No parecía mala idea volver a reunir a Stephen King y George A. Romero visto los buenos resultados de Creepshowy, en menor medida, Creepshow 2 (en ésta siendo una colaboración más bien indirecta). O quizá no, viendo que los dos últimos films de Romero (El día de los muertos, Atracción diabólica y Los ojos del diablo) fueron fracasos económicos y las adaptaciones de King comenzaban a estar de capa caída (El cortador de césped, Sonámbulos-esta era un guión para cine-...) y empezaron a facturarse directamente para televisión como miniseries (It, Tommyknockers...). En cambio, las adaptaciones de sus obras no ubicadas en el terror eran abrazadas por la crítica y público (Misery, Cadena perpetua...). La cuestión es que Romero cogió un recién publicado The dark half (aquí editado como La mitad oscura) y lo convirtió en guión.
Thad Beaumont es un niño al que le apasiona escribir, pero comienza a tener problemas de salud hasta que le descubren que ésto es generado por un tumor en el cerebro. Durante la operación los médicos empiezan a encontrar dentro del cráneo restos de dientes, un ojo... señal que son parte de que cuando era un feto tuvo un hermano gemelo que no llegó a desarrollarse y acabó formando parte de Thad. Pasan los años y el niño, ya adulto, se ha convertido en un escritor cuyas obras no son demasiado exitosas, en cambio, las que escribe bajo el seudónimo de George Stark son todo un éxito de ventas. Un buen día recibe la visita de un desconocido que asegura saber que él es realmente quien se esconde bajo el nombre de George Stark y le chantajea para no revelarlo. Para no pasar por ese mal trago decide hablar con su editor y hacer público que él es Stark y no va a publicar más con ese nombre. Después de ésto, empiezan aparecer asesinadas personas cercanas a él, y todos los indicios le apuntan como el asesino.
La mitad oscura fue una producción algo problemática. Timothy Hutton, el clásico actor que empieza muy fuerte ganando algún Oscar y alabanzas por doquier y que acaba desinflándose para terminar como secundario de lujo, se las hizo pasar canutas al director, haciendo lo que le daba la gana en el set de rodaje o, incluso, desapareciendo varios días sin que nadie supiera nada de él. Éste fue el segundo film que Romero facturaba para una gran productora, la Orion, para la que también realizó Atracción diabólica. Pero la productora de Robocop, El silencio de los corderos o Terrorífica luna de miel, no pasaba por momentos demasiado boyantes, y al igual que pasó con Robocop 3, tuvo congelada La mitad oscura un par de años ya que no tenía dinero para lanzarla pese a que ya estaba terminada. Finalmente, ya en 1993, la estrenó de aquella manera, recibiendo una aceptación del público más bien tibia, recaudando unos 10 millones en suelo norteamericano, lejos de los 15 que costó. Aun y así, a la compañía Symtus le dio por hacer una aventura gráfica para PC que acabó saliendo un año antes que la película. Para completar el cast, además del problemático Hutton teníamos por ahí a Michael Rooker, protagonista de Henry, retrato de un asesino que, irónicamente aquí ejerce de sheriff; Amy Madigan, la chica de Campo de sueños o la novia de John Candy en Solos con nuestro tío;Julie Harris, la novia de James Dean en Al este del Edén; Robert Joy, ahora conocido por ser el forense de C.S.I. Nueva York; y Royal Dano, el juez de Twin Peaks.
A La mitad oscura película no le ha sentado demasiado bien el paso del tiempo. Desde un buen principio sabemos que la cosa tira por el efecto Jeckyll y Hyde de desdoblamiento de personalidad, con lo que jugar con un posible asesino que quiera involucrar al protagonista rápidamente queda descartado. Pese a todo, Romero quiere darle cierto misterio a las primeras apariciones del doppelgänger, cuando ya sabemos de sobras quién es. Como suele ser habitual dentro del fantástico los efectos son muy importantes y, aunque éste no es un film con miles de efectos, los que hay, en general, están muy conseguidos. Eso sí, poca sangre vamos a ver, ¿quizá porque Romero tuvo suficiente con sus zombies? Los efectos fueron obra y gracia de Everett Burrell y John Vulich, que habían empezando en la Empire con Ghoulies o Trolly acabaron en El día de los muertos del propio Romero. Seguramente lo más interesante para los que hayan leído el libro es que podrán disfrutar de algunos guiños, como que el relato que escribe el protagonista siendo niño es el HereThere Be Tygers/Hay tigres del Skelton crew/Historias fantásticas que fue más o menos adpatada en el tríptico Los Willies.Y es que al igual que una gran parte de la obra de King, nos topamos con muchísimas auto referencias. La más importante es la referente a cuando que el propio escritor tuvo su momento de escribir bajo seudónimo con Richard Bachman.
Hay spoilers El abrupto final de Twin Peaks dejó a muchos con el culo torcido. Si bien en su último tercio su calidad había decaído bastante, el último tramo dio síntomas de recuperación para acabar cual ave Fénix con el portentoso último episodio dirigido por el propio Lynch. Pero la ABC se había cansado de esa serie que empezó como un fenómeno de masas, a la que se le encomendó la difícil misión de marcar el rumbo a la televisión moderna (Hola Expediente X, hola Perdidos), pero que rápidamente se les convirtió en una patata caliente entre las manos una vez que ELLOS forzaron para que se resolviera la trama de ¿quién mató a Laura Palmer?, que servía de mcguffin y excusa para toparnos con extrañas situaciones y no menos extraños personajes. Se habían cargado a su gallina de los huevos de oro, así que patada y a otra cosa.
Pero Lynch se había quedado con ganas de más y como el cadáver de Laura Palmer seguía caliente no le fue difícil que CIBY 2000, con quien acababa de firmar un contrato por 3 películas, le produjese un film de la serie. No hay que olvidar que cuando se anuncia el proyecto, la serie sigue emitiéndose en USA, aunque es más evidente que tiene los días contados y la ABC no renovará el contrato.
