domingo, septiembre 01, 2019

Festival de trailers (CXXIII)



El bombero atómico (1952) de Miguel M. Delgado. Con Mario Moreno "Cantinflas", Roberto Soto, Gilberto González, Elisa Quintanilla y Miguel Manzano.



El siete machos (1951) de Miguel M. Delgado. Con Mario Moreno "Cantinflas", Alma Rosa Aguirre, Miguel Ángel Ferriz, Miguel Inclán y José Elías Moreno.



El padrecito (1964) de Miguel M. Delgado. Con Mario Moreno "Cantinflas", Ángel Garasa, Rosa María Vázquez, José Elías Moreno, Angelines Fernández, Rogelio Guerra y Florencio Castelló.



El bolero de Raquel (1956) de Miguel M. Delgado. Con Mario Moreno "Cantinflas", Manola Saavedra, Flor Silvestre, Paquito Fernández, Mario Sevilla, Alberto Catalá y Roberto Meyer.



¡Por mis... pistolas! (1968) de Miguel M. Delgado. Con Mario Moreno "Cantinflas", Isela Vega, Gloria Coral, Quintín Bulnes, Carlos Cardán, Alfonso Mejía y Manuel Alvarado.

domingo, agosto 25, 2019

Festival de trailers (CXXII)



Una razón para vivir y una para morir (Una ragione per vivere e una per morire, 1972) de Tonino Valerii. Con James Coburn, Telly Savalas, Bud Spencer, José Suárez y Georges Géret.



Mestizo (Django non perdona, 1966) de Julio Buchs. Con Hugo Blanco, Gustavo Rojo, Susana Campos, Luis Prendes, Carlos Casaravilla y Armando Calvo.



La luz del fin del mundo (The Light at the Edge of the World, 1971) de Kevin Billington. Con Kirk Douglas, Yul Brynner, Samantha Eggar, Fernando Rey, Renato Salvatori y Jean-Claude Drouot.



El coronel Chabert (Le colonel Chabert, 1994) de Yves Angelo. Con Gérard Depardieu, Fanny Ardant, Fabrice Luchini, André Dussollier, Olivier Saladin y Romane Bohringer.



Mogambo (Mogambo, 1953) de John Ford. Con Clark Gable, Ava Gardner, Grace Kelly, Donald Sinden, Eric Pohlmann, Denis O'Dea y Philip Stainton.

domingo, agosto 18, 2019

Festival de trailers (CXXI)



Falsa acusación (Agent of Influence, 2002) de Michel Poulette. Con Christopher Plummer, Marina Orsini, Ted Whittall, Shaun Johnston, Kurtis Sanheim, Alain Goulem, John Dunn-Hill y Doug MacLeod.



Michael Clyton (Michael Clyton, 2007) de Tony Gilroy. Con George Clooney, Tom Wilkinson, Tilda Swinton, Sydney Pollack, Michael O'Keefe, Ken Howard y Denis O'Hare.



Una espía en mi alcoba (Honeymoon Academy, 1989) de Gene Quintano. Con Robert Hays, Kim Cattrall, Leigh Taylor-Young, Charles Rocket, Lance Kinsey y Christopher Lee.



Target. Agente doble en Berlín (Target, 1985) de Arthur Penn. Con Gene Hackman, Matt Dillon, Gayle Hunnicutt, Victoria Fyodorova, Ilona Grubel y Josef Sommer.



El pacto de Berlín (The Holcroft Covenant, 1985) de John Frankenheimer. Con Michael Caine, Anthony Andrews, Victoria Tennant, Lilly Palmer, Mario Adorf y Michael Lonsdale.

viernes, agosto 16, 2019

Mad Max. Salvajes de autopista (y secuelas)


Mad Max no es solo el debut en el largometraje de George Miller, si no que sería la película que realmente abriría la filmografía australiana al resto del mundo más allá de producciones aisladas que tenían vida en festivales y poco más. Mad Max sí tendría una auténtica carrera comercial, y encima lo petaría.
Sin duda, una película de estas características sólo podía realizarse en una ¿industria? tan exótica en una época muy concreta. Con un director que venía del campo de la medicina y que empezó a interesarse en la dirección cuando ayudó a su hermano en un cortometraje y siguió por ese camino. Cuando hizo Violence in the Cinema con su amigo Byron Kennedy ganaron premios y algo de dinero, montaron su propia productora, Kennedy Miller, y se embarcaron en algo más grande: un largometraje.



