martes, enero 28, 2014
Operación ogro
Operación ogro es el nombre que los miembros de ETA dieron al intento de secuestro y posterior asesinato de Carrero Blanco. Años después, en 1974, aparecería el libro Operación ogro. Cómo y por qué ejecutamos a Carrero Blanco de Julen Agirre, seudónimo de Eva Forest, escritora que había colaborado con la banda terrorista.
martes, enero 21, 2014
Estudio de terror
Recuerdo que, allá por el 2001, fui a ver Desde el infierno y todo lo que iba viendo me daba cierto tufillo a que ya lo había visto. Recordemos que el film de los hermanos Hughes y protagonizado por Johnny Depp estaba basado en el cómic de Alan Moore y Eddie Campbell.
La cuestión es que todo me resultaba demasiado parecido a Asesinato por decreto, film de Bob Clark, director más conocido por sacarse de la manga Porky's y Porky's 2, además de varias comedietas que no valen demasiado la pena. Pero Clark venía de unos inicios más terroríficos con Crimen en la noche, una de zombis hecha entre colegas como Los niños no deben jugar con cosas muertas o Navidades negras.
Asesinato por decreto narraba la investigación de Sherlock Holmes (Chistopher Plummer) y su inseparable doctor Watson (James Mason) en el caso de unas prostituas asesinadas por un tal Jack el destripador, y su posterior desenlace en la que estaba involucrada la casa real. Pues sí, todo calcadito a From hell cambiado a Holmes por el inspector Frederick Abberline.
Todo esto tiene una explicación, y es que ambas obras beben del libro Jack el Destripador: la solución real (Jack the Ripper: the final solution) de Stephen Knight publicado en 1976. Efectivamente, la obra relata la enésima investigación de los crímenes acaecidos en Whitechapel y su autor lo enfoca todo como una conspiración masónica en manos de la corona británica.
Lo curioso del asunto es que, lo que en un principio parecía una teoría novedosa (aunque luego ha sido totalmente desechada por los entendidos), ya había sido utilizada en el cine una década antes, concretamente en 1965.
Estudio de terror aunaba al personaje de Arthur Conan Doyle y a Jack el Destripador, lo que ya le hace tener cierto atractivo. Pero al no ser una gran producción la cosa ha quedado bastante escondida. Tampoco ayuda demasiado el que sea una serie B de la mano de un especialista en la materia como era el productor Herman Cohen, que en su haber tiene multitud de films de lo fantástico/horror de factura limitada: Yo fui un hombre lobo adolescente, Konga (versión inglesa de King Kong con Michael Gough, el Alfred noventero de las pelis de Batman), Garras asesinas (otra vez con Gough), Locura (de Freddie Francis y con Jack Palance) o incluso tiene un spaghetti western como Django el bastardo.
Al ser una película inglesa tirando a modesta no cuenta con un elenco demasiado conocido, pero hay que destacar un par de caras: John Neville, que décadas después sería el Munchausen de Las aventuras del barón Munchausen de Terry Gilliam, y aquí ejerce de Holmes; y Donald Houston, visto en El desafío de las águilas, como Watson. También corre por ahí una jovencita Judi Dench.
Dirige, o al menos lo intenta, James Hill, un especialista en documentales de animales (labor por la que recibiría un Oscar) y que luego dirigiría Belleza negra, el drama aquel del caballo.
Estudio de terror se queda muy lejos de las grandes películas de Holmes, y ni que decir que Neville no tiene el empaque de Rathbone o Cushing, pero el hombre lo intenta. Pero la cosa está difícil con un guión muy ingenuo y una realización con cierto aire acartonado. Como curiosidad de un primerizo enfrentamiento entre Holmes y Jack el Destripador tiene un pase, pero aun y el esfuerzo de una ambientación bastante decente, la cosa se queda bastante coja.
viernes, enero 17, 2014
Hunter Prey
Quizás alguien se acuerde todavía de Sandy Collora, aquel señor que era la comidilla de la red hace una década después de dirigir Batman: Dead end, aquel chorto del caballero oscuro que tan buen sabor de boca dejaba a todo aquel que lo veía, preguntándose como se habían conseguido semejantes resultados estando al margen de los grandes estudios. El secreto estaba en su director, un tipo que se había curtido en el mundo de los maquillajes currando para los mismísimos Stan Winston, Rob Bottin o Rick Backer, y había usado sus dotes, contactos, 30 mil dólares de su bolsillo y 4 días de rodaje para sacar adelante lo que, para algunos, era la aproximación más lograda del hombre murciélago a imagen real. Tan buen sabor de boca dejó que intentó seguir su autopromoción un año después rodando World's finest, un falso trailer que ajuntaba a Superman y Batman en su lucha contra Lex Luthor y Dos Caras, y que seguía, en cierta forma, la línea introducida en Batman: Dead end.
martes, enero 14, 2014
El retorno del Capitán Invencible / The Return of Captain Invincible
Años 40. Los nazis inician su conquista del planeta y Estados Unidos usa su mejor arma: el Capitán Invencible, un superhéroe que chafa bombarderos como el que se rasca la oreja. Pero no todo son alegrías en la vida de éste superhombre. Una vez acabada su cruzada contra el ejercito alemán, es acusado por el gobierno norteamericano de comunista por llevar la capa roja (!!!!), además de no tener licencia para volar y llevar la ropa interior por fuera (sic). Viendo lo que se le viene encima y que su propio país le ha dado la espalda decide irse a Australia.
Precisamente Aullidos 2 estaba protagonizada por Christopher Lee (el cual no guarda demasiado buen recuerdo/reniega de ella), que en El retorno del Capitán Invencible ejerce de malo de la función; el héroe corre a cargo de Alan Arkin (el padre de familia de Eduardo Manostijeras o el inspector Clouseau de El rey del peligro), el resto del reparto es puramente australiano, con lo que tampoco nos interesa en demasía.
