domingo, enero 29, 2017

La tutora

la tutora, the guardian, william friedkin

Después de encadenar dos hits de la talla de French connection contra el imperio de la droga y, sobre todo, El exorcista, William Friedkin inició un declive que llegó por creerse demasiado su condición de artista de éxito que está por encima del bien y del mal, y que cualquiera de sus proyecto sería un éxito de crítica y público. Nada más lejos de la realidad. Después de un tiempo trabajando en The Devil's Triangle, uno de esos proyectos que se quedan en el limbo y debía ser el film definitivo sobre el triángulo de las Bermudas (muy de moda en la época) protagonizado por Marlon Brando, Steve McQueen y Charlton Heston, el director tuvo que esperar para cuadrar agendas, así que se embarcó en un proyecto más pequeño mientras esperaba activar el proyecto gordo. El film modesto fue Carga maldita (remake de El salario del miedo), que acabó siendo un problemón para sus productores, que veían como el rodaje se alargaba casi dos años y el presupuesto de apenas dos millones y medio iba creciendo cada vez más hasta alcanzar la exagerada cifra de 22 millones. La cosa acabó con un gran fracaso en taquilla, apenas recaudando menos de la mitad de lo invertido.

la tutora, the guardian, william friedkin

The Devil's Triangle nunca se realizó (según Friedkin porque Encuentros en las tercera fase de Spielberg se parecía demasiado) y salvo alguna excepción como A la caza, la filmografía del director en los 80 se movió entre fracasos económicos y telefilms. Así que para romper esa mala racha y empezar con buen pie la década de los 90 nada mejor que volver al terreno que más popularidad le dio: el terror.

La tutora gira entorno a un matrimonio que acaban de tener su segundo retoño, al que le pondrán una babysitter. Lo que no saben es que la chica se dedica a robar a los bebés que cuida para ofrecérselo a un árbol tal como hacían los druidas.

la tutora, the guardian, william friedkin

Parece que el tema de la babysitter que esconde oscuros propósitos debía interesar mucho en la época. Ahí tenemos uno de los episodios míticos de Los Simpson o, un par de años después, La mano que mece la cuna, película que siempre acaba confundiéndose con la dirigida por Friedkin, a diferencia que la primera no tiene el elemento fantástico y sí fue un éxito económico.
Y es que a película de Friedkin sufre de esa pátina estética tan noventera (pese a rodarse en 1989), una época bastante mala para el terror. Y es que no estamos ante una buena película precisamente.

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En líneas generales la cosa roza el ridículo y según nos pille lo traspasa. Seguramente el hecho que la producción no fuese un camino de rosas, con varias reescrituras de guión, dejaron mella en el resultado final. Lo que en un primer momento se acercaba más al thriller, dejando de lado el tema fantástico, acabó metamorfoseando a lo fantasioso por imposición de la Universal, que quería aprovecharse de la fama del director.

Hay algún momento con algo de gore, y todo lo que rodea al árbol está muy conseguido. Desde su diseño, que, aunque se nota que era un decorado, tiene cierto aire de cuento de hadas, y como le dan "vida" a modo de animatrónic cuando se dedica a dar candela a un trío de atracadores/violadores. Escena tan sumamente ridícula que su condición de existir es para que veamos como se las gasta el vegetal. Por que si de algo peca el film es de meterse en terreno fangoso durante casi todo su metraje. Pasamos con demasiada frecuencia por momentos ridículos, de aquellos de vergüenza ajena, pero si los aguantamos nos recompensarán con alguna cosa salvaje como lo de los ladronzuelos o momentos de pura tensión, como la escena que unos coyotes rodean y asolan la casa de un ingenuo mirón que ha pillado a la babysitter haciendo la fotosíntesis lunar. Babysitter interpretada con cierta gracia y mirada ida Jenny Seagrove, que ya la habíamos visto en Un tipo genial y Los piratas de las islas salvajes. En el contrapunto del matrimonio tenemos a una de las chicas Bond de la siempre poco reivindicada Licencia para matar, Carey Lowell, y un secundario habitual como Dwier Brown. Y casi como anécdota, una minúscula aparición del recientemente fallecido Miguel Ferrer.