Mad Max nacería por la mezcla de varios elementos (y, aunque parezca que cueste decirlo, algo de Metal Hurlant). Por un lado Miller había trabajado en el departamento de emergencias de un hospital y siendo una época que había muchos accidentes automovilísticos, se las vio de todos los colores. Sobre todo rojo sangre. A partir de ahí desarrollaría la idea era coger a alguien que cada día ve tragedias y está insensibilizado hasta que un día le toca sufrirla en sus propias carnes.

Como es natural, la producción se hizo con muy poco dinero (unos 350 mil dólares), con un equipo técnico que en su mayoría venía de la televisión, actores muy jovencitos que se acababan de graduar en interpretación y aprovechando unos viejos objetivos que había usado Peckinpah en La huída. Además, contar con un director inexperto era un hándicap, y en determinado momento, superado por las circunstancias, Miller se planteó dejar la silla de director y llamar a Brian Trenchard-Smith para que le sustituyera. Cosa que finalmente no pasó.



18 meses después del inicio del rodaje se estrenaría en Australia donde sería un éxito rotundo. Lo que le abrió las puertas para ser distribuida por medio planeta pese a los muchos problemas para conseguir la calificación por edades (aquí sería catalogada como "S") por su alta dosis de violencia (¡ese final saqueado en Saw!), lo que hizo que en algunas regiones estuviera prohibida.


Como pasa en muchos casos, Mad Max es de esas películas que hay que ponerla en contexto para entender su éxito e impacto. Si no la viste cuando apareció es complicado disfrutarla. A día de hoy se hace pesadita y notas a faltar todo el aspecto post apocalíptico que hizo famosa a la saga. Aquí, pese a estar ubicada en "un futuro cercano", les quedó con un punto desasosegante porque parece una ciudad fantasma, con muy poca población, pero donde siguen manteniéndose las edificaciones.


Mad Max 2. El guerrero de la carretera (Mad Max 2. The Road Warrior, 1981). Según nos explica un narrador, la escasez de petróleo desencadena una guerra nuclear que da como resultado a la destrucción de la vida tal como la conocemos. Ahí nos encontramos a Max, que deambula por los páramos en busca de gasolina, que se topará con un tipo moribundo que le promete gasolina si le lleva a su campamento. Allí se topara un grupo que poseen combustible pero están siendo acosados por un grupo que pretende robárselo.
Volvemos a tener a Mel Gibson que, pese a que solo han pasado un par de años ya no luce una cara aniñada, aunque en el doblaje se pasaron con la voz de macho y le colocaron la de Héctor Cantolla (voz habitual de Terence Hill y Schwarzenegger). También tenemos por ahí al actor/presentador/músico Michael Preston que para mí siempre será el malo de aquel episodio de El equipo A donde Hannibal rueda su película del monstruo del lago.
En esta secuela ya nos encontramos los elementos que hacían famosa la (en su momento) trilogía que los que nos las vimos en el día de su estreno nos faltaba en la original. Esto viene a ser todo el tema postapocalíptico con desiertos, guerras por el combustible, diferentes clanes y una humanidad que parece que haya regresado al holoceno.

Si bien notamos que hay más dinero en la producción, hay detalles que cantan como el que las ropas están demasiado nuevas. Por contra el diseño de vestuario está muy trabajado con esa estética entre sadomaso y punk. A la vez que empezamos a ver detalles que seguirían en las siguientes entregas, como algún personaje con máscara, Muchos han visto una fuerte influencia de La nuit de Philippe Druillet.
Solo en los USA recaudó más de 12 millones pese haber costado apenas 2. Pero más allá de sus logros económicos, esta secuela fue la que dio el pistoletezo de salida a una retahíla de (sub)productos (la mayoría llegados desde Italia) con ambientación postapocalíptica, donde tipos de estética sado y cresta punk se dedicaban a matar y violar por los desiertos a bordo de sus vehículos tuneados.



