A mediados de los 80 la franquicia de Superman comenzaba a dar síntomas que la fórmula se agotaba, al menos en taquilla, donde los millones recaudados iban menguando de forma alarmante. Así que es lógico que se buscaran nuevas vías para seguir explotando el cómic de Siegel y Shuster.
La más lógica era tirar por un spin off protagonizado por otros personajes, y ¿qué era más lógico que buscar el target femenino con Supergirl?

Así que tenemos al productor de Superman ofreciendo cheques a todas las estrellas de Hollywood para que pusieran el careto en esta nueva película. Al final se tuvo que contentar (que no es poco) con Faye Dunaway como la mala de la función, Mia Farrow como madre de Supergirl y un pequeño papel de Peter O'Toole haciendo de no se sabe muy bien qué. Y como suele pasar en estos casos, el papel protagonista acabó en manos de una debutante, Helen Slater, que luego la veríamos en El secreto de mi éxito o en 12:01. Testigo del tiempo, un telefilm de culto con viajes temporales de la mano de Jack Sholder.

Ya sabemos como va esto de los cómics. Muchas sagas, universos paralelos, spin off... vamos, que que llega un momento que saber si han sido respetuosos con el personaje es casi un milagro.

Decir que Supergirl es mala sería ser demasiado cruel, juega algunas divisiones por encima de Catwoman. El film de Jeannot Swarc funciona más (y mejor) como divertimento psicotrópico, bastante más cercano a locuras sin pies ni cabeza como Barbarella o los Spiderman de Nicholas Hammon.
Años después apareció un Director's cut que incluía media hora más. Recordemos que la versión estrenada ya nos llevaba hasta las dos horazas. Así que no sé quien es el guapo que se quedaría con ganas de más.