como una de las estrellas de la comedia francesa del momento. El gendarme de Saint-Tropez sentó casi 8 millones de nalgas francesas en las butacas de los cines, convirtiéndola en la película más taquillera de 1964, así que la secuela era inevitable. El gendarme en Nueva York (Le Gendarme à New York, 1965). Solo un año después ya tenían preparada esta segunda parte. Como ya vimos con Leprechaunes muy normal que cuando una saga da síntomas de cansancio decidan sacar al protagonista de su entorno natural. Lo curioso es que aquí lo hagan cuando sólo estamos en la segunda parte. Los gendarmes de Saint-Tropez son elegidos para representar a la policía francesa en un congreso en Nueva York. Y, como ya pasaba en el anterior film, la hija de Cruchot arma el lío cuando se empeña en apuntarse al viaje, con la consiguiente negativa de su padre. Aunque la tipa se las ingenia para irse como polizón. Más de lo mismo en este film con una banda sonora repleta de jazz, muchos chistes de lo paletos que se sienten los gabachos en tierras yankis (como nosotros, vamos) y donde lo mejor es el guiño-homenaje a West side story. Si 1964 supuso un subidón para la carrera de Louis de Funès, 1965 no fue menos. Esta secuela fue la 4 más taquillera del año, Fantomas vuelve la sexta y El hombre del cádilllac, protagonizada junto a Bourvil (con el compartió varias veces pantalla), la número 1 con más de 11 millones de espectadores. El gendarme se casa (Le gendarme se marie, 1968). Lo que en principio debió ser Le gendarme à Tokyo, Le gendarme à México o Le gendarme aux Jeux olympiques (recordemos que los Juegos se hicieron ese año en México)acabó siendo una producción menos ajetreada y costosa. El gendarme Cruchot conoce y se enamora de la viuda del coronel de la policía francesa, con el consiguiente cortejo.Paralelamente empieza una disputa con el ayudante Gerber por conseguir el ascenso a suboficial. Aquí nos desvelan que Cruchot es viudo y su mujer murió al nacer su hija. Hija que ya nunca más aparecería en la saga y sus disputas caseras se las llevaría su nueva mujer, Claude Gensac, una suerte de Nina Hartley habitual en las película de De Funès. Además, aparece un ladrón llamado Fred el carnicero que volvería a dejarse ver, aunque sin acreditar, en El gendarme y los extraterrestres. Y es la única de la saga que no termina con el desfile de rigor. También fue la única en la que en la edición patria no nos pusieron la voz de José María Angelat. Aunque también hay que decir que en la primera tampoco usaron al doblador, pero que en el reestreno en los 80 la volvieron a doblar ya con Angelat. Estamos a finales de los 60 y el actor, un pato Donald de carne y hueso, ya ha traspasado la línea de comediante de éxito a leyenda, después de conseguir que alguna de las varias películas que estrena anualmente sea la de mayor asistencia durante 5 años seguidos en su país de origen (El gendarme de Saint-Tropez, El hombre del cádillac, La gran juerga, Grandes vacaciones y El gendarme se casa). De la que hay que destacarLa gran juerga, que durante 10 semanas fue la película más vista de Francia, alzándose como la que mayor número de espectadores llevó a los cines de toda la historia gala. Record que ostentó durante más de 30 años y que le acabaría usurpando el Titanic de James Cameron. Casi ná. Y eso por no contar que también se paseó con éxito por Spain, Alemania o la antigua URSS, donde fue vista por más de 37 millones de espectadores. Éxitos que le catapultaron a ser el actor mejor pagado en su país, cobrando 40 millones de pesetas (240 mil € aprox.) de la época por película. Seis gendarmes en fuga (Le Gendarme en balade, 1970).En un primer momento se optó que esta cuarta entrega fuese la última, así fue mientras se escribía una de las primeras versiones del guión, titulado Le gendarme a la retraite, pero los productores avispados olieron que el invento podía alargarse todavía más. Los gendarmes deben abandonar sus ocupaciones ya que son sustituidos por agentes más jóvenes. Evidentemente después de unos meses sabáticos están como locos por volver a la acción, así que no se les ocurre otra cosa que desempolvar el viejo uniforme y hacer prevalecer la justicia pese a no estar autorizados. Nos encontramos con la más floja y tediosa de las entregas. Pese a comenzar muy bien, con un De Funès enloquecido que no para de disfrazarse y subirse por las paredes, la cosa se encalla rápido por culpa de un argumento inexistente. Eso sí, se nota que estamos en los 70, no sólo por su fotografía colorista, si no porque salen mujeres en bolas. Seguimos viendo actores de reparto que van apareciendo en la filmografía del cómico, como es el mayordomo (Christor Georgiadis), al que ya habíamos visto como técnico de sonido en El hombre orquesta. Además, nos justifican la ausencia de la hija de Cruchot diciendo que está casada. El film, pese a ser flojete, volvió a ser el más visto en Francia aquel año.