Mad Max. Más allá de la cúpula del trueno (Mad Max Beyond Thunderdome, 1985). Mientras Max deambula por el desierto con su coche y camellos, es saqueado y termina en un poblado llamado Negociedad que está controlado por Tía Ama. Ésta le enseña que la ciudad tiene un suministro de energía que se produce en una refinería de metano controlada por Maestro Golpeador (un enano que va a lomos de un gigante) que, sabiendo de su poder, tiene un pulso con Tía Ama por el control del poblado. Esta le propondrá a Max que acabe con Maestro Golpeador a cambio de devolverle sus pertenencias.
Esta tercera entrega tenía todos los números para ser la mejor de la trilogía original. Al menos durante sus primeros 45 minutos. El diseño de producción y vestuario van un paso más allá y solventan algunos de los fallos de la anterior, además de notarse más presupuesto (el montante había subido a los 10 millones) con más extras y decorados. Lamentablemente la aparición de los famosos "niños perdidos" llevan a la película al infantilismo peor entendido. Se nota que, o bien la Warner metió mano, o sus responsables querían llegar al máximo público posible, porque toda la crudeza y violencia de las anteriores entregas son reemplazadas por peleas de chichinabo y caceroladas en la cabeza de los malos. Si bien es cierto que esos primeros 45 minutos tienen sus fallos (la pelea en la cúpula del trueno con gomas elásticas es un tanto ridícula y no deja de ser la clásica vuelta de tuerca a los circos romanos) la cosa pintaba muy bien y nos quedamos en un coitus interruptus que, más o menos, se salva por el último cuarto de hora, una persecución de aquellas que tardaron semanas en rodar.


Además del eterno Mel Gibson tenemos a Tina Turner como uno de los reclamos del film, y como es de suponer, su aparición en pantalla es tirando a breve. También contamos con Frank Thring (Ben-Hur, Rey de reyes), Angelo Rossitto, (Freaks, El carnaval de las tinieblas), Bruce Spence (que ya lo habíamos visto en la anterior entrega como el piloto) y Angry Anderson (cantante de Rose Tattoo). 
Hay que señalar que poco antes la distribuidora de turno nos la quiso colar con la película filipina Stryker de Cirio H. Santiago, añadiéndole la coletilla de Mad Max 3.
La auténtica tercera entrega se las vería en la taquilla norteamericana con Regreso al futuro, Rambo II o Coccon, y le iría más bien regular con los 30 millones que acabó amasando. Entre eso y que el cine post apocalíptico pasó de moda, la saga permaneció en stand by 3 décadas.



Mad Max. Furia en la carretera (Mad Max: Fury Road, 2015). Con el intento de Miller de asentarse en Hollywood y su posterior mala experiencia allí con Las brujas de Eastwick y el fracaso de El aceite de la vida, acabó volviendo a tierras australianas donde dirigió y escribió Babe, un cerdito en la ciudad (ya había escrito y producido la anterior entrega) y co-dirigió las dos partes de Happy feet. Casi por sorpresa de todos se anunció el rodaje de esta nueva entrega. Pero más sorpresa fue cuando se supo que Mel Gibson no estaría en la película, siendo sustituido por Tom Hardy (¡pésima elección, George!), y una rapada Charlize Theron sería una de las protagonistas. Esta nueva entrega acabó siendo considerada por muchos una de las mejores cintas del año, siendo una sacada de chorra por parte de Miller para enseñar como se rueda una película de acción que es en sus 120 minutos de metraje una persecución constante. Eso sí, con la ayuda de CGI pese a que en su día se decía que los efectos eran mínimos. La película parecía un mix de las tres entregas pero con la tecnología y el sistema de rodaje actual, lo que es fetén.
Pese a recaudar casi 400 millones en todo el planeta y tener un aluvión de buenas críticas, parece difícil que a corto plazo tengamos otra nueva entrega. Trifulcas económicas entre la productora de Miller y la Warner hace pensar que el universo de Mad Max volverá al letargo durante bastante tiempo.

domingo, agosto 11, 2019

Festival de trailers (CXX)



Depredador 2 (Predator 2, 1990) de Stephen Hopkins. Con Danny Glover, Gary Busey, Rubén Blades, Maria Conchita Alonso, Bill Paxton, Robert Davi, Adam Baldwin y Kevin Peter Hall.