La película no solamente está metida en el género superheróico, también es una comedia y un musical. No es que haya grandes coreografías, pero ahí están los personajes marcándose sus gorgoritos. Canciones que, en parte, fueron escritas por, ni más ni menos, Richard Hartley y Richard O'Brien (éste también visto como actor en Flash Gordon o Elvira's Haunted Hills, a los cuales les debemos el The Rocky Horror Picture Show y secuela.
No estamos, ni mucho menos, ante una película redonda, pero que se le nota que ha creado escuela. Es curioso ver al Capitán Invencible deambulando por las calles con una botella en la mano y sin querer saber nada de su pasado como superhéroe. Imagen que recuerda al Superman malvado de Superman III. Curioso porque las dos son del mismo año. O el principio del film, rodado en blanco y negro y en formato noticiario de los años 40 (un homenaje a pies juntillas de los seriales de la época), del que chupó Zack Snyder para su Watchmen.
Al ser una producción australiana de un género como los superhéroes, que en aquella época no estaba demasiado de moda, y menos de uno que no tenía detrás una carrera en los cómics, la cosa no funcionó demasiado bien a nivel comercial, y menos siendo una producción australiana. Tal como el distribuidor americano recibió la película exigió a los productores un remontaje más apropiado para el público norteamericano, a lo que Philippe Mora se negó y comenzaron líos burocráticos. Esto hizo que el film tuviera muchos problemas de distribución (en Australia tardó más de un año en estrenarse y aquí se lanzó directamente a vídeo ya a finales de los 80) y que finalmente ese remontaje americano fuese el único que existe.
El retorno del Capitán Invencible no pasará a la historia del cine, ni siquiera es demasiado conocida y mucho menos recordada, pero hay que reconocerle la valentía de mezclar los superhéroes cómicos con el musical, siendo visionaria en humanizar a los superhéroes. En sí forma un puzle de esos que solamente podía hacerse en los primeros 80, con cosas muy blancas y para toda la familia que contrastan con las bailarinas embutidas en trajes sado que acompañan a Christopher Lee. Muchos chistes chorras, escenas aceleradas, un héroe tan americano que vive dentro de la Estatua de la Libertad, cromas de baratillo y un tufo ochentero al que es difícil resistirse.
Ya en los 80 nadie se acuerda de el Capitán Invencible, que pasa desapercibido en Australia (¡donde los fax emiten sonidos del Pac-man!), deambulando por las calles borracho como una cuba y comiendo comida enlatada. Pero el mal vuelve acechar el planeta cuando Mr. Midnight, el que fuera mano derecha de Hitler, robe al gobierno norteamericano una máquina con rayos hipnóticos, con lo que los mandamases gubernamentales han de volver a pedir ayuda al superhéroe, aunque ahora hay que ponerle en forma y conseguir que recupere sus poderes atrofiados y que no recuerda como usarlos.
Mmmm, que argumento más curioso, ¿no? Una historia sobre superhéroes repudiados, que tienen vida más allá de lo que es ponerse una capa y salvar a damiselas en apuros. ¿Alguién dijo Los increíbles? ¿Hancock? ¿Oigo de fondo Watchmen? Ahhhh, que cosas. Y que El retorno del Capitán Invencible date de 1983 y el primer número de la obra de Moore y Gibbons apareciese en 1986 da que pensar.
¿Y a qué mente privilegiada tenemos detrás de todo esto? Pues por un lado tenemos a Andrew Gaty y a Steven E. de Souza en el guión. Éste último, autor de los libretos de joyitas del calibre de Commando, Jungla de cristal, Perseguido y director de Street Figher. La última batalla. Y en la dirección Philippe Mora, nacido en Francia y criado en Australia, ha sido uno de los grandes exponentes de la ozploitation al verse beneficiado del sistema de subvenciones australiano en las décadas de los 70 y 80, que sería conocido, sobre todo, por Communion y las dos primeras secuelas de Aullidos.
Mmmm, que argumento más curioso, ¿no? Una historia sobre superhéroes repudiados, que tienen vida más allá de lo que es ponerse una capa y salvar a damiselas en apuros. ¿Alguién dijo Los increíbles? ¿Hancock? ¿Oigo de fondo Watchmen? Ahhhh, que cosas. Y que El retorno del Capitán Invencible date de 1983 y el primer número de la obra de Moore y Gibbons apareciese en 1986 da que pensar.
¿Y a qué mente privilegiada tenemos detrás de todo esto? Pues por un lado tenemos a Andrew Gaty y a Steven E. de Souza en el guión. Éste último, autor de los libretos de joyitas del calibre de Commando, Jungla de cristal, Perseguido y director de Street Figher. La última batalla. Y en la dirección Philippe Mora, nacido en Francia y criado en Australia, ha sido uno de los grandes exponentes de la ozploitation al verse beneficiado del sistema de subvenciones australiano en las décadas de los 70 y 80, que sería conocido, sobre todo, por Communion y las dos primeras secuelas de Aullidos.
Precisamente Aullidos 2 estaba protagonizada por Christopher Lee (el cual no guarda demasiado buen recuerdo/reniega de ella), que en El retorno del Capitán Invencible ejerce de malo de la función; el héroe corre a cargo de Alan Arkin (el padre de familia de Eduardo Manostijeras o el inspector Clouseau de El rey del peligro), el resto del reparto es puramente australiano, con lo que tampoco nos interesa en demasía.
La película no solamente está metida en el género superheróico, también es una comedia y un musical. No es que haya grandes coreografías, pero ahí están los personajes marcándose sus gorgoritos. Canciones que, en parte, fueron escritas por, ni más ni menos, Richard Hartley y Richard O'Brien (éste también visto como actor en Flash Gordon o Elvira's Haunted Hills, a los cuales les debemos el The Rocky Horror Picture Show y secuela.