Lo primero que se decidió es que la historia estaría enmarcada antes de los hechos acontecidos en la serie. O sea, una precuela. Ésto hizo que el co-creador de la serie, el siempre poco valorado Mark Frost, se desentendiese de participar en la producción, argumentando que a él le interesaba más una secuela. Con esta baja, Lynch se buscó como compañero de guión a Robert Engels, que, después de los co-creadores y Harley Peyton (que no acabó muy bien con Lynch), era quien más controlaba la mitología de la serie después de escribir 10 episodios de la misma. Es muy curioso que el binomio Lynch/Frost naciera en un intento de adaptar el libro Goddess (aquí editado comoLas vidas secretas de Marilyn Monroe) de Anthony Summers, que relataba los últimos 7 días de Marilyn Monroe. Este fallido proyecto derivó en Northwest Passage, luego retitulado Twin Peaks.
El primer borrador del guión se centraba en el agente Cooper, pero éste se tuvo que desechar después que el actor que lo interpretaba,Kyle MacLachlan, rechazara volver a encarnarlo, ya que estaba muy descontento del rumbo que había tomado la serie en su etapa final. Más tarde, decidió que sí participaría en el proyecto siempre y cuando su colaboración se redujese al mínimo. Ésto hizo que Lynch pudiera contar con todo el elenco original de la serie salvo tres ausencias muy destacadas: Richard Beymer, que no quiso que su personaje fuese retratado como un traficante de drogas; Lara Flynn Boyle, por acumulación de rodajes; y Sherilyn Fenn, según ella porque no le gustaba el guión y según otros porque estaba muy crecida por su reciente popularidad. A cambio de estas ausencias hubo nuevas incorporaciones: los cantantes David Bowie y Chris Isaak, Harry Dean Stanton, Kiefer Sutherland y Moira Kelly, que sustituyó a Flynn Boyle en el papel de Donna.
Twin Peaks. Fuego camina conmigo fue una producción bastante modesta (10 millones) para ser parte de una franquicia tan importante como la de Twin Peaks, que pasó de puntillas en su carrera comercial en los cines. En USA fue un fracaso que apenas recaudó 4 millones y en Japón fue el único país donde tuvo una acogida positiva. En Spain, pese a que estaba previsto su proyección en cines, nunca se estrenó. Ni siquiera la pudimos catar en VHS aunque CIC Vídeo se había encargado de anunciarla en algunas revistas de la época. No fue hasta finales de los 90, cuando Canal Plus, aprovechando que estrenaba en televisión Carretera perdida, le dedicó un especial a la obra de Lynch y emitieron el film. No mucho después pudimos verlo en TVE y algún canal autonómico con el título de El diario de Laura Palmer, con un nuevo (y terrible) doblaje que ya no respetaba las voces de la serie y algunas escenas que lo necesitaban estaban sin subtitular. Incluso en Vía Digital se llegó a emitir con el erróneo título de Twin Peaks, el fuego camina conmigo. Una chapuza.
También es conocido el abucheo general que recibió la película en su paso por el festival de Cannes, justo 2 años después que Lynch se llevara la Palma de Oro por Corazón Salvaje. Siempre se ha dicho que este premio fue injusto y era más al director que a la película, con lo que la crítica estaba esperándole con los cuchillos afilados. También ayudó que el hacer una adaptación cinematográfica de la serie, cuando no había pasado ni un año desde su finalización, fuese catalogada como oportunista.
Twin Peaks. Fuego camina conmigo acabó siendo una película incomoda para su director y para los espectadores y fans de la serie. Si durante ésta, salvo un par de ocasiones, nunca se sale de los límites de Twin Peaks, en el film empezamos en Deer Meadow, donde un agente del FBI investiga el asesinato de Teresa Banks. Ni el agente tiene la simpatía y carisma del agente Cooper ni Deer Meadow la belleza de Twin Peaks, por no hablar de sus habitantes o agentes de la ley. Ni siquiera el cadáver de Teresa Banks tiene la hermosura del de Laura Palmer. En definitiva, que durante los primeros 45 minutos nos presentan unos elementos que parecen la otra cara de la moneda, el reverso oscuro de lo que vimos en la serie (no olvidemos que ésta empezaba con Josie mirándose a un espejo, lo que ya nos avisaba de todas las dualidades que nos íbamos a encontrar, empezando por la doble vida de Laura). A partir de ahí ya nos plantamos en Twin Peaks y nos encontramos las caras conocidas de Laura Palmer y familia, Bobby, Leo, James, Dona... pero algo falla. Sí, estamos en un lugar conocido con personajes conocidos, pero falta algo. No tenemos esos toques humorísticos tan surreales, no hay lechuzas, el erotismo puritano y pin-up de la serie dio paso a los desnudos nada sugeridos de las actrices, nos faltan los donuts, tartas de cereza y cafés tan negros como una noche sin luna. Todos esos momentos de relax, donde veíamos a los personajes haciendo cosas tan cotidianas como darse un capricho en forma de tarta de cerezas en el Doble R o hablar sobre el olor de los abetos Douglas, cosas que no aportaban nada a la trama pero que eran algo que no se había visto antes (sí, Tarantino no ha inventado nada) habían desaparecido. Estos instantes nos daban un falso momento apacible para luego ponernos una secuencia impactante, con lo que esta sensación de impacto se veía aumentada. Estos detalles (como todo el tema detectivesco o de logias) eran aportados por Mark Frost, lo que su ausencia en el film se nota y mucho. Todos estos elementos que nos faltan, en parte, hicieron a la serie especial y su desaparición hacen que el film sea Twin Peaks pasado por el filtro de Lynch al 100%. Este caso siempre me ha recordado, en esencia, a Batman Returns, una película de Tim Burton donde sale Batman y no una película de Batman dirigida por Burton.
Tampoco ayuda que Lynch tuviera limitada la duración de la cinta y muchas escenas con los habituales de la serie acabaron en el suelo de la sala de montaje. El sheriff Truman, Hawk, Pete, Lucy, Ed, el doctor Jacoby... no pudieron aparecer en una secuencias que, si bien no aportaban nada a la trama, estaban pensadas para que el espectador de la serie se sintiese en un universo mucho más reconocido. Otro problema con el que se encuentran los que no hayan visto la serie es que muchos de los personajes que aparecen no se explica realmente quienes son o su vinculación con Laura. Personajes a los que no hace falta presentación para los seguidores, que sí encontraran detalles/guiños a lo que se vio en la serie, como la cocaína en la bolsita de plástico en el diario de Laura, el diario que guarda Harold Smith, el pájaro Waldo o el personaje de Sam Stanley, que es rescatado de un diálogo de pasada al principio de la serie.