Las aventuras de Ford Fairlane (The Adventures of Ford Fairlane,
1990) de Renny Harlin. Con Andrew Dice Clay, Wayne Newton, Priscila Presley, Lauren Holly, Maddie Corman, Gilbert Gottfried, David Patrick Kelly y Robert Englund.




Los últimos días del edén (Medicine Man,
1992) de John McTiernan. Con Sean Connery, Lorraine Bracco, José Wilker y Rodolfo De Alexandre.



Señalado por la muerte (Marked for Death,
1990) de Dwight H. Little. Con Steven Seagal, Joanna Pacula, Basil Wallace, Keith David, Tom Wright, Elizabeth Gracen, Jimmy Cliff y Bette Ford.



La jungla 2. Alerta roja (Die Hard 2: Die Harder,
1990) de Renny Harlin. Con Bruce Willis, Bonnie Bedelia, Franco Nero, Dennis Franz, William Atherton, Reginald Veljohnson y William Sadler.

domingo, agosto 04, 2019

Festival de trailers (CXIX)


Ambiciones peligrosas (Seize the Day, 1986) de Fielder Cook. Con Robin Williams, Richard B. Shull, David Bickford, Glenne Headly, Stephen Strimpell y Joseph Wiseman.



Belizaire (Belizaire the Cajun, 1986) de Glen Pitre. Con Armand Assante, Robert Duvall, Gail Youngs, Michael Schoeffling, Stephen McHattie y Will Patton.



La luna (La luna, 1979) de Bernardo Bertolucci. Con Jill Clayburgh, Matthew Barry, Veronica Lazar, Renato Salvatori, Fred Gwynne, Alida Valli y Roberto Benigni.



Trasplante. ¿Quién es Julia? (Who Is Julia?, 1986) de Walter Grauman. Con Mare Winningham, Jameson Parker, Jeffrey DeMunn, Jonathan Banks, Bert Remsen y Mason Adams.



Sarah (Sarah. Plain and Tall, 1991) de Glenn Jordan. Con Glenn Close, Christopher Walken, Lexi Randall, Christopher Bell, James Rebhorn y Malgorzata Zajaczkowska. 

lunes, julio 29, 2019

Un genio en apuros

Eugenio, Un genio en apuros, Un geni amb l'aigua al coll, Lluís Josep Comerón, 1983

Pertenezco a esa generación de familias que se pegaban un maratón de horas en coche para irse de vacaciones. Coches a reventar, donde los asientos delanteros eran los únicos que tenían cinturón de seguridad y gracias, y que eso de la sillita para los niños era una cosa de la que no habíamos oído hablar. Y sí, lo de las cintas de cassettes de chistes que se vendían en gasolineras y bares de carretera no es un chascarrillo recurrente. Aquello era tal cual.
Y en nuestros viajes, si había un habitual en el radio cassette en eso de contar chistes era Eugenio. Al barbudo le teníamos especial cariño. No sé cuantas cintas tendríamos, pero unas cuantas cayeron, además de 2 o 3 discos de vinilo que todavía deben estar en el trastero (como aquel que en la contraportada habían unas viñetas dibujadas por Eugenio con la historia de aquella familia de burros que eran cambiados por un tractor). No hace falta decir que me las sabía de memoria pero eso no era impedimento para escucharlas una y otra vez.

Desde muy temprana edad sabía de su película, Un genio en apuros, pero en aquellas solo tenías la opción de ver las películas porque estaba en tu videoclub o porque la programaban en la tele. Y esto es lo que ocurrió en algún momento (en los 90s la película fue carne de las madrugadas de los canales privados). La empecé a ver pero aquello no me convencía porque poco tenía del Eugenio cuenta chistes. Una historia de aquellas de dramón amable de viudo que se dedica a inventar cosas estrambóticas mientras cuidaba de su hija ya lo había visto en Chitty Chitty Bang Bang con bastante más presupuesto y gracia.