No estamos, ni mucho menos, ante una película redonda, pero que se le nota que ha creado escuela. Es curioso ver al Capitán Invencible deambulando por las calles con una botella en la mano y sin querer saber nada de su pasado como superhéroe. Imagen que recuerda al Superman malvado de Superman III. Curioso porque las dos son del mismo año. O el principio del film, rodado en blanco y negro y en formato noticiario de los años 40 (un homenaje a pies juntillas de los seriales de la época), del que chupó Zack Snyder para su Watchmen.
Al ser una producción australiana de un género como los superhéroes, que en aquella época no estaba demasiado de moda, y menos de uno que no tenía detrás una carrera en los cómics, la cosa no funcionó demasiado bien a nivel comercial, y menos siendo una producción australiana. Tal como el distribuidor americano recibió la película exigió a los productores un remontaje más apropiado para el público norteamericano, a lo que Philippe Mora se negó y comenzaron líos burocráticos. Esto hizo que el film tuviera muchos problemas de distribución (en Australia tardó más de un año en estrenarse y aquí se lanzó directamente a vídeo ya a finales de los 80) y que finalmente ese remontaje americano fuese el único que existe.
El retorno del Capitán Invencible no pasará a la historia del cine, ni siquiera es demasiado conocida y mucho menos recordada, pero hay que reconocerle la valentía de mezclar los superhéroes cómicos con el musical, siendo visionaria en humanizar a los superhéroes. En sí forma un puzle de esos que solamente podía hacerse en los primeros 80, con cosas muy blancas y para toda la familia que contrastan con las bailarinas embutidas en trajes sado que acompañan a Christopher Lee. Muchos chistes chorras, escenas aceleradas, un héroe tan americano que vive dentro de la Estatua de la Libertad, cromas de baratillo y un tufo ochentero al que es difícil resistirse.
jueves, enero 09, 2014
Rocketeer
El personaje de Rocketeer nació a principios de los 80, cuando Steve Schanes, uno de los jefazos de Pacific Comics, se encontró con el problema de rellenar unas páginas en la publicación de Starslayer. Para esa labor contactó con Dave Stevens, que apenas había hecho trabajos de entintador para la tira del Tarzán de Russ Manning y se estaba encaminando a la ilustración de storyboards como el de En busca del arca perdida, y le encargó alguna historieta rápida para rellenar un par de números. Pero la cosa cuajó, y The Rocketeer se convirtió en un éxito para sorpresa de todos. Pero para desgracia de los fans, Stevens no tenía demasiado interés en el mundo del cómic y rápidamente finiquitó la historia, y no sería hasta finales de los 80 que el personaje resurgió con una serie propia bajo el nombre de The Rocketeer Adventure Magazine ya bajo el amparo de Comico Comics.
Pero para hablar del génesis de cómo se gestó el film hay que retroceder hasta mediados de los 80, cuando Danny Bilson y Paul de Meo, dos guionistas en nómina de la Empire (Zone Troopers, Guardianes del futuro, Arena... y que luego acabarían escribiendo la serie Flash), se pusieron en contacto con el dibujante con la intención de llevar el cómic a la pantalla. Aunque, todo hay que decirlo, Steve Miner (House) ya quiso hacerse con los derechos un par de años antes.
Una vez que comenzaron a mover el proyecto pensaron en no hacer una gran superproducción, algo más con estética de serial o serie B, o incluso, rodarla en blanco y negro, y ahí cuadraba perfectamente la Empire de los Band. Además, por la época los grandes estudios no tenían ningún interés en hacer adaptaciones de cómics y eso permitía a Dave Stevens controlar el proyecto. Pero a este trío se les unió William Dear, que en la época estaba terminando de dirigir Bigfoot y los Henderson, y les convenció que de ahí se podía hacer una película mucho más grande.
Comenzaron a recorrer los grandes estudios, recibiendo siempre una palmadita en la espalda y un "es un buen proyecto pero...". Hasta que llegaron a la Disney, su última opción, y cual fue su sorpresa que estos accedieron a producirla. Y no porque tuvieran demasiado interés en el guión, si no por todo lo que les podía reportar el merchandising. Así que firmaron un contrato para tres películas.
Una vez que la gran productora se subió al carro y William Dear decidió no dirigirla, puso como director a Joe Johnston, que tan buenos resultados les dio en su debut, Cariño, he encogido a los niños, y además quiso hacer cambios en la historia. El principal es que no veía con buenos ojos que la acción transcurriera en los años 30 y prefería ambientarla en la actualidad, cosa que nos hace ver que ellos ya veían claro que toda esa hornada de versiones de cómics retro no tenían demasiado futuro en las taquillas (The Shadow, The Phantom). Aunque ellos mismos volverían a meter la pata con Dick Tracy. El propio Johnston consiguió convencerlos de mantener la estética retro, alegando que las películas de Indiana Jones también transcurrían en esa época y eran grandes éxitos.
Pero donde más mano metió fue en el personaje de Betty, basada en la pin-up Bettie Page, pero claro, en una producción Disney es impensable encontrarnos un personaje que tenga algo que ver con los despelotes, así que el personaje acabó derivando a Jenny Blake. También se creó para la ocasión al malo de turno, Neville Sinclair, un actor de éxito que en el fondo no es tan patriota como aparenta.
Pero como marca esa ley no escrita, una película de superhéroes retro está abocada al fracaso. Y eso pasó, Rocketeer fue lanzada como uno de los bombazos del verano de 1991, Disney puso toda la carne en el asador con un presupuesto inicial de 25 millones de dólares, que se disparó hasta los 40, y una campaña de marketing con juguetes y videojuegos. Pero por el camino se encontró otros estrenos que le pararon los pies: la segunda parte Agárralo como puedas, Terminator 2, Hot shots! o Robin Hood, príncipe de los ladrones, lo que la convirtió en un pseudo fiasco, recaudando poco más de 40 millones en territorio norteamericano, lo justito para recuperar la inversión.
