En 2001 se estrenaba con mucho bombo y platillo Ocean's eleven de Soderbergh, remake de La cuadrilla de los 11 de los años 60. El film original era un rollazo insoportable que solamente se hizo para que el Rat Pack se montara sus fiestas y vicios entre toma y toma. Por suerte la versión del siglo XXI era todo lo contrario, entretenida hasta decir basta.
Lo que ya no es tan conocido es que el remake bebía más de un film no demasiado conocido como es Las Vegas 500 millones que del film protagonizado por Sinatra y compañía.
El film trata de como el dinero de Las Vegas es trasladado hasta los bancos de San Francisco por un empresa que tiene un sistema casi infalible basado en computadoras y un camión blindado a prueba de atracos. Esto no es impedimento para que un grupo de ladrones acabe trazando un plan capaz de hacer desaparecer el camión en medio del desierto sin que nadie sepa qué ha sido de él. Ni siquiera la compañía aseguradora que ha mandado a uno de sus empleados a realizar las debidas pesquisas.
Dirigida por Antonio Asasi, que luego dirigiría El perro, que luego tendría una versión de la Fantastic Factory con Rottweiler. Y, como es habitual en estas coproducciones europeas, un cast con caras conocidas pero no demasiado: Gary Lockwood (un par de años antes había aparecido en el piloto de La conquista del espacio, también conocida como Star Trek y era el prota de 2001 Una odisea en el espacio), Elke Sommer (El diablo se lleva los muertos), Lee J. Cobb (El exorcista), Daniel Martín (Los Tarantos, Por un puñado de dólares) y Jack Palance (Batman, Tango y Cash).
La película es la clásica coproducción de la época (en este caso entre España, Francia, Italia y Alemania) en la que ruedan durante pocos días en Las Vegas y la mayoría de la producción se instaló en España, aprovechando zonas desérticas para hacerlas pasar por la capital del pecado. Todo eso, claro está, para abaratar costes al máximo. Luego, enmarcando la producción en el maravilloso género del eurocrime, tan en voga por aquellos años, donde se tiraba mucho de actor norteamericano de segunda fila para darle más caché al producto. Y si no que se lo digan a John Phillip Law, Henry Silva, Fred Williamson, John Saxon... que se pusieron las botas.
Como suele pasar en films de hace tanto tiempo, el tema tecnológico puede acabar chirriando, sobre todo cuando quieren ser demasiado "futuristas". El camión blindado con el que nos topamos parece simplemente una caravana familiar tuneada, pero no molesta en exceso. En cambio, hay elementos casi proféticos, como esas videoconferencias con las que se comunican algunos personajes o las contraseñas que generan esas antiguas "computadoras".
Más allá de esto tenemos la clásica película de grandes robos que hará las delicias de sus fans. Aunque, todo hay que decirlo, se echará de menos el cliché de la preparación del robo, pero ahí seguirán los clásicos conflictos entre los miembros de la banda, que el "malo" es el pobre pichón al que han robado, el investigador de turno o la rubia que juega a varias bandas.
Curioso que esta película no la recuerda nadie hoy en día y que en 1968, en el momento de su estreno, en nuestro país tuvo mucho más éxito en cine que Bullit o El planeta de los simios, que fueron grandes éxitos en ese 1968.
Una cinta obligada para los que gusten de las películas de estética sesentera auténtica, con una banda sonora de Georges Garvarentz brutal y que tiene muchos ramalazos de Morricone, concretamente de Diabolik, que, casualmente, también es de ese año. E igual no es tanta casualidad cuando vemos las similitudes entre los dos carteles, aunque claro, detrás estaba Frank McCarthy.
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