Misterio en la isla de los monstruos se anunció como una producción por todo lo alto, que había costado 82 millones de pesetas, con un reparto con estrellas internacionales como Terence Stamp y James Stewart, además de Paco Rabal. Luego la cosa acabó con algunas bajas, como la de James Stewart, que fue reemplazado por Peter Cushing, que por la época llevaba varias depresiones a sus espaldas por la muerte de su mujer y aceptaba la mayoría de los papeles que le ofrecían para poder estar distraído y no quedarse amargado en casa. También se apeó Rabal, que, habiendo tenido una lesión, cedió su papel a Paul Naschy / Jacinto Molina, que sólo aceptó para poder coincidir con Cushing. Para su desgracia nunca coincidió con el actor inglés.
Y es que todo este elenco no era más que un anzuelo, pues sus papeles se reducían a unos escasos 15-20 minutos en el caso de Stamp y Cushing. Molina salía 5 minutos o ni eso. Resultaba que los protagonistas de verdad era Ian Sera y David Hatton. El primero había sido fichado por Piquer por su facilidad con el inglés, acabando siendo el protagonista de los siguientes 3 films del director. Ya en Guerra sucia estuvo en tareas de producción para luego desaparecer del mapa cinematográfico. Por su parte, David Hatton era una actor inglés bastante conocido en la época por sus apariciones televisivas, con lo que nos deja entrever que Piquer intentó repetir la jugada de Kenneth More en Viaje al centro de la Tierra.
Además de estos dos y las breves actuaciones de los Cushing, Stamp y Naschy, teníamos por ahí a Frank Braña, Blanca Estrada (en su último trabajo cinematográfico), Luis Barboo y Anita Obregón.
Misterio en la isla de los monstruos es la primera película que recuerdo haber visto de Piquer. Sería en algún momento del verano del 86 u 87 que la puso TVE-1 un sábado por la tarde y lo único que llamó mi atención fueron los monstruos cubiertos de algas y poco más porque me parece que ni la acabé y me fui a jugar a fútbol. Y si un mocoso de 6 o 7 años de mediados de los 80 pasa de una película de aventuras con monstruitos, malo.
El film es bastante flojeras, con un David Hatton haciendo de personaje cómico que acaba siendo sumamente cargante; monstruos plasticosos con los que juegan constantemente con las perspectivas para hacerlos pasar por gigantescos y que, al final, justifican su falta de calidad porque "son obra de un juguetero". Un deus ex machina a la altura del "lo hizo un mago". Pero en la línea de todo el guión, que acaba siendo otra muestra de lo naif que podía llegar a ser el director. Además del propio Piquer, el guión también llevaba la firma de Joaquín Grau, que escribiría las siguientes Los diablos del mar y Los nuevos extraterrestres, y que estaba metido en rollos paranormales como todo el asunto de las caras de Bélmez.
Así se las gastaba Piquer
Como comenzaba a ser habitual en el director, el film se lanzó con un cartel vende-motos, una adaptación en formato comic firmado por Sanchís y un single con una canción de Regaliz. Todo ello ayudaría a que la taquilla fuese bastante buena con unos 134 millones de pesetas (algo más de 800 mil €) recaudados en los cines de aquí, con lo que habría que añadirle las ventas internacionales ya que tuvo distribución de la mano de la Fox. No hay que olvidar que el film fue bastante caro, 82 millones de pelas (casi medio millón de euros), siendo de los presupuestos más altos en este país por aquellos primeros 80. Pero no nos llevemos a engaño. Ya la crítica de la época dejaba patente que la ambición del director era muy superior a los medios con los que contaba y ponían a caer de un burro sus efectos anticuados y el inserto de escenas de otros films. A Piquer se le empezaba a atragantar la crítica.
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