En cuanto Disney vio que no iban a recaudar lo esperado dejaron de apoyar el film, y en muchas zonas de USA ni siquiera se molestaron a desplegar su arsenal de merchandising. Y es una lástima. Posiblemente sus guionistas tengan razón cuando excusan el fracaso comercial en una campaña de marketing erronea por parte de Disney, queriendo vender la película como un espectáculo al estilo de Terminator 2, cuando Rocketeer se aleja de ese estilo con grandes dosis de violencia y efectos de última generación, siendo un producto totalmente naif, un homenaje a los seriales de los 30 y 40, con un reparto a la altura: un casi desconocido Billy Campbell que venía de la televisión (Dinastía) como protagonista, Jennifer Connelly en pleno momento de auge (Phenomena, Dentro del laberinto) como la chica de la peli, Alan Arkin, Paul Sorvino (como no, haciendo de gangster), un Terry O'Quinn que venía de hacer El padrastro original y una década después sería el Locke de Perdidos, Jon Polito, y un visto y no visto de Clint Howard. Aunque el que se lleva la palma es un Timothy Dalton haciendo de malo, con un estilo Douglas Fairbanks aunque realmente el personaje está basado en esa leyenda urbana sobre la posible vinculación del actor con los nazis.
Con una duración justita, efectos de la ILM que por momentos se le notan las costuras pero en otras uno se pregunta cómo lo han hecho, actores solventes y un homenaje totalmente sincero a lo retro. Seguramente todo eso no fue suficiente para que este personaje nos robara el corazón hace 20 años. Tendremos que esperar a una nueva versión para que se le reivindique con los honores que se merece.
Pero para hablar del génesis de cómo se gestó el film hay que retroceder hasta mediados de los 80, cuando Danny Bilson y Paul de Meo, dos guionistas en nómina de la Empire (Zone Troopers, Guardianes del futuro, Arena... y que luego acabarían escribiendo la serie Flash), se pusieron en contacto con el dibujante con la intención de llevar el cómic a la pantalla. Aunque, todo hay que decirlo, Steve Miner (House) ya quiso hacerse con los derechos un par de años antes.
Una vez que comenzaron a mover el proyecto pensaron en no hacer una gran superproducción, algo más con estética de serial o serie B, o incluso, rodarla en blanco y negro, y ahí cuadraba perfectamente la Empire de los Band. Además, por la época los grandes estudios no tenían ningún interés en hacer adaptaciones de cómics y eso permitía a Dave Stevens controlar el proyecto. Pero a este trío se les unió William Dear, que en la época estaba terminando de dirigir Bigfoot y los Henderson, y les convenció que de ahí se podía hacer una película mucho más grande.
Comenzaron a recorrer los grandes estudios, recibiendo siempre una palmadita en la espalda y un "es un buen proyecto pero...". Hasta que llegaron a la Disney, su última opción, y cual fue su sorpresa que estos accedieron a producirla. Y no porque tuvieran demasiado interés en el guión, si no por todo lo que les podía reportar el merchandising. Así que firmaron un contrato para tres películas.
Una vez que la gran productora se subió al carro y William Dear decidió no dirigirla, puso como director a Joe Johnston, que tan buenos resultados les dio en su debut, Cariño, he encogido a los niños, y además quiso hacer cambios en la historia. El principal es que no veía con buenos ojos que la acción transcurriera en los años 30 y prefería ambientarla en la actualidad, cosa que nos hace ver que ellos ya veían claro que toda esa hornada de versiones de cómics retro no tenían demasiado futuro en las taquillas (The Shadow, The Phantom). Aunque ellos mismos volverían a meter la pata con Dick Tracy. El propio Johnston consiguió convencerlos de mantener la estética retro, alegando que las películas de Indiana Jones también transcurrían en esa época y eran grandes éxitos.
Pero donde más mano metió fue en el personaje de Betty, basada en la pin-up Bettie Page, pero claro, en una producción Disney es impensable encontrarnos un personaje que tenga algo que ver con los despelotes, así que el personaje acabó derivando a Jenny Blake. También se creó para la ocasión al malo de turno, Neville Sinclair, un actor de éxito que en el fondo no es tan patriota como aparenta.
Pero como marca esa ley no escrita, una película de superhéroes retro está abocada al fracaso. Y eso pasó, Rocketeer fue lanzada como uno de los bombazos del verano de 1991, Disney puso toda la carne en el asador con un presupuesto inicial de 25 millones de dólares, que se disparó hasta los 40, y una campaña de marketing con juguetes y videojuegos. Pero por el camino se encontró otros estrenos que le pararon los pies: la segunda parte Agárralo como puedas, Terminator 2, Hot shots! o Robin Hood, príncipe de los ladrones, lo que la convirtió en un pseudo fiasco, recaudando poco más de 40 millones en territorio norteamericano, lo justito para recuperar la inversión.
En cuanto Disney vio que no iban a recaudar lo esperado dejaron de apoyar el film, y en muchas zonas de USA ni siquiera se molestaron a desplegar su arsenal de merchandising. Y es una lástima. Posiblemente sus guionistas tengan razón cuando excusan el fracaso comercial en una campaña de marketing erronea por parte de Disney, queriendo vender la película como un espectáculo al estilo de Terminator 2, cuando Rocketeer se aleja de ese estilo con grandes dosis de violencia y efectos de última generación, siendo un producto totalmente naif, un homenaje a los seriales de los 30 y 40, con un reparto a la altura: un casi desconocido Billy Campbell que venía de la televisión (Dinastía) como protagonista, Jennifer Connelly en pleno momento de auge (Phenomena, Dentro del laberinto) como la chica de la peli, Alan Arkin, Paul Sorvino (como no, haciendo de gangster), un Terry O'Quinn que venía de hacer El padrastro original y una década después sería el Locke de Perdidos, Jon Polito, y un visto y no visto de Clint Howard. Aunque el que se lleva la palma es un Timothy Dalton haciendo de malo, con un estilo Douglas Fairbanks aunque realmente el personaje está basado en esa leyenda urbana sobre la posible vinculación del actor con los nazis.