 
la tutora, the guardian, william friedkin

La tutora
tiene eso, que de haber sido una serie B más transparente nos la tomaríamos con más alegría, pero que al llevar el sello de un gran estudio y la firma de unos de los buenos de los 70 la cogemos de forma seriota y por ahí la cosa no se aguanta.



miércoles, enero 18, 2017

La quinta jornada (de Dario Argento)

La quinta jornada, Dario Argento, Adriano Celentano

Sin duda la auténtica rareza en la filmografía de Dario Argento es esta La quinta jornada, una comedia de tintes históricos que rodó justamente después de finalizar su trilogía animal (El pájaro de las plumas de cristal, El gato de las nueve colas y 4 moscas sobre terciopelo gris) y antes de darle una vuelta de tuerca al giallo con Rojo oscuro. Y justo a la vez que en televisión se embarcaba en La porta sul buio.

Porque tener éxito en el género fantástico siempre gusta, como también gusta recibir el reconocimiento en festivales estilo Sitges, pero al final lo que todo quisque que frecuente el mundo del celuloide quiere es triunfar en el cine "serio", el que aplauden los críticos y en el donde se dan los premios "importantes". Ahí tienes a gente como Raimi o Craven, que a la que les dejan te hacen Un plan sencillo o Música del corazón. Por lo que a Argento seguro que también le picaba aquello de recibir las alabanzas de Cahiers du cinéma y cuando ya había conseguido tres exitazos económicos pudo tener la carta blanca para salirse de su hoja de ruta.


La quinta jornada, Dario Argento, Adriano Celentano

Pero la realidad es que este era un proyecto que debía dirigir Nanni Loy, que curiosamente, una década antes, había realizado Los cuatro días de Nápoles, con muchos paralelismos con La quinta jornada y por la que fue nominado a un Oscar. Pero este se desentendió del proyecto y el productor, Salvatore Argento, miró hacia su hijo Dario.

También hubo cambios en el casting, siendo en un primer momento Ugo Tognazzi (seguro que te suena de Vicios pequeños de la que luego los yankis hicieran el remake La jaula de las locas) el elegido y desertando del proyecto al poco del inicio del rodaje. Como solución de urgencia se contó con Adriano Celentano, toda una institución del canteo en Italia y que acababa de tener pelotazos en el cine con Serafino o El guapo. 

En la película de Argento vive las aventuras y desventuras de un ladronzuelo que, casi sin quererlo, escapa de la cárcel, y, junto a un panadero, se encuentra con las vicisitudes de los 5 días que tardó el pueblo italiano en amotinarse ante la ocupación austríaca a mediados del siglo XIX.

La quinta jornada, Dario Argento, Adriano Celentano

Una comedia muy italiana (al menos la de la época), de sal muy gruesa y grosteca, con supuestas gracias que se basan en los tortazos y acelerar el montaje mientras suena una musiquilla pretendidamente graciosa. Amén de meter cierto tono de erotiquillo barato con sus tetas incluidas. No es de extrañar que entre los guionistas nos topemos al amiguísimo de Argento, Lugi Cozzi, cagador de basura fílmica de la que nos gusta como Star crash o Contaminación: Alien invade la Tierra.

Pero, pese a a estas salidas del tono que nos tenía acostumbrado el director de Drácula 3D, no puede evitar volver a terreno conocido con cierto grado de hemoglobina, algún navajazo y una cabeza reventada por un disparo. Aunque más representativo es el momento que la pareja protagonista entran en una biblioteca y escuchan una cavernosa voz que pronto se descubre como un orondo personaje con muy mala pinta. Sin duda un momento que podría haber formado parte de cualquiera de sus películas de género.

La quinta jornada, Dario Argento, Adriano Celentano

La película es dura de ver, muy muy pesada. Dos horas dan para mucho. Para aburrirse mucho. En su momento cogió a todos por sorpresa, lo que unido a su poca gracia la llevó de pleno derecho al agujero de los olvidados (aunque en su paso por la taquilla italiana no le fue mal), haciendo que Argento nunca más volviese a dejar el género de terror.