Eugenio, Un genio en apuros, Un geni amb l'aigua al coll, Lluís Josep Comerón, 1983

Rápidamente la borré de mi mente hasta que la otra noche cacé en alguno de los varios canales de Tv3 el documental Eugenio de 2018. Y casi que mejor no haberlo visto porque el cómico se me cayó por los suelos. Llámame ingenuo (¿no era Eugenio?) pero en mi mente había quedado como que el artista, al llegar los 90, había ido espaciando sus shows por su mala salud, hasta que murió en 2001. Incluso era de los pocos que seguían La chistera, programa que le montó Telecinco a principios de los 90 y que rápidamente fue relegado a la tarde de los domingos, cuando todo el mundo se queda dormido delante de la caja tonta, para terminar a altas horas de la madrugada entre tarotistas y teletiendas. Y eso que tenía una idea muy meta en la que Eugenio hacia doble papel: el del cuenta chistes que va de negro y el de un tipo que va vestido de forma normal que era el dueño del bar donde ocurría el programa.

Eugenio, Un genio en apuros, Un geni amb l'aigua al coll, Lluís Josep Comerón, 1983

El tema es que el documental narra, con todos sus clichés, la clásica historia de ascenso y caída de una estrella, pasando por el clásico momento en que la casualidad hace pasar a nuestro protagonista de uno más de los que desfilaba por las salas de espectáculos al mega hit que hace que la gente se coma colas kilométricas para verlo actuar. El tipo acaba convertido en el nuevo mesías del chiste. Los analiza, estudia el tempo a la hora de contarlos, los ordena de forma premeditada... Todo ello en un estudio que tiene en el casoplón que se ha construido en el Muntanyà. Flipante el momento en el que durante una entrevista a Julia Peiró (supongo que sería en La casa dels famosos) le enseña una especie de pizarra gigantesca de aquellas vileda y tocando un botón aparece por una ranura impreso todo lo que hay en ella. Esto en la actualidad es un tontería, pero en aquellos ochentas era algo digno de la NASA. Y es que se nota que al tipo le tiraba la tecnología, porque durante el documental aparecen muchísimos fragmentos de películas caseras con lo que ya vemos que desde temprana edad le iba lo de las videocámaras. Y aquí hay un momento especialmente jodido. Cuando, a finales de los 80s, entramos en su bajada a los infiernos con la cocaína, sus desapariciones durante meses del domicilio familiar, el acercamiento a las ciencias ocultas, su afición a las señoras y las fiestas que se mete en su estudio con gente de moral dudosa (su segunda pareja lo cataloga con esa maravillosa palabra que es "crápula") y vemos imágenes caseras (posiblemente se grabase ensayando sus chistes) del artista sin camiseta, en una silla (más que sentado parece que se haya caído sobre ella), en un entorno oscuro casi de found footage, con la mirada perdida y una botella al lado. Si te ha venido a la cabeza el Hasselhoff borracho intentando comer un BigMac es que me he explicado a la perfección

Eugenio, Un genio en apuros, Un geni amb l'aigua al coll, Lluís Josep Comerón, 1983

En algún momento pasan muy de puntillas por su incursión en el cine con Un genio en apuros y pensé que sería un buen momento para recuperarla. Y no por la película en sí misma, si no por hacer un ejercicio que siempre me apetece: ver películas que transcurren en la Barcelona pre-olímpica por aquello de recordar lugares que ya no existen.

Tenemos a Eugenio (aquí llamado Durán) al que su mujer abandonó por un negro como el del WhatsApp y le dejó al cuidado de la hija. El tipo vive en la buhardilla de Agustín González, su hermano, que aquí hace de Agustín González, lo que viene a ser un fachilla que grita mucho mientras dobla la cabeza como si tocara el violín. Y, además, es banquero. A todo esto Agustín quiere colocar a su hermano en el banco, pero éste es un bohemio que le gusta hacer inventos de chichinabo y escribir guiones de cine a los que envía a una productora (Flora Films) que poco menos que se limpian el culo con ellos. En estas que Eugenio se verá en medio del tiroteo de una banda y lo confundirán con alguien que tiene una información muy valiosa.

Eugenio, Un genio en apuros, Un geni amb l'aigua al coll, Lluís Josep Comerón, 1983

Lo que en un principio parece que vaya a tirar por un lado entre cómico y lacrimógeno con el protagonista inventando cosas y demostrando que su actitud infantil es la que a uno le da la alegría de vivir, en contraposición de los grises y aburridos adultos que sólo piensan en trabajar y ganar dinero, acaba derivando al vodevil de gente entrando y saliendo de los camarotes de un barco que navega rumbo a Mallorca. Todo lo del inventor se queda para los primeros 5 minutos con Eugenio haciendo footing mañanero y duchándose con un efecto de retroproyección, adelantándose a nuestras actuales vidas virtuales. En su día el cómico decía que había aceptado la película porque no iba a ser una mera excusa para verlo contar chistes, y ahí reside un gag recurrente en que cada vez que dice aquello de "saben aquell que diu..." alguien le interrumpe.