Aunque también hay que reprocharle que no son fieles en la recreación de algún decorado como el Doble R o la casa de Harold Smith. Aunque habría que ver hasta que punto ésto es premeditado. No olvidemos el plano que abre el film, con esa televisión explotando tras los títulos de crédito. Mensaje muy poco subliminal de Lynch, dejando muy claro que una cosa era la serie televisiva y otra el film. Tampoco hay que olvidar alguna incoherencia respecto a la serie. Uno muy evidente es el personaje de Leland Palmer. En la serie un hombre poseído por un ente diabólico que le obliga a matar. Aquí, en el film, parece que es muy consciente de sus actos, como si su posesión simplemente fuese el pequeño empujón que necesita para dar rienda sueltas a sus oscuros deseos de incesto.
Uno de los puntos más comentados del film era su metraje eliminado. En su día se hablaba de una película que estaría en torno a las casi 4 horas, pero, evidentemente, esto es inviable en un film comercial. Los nuevos tiempos y los nuevos formatos digitales parecían la excusa perfecta para que viésemos esas escenas donde personajes como el doctor Hayward o Andy hacían acto de presencia, pero problemas con CIBY 2000, que había tenido que indemnizar al director por no producirle las 3 películas que tenían acordadas, y que no estaba dispuesta a liberar el material descartado así como así. Con lo que los fans se tenían que contentar con ver algunas de las fotografías de esas escenas o leer el guión original y montar campañas en la red pidiendo firmas para conseguir que las deleted scenes acabaran saliendo. Finalmente, aprovechando que en este 2014 se cumplían 25 años del asesinato de Laura Palmer, Paramount lanzó en formato Blu-ray un pack con la serie completa, la película y un montón de extras, entre ellos las famosas escenas eliminadas.
Para culminarlo todo, a principios de este mes de octubre de 2014 Lynch y Frost twittearon a la vez "Dear Twitter Friends: That gum you like is going to come back in style" justo a las 11.30 de la mañana, la hora en la que Cooper llegaba a Twin Peaks. Ésto, junto al hecho que unas semanas atrás el propio Lynch intentaba localizar a Everett McGill (el Ed Hurley de la serie) y que en el sueño de Cooper quedaba atrapado 25 años en la habitación roja, ha dado pie a multitud de especulaciones sobre un posible retorno al universo de Laura Palmer, ya fuese como serie o largometraje (¿de la mano de Netflix o Showtime?). Y como decía el propio Cooper: cuando dos sucesos aparentemente inconexos acontecen a la vez debemos prestarles toda nuestra atención.
Lo que está claro es que, 25 años después, el universo de Twin Peaks sigue vivo y sigue dando mucho que hablar.
Jake es un joven que llega a un pueblecito en el que un grupo de macarras se dedican hacer carreras ilegales en las que se apuestan los coches. Allí conoce a un chico que su hermano murió asesinado sin que nadie sepa la identidad del criminal. También conocerá a una chica con la que comienza a flirtear, aunque ésta sea la novieta del jefe de la banda de macarras. Paralelamente aparece en el pueblo un misterioso conductor que, a bordo de su futurista vehículo, comienza a aniquilar a los componentes de la banda.
¿Recuerdas cuando hace poco salía Emílio Martínez-Lázaro pecho henchido con sus nosecuantos apellidos vascuences, diciendo aquello de "Prefiero que en España hagamos cine de la copla y no de vampiros"? Hombre, la cosa tiene su gracia y befa cuando resulta que el susodicho es guionista de La saga de los Drácula. Eso sí, como buen mercenario con insuflas arty, bajo el amparo del seudónimo, en este caso Lazarus Kaplan.
Si hay un personaje que dejó huella en la extensa filmografía de Louis de Funès es, sin duda, Ludovic Cruchot, más conocido entre nosotros como el gendarme de Saint-Tropez. Y no porque las películas donde lo interpretó fuesen las mejores, si no porque nos lo comimos hasta en 6 ocasiones, alargándose sus correrías durante casi dos décadas. Y eso, amigo, cala hondo. La cosa no tenía ningún secreto. Coges al cascarrabias que solía interpretar este actor menudo de orígenes hispánicos, lo subes a un Citroën Méhari, le das todo el poder que puede llevar el uniforme de gendarme y lo sueltas en un destino tan turístico como es el Saint-Tropez de los 60. Toda una saga co-producidas entre Francia e Italia (salvo las dos últimas, que ya serían 100% galas) que reventaban las taquillas del país de la Torre Eiffel, Italia, España y cualquier lugar que montara sesiones a la fresca entre bolsas de pipas y olorosos kikos. Todas dirigidas por Jean Girault (salvo la última, ya que murió de tuberculosis durante el rodaje y tuvo que finiquitarla Tony Aboyantz, director de la segunda unidad), prolífico director y guionista, cuya carrera quedó marcada por De Funès, al que dirigió en una docena de films desde que coincidieran en El pollo de mi mujer allá por el 63. Esta simbiosis traspasó la pantalla, hasta tal punto que el actor fue padrino de la hija de Girault.