Con una duración justita, efectos de la ILM que por momentos se le notan las costuras pero en otras uno se pregunta cómo lo han hecho, actores solventes y un homenaje totalmente sincero a lo retro. Seguramente todo eso no fue suficiente para que este personaje nos robara el corazón hace 20 años. Tendremos que esperar a una nueva versión para que se le reivindique con los honores que se merece.
martes, enero 07, 2014
El misterio de Salem's Lot (y secuela / remake)
Hay una generación que, a mediados de los 80, acabó traumatizada por esta miniserie. Sin lugar a dudas, si hiciéramos una encuesta, la imagen icónica sería la de ese niño vampiro envuelto por la niebla llamando a la ventana de su hermano. Escena que, en un golpe de maestría de Tobe Hooper, se rodó al revés para conseguir unos extraños movimientos de los actores. Lo mismo que haría una década después David Lynch para las escenas de la habitación roja en Twin Peaks.
A finales de los 70 empezó la fiebre por llevar a la gran pantalla la obra de Stephen King después del éxito de Carrie a manos de Brian de Palma. El misterio de Salem's Lot comenzó a gestarse para su estreno en cines, pero los primeros borradores del guión (a cargo de Larry Cohen, que años después volvería a involucrarse en la novela, como veremos más adelante) dejaban claro que la novela original (en su primera edición patria editado como La hora del vampiro y en sucesivas ediciones ya se quedó como El misterio de Salem's Lot) se quedaba en poca cosa para una duración estándar, lo que hizo que la Warner la enfocase a formato miniserie, que en aquella época estaban cogiendo fuerza en la televisión yanki.
Ya con Tobe
Hooper en la dirección, después de la decepción que acabó siendo Trampa mortal (su siguiente film después de La matanza de Texas) y largarse durante los primeros días del rodaje de The dark, y con un guión final a cargo de Paul Monash (un clásico en escribir para series de televisión), la cosa empezó a rodar.
Estrenada en la televisión yanki en 1979, aquí llegó a los cines en una
versión recortada a escasos 100 minutos, y titulada para la
ocasión como Phantasma II (El misterio de Salem's Lot). Cosas de la
distribuidora, que pensó que el invento funcionaria mejor si se la
emparentaba con el Phantasma de Don Coscarelli. Esta versión cinematográfica, además, contaba con planos rodados exclusivamente para la ocasión, mucho más violentos, ya que la censura de la televisión no permitía tanta violencia.
No sería hasta mediados de los 80 que pudimos ver por TVE la versión miniserie de 3 horas, donde Bean Mears, un escritor (un recurso clásico en la obra de King) que viaja hasta el pueblecito de Salem's Lot, donde pasó su infancia, con la intención de escribir sobre una mansión llamada Marsten. Su primera intención es alquilarla, pero la finca ya tiene inquilinos: los señores Straker y Barlow. El primero es un hombre que regenta una nueva tienda de antigüedades en el pueblo, el segundo, su socio, nadie lo ha visto.
Pero la normalidad del clásico pueblecito dará paso a la desaparición de un niño y extraños sucesos, lo que hará que el escritor empiece a investigar qué está ocurriendo.
Protagonizada por David Soul (el famoso Hutch), James Mason (el espía de Con la muerte en los talones), Geoffrey Lewis (padre de Juliette y un clásico en las películas de Clint Eastwood), Bonnie Bedel (la mujer de Bruce Willis en la saga Jungla de cristal) y Julie Cobb (ex-mujer de James Cromwell, que años después aparecería en la nueva versión). Aunque, el gran olvidado y que ni siquiera salía acreditado en el film es el actor que encarna a Kurt Barlow, o lo que es lo mismo, el gran vampiro, interpretado por ese señor con cara rara llamado Reggie Nalder, el que recordaremos por ser el hombre del chubasquro amarillo en El pájaro de las plumas de cristal de Argento o el asesino de El hombre que sabía demasiado. Con esos rasgos era difícil no encasillarlo como el malo de turno.
Sin duda el actor es el que peor lo debió pasar en el rodaje con todo ese maquillaje y unas lentillas que no podían utilizarlas durante más de media hora seguida. Curiosamente éste fue uno de los detalles que menos gustaron a King, ya que en su novela el vampiro no tenía nada que ver con la que ideó Hooper, mucho más cercano al vampiro "animal" del Nosferatu de Murnau. Además de hacer muchos cambios a nivel de guión como combinar varios personajes en uno solo. Posiblemente esto sea un handicap para los que hayan leído la novela, pero hay que reconocerle todas las bondades que las tiene y muchas: un vampiro realmente aterrador, secuencias con atmósfera intrigante y muchos pantalones de campana.
No sería hasta mediados de los 80 que pudimos ver por TVE la versión miniserie de 3 horas, donde Bean Mears, un escritor (un recurso clásico en la obra de King) que viaja hasta el pueblecito de Salem's Lot, donde pasó su infancia, con la intención de escribir sobre una mansión llamada Marsten. Su primera intención es alquilarla, pero la finca ya tiene inquilinos: los señores Straker y Barlow. El primero es un hombre que regenta una nueva tienda de antigüedades en el pueblo, el segundo, su socio, nadie lo ha visto.
Pero la normalidad del clásico pueblecito dará paso a la desaparición de un niño y extraños sucesos, lo que hará que el escritor empiece a investigar qué está ocurriendo.