Eugenio, Un genio en apuros, Un geni amb l'aigua al coll, Lluís Josep Comerón, 1983

Y lo cierto es que Eugenio sale bastante airoso de su única incursión interpretativa en el cine. Eso sí, su director, Lluís Josep Comerón, llena los minutos con mucho plano y contra plano cortísimos, donde la cámara no se mueve ni de casualidad. Y aunque se le nota la modestia en cuanto a medios, no llega al zaparrastrosismo de engendros como el Zipi y Zape de Guevara. Por contra, el que tenga las mismas ganas que yo de ver a la Barcelona ochentera se va a dar con un canto en los dientes, pues la ciudad aparece muy poquito y la mayoría del metraje acaba siendo en un barco.

Eugenio, Un genio en apuros, Un geni amb l'aigua al coll, Lluís Josep Comerón, 1983

Un genio en apuros es un producto para lucimiento del humorista de moda totalmente atípico. La gracia de Eugenio eran sus chistes y la forma de contarlos, y aquí carecemos de ellos y deja atrás su pose de señor serio. Es como si en Condemor Chiquito no dijese ni una sola vez lo de "pecador de la pradera" o el "no puedorr" (bueno, realmente algo así hicieron en Papá Piquillo y el público le dio la espalda).

El cartel también es muy engañoso. Si bien la película empieza dándonos lo que ya nos prometía el póster (el tipo chiflado e inventor que va en una Vespa tuneada como Triki, el monstruo de las galletas, junto a su hija) rápidamente se olvida de la niña, los inventos y la falta de adaptación del protagonista al mundo adulto, para meterlo en una suerte de equívocos entre la policía y unos gángsteres que parecen sacados de un tebeo malo. Lo que nos lleva a una eterna sensación de déjà vu, de situaciones que hemos visto en un montón de películas. Y seguramente ese sería uno de los factores por los que en su estreno, Navidad de 1983, pasó bastante desapercibida en las salas.

Eugenio, Un genio en apuros, Un geni amb l'aigua al coll, Lluís Josep Comerón, 1983

Al menos nos podemos recrear buscando al montón de nombres conocidos que pueblan la película de los que aprovecharon que estaban por la ciudad para darles pequeños papeles (cameos, en muchos casos): Antonio Ozores, Agustín González, Joan Pera, Jose Luis López Vázquez (que estaba en Barcelona representando la obra Vade retro), Mari Carmen Prendes, Juanjo Puigcorbé, Carles Velat, Victor Israel, Ricard Borràs, el periodista del corazón Josep Sandoval, Joan Borràs, Joan Monleón, Pere Tàpies, el doblador Josep Maria Angelat (voz habitual de Louis de Funès)... y más que me debo dejar.

En la dirección el mentado Lluís Josep Comerón, que venía de hacer Dos y dos, cinco (con Lolo García), La rebelión de los pájaros (la película para lucimiento de Regaliz) y había sido guionista en Las Vegas 500 millones.

domingo, julio 28, 2019

Festival de trailers (CXVIII)



El bosque animado (1987) de José Luis Cuerda. Con Alfredo Landa, Tito Valverde, Miguel Rellán, Fernando Rey, Alejandra Grepi, Manuel Alexandre, Encarna Paso, Amparo Baró, Alicia Hermida, María Isbert y Luis Ciges.



La colmena (1982) de Mario Camus. Con José Sacristán, Victoria Abril, Luis Escobar, Charo López, Ana Belén, Fiorella Faltoyano, Concha Velasco, José Luis López Vázquez, Francisco Rabal, José Sazatornil, Antonio Resines, Francisco Algora, Mary Carrillo, Emilio Gutiérrez Caba, Elvira Quintillá, Luis Ciges, Imanol Arias, Agustín González y María Luisa Ponte.



La duquesa (2010) de Salvador Calvo. Con Adriana Ozores, Irene Visedo, Roberto Enríquez, Carlos Hipólito, Diego Martín, Raúl Rocamora y Manuel de Blas.