Pero pese a la aceptación del público, la crítica odiaba todo lo que oliera a De Funès.Les Cahiers du Cinéma dijo que La gran juerga, uno de los hitos en el cine francés, era "el (film) más patético del año". El berrinche del actor fue tal que hizo que toda la prensa que llegara a sus manos fuera desprovista de cualquier crítica cinematográfica. Aunque, en el fondo, él lo que quería era ser venerado por Cahiers du Cinèma, hasta el punto de querer trabajar con Polanski para conseguirlo. Pero no todo eran luces en la vida del menudo actor de derechas ("ser de izquierdas es una moda como llevar melena" decía). Las sombras se cernían en sus ganas de destacar, obligando hacer cuantas tomas fuesen necesarias hasta que su personaje fuese el más gracioso y sobresaliese por el resto del cast. Eso por no hablar de sus compañeras féminas, elegidas a dedo por su señora y a poder ser lesbianas, por aquello que no hubiera ningún desliz. El gendarme de Saint-Tropez (Le Gendarme de Saint-Tropez, 1964).El gendarme Ludovic Cruchot vive en un pequeño pueblecito con su hija, hasta que lo ascienden a sargento y lo trasladan a Saint-Tropez, donde pasará a vivir en la gendarmería, siendo la mano derecha del Suboficial. Mientras él enreda con el resto de gendarmes, su hija está más por la labor de relacionarse con la muchachada del lugar, lo que le hará pasarse por la hija de un millonetis que tiene un yate anclado en el puerto, aunque realmente es un mafioso que planea robar un Rembrandt. Todo esto hace que la chica acabe robándole protagonismo al mismísimo De Funès. El inicio de la saga deja totalmente asentada las características que seguirían en las siguientes entregas: De Funès con su característico personaje cascarrabias, las apariciones de la monja Clotilde y su Citroen 2CV, la obsesión de los gendarmes por los nudistas y el desfile de los protagonistas al final de cada film. Todo ello bajo un manto de humor ingenuamente blanco, escenas que rozan la vergüenza ajena, el Douliou-douliou Saint-Tropez sonando a la que nos despitamos en este panfleto pro gendarmes que tira de espaldas. Tiene el detalle que, al igual que El mago de Oz, el principio está rodado en blanco y negro hasta que la acción se traslada a Saint-Tropez, donde la explosión de colores es total. Y con el detalle que fue la primera película que De Funès rodó en color. El film, junto a Fantomas(también del mismo año), asentó a su protagonista como una de las estrellas de la comedia francesa del momento. El gendarme de Saint-Tropez sentó casi 8 millones de nalgas francesas en las butacas de los cines, convirtiéndola en la película más taquillera de 1964, así que la secuela era inevitable. El gendarme en Nueva York (Le Gendarme à New York, 1965). Solo un año después ya tenían preparada esta segunda parte. Como ya vimos con Leprechaunes muy normal que cuando una saga da síntomas de cansancio decidan sacar al protagonista de su entorno natural. Lo curioso es que aquí lo hagan cuando sólo estamos en la segunda parte. Los gendarmes de Saint-Tropez son elegidos para representar a la policía francesa en un congreso en Nueva York. Y, como ya pasaba en el anterior film, la hija de Cruchot arma el lío cuando se empeña en apuntarse al viaje, con la consiguiente negativa de su padre. Aunque la tipa se las ingenia para irse como polizón. Más de lo mismo en este film con una banda sonora repleta de jazz, muchos chistes de lo paletos que se sienten los gabachos en tierras yankis (como nosotros, vamos) y donde lo mejor es el guiño-homenaje a West side story. Si 1964 supuso un subidón para la carrera de Louis de Funès, 1965 no fue menos. Esta secuela fue la 4 más taquillera del año, Fantomas vuelve la sexta y El hombre del cádilllac, protagonizada junto a Bourvil (con el compartió varias veces pantalla), la número 1 con más de 11 millones de espectadores. El gendarme se casa (Le gendarme se marie, 1968). Lo que en principio debió ser Le gendarme à Tokyo, Le gendarme à México o Le gendarme aux Jeux olympiques (recordemos que los Juegos se hicieron ese año en México)acabó siendo una producción menos ajetreada y costosa. El gendarme Cruchot conoce y se enamora de la viuda del coronel de la policía francesa, con el consiguiente cortejo.Paralelamente empieza una disputa con el ayudante Gerber por conseguir el ascenso a suboficial. Aquí nos desvelan que Cruchot es viudo y su mujer murió al nacer su hija. Hija que ya nunca más aparecería en la saga y sus disputas caseras se las llevaría su nueva mujer, Claude Gensac, una suerte de Nina Hartley habitual en las película de De Funès. Además, aparece un ladrón llamado Fred el carnicero que volvería a dejarse ver, aunque sin acreditar, en El gendarme y los extraterrestres. Y es la única de la saga que no termina con el desfile de rigor. También fue la única en la que en la edición patria no nos pusieron la voz de José María Angelat. Aunque también hay que decir que en la primera tampoco usaron al doblador, pero que en el reestreno en los 80 la volvieron a doblar ya con Angelat. Estamos a finales de los 60 y el actor, un pato Donald de carne y hueso, ya ha traspasado la línea de comediante de éxito a leyenda, después de conseguir que alguna de las varias películas que estrena anualmente sea la de mayor asistencia durante 5 años seguidos en su país de origen (El gendarme de Saint-Tropez, El hombre del cádillac, La gran juerga, Grandes vacaciones y El gendarme se casa). De la que hay que destacarLa gran juerga, que durante 10 semanas fue la película más vista de Francia, alzándose como la que mayor número de espectadores llevó a los cines de toda la historia gala. Record que ostentó durante más de 30 años y que le acabaría usurpando el Titanic de James Cameron. Casi ná. Y eso por no contar que también se paseó con éxito por Spain, Alemania o la antigua URSS, donde fue vista por más de 37 millones de espectadores. Éxitos que le catapultaron a ser el actor mejor pagado en su país, cobrando 40 millones de pesetas (240 mil € aprox.) de la época por película. Seis gendarmes en fuga (Le Gendarme en balade, 1970).En un primer momento se optó que esta cuarta entrega fuese la última, así fue mientras se escribía una de las primeras versiones del guión, titulado Le gendarme a la retraite, pero los productores avispados olieron que el invento podía alargarse todavía más. Los gendarmes deben abandonar sus ocupaciones ya que son sustituidos por agentes más jóvenes. Evidentemente después de unos meses sabáticos están como locos por volver a la acción, así que no se les ocurre otra cosa que desempolvar el viejo uniforme y hacer prevalecer la justicia pese a no estar autorizados. Nos encontramos con la más floja y tediosa de las entregas. Pese a comenzar muy bien, con un De Funès enloquecido que no para de disfrazarse y subirse por las paredes, la cosa se encalla rápido por culpa de un argumento inexistente. Eso sí, se nota que estamos en los 70, no sólo por su fotografía colorista, si no porque salen mujeres en bolas. Seguimos viendo actores de reparto que van apareciendo en la filmografía del cómico, como es el mayordomo (Christor Georgiadis), al que ya habíamos visto como técnico de sonido en El hombre orquesta. Además, nos justifican la ausencia de la hija de Cruchot diciendo que está casada. El film, pese a ser flojete, volvió a ser el más visto en Francia aquel año.