El gendarme y los extraterrestres (Le Gendarme et les Extra-terrestres, 1979). Nueve años han pasado desde la anterior entrega. El delicado estado de salud del cómico dan al traste con algunas comedias como Le crocodile de Gérard Oury, una vuelta de tuerca de El gran dictador de Chaplin pero ambientándola en América latina. Solo un par de meses antes que empiece el rodaje le llega una de sus primeros ataques al corazón. Años más tarde Oury volvió a levantar el proyecto, esta vez con Peter Sellers como protagonista, pero éste murió antes de iniciarse el rodaje. El delicado estado de salud de De Funès era público y notorio, lo que le obligó a dejar el teatro y a espaciar sus películas, básicamente porque las compañías de seguros no querían cubrir las producciones donde apareciese. El gendarme y los extraterrestres aparecería en pleno boom de moda espacial con Star Wars a la cabeza, después de haber rechazado algunos guiones como Le gendarme à l'exercice. Con un demacrado De Funès estamos ante una de las mejores de la saga. Por lo menos la cosa no está rellenada con gags que no vienen a cuento. Aquí, al menos, hay un inicio, nudo y desenlace de principio a fin. Colocar a los gendarmes en un film de science fiction, con reminicencias a La invasión de los ultracuerpos, es un punto a favor. Eso sí, que nadie se espere un guión de hierro porque no. Nunca sabemos que es lo que quieren estos extraterrestres y porqué vienen a un planeta que es tres cuartas partes agua cuando el líquido elemento es su criptonita particular. Con una banda sonora espectacular, un jovencito Lambert Wilson como extraterrestre, la incorporación deMaurice Risch al cast, Cruchot llamando "zorrita" todo el rato a su mujer (aquí nos la cambiaron de actriz), chistes que critican el boom de la publicidad de la época, efectos especiales cutres pero con sabor naif y un De Funès, que también metió mano en el guión, menos ágil que de costumbre. Pese a todo, el film volvió a ser lo más visto en Francia aquel año. El loco, loco mundo del gendarme (Le Gendarme et les Gendarmettes, 1982). Los gendarmes son trasladados a una nueva comisaría más moderna que cuenta con una flamante computadora. Además, reciben a unas chicas gendarmes para que les instruyan. Los problemas vienen cuando las chicas comienzan a ser secuestradas. A estas alturas convertir a De Funès en un Alfredo Landa desbocado cualquiera (y con toques racistas) está totalmente fuera de lugar. Dándonos más penita que otra cosa en un film flojito como él sólo. Pocas ganas debían de tener porque hasta reciclan el tema musical de la anterior entrega. Eso o que les gustó mucho como quedó. El loco, loco mundo del gendarme fue la última película de la saga y del actor, que murió un par de meses después del estreno. El fin de la serie hizo perdernos On a perdu le gendarme de Saint-Tropez dans le Triangle des Bermudes, que ya tenían en pleno proceso de escritura.