Protagonizada por David Soul (el famoso Hutch), James Mason (el espía de Con la muerte en los talones), Geoffrey Lewis (padre de Juliette y un clásico en las películas de Clint Eastwood), Bonnie Bedel (la mujer de Bruce Willis en la saga Jungla de cristal) y Julie Cobb (ex-mujer de James Cromwell, que años después aparecería en la nueva versión). Aunque, el gran olvidado y que ni siquiera salía acreditado en el film es el actor que encarna a Kurt Barlow, o lo que es lo mismo, el gran vampiro, interpretado por ese señor con cara rara llamado Reggie Nalder, el que recordaremos por ser el hombre del chubasquro amarillo en El pájaro de las plumas de cristal de Argento o el asesino de El hombre que sabía demasiado. Con esos rasgos era difícil no encasillarlo como el malo de turno.
Sin duda el actor es el que peor lo debió pasar en el rodaje con todo ese maquillaje y unas lentillas que no podían utilizarlas durante más de media hora seguida. Curiosamente éste fue uno de los detalles que menos gustaron a King, ya que en su novela el vampiro no tenía nada que ver con la que ideó Hooper, mucho más cercano al vampiro "animal" del Nosferatu de Murnau. Además de hacer muchos cambios a nivel de guión como combinar varios personajes en uno solo. Posiblemente esto sea un handicap para los que hayan leído la novela, pero hay que reconocerle todas las bondades que las tiene y muchas: un vampiro realmente aterrador, secuencias con atmósfera intrigante y muchos pantalones de campana.

Michael Moriarty (Troll) es un reportero cabrón que tiene que hacerse cargo de su hijo, así que aprovecha para llevárselo a su pueblo natal, Salem's Lot. Allí comenzará a notar que algo raro hay en el lugar: de día el pueblo está prácticamente desierto, mientras que al caer la noche la cosa se anima. El asunto podría ser interesante, pero Cohen nos lo hace pasar mal con un desarrollo monótono y aburrido, unos protagonistas antipáticos a los que estamos deseando que les corten el gaznate, y la falta de un vampiro que realmente nos acojone. Por ahí corre Sam Fuller haciendo de matavampiros y nazis y el debut de Tara Reid en esta secuela que se pasa por el forro el final original (SPOILER el pueblo acaba reducido a cenizas).

martes, diciembre 31, 2013
Danko: Calor rojo
No cabe duda que la época dorada del tito Arnie fueron los 80. Ahí el tío encadenó éxitos de taquilla como el que se marca un combo en el Mortal Kombat. Pero lo mejor de todo es que han quedado como clásicos: Terminator, Depredador, Commando, Conan e, incluso, Perseguido. Desafío total la dejaremos aparte, ya que "oficialmente" es de 1990, pese a que se rodó en el 89 y apesta a cine ochentero en cada uno de su fotogramas.
El problema del Chuache es cuando se pasó a la comedia, vale que mucho antes había hecho Cactus Jack, pero su primer acercamiento al género una vez instalado en el star system, fue este Danko: Calo rojo.
Vale que esto no es Los gemelos golpean dos veces, algo totalmente ubicado en la risa, pero ya nos plantamos en ese subgénero tan ochentero como es el de las buddy movies (o películas de colegas), en pleno boom gracias al éxito de Límite: 48 horas y Arma letal. Está claro que la comicidad del austriaco es mínima, viendo que en sus papeles anteriores sus diálogos brillaban por su ausencia o por ser mínimos, en Hollywood lo tenían claro. Por eso, todo lo gracioso reside en ese choque cultural entre el ruso duro, frío, calculador y super profesional que tiene que viajar hasta los USA para echar el guante a un compatriota traficante de drogas, con el compañero que le asignan, el prototipo de yanki amigo de los hot dogs y los burguer, de extralimitarse en sus funciones y soltar cuantos más chascarrillos mejor, y si es en el momento más inoportuno tiramos cohetes.
Al final eso es con lo que nos quedamos a las puertas de 2014. Y es que si este Danko era motivo de alegría y alborozo cuando la alquilábamos en VHS (atención al cartel tailandés) o la emitía Telecinco en alguna noche aburrida de verano, actualmente la cosa ha quedado para que la programe TVE a la hora de la siesta del domingo después del tortell. Lo que en la época era acción y espectacularidad a raudales, ahora vemos dificultades para que la trama nos interese y rutina hasta la extenuación.
En la dirección un clásico de las action movie de los 80 como es Walter Hill (The Warriors, Límite: 48 horas, La presa), que cuando se metió en la comedia (El gran despilfarro) comenzó a flojear y la cosa no le acabó de ir tan bien como en sus inicios. No hay más que ver que el año pasado estrenó aquel bodrio de Stallone llamado Una bala en la cabeza.
Y acompañando a nuestro austriaco favorito un jovencito y delgado Lawrence Fishburne (aquí acreditado como Larry Fishburne), Peter Bolye, el clásico Brion James, Pruitt Taylor Vince (el tarado de Identidad), Gina Gershon (la mala de Showgirls) y, por supuesto, el resorte cómico del loser de James Belushi en su momento álgido.
Como curiosidad, fue la primera película norteamericana en rodar en la Plaza Roja, aunque lo hicieron de forma clandestina, ya que el gobierno ruso ni se dignó a responder a la solicitud de la productora, con lo que pusieron a Arnie en suelo ruso vestido con su vestimenta y un simple cámara grabándolo como si estuvieran haciendo un vídeo de de bodas, bautizos y comuniones.
martes, diciembre 24, 2013
El día de la bestia
En un día tan señalado (para algunos) como hoy, igual lo suyo sería tirar por ¡Qué bello es vivir!, Solo en casa y cosas por el estilo, pero que aquí pega más algo como El día de la bestia.