El gendarme y los extraterrestres (Le Gendarme et les Extra-terrestres, 1979). Nueve años han pasado desde la anterior entrega. El delicado estado de salud del cómico dan al traste con algunas comedias como Le crocodile de Gérard Oury, una vuelta de tuerca de El gran dictador de Chaplin pero ambientándola en América latina. Solo un par de meses antes que empiece el rodaje le llega una de sus primeros ataques al corazón. Años más tarde Oury volvió a levantar el proyecto, esta vez con Peter Sellers como protagonista, pero éste murió antes de iniciarse el rodaje. El delicado estado de salud de De Funès era público y notorio, lo que le obligó a dejar el teatro y a espaciar sus películas, básicamente porque las compañías de seguros no querían cubrir las producciones donde apareciese. El gendarme y los extraterrestres aparecería en pleno boom de moda espacial con Star Wars a la cabeza, después de haber rechazado algunos guiones como Le gendarme à l'exercice. Con un demacrado De Funès estamos ante una de las mejores de la saga. Por lo menos la cosa no está rellenada con gags que no vienen a cuento. Aquí, al menos, hay un inicio, nudo y desenlace de principio a fin. Colocar a los gendarmes en un film de science fiction, con reminicencias a La invasión de los ultracuerpos, es un punto a favor. Eso sí, que nadie se espere un guión de hierro porque no. Nunca sabemos que es lo que quieren estos extraterrestres y porqué vienen a un planeta que es tres cuartas partes agua cuando el líquido elemento es su criptonita particular. Con una banda sonora espectacular, un jovencito Lambert Wilson como extraterrestre, la incorporación deMaurice Risch al cast, Cruchot llamando "zorrita" todo el rato a su mujer (aquí nos la cambiaron de actriz), chistes que critican el boom de la publicidad de la época, efectos especiales cutres pero con sabor naif y un De Funès, que también metió mano en el guión, menos ágil que de costumbre. Pese a todo, el film volvió a ser lo más visto en Francia aquel año. El loco, loco mundo del gendarme (Le Gendarme et les Gendarmettes, 1982). Los gendarmes son trasladados a una nueva comisaría más moderna que cuenta con una flamante computadora. Además, reciben a unas chicas gendarmes para que les instruyan. Los problemas vienen cuando las chicas comienzan a ser secuestradas. A estas alturas convertir a De Funès en un Alfredo Landa desbocado cualquiera (y con toques racistas) está totalmente fuera de lugar. Dándonos más penita que otra cosa en un film flojito como él sólo. Pocas ganas debían de tener porque hasta reciclan el tema musical de la anterior entrega. Eso o que les gustó mucho como quedó. El loco, loco mundo del gendarme fue la última película de la saga y del actor, que murió un par de meses después del estreno. El fin de la serie hizo perdernos On a perdu le gendarme de Saint-Tropez dans le Triangle des Bermudes, que ya tenían en pleno proceso de escritura.
En casa siempre se visionan con orgullo y satisfacción las películas que transcurren en nuestra ciudad. La cripta, 11-11-11, Faust... en general la cosa acaba quedando algo churra, pero eso es buena señal y que ha hecho mella "nuestro sello" de chapucillas. Porque, al final, lo que nos gusta es ver la city, y si es en ese pasado imperfecto que nos sirve para aflorar viejas añoranzas, mejor que mejor.
La tabla de Flandes no sólo tiene el gracejo de estar rodado en la ciudad Condal, si no que, además, tiene un punto de partida atractivo: un cuadro flamenco del siglo XV donde se juega una partida de ajedrez, cae en manos de una restauradora que descubre que por debajo de alguna mano de pintura el lienzo oculta el mensaje secreto "¿Quién mató al caballero?". Con ello comenzará a indagar quienes eran los personajes del cuadro y porqué el autor escondió el texto, a la vez que en la vida real comienzan a asesinar gente muy cercana a la restauradora.
Hasta ahí muy bien, ¿verdad? Pues campana y se acabó, porque los 100 minutos que se toma el director para trasladar la obra de Pérez-Reverte al celuloide se tornan, cuanto menos, insoportables. Decía el autor que ya sabe de antemano que cada vez que vende los derechos de su obra para una adaptación el resultado será una mierda. Y razón no le faltaba cuando tildó al film aquí comentado como "infame y abyecto". Y como el karma es sabio, la cosa acabó con un estrepitoso fracaso en la taquilla hispánica.
Lo que podía y tenía que ser un film de misterio acabó siendo una patraña con una espantosa banda sonora (obra dePhilippe Sarde, habitual en el cine de Polanski) que le quita la poca intriga con la que la rodó Jim McBride, tipo del que apenas se le podía destacar el biopic de Jerry Lee Lewis, Gran bola de fuego. De él, después de La tabla de Flandes, poco más se supo salvo por otro biopic como el telefilmesco Meat Loaf (La historia y el drama). Rodado con aquella pátina que tenían las películas europeas de la época, que parecía que el color estuviera gastado, y el clásico error de querer que todo pase en los sitios más emblemáticos de la ciudad. Que si la protagonista vive delante del Mercat de Sant Antoni, su mentor en la casa Batlló, el gitano (que es rubio, con ojos azules y parece más bien un surfista californiano) pasa la vida jugando al ajedrez en el Parc Güell, el clímax final en el castillo de Canet de Mar...
Si alguien no conoce Barcelona y solamente toma esta película como referencia se pensará que esto está habitado por yonkis pinchándose en cualquier portal, fulanas, donde la gente se mete unos magreos entre cualquier ladrillo diseñado por Gaudí que rozan la pornografía urbana, y niños de aspecto africano dispuestos a camelarte con tal de afanarte la cartera. Ya le podía haber dado un toque el director de segunda unidad, el mismísimo Pedro Lazaga, todo un especialista en estas funciones en todo rodaje de fuera que pasase por aquí (Indiana Jones y la última cruzada, El reino de los cielos, El espinazo del diablo...). No confundir con Pedro Lazaga padre, que tantos puntos de share le ha dado a Cine de barrio.