Jarrapellejos (1988) de Antonio Giménez Rico. Con Antonio Ferrandis, Juan Diego, Lydia Bosch, Amparo Larrañaga, Joaquín Hinojosa, Miguel Rellán, Aitana Sánchez-Gijón, Florinda Chico y José Coronado. 



La niña de tus ojos (1998) de Fernando Trueba. Con Penélope Cruz, Antonio Resines, Jorge Sanz, Rosa María Sardà, Santiago Segura, Neus Asensi, Loles León, Jesús Bonilla, Juan Luis Galiardo y María Barranco.

domingo, julio 21, 2019

Festival de trailers (CXVII)



Davy Crockett y los piratas del Mississippi (Davy Crockett and the River Pirates, 1956) de Norman Foster. Con Fess Parker, Buddy Ebsen, Jeff York, Kenneth Tobey, Clem Bevans y Irvin Ashkenazy.



Nacido para ganar (Born to run, 1977) de Don Chaffey. Con Tom Farley, Robert Bettles, Andrew McFarlane y Wyn Roberts.



Lío en el instituto (Student Exchange, 1987) de Mollie Miller. Con Todd Field, Viveka Davis, Gavin MacLeod, Mitchell Anderson, Heather Graham, O.J. Simpson, Glenn Shadix y Moon Unit Zappa.



La maldición de Wilby (The Return of the Shaggy Dog, 1987) de Stuart Gillard. Con Gary Kroeger, Todd Waring, Michele Little, Cindy Morgan, Jane Carr, Gavin Reed y Jack Ammon.



Mi proyecto científico (My Science Project, 1985) de Jonathan R. Betuel. Con John Stockwell, Danielle von Zerneck, Fisher Stevens, Richard Masur y Dennis Hopper.

domingo, julio 14, 2019

Festival de trailers (CXVI)



Déjame entrar (Låt den rätte komma in, 2008) de Tomas Alfredson. Con Kåre Hedebrant, Lina Leandersson, Per Ragnar, Henrik Dahl, Karin Bergquist, Peter Carlberg y Ika Nord.



Frostbitten. 30 días de noche (Frostbite, 2006) de Anders Banke. Con Petra Nielsen, Grete Havnesköld, Emma Aberg, Carl-Åke Eriksson, Jonas Lawes y Kristian Pehrsson.



Underworld (Underworld, 2003) de Len Wiseman. Con Kate Beckinsale, Scott Speedman, Shane Brolly, Michael Sheen, Bill Nighy, Erwin Leder y Sophia Myles.



El ejercito de los muertos (Homecoming, 2005) de Joe Dante. Con Jon Tenney, Thea Gill, Wanda Cannon, Ferry David Mulligan, Robert Picardo y Karen Austin.



El fin del mundo en 35mm (Cigarette Burns, 2005) de John Carpenter. Con Udo Kier, Norman Reedus, Gary Hetherington, Chris Britton, Colin Foo y Douglas Arthurs.

martes, julio 09, 2019

Cuando los créditos venían en castellano


Hace unos años ya traté el tema cuando rescaté las partes localizadas al castellano de El resplandor. El film de Kubrick era un caso bastante especial que se permitían el lujazo de, no sólo editar los textos en pantalla a varios idiomas, si no que rodaron escenas especialmente para algunos territorios. Ya sabes, aquello de "no por mucho madrugar...".

La cuestión es que en la primera época del VHS se respetaban los títulos de crédito que, en algunos casos, la distribuidora de turno se molestaba en editar. Todo esto se perdería definitivamente en los 90, por no hablar del nuevo milenio con la entrada en tropel del DVD. Así que, en épocas que cada vez había menos distribuidoras pequeñas y las grandes se iban a ir comiendo la mayoría de pedazos del pastel (¡y eso que aun estábamos lejos de la actualidad con Disney comprándolo todo!) a estas últimas les era más fácil centralizar la producción, usarían el mismo master visual para todos los países y simplemente cambiarían el audio.
Es por ello que no está mal dejar constancia de una época no tan centralizada en la que las distribuidoras (algunas de ellas auténticas majors) se molestaban en algo más que en contar billetes, y para muestra algunos casos con sus particularidades.