Para algunos la mejor película de Álex de la Iglesia o, como mínimo, de las más redondas (para mí lo es junto a Muertos de risa). No olvidemos su clásico bajón en el último tercio de sus pelis, del que no se libra ni Las brujas de Zugarramurdi.
viernes, diciembre 20, 2013
Los mundos de Coraline
El nuevo milenio no le estaba sentando nada bien a Henry Selick. El gran fracaso de Monkeybone era un escollo difícil de salvar en Hollywood, y más cuando su anterior film, James y el melocotón gigante, tampoco había funcionado bien. Así que iba haciendo pequeñas cosas como la colaboración en Life aquatic con unas escenas en stop motion y su primer chorto en animación 3d, Moongirl.
martes, diciembre 17, 2013
Monkeybone
Pesadilla antes de Navidad tuvo un éxito discreto si lo
comparamos con las otras producciones Disney de la época, aunque el
tiempo y (sobretodo) el merchandising acabasen reportando pingües
beneficios a las arcas del tito Walt. Rápidamente su director, Henry
Selick, se embarco en otro proyecto bajo la técnica del stop motion,
James y el melocotón gigante, pero esta vez era algo más personal, no un
encargo como lo fue su anterior film. Aunque para ello tuvo que
cobijarse bajo el amparo de Tim Burton. La película no llamó demasiado la
atención y no tuvo éxito, y Selick le reprochó a Burton su poca ayuda
que, básicamente, se limitó a presentar el proyecto a Disney y
sanseacabó.
Esto condenó al director al ostracismo durante la segunda mitad de los 90, limitándose a algún chorto y poca cosa más.
Ya en el nuevo milenio apareció un cómic llamado Dark town de Kaja Blackley, que, en cuanto cayó en mano de Sellick, vio un material con potencial para ser llevado a la gran pantalla. Aunque su intención era hacerlo totalmente animado, la cosa cambió con la entrada de Chris Columbus, que por la época estaba liado con las primeras entregas de Harry Potter. El guionista de Los Goonies acabó imponiendo la idea de rodar con actores y añadir elementos animados.
Una vez que Dark town fue convertido en guión, pasó a llamarse Monkeybone. Curiosamente el guión venía firmado por Sam Hamm, otro rebotado de Burton, que se encargó del mismo para el Batman de 1989 e hizo lo mismo con el de Batman Returns, aunque este último acabó siendo rechazado por el director y simplemente apareció acreditado en "Story by".
Stu Miley es un apocado dibujante que crea a Monkeybone, un mono con un fez. Detrás de él tiene un engranaje de representantes, productores y empresas de televisión dispuestas a que su creación tenga serie de animación y miles de muñequitos que generen millones de dólares. Pero el pobre dibujante pasa bastante de estos asuntos y lo único que le preocupa es pedir matrimonio a su novia. Para su mala suerte, el día que va hacerlo tiene un desgraciado accidente que lo deja en coma. Y aunque para todo el mundo está lastrado en una camilla, su mente viaja hasta un mundo repleto de personajes estrafalarios que se alimentan de sus miedos.
El principal problema de Monkeybone es que es una mezcla de ideas que en su edición final fueron cercenadas, todo por obra y gracia de Columbus, que se cargó casi media hora. Lo que hace que se note mucho en escenas poco desarrolladas y que quedan en el aire. Además de ese problema, tenemos una bajona cuando la acción pasa a la realidad. Por fortuna la gran mayoría del metraje acontece en el mundo imaginario de los bajos fondos. Lo mismito que le pasaba a Cool world (Una rubia entre dos mundos), título con el que guarda fuertes paralelismos.
Evidentemente, y viniendo de quien viene, el aspecto visual de ese mundo onírico es muy llamativo, aunque hay momentos que parece que han metido una amalgama de personajes que nunca acaban de congeniar, aunque esto también es debido a que utilizaron técnicas diferentes para los personajes (disfraces, animatrónics, stop motion, maquillaje...).
Brendan Fraser tampoco ayuda. Su cara de atontado puede irle bien al Stu taciturno, pero cuando está poseído por Monkeybone y tiene que dar ese aspecto macarrilla chirría con el mismo estrépito que lo haría Tobey Maguire simulando a Tony Manero.
El conjunto de personajes no es ajena a su tono. Lo que en un principio puede darnos la impresión de producto para toda la familia da un giro brutal nada más empezar, cuando nos proyectan el episodio piloto de la serie de animación, donde un Stu aniñado se excita viendo a su anciana profesora, con sus flácidos brazos, para seguidamente eyacular al mismísimo Monkeybone. En cambio, el climax final es de una simpleza e infantilismo digna del Disney Channel.
Ojo, que pese a tantos peros el film es una tontería que se deja ver (para luego olvidar) y no se hace demasiado insoportable ya que siempre podemos descubrir personajes escondidos en algún rincón del inframundo (esa escena con Stephen King -que no pudo rodar porque acababa de tener su conocido accidente y buscaron a un doble-, Poe y compañía). Luego, en las secuencias del mundo real, como he comentado, la cosa decae. Y es que el fuerte de Selick nunca fueron las escenas con actores reales.
No he leído Dark town, pero seguro que la cosa hubiera sido más redonda de haberse realizado en su totalidad en animación como era la primera idea de su director.
El film terminó siendo un fracaso estrepitoso. Costó 75 millones de dólares y apenas recaudó 8. Evidentemente eso dejó muy tocados a los implicados. Bridget Fonda hizo un par de pelis más, la mayoría poco o nada destacables, tuvo un grave accidente de coche y se casó con Danny Elfman (¡otra conexión con Tim Burton!) y se retiró de la industria. Por su parte Brendan Fraser tuvo más suerte y ese mismo año empalmó con la secuela de La momia, que tuvo mucho éxito, y El americano impasible, que le reportó muy buenas críticas.