En casa siempre se visionan con orgullo y satisfacción las películas que transcurren en nuestra ciudad. La cripta, 11-11-11, Faust... en general la cosa acaba quedando algo churra, pero eso es buena señal y que ha hecho mella "nuestro sello" de chapucillas. Porque, al final, lo que nos gusta es ver la city, y si es en ese pasado imperfecto que nos sirve para aflorar viejas añoranzas, mejor que mejor.
La tabla de Flandes no sólo tiene el gracejo de estar rodado en la ciudad Condal, si no que, además, tiene un punto de partida atractivo: un cuadro flamenco del siglo XV donde se juega una partida de ajedrez, cae en manos de una restauradora que descubre que por debajo de alguna mano de pintura el lienzo oculta el mensaje secreto "¿Quién mató al caballero?". Con ello comenzará a indagar quienes eran los personajes del cuadro y porqué el autor escondió el texto, a la vez que en la vida real comienzan a asesinar gente muy cercana a la restauradora.
Hasta ahí muy bien, ¿verdad? Pues campana y se acabó, porque los 100 minutos que se toma el director para trasladar la obra de Pérez-Reverte al celuloide se tornan, cuanto menos, insoportables. Decía el autor que ya sabe de antemano que cada vez que vende los derechos de su obra para una adaptación el resultado será una mierda. Y razón no le faltaba cuando tildó al film aquí comentado como "infame y abyecto". Y como el karma es sabio, la cosa acabó con un estrepitoso fracaso en la taquilla hispánica.
Lo que podía y tenía que ser un film de misterio acabó siendo una patraña con una espantosa banda sonora (obra dePhilippe Sarde, habitual en el cine de Polanski) que le quita la poca intriga con la que la rodó Jim McBride, tipo del que apenas se le podía destacar el biopic de Jerry Lee Lewis, Gran bola de fuego. De él, después de La tabla de Flandes, poco más se supo salvo por otro biopic como el telefilmesco Meat Loaf (La historia y el drama). Rodado con aquella pátina que tenían las películas europeas de la época, que parecía que el color estuviera gastado, y el clásico error de querer que todo pase en los sitios más emblemáticos de la ciudad. Que si la protagonista vive delante del Mercat de Sant Antoni, su mentor en la casa Batlló, el gitano (que es rubio, con ojos azules y parece más bien un surfista californiano) pasa la vida jugando al ajedrez en el Parc Güell, el clímax final en el castillo de Canet de Mar...
Si alguien no conoce Barcelona y solamente toma esta película como referencia se pensará que esto está habitado por yonkis pinchándose en cualquier portal, fulanas, donde la gente se mete unos magreos entre cualquier ladrillo diseñado por Gaudí que rozan la pornografía urbana, y niños de aspecto africano dispuestos a camelarte con tal de afanarte la cartera. Ya le podía haber dado un toque el director de segunda unidad, el mismísimo Pedro Lazaga, todo un especialista en estas funciones en todo rodaje de fuera que pasase por aquí (Indiana Jones y la última cruzada, El reino de los cielos, El espinazo del diablo...). No confundir con Pedro Lazaga padre, que tantos puntos de share le ha dado a Cine de barrio.
Producida por la Ciby 2000, que le había financiado a Lynch Twin Peaks, fuego camina conmigo y Carretera perdida, y protagonizada por un reparto muy british: John Wood, Helen McCrory (la Narcissa Malfoy de Harry Potter), Art Malik (el colega con pinta de paki del Chuache en Mentiras arriesgadas), Peter Wingfield (visto en X-men 2) y una pequeña aparición de Michael Gough casi recien rescatado del ostracismo por Tim Burtonpara encarnar al Alfred de sus Batman. Aunque la prota absoluta es Kate Beckinsale, cuando apenas le habíamos visto en Mucho ruido y pocas nueces y todavía le faltaba una década para protagonizar su franquicia Underworld, que aquí enseña ubres y sobacos peludos. Lo dicho, mucho ruido y pocas nueces.