Mi amigo el extraterrestre. Penúltima película de Louis de Funès antes de pasar a la otra dimensión en la que ya lucía un semblante cadavérico. Como es habitual, se trata de un producto para el lucimiento de sus aspavientos marca de la casa pero que en una segunda capa esconde un dramón de tomo y lomo.
En este caso, su distribuidora, Manuel Salvador S.A. (que a finales de los 80 y principios de los 90 se encargó de hacer lo propio con muchos títulos de la Fox), tuvo a bien traducir el título pero sin matarse para que quedase pefectamente integrado. Ni respetaron el efecto ni la tipografía. Pero se entiende que par apoder hacer esto debería haber salido de la empresa que se encargó de estas funciones en orígen y que la distribuidora poco podía hacer. Menos da una piedra.




Cristal oscuro. O El cristal oscuro como dice en los títulos de crédito. Manteniendo la preciosa tipografía original tuvimos nuestra traducción. Evidentemente lo debieron hacer desde la propia empresa original y el fallo de añadirle el artículo "el" pinta que hicieron la traducción desde los USA antes de tener claro como se titularía aquí.

Tampoco quiero dejar pasar la ocasión para tocar dos detalles. El primero es que, como era habitual en aquella época que la televisión era cuadradas, poco menos que destrozaban el formato original. A veces podrías encontrar que lo habían respetado añadiendo las famosas franjas negras pero en aquellas, que eramos poco instruidos en la materia, nos quejábamos de ellas porque "¿para qué desperdiciar tanta pantalla?". Otras veces, cuando las franjas eran "postizas" y existía imagen arriba y abajo se las quitaban. Y esto pasaba mucho en algunas emisiones en televisión y es cuando empezabamos a ver los micros. Efectivamente, no eran errores de la producción, es que originalmente, para su pase en cines, estaba controlado que aquello no se iba a ver. Aunque en la mayoría de ocasiones encajaban la imagen al formato 4:3 y ya. Eso hacía que nos cortaran imagen a los lados y era frecuente ver a dos narices hablando en lugar de las dos cabezas de los actores enfrente una de la otra. Para solventar esto se sacaron de la chistera el polémico Pan and Scan, que era básicamente era un método en el que seleccionaba las partes donde recortar y la imagen podía moverse de un lado a otro según quien hablase. Esto al menos nos permitía ver la cara de quien hablaba.

Después de esta lección de destrucción de formatos volvamos a Cristal oscuro. En este caso tenemos un film rodado originalmente en panorámico y que en su primera edición a VHS se amputó a 4:3. Salvo los títulos de crédito iniciales, tomando la extraña decisión de poner las franjas pero con el detalle que estaban decoradas como si fueran piedra en lugar de las clásicas de color negro. Una vez acaban los créditos pasaba a 4:3. Y ya en los títulos de crédito finales pusieron una imagen del personaje de Aghra en duotono que en posteriores ediciones sería reemplazada por una imagen del castillo.


 


Escalofrío en la noche. Para el final he dejado el debut de Clint Eastwood en la dirección. Aquí sería el caso de traducción total, ya que Universal no solo tradujo el título, si no todos créditos que aparecían en pantalla, incluso pusieron el logo de la compañía que se encargó del doblaje, Voz de España (aguilucho incluido).

domingo, julio 07, 2019

Festival de trailers (CXV)



Contra todos (Cross Country,
1983) de Paul Lynch. Con Richard Beymer, Nina Axelrod, Michael Ironside y Paul Bradley.



Corrupción caliente (Hot Child in the City,
1987) de John Florea. Con Leah Ayres, Shari Shattuck, Geof Prysirr y Ronn Moss.



El detective de Hollywood (The Hollywood Detective,
1989) de Kevin Connor. Con Telly Savalas, Helene Udy, George Coe, Tom Reese y William Bassett.



Las últimas 7 horas (Seven Hours to Judgment,
1988) de Beau Bridges. Con Beau Bridges, Ron Leibman, Julianne Phillips, Tiny Ron, Al Freeman Jr. y George Catalano.



Turno de noche (Graveyard Shift,
1987) de Jerry Ciccoritti. Con Michael A. Miranda, Helen Papas, Cliff Stoker, Dorin Ferber, Dan Rose, John Haslett Cuff, Don James y Michael Bockner.