Sam Hamm se asoció con Joe Dante y le escribió Haunted Lighthouse, un mediometraje en 4D para parques de atracciones, y dos capítulos para Masters of Horror, El ejercito de los muertos y El eslavón más débil. Y desde hace 8 años que no se le conoce proyecto. Y a Henry Selick le costaría casi una década sacar adelante otro largo para renacer de sus cenizas. Pero eso ya es otra historia.
jueves, diciembre 12, 2013
Movida en la universidad
Peli mitiquísima de mi infancia. Alquilada varias veces, aunque la carátula de vídeo no fuese tan genial como el cartel cinematográfico (donde se le daba más importancia a Willie Aames por salir en Con ocho basta, que era bastante popular por estas tierras). Aunque eso sí, de haber visto el francés hubiera huido de ella, aunque en su versión para vídeo seduce mucho más. La noche y el día, vamos.
Y eso que nunca he sido amigo de las comedias adolescentes, ni me gusta Desmadre a la americana ni me hace gracia Porky's, con lo que me gustase Movida en la universidad era difícil, pero contaba con un as bajo la manga: tenía elementos fantásticos.
Aquí la cosa va del clásico empollón taciturno de instituto que está especializado en botánica y, a la vez, hace experimentos con ratas. Por unas casualidades de mezclas indeseadas la fórmula con la que experimenta acaba dándole poderes telequinésicos. A partir de ahí, y con la influencia de su amigo del alma, se dedica hacer tropelías con sus poderes.
En principio titulada The wiz kid, pero luego cambiada a Zapped! por ser más fácil de vender al mercado americano, ya que tenían pensado toda la campaña de publicidad que jugaría con la palabra, y luego no tuvieran un céntimo para promocionarla, y aquí directamente Movida en la universidad, pese a que los protagonistas están en último año de instituto y la universidad ni la pisan, como mucho van a un local de una hermandad a aprovecharse de los poderes en una ruleta. Cosas de IVS, la distribuidora
La peli es una revisión de las películas de Kurt Russell para Disney, donde siempre acababa adquiriendo algún poder por accidente y acababa en algún concurso para ayudar a su escuela a pagar las deudas. Pero eso sí, tal y como mandan los cánones de la época, todo trufado por cierto erotismo de varias chicas enseñando las tetas. Pero, pese a este detalle, todo es bastante blanco (el protagonista usa sus poderes para ganar un partido de baseball y cuando es para ganar dinero es por la influencia de su amigo). Si la comparamos con, por ejemplo, Porky's, es mucho más luminosa (casi siempre es de día), aunque no se puede negar que se le nota algo pasada visualmente pese a que se rodó en escenarios reales, concretamente en John Marshall High School, la misma donde se rodó Grease, pero su escaso presupuesto de 2 millones de dólares no daban para mucho más.
Protagonizada por un jovencito Scott Baio, que había empezado muy fuerte con Bugsy Malone de Alan Parker, la serie Días felices y su spin-off, Zorras de Adrian Lyne y La fiebre del patín, para luego centrarse en las series Charles in charge, Mira quien habla y Diagnóstico asesinato. También corrían por ahí Scatman Crothers (que está que se sale como el entrenador del instituto obsesionado por las salchichas y el salami); Heather Graham (que se negó a salir desnuda, con lo que la imagen que sale en paños menores es un mal montaje por lo que acabó denunciando a la productora), que acabó protagonizando una serie con Lee Majors; Robert Mandan, que venía de la serie Enredo; y una pequeña aparición de un clásico de las pelis de estudiantes en la época, Eddie Deezen.
Aunque los actores que han tenido carreras más "llamativas" fueron Willie Aames y Greg Bradford. El primero se hizo popular por ser uno de los hijos de Con ocho basta, y luego fue la voz de Hank en la serie de Dragones y mazmorras e, incluso, llegamos a tenerlo rodando en nuestra tierra con Goma 2 de Jose Antonio de la Loma junto a Anita Obregón, para luego co-protagonizar junto a Baio Charles in charge. Después de superar adicciones de drogas, depresiones e intentos de suicidio tuvo una aparición mariana al estilo Kirk Cameron y se metió en historias religiosas, sacando dvd's infantiles y haciendo charlas sobre esta temática.
Por su parte Greg Bradford empezó como un bailarín de fondo en Grease. Su flequillo rubio y su cuerpo moldeado en el gimnasio le abrió las puertas (y algo más) a que algún ejecutivo de Hollywood intentara promocionarle y lo metieron en Skatetown. La fiebre del patín junto a Scott Baio y varios años después en Los centinelas de Albert Pyun, para acabar con sus huesos en el oscuro mundo del porno como compositor y operador de cámara bajo el seudónimo Montel Bradford o Brad Gregford, según la ocasión.
Movida en la universidad es un entretenimiento puro y duro, que no destaca por nada, ni por ser demasiado graciosa, ni enseñar mucha carne ni por sus efectos especiales, todos muy rudimentarios con cables y cromas (¿a qué viene la escena de la nave espacial -mezcla de Halcón Milenario y Enterprise- que atraviesa la pecera más allá de llenar metraje?). Pero destila mucha personalidad, con personajes cachondos y simpáticos (¡Viva Scatman Crothers!), una banda sonora tan ochentera como buena, con un final que es la versión cachonda de Carrie (Carrie, 1976). Incluso agradecemos ver los típicos tópicos de pelis de estudiantes con el empollón, la empollona que se quita las gafas y es un pibón, la rubia pija que sale con el universitario que va con un descapotable, profesores que se lían entre ellos, entrenador borrachuzo... ¡están todos!
La mayoría (por no decir todos) los implicados han renegado del film, aunque, con los años, la cosa ha cambiado ya que el film ha ido adquiriendo cierto culto en los USA (ahí están las referencias en Padre de familia o Superfumados). Sin ir más lejos Scott Baio aceptó asistir a un a proyección que montó el mismísimo Eli Roth.

Suscribirse a:
Entradas (Atom)