Producida por la Ciby 2000, que le había financiado a Lynch Twin Peaks, fuego camina conmigo y Carretera perdida, y protagonizada por un reparto muy british: John Wood, Helen McCrory (la Narcissa Malfoy de Harry Potter), Art Malik (el colega con pinta de paki del Chuache en Mentiras arriesgadas), Peter Wingfield (visto en X-men 2) y una pequeña aparición de Michael Gough casi recien rescatado del ostracismo por Tim Burtonpara encarnar al Alfred de sus Batman. Aunque la prota absoluta es Kate Beckinsale, cuando apenas le habíamos visto en Mucho ruido y pocas nueces y todavía le faltaba una década para protagonizar su franquicia Underworld, que aquí enseña ubres y sobacos peludos. Lo dicho, mucho ruido y pocas nueces.
Los sesenta fueron años de hegemonía en la industria cinematográfica europea. Las películas modestas tenían su mercado, no como hoy. Co-producciones que sacaban lo justo en sus limitadísimos estrenos en las urbes, hacían su agosto en los cines parroquiales y de barrio. Con el eurospy (género de agentes secretos que explotaban el éxito de los James Bond norteamericanos) y eurocrime (pelis de crímenes donde los italianos eran los reyes) el exploitation tocaba techo.
Un batiburrillo de estos subgéneros era el Fantomas cinematográfico moderno (recordemos que ya se habían realizado seriales mudos a principios de siglo y un par de films en los 30 y 40), que distaba mucho del de papel impreso. En el celuloide poco le interesaba acumular riquezas, los nuevos tiempos le habían quitado naftalina y buscaba la dominación del mundo. Además, el personaje de la fotógrafo Helene pasaba de ser su hija a su objetivo fálico. Personaje éste que iba acompañada por el periodista Fandor, encarnado siempre por Jean Marais (protagonista masculino de La bella y la bestia deJean Cocteau), que, a su vez, interpretaba al mismísimo Fantomas (aunque con la voz de Raymond Pellegrin en la V.O.) bajo esa máscara azulada que de pequeño siempre me daban a entender que era extraterrestre, monstruo o algo más allá del hombre. La otra pareja que repetiría en la trilogía eran los agentes de la ley Juve y Bertrand. El primero interpretado por Louis de Funès, lo que hacía que el personaje original, todo un cerebro andante que podía medirse con el mismísimo Holmes, acabara convertido en el alivio cómico, dando rienda suelta De Funès a su repertorio de muecas y aspavientos, transmutando al personaje en un sosias del inspector Clouseau. Lo que hace sospechar que, siendo La pantera rosa un par de años anterior a Fantomas, los guionistas tomaron buena nota del invento de Blake Edwards. Todos estos cambios no hicieron otra cosa que amargar al co-creador del personaje, Marcel Allain, que lanzaba sapos y culebras cada vez que le sacaban el tema. Tampoco fue mucho más benevolente la crítica de la época, pero, como siempre, el público es quien manda y los films eran de los más vistos en Francia. Fantomas (Fantômas, 1964). Al parecer fue el propioJean Marais quien llevó el proyecto de adaptación a la productora P.A.C., y no sería descabellado pensar que él también tuvo mucho que ver en la elección de André Hunebelle como director (acabaría dirigiendo toda la trilogía), todo un especialista en films de acción que había dirigido varios films de espadachines con Marais como protagonista y luego se encargaría de varios films de la saga O.S.S. 117. Una serie de robos comienzan a sucederse en Francia, todos firmados por un tal Fantomas. El periodista Fandor cree que el criminal no existe y decide sacar provecho de la situación escribiendo una falsa entrevista con él. Hecho que enfadará al ladrón tomándose su venganza. El film es una primera toma de contacto con el personaje y la cosa todavía no es del todo redonda, pero hay numerosos aciertos como la máscara de Fantomas y su escondite, la misteriosa banda sonora de Michel Magne o el último tramo del film, todo un prodigio de la persecuciones (de la época). Se nota que Marais es el protagonista total y absoluto, protagonismo que iría perdiendo en las siguientes en favor de De Funès. Uno de los puntos negros que siempre hemos sacado los fans de Louis De Funès es
que en cada una de las películas de la trilogía le pusieron un doblador
diferente y nunca se respetó su voz más habitual, la de Jose Mária Ángelat. Fantomas tuvo
un éxito masivo en Francia y en varios países europeos (en Rusia tuvo
más de 60 millones de espectadores), lo que ayudaba a seguir produciendo
correrías del villano. Fantomas vuelve (Fantômas se déchaîne, 1965). Con el éxito del anterior film y que De Funès ya estaba totalmente on fire en la taquilla gala (ya llevaban dos películas de la saga de los gendarmes) no había impedimento para seguir explotando al personaje de Fantomas, por lo que 12 meses después ya estaba lista esta secuela que en su versión original tenía un título la mar de chanante, Fantomas desencadenado. Un año lleva el rey del crimen y las máscaras sin dar señales de vida, pero el ladrón vuelve a las andadas secuestrando a un científico que desarrolla un arma capaz de dominar la mente de las personas. Lo que hará que los duetos Juve-Bertrand y Fandor-Helene se pongan manos a la obra para impedir que el genio del mal se salga con la suya. Con unos títulos de crédito animados, que son un resumen del anterior film, lo que siempre resulta simpático y nos ayuda a recordar lo sucedido, empieza esta secuela ya totalmente inspirada en la saga de James Bond con la aparición de multitud de gadgets como el Citroën DS que se transforma en avión e, incluso, la base secreta de Fantomas, que se encuentra dentro de un volcán. Sin ir más lejos Max Douy, el diseñador de producción, acabaría haciendo lo mismo en el Moonraker de Roger Moore. Aquí ya el personaje cómico de Juve se lleva casi todo el protagonismo, y eso que en un principio no estaba previsto que apareciese en esta secuela, pero el éxito desmesurado que tenía De Funès en Francia (había empalmado tres hits del calibre de: El gendarme de Saint-Tropez, Fantomas y El hombre del cadillac) hacía imposible no subirse al caballo ganador y volver a usar al exitoso actor. Como curiosidad decir que De Funès llega a matar a varios sicarios y encima se chotea, cosa que hoy sería imposible en un film más o menos familiar como éste. Además, tenemos por ahí al hijo del cómico, Olivier de Funès, que luego aparecería en varios films de su padre y que aquí tiene un papel totalmente innecesario y huele más a imposición paternal que otra cosa. Con todo, Fantomas vuelve es la mejor de la trilogía, manteniendo un equilibrio entre lo cómico y el eurospy, con un malo deseoso de dominar el mundo con su plan maqueavélico y multitud de gadgets.
Fantomas contra Scotland Yard (Fantômas contre Scotland Yard, 1967). Tercera y última entrega. Nuestro criminal favorito urda un plan para conseguir dinero: exigir un impuesto por vivir a los hombres más ricos del mundo. El primero en ser extorsionado es un multimillonario escocés que se pondrá en contacto con el comisario Juve. Curiosa vuelta de tuerca que nos plantean aquí, ya que casi toda la acción pasa durante un fin de semana en un castillo de las highlands donde los invitados van muriendo (sesión espiritista inclusive). Sí, podría casi emparentarse con la clásica película agathachritesca o whodunit, pero no. La cosa no acaba de ir por esos derroteros, además, ya sabríamos desde el principio quien es el asesino. Al final todo lo de trasladar la acción a Escocia es una chotada para que De Funès haga chistes de faldas y la caza del zorro. Y es que el cómico acaba por apoderarse totalmente de film, dejando de lado a los periodistas Fandor-Helene, meros comparsas que sirven de Deus ex machina para que alguien le gane la partida a Fantomas. Esta tercera, pese a bajar un poco en recaudación (cosa normal), volvió a contar con el beneplácito del público, lo que animó a los productores a encargar una cuarta entrega. Pero las cosas habían cambiado mucho desde el primer Fantomas. De Funès estaba en su momento más álgido y las propuestas se le amontonaban, haciendo 3 o 4 films por año, lo que hacía muy difícil encontrar un hueco en la agenda, además que su caché se había disparado. Por su parte, Jean Marais estaba descontento del rumbo que había cogido la serie, dándole más protagonismo a De Funès y llevándola al terreno puramente cómico. Es por ello que lo que tenía que haber sido Fantomas en Moscú, donde el periodista Fandor descubría que era hijo del mismísimo Fantomas, acabó por no materializarse nunca. Fantomas ya no volvería a la gran pantalla, al menos de momento. Pero tuvo su oportunidad en la televisión con una co-producción germano francesa que data de 1979 y apenas 4 capítulos de 90 minutos cada uno, que adaptaban algunas novelas originales. El villano era interpretado por Helmut Berger y dos fueron dirigidos por Juan Luis Buñuel, hijo del director de Un perro andaluz y demás películas carne de filmotecas, y los otros porClaude Chabrol.
Desde hace unas semanas se viene hablando mucho de Birdman, la última película de Alejandro González Iñárritu. Por lo que se sabe su protagonista, Michael Keaton, personifica a un actor que en su día fue popular por encarnar al personaje del título y ahora, después de llevar años en el dique seco, intenta levantar una representación de De que hablamos cuando hablamos de amor deRaymond Carver en Broadway. Con sus primeros pases en festivales como el de Venecia, se la está catapultando como una de las que se pueden llevar un porrón de nominaciones en los próximos Oscar. Y quien más beneficiado ha estado a sido Keaton, del que mucha gente habla de recuperación, de regreso... Hombre, no hay que ser muy lumbreras para revisar su filmografía y ver que nunca ha dejado de rodar y estrenar films cada año. Cierto es, también, que lo hacía en films de segunda línea (o que luego tuvieron muchos problemas de distribución) y ha sido en los últimos años cuando ha vuelto a participar en super producciones en las que, por otra parte, suele interpretar personajes secundarios.
Un ladronzuelo que acaba de fugarse de la cárcel pone rumbo a un pequeño pueblo gallego, donde su compañero de huida tiene escondidas unas joyas. De camino se encuentra a un anciano que lo engatusa y lo lleva a su aldea, un lugar habitado por gente extraña, decrépita y con una extraña amabilidad. Aunque muchos se apresuraron a catalogar el film como burtoniano, para mi gusto está mucho más cercano al Mad monster party? de J. Bass que, a su vez, era la inspiración directa de Pesadilla antes de Navidad.
Los muñecos están hechos con silicona lo que, a diferencia de otras cintas de animación stop motion, permitía mover cualquier elemento de la cara, evitando la técnica del intercambio de bocas, lo que le da cierta imperfección, aportándole un toque de artesanía y humanidad que le da un gracejo que no tienen las producciones actuales. Uno de los aspectos a destacar es que los personajes están doblados por un elenco bastante reconocible: Jorge Sanz, Geraldine Chaplin, Luis Tosar, Manuel Manquiña y Paul Naschy / Jacinto Molina en uno de sus últimos trabajos. Éste último tiene el detalle que interpreta a un arcipreste malcarado y egoísta que solamente le importa llenarse el gañote, vivir deluxe y apuntarse todos los tantos en su marcador, lo que hace que sea una extensión del propio Naschy en la vida real. Al menos por toda la historia negra que arrastra.
Y no solamente es que esta gente ponga las voces, si no que la mayoría de los muñecos son caricaturas de ellos. Y los que no lo son tienen el detalle de ser recreaciones de el Nosferatu de Max Schreck (que tiene la gracia que cuando camina no mueve las piernas, si no que se desliza) o Boris Karloff. Y es este hecho de querer emular a las producciones norteamericanas, donde usan a caras reconocibles para doblar a personajes animados, donde El apóstol se da de bruces. Los actores autóctonos están fatal, vocalizando de pena (como es costumbre en el cine patrio), lo que nos hace no entender muchos de los diálogos. Además, si la intención de usar voces de actores conocidos era una estratagema comercial, fue un error garrafal. Entiendo que los yankis usen voces de las celebrities porque eso ayuda a promocionar el film y que los medios le den cobertura, pero aquí nadie mueve el culo para ver un film animado con las voces de dicho elenco.
El apóstol (O apóstolo) es el clásico proyecto quijotesco que aparece cada cierto tiempo en este país. Más de 5 millones de euros invertidos, más de 70 decorados construidos, un año de preproducción y dos de rodaje, técnicos que habían estado en Frankenweenie, La novia cadáver o Los mundos de Coraline, Philip Glass (Candyman, El ilusionista) en la banda sonora y un montón de rostros conocidos poniendo las voces. Y, tal como dicta la ley de Murphy, el film apenas llegó a los 60 mil euros recaudados, uniéndose, junto a Sabotaje de los Ibarretxe brothers o Capitán Trueno, entre muchas otras, al selecto club de los mayores fiascos financieros que ha dado este país. Según Fernando Cortizo, su director, la culpa fue del cha-cha-chá y de la distribuidora, que no cumplió con lo pactado y estrenó con muchas menos copias de las prometidas. Estos alegaron que las grandes cadenas de cines se negaron a proyectarla, que los estrenos de la competencia hicieron estragos, que el hecho de limitarse a las copias digitales y no tenerlas en 35mm limitaba la distribución y que la panadería de la esquina de mi calle había subido el precio de los panecillos integrales. Sea como fuere, el film ha sido uno de los mayores fracasos de los últimos años, lo que lo convierte automáticamente en carne de culto. Y razones no le faltan más allá de su varapalo taquillero. Toda su atmósfera entre gótica y onírica (cosa que le va muy bien a las aldeas gallegas como se demostró en Dagon), un guión que, pese alguna laguna y estar resuelto de aquella manera, nos tiene bastante pendientes y no telegrafía lo que nos vendrá. Y salvo por el detalle del doblaje (de lejos lo más flojo) estamos ante lo mejorcito del cine animado de este país.
Si el primer Cazafantasmasno me gustó, esta segunda no iba a ser menos. Y lo cierto es que el punto de partida tiene su gracia. Nuestros protagonistas están de capa caída, ya no hay fantasmas y sus funciones han quedado para el olvido, dedicándose a amenizar fiestas infantiles, presentar programas dedicados a fenómenos paranormales y cualquier cosa que les sirva para sacar cuatro perras. Hasta que descubren que debajo de la ciudad fluyen una sustancia mucosa muy sospechosa.
Como decía, el inicio me hace gracia, pero más gracia me hace que el malvado de turno esté enclaustrado en un cuadro. Esta idea de alguien encerrado en una pintura siempre me ha parecido una idea muy inquietante, como ya vimos en La maldición de las brujas, en un capítulo que daba auténtico miedo de Don Drácula y hasta en una cubierta de Sanjulián para el Creppy. Lástima que aquí, como pasaba en la primera con el arquitecto del edificio, quede todo muy desdibujado y no exploten ideas con muchas opciones. Si algo hay de claro en el film es que el guión es un batiburrillo de cosas, lo que parece indicar que ahí tuvieron muchos problemas de escrituras y revisiones que, al final, siempre acaban repercutiendo en el resultado.
A los ya conocidos Murray, Aykroyd, Ramis, Hudson, Weaver y Moranis, se les unía Peter MacNicol (protagonista de El dragón del lago de fuego, aunque más conocido como el Bizcochito de Ally McBeal), Harris Yulin, Kurt Fuller (el sheriff de Scary Movie), Brian Doyle Murray (hermano de Bill y habitual en la filmografía de Ramis) y un cameo de Cheech Marin. El film, pese a recaudar unos buenos 215 millones de dólares a nivel mundial, dejó un regusto amargo a sus responsables. Las expectativas eran mayores. Varias son las razones para que el film no acabara de colmar las expectativas. Por un lado es una secuela tardía. Hacía 5 años desde el primer film, eso es mucho tiempo entre dos películas, y la gente ya no estaba demasiado interesada en los personajes. Por otro lado, y el más importante, 1989 fue un año con una competencia atroz en la taquilla. Ese año tuvimos taquillazos como las secuelas de Regreso al futuro y Arma letal, La sirenita, Mira quien habla, Cariño, he encogido a los niños o la tercera entrega de Indiana Jones y el Batmande Tim Burton, que fueron las grandes triunfadoras de ese año.
Hacen muchos añadidos que provienen directamente de la serie de animación, como es el caso de la aparición de Slimer (Babetes/Moquete), que si en la primera película era casi un fantasma más, aquí coge cierta presencia. No olvidemos que en la serie tenía mucho peso. También se cepillaron la atracción que siente la secretaria Janine hacia Egon, y pasa a formar parte del elemento puramente cómico que es el personaje de Rick Moranis. Y, aunque a mí el film no me gusta, tengo que reconocer que nos dejó algo de incuestionable calidad: el videojuego. Ojito porque hay dos para la NES, el malo era de Activision, el bueno era de HAL Laboratory que, además de la 8 bits de Nintendo, también tuvo su versión para Game Boy y se titulaba New Ghostbusters II. En el juego teníamos que controlar a dos cazafantasmas, con uno dirigíamos el rayo y con el otro activábamos la trampa. Todo ello con vista cenital y con gráficos super deformed la mar de graciosos y una jugabilidad a prueba de bombas. Ya llevan muchos años hablando de una tercera entrega. En un principio el rancio de Bill Murray era el que no quería hacerla (aunque luego se disfrazara de cazafantasma en Bienvenidos a Zombieland) y ahora está el asunto más complicado con la muerte de Harold Ramis, y se dice que los actores originales solamente saldrían para dar el testigo a una nueva hornada de cazafantasmas. Total, la gente la repudiará y dirán que las primeras eran mejores.
A la espera de recibir collejas tengo que decir que nunca fui fan de Los cazafantasmas. Ni lo era antes ni lo soy ahora. No sé, nunca me acabó de entrar todo su rollo. Y eso que, incluso, tuve mi figurita de PVC del logo. Pero ni aun así. En los USA fue un auténtico fenómeno que barrió en taquilla al mismísimo Indiana Jones en su aventura de chichinabo con las piedras Shankará y solamente fue superada por Superdetective en Hollywood en aquel 1984. Pero algo debió pasar, porque si bien en USA sacaron más de 230 millones de dólares, en el resto del planeta apenas superaron los 50. Lo que dejaba bien clara una cosa, y es que Los cazafantasmas es un producto muy yanki. Que está claro que ellos hacen las películas para sí mismos y que si el resto del planeta las vemos pues mejor que mejor (aunque ahora ya tienen mucho más en cuenta la taquilla internacional), que para eso son el ombligo del mundo. Y este film es la prueba de ello, todo muy americano, muy patriota. Con chistes para ellos que luego el traductor haría malavares para adaptarlos, actores famosísimos por sus apariciones televisivas y el espíritu americano por bandera. Coño, si hasta sale Ron Jeremy.