Él mismo reconocería años después que el proyecto le superaba, siendo escrito para un director que que dominara la comedia como Nanni Loy. Zapatero a tus zapatos.

miércoles, enero 11, 2017

Crisis, internet y cintas de vídeo

la crisis de los videoclubs, beta, vhs
 
Que los videoclubs pertenecen al pasado es un hecho. Ya forman parte del pretérito de esta degenerada sociedad, como los ultramarinos, las bodegas o la Cherry Coke.
En la memoria colectiva queda/rá como que murieron por culpa de los top manta de los chinos y los negros primero, y la llegada masiva de las conexiones de alta velocidad a la mayoría de hogares después. Pero que las crisis del negocio de VHS y Betas no venían de nuevo, si no que las había por décadas.

Algún que otro espabiladado y con mejor memoria recordará la crisis con la llegada de los canales privados. Canales que, ante la falta de producción propia, tiraban del catálogo del refrito (reposición de series del año de María Castaña) y películas a mansalva. De 2 o 3 canales (según la comunidad) pasamos a incorporar a TeleCinco, Antena 3 y Canal Plus, con pelis de Alvaro Vitali, Chicho Terremoto y las pelis codificadas del viernes por la noche. A tope.


Al final el personal pasaba de bajarse al videoclub y aguantar a todos sus iguales delante de una estantería mirando al infinito, esperando que saliera la tía buena de la dependienta para avalanzarse sobre ella a ver que novedades iba a poner, de la misma manera que las buitres planean sobre un agonizante ciervecillo. ¿Para qué aguantar al pesado del dependiente y hacerse colega para que te ponga el primero de la lista para cuando salga de estreno Desafío total, si te puedes quedar tranquilamente en tu sillón viendo cualquiera de Charles Bronson mientras da pal pelo a los quinquis del barrio?

 la crisis de los videoclubs, beta, vhs
 Un sábado tarde cualquiera en el videoclub Vergara

Muchos intentaron abrir fronteras añadiendo a la oferta el alquiler de CD's de música y videojuegos. Pero el tema les duró lo que tardó en morir el cartucho y llegar la generación encabezada por la PlayStation y todas las copias piratas por 1.000 pelas.

Pero si retrocedemos otra década más, veremos que ya en los 80 la cosa estaba jodidilla. El desengaño con el Beta (lo del Sistema 2000 ya fue penetración anal sin previo aviso y sin vaselina) y los vídeos comunitarios hicieron tambalear una industria que en su día dio pingües beneficios a los avispados que vieron el filón. Y seguramente esa mina de oro llamó la atención de muchos, que no perdieron el tiempo y comenzaron a montar videoclubs con más ritmo que la musiquilla de Movierecord, saturando el mercado. Muchas bocas y pocas tetas. Las grandes majors tardaron mucho en sacar en alquiler sus grandes producciones, así que distribuidoras pequeñas vieron la oportunidad de sacar cualquier película por muy tercermundista que fuese. En las estanterías uno no le hacía ascos a la serie Z que venía de USA, Italia o Filipinas. Era una época de 2 o, a lo sumo, 3 canales y la gente se aburría mucho en casa, así que el fin de semana era tradición ir en procesión al videoclub y cargar con todo lo que se pudiese. De ahí se explica las cantidades ingentes de bazofias que se editaron en la época y, cosa increíble, con doblajes de primera división.

la crisis de los videoclubs, beta, vhs

Decían los expertos (y lo siguen diciendo cada vez que aparece un mercado nuevo) que él solo se regula y los que ofrecen mejor oferta son los que acaban sobreviviendo. Pura ley evolutiva.
Tampoco parecen acordarse los dueños de los videoclubs desaparecidos que ellos mismos tuvieron mucho que ver con la hecatombe. Para sacar más beneficio (o para intentar sobrevivir entre la competencia) muchos vendían copias piratas que hacían ellos mismos. No olvidemos que en la época no en todas las casas había un reproductor de vídeo y mucho menos dos, que el aparato podía estar entorno a las 100 mil pesetazas.
 
la crisis de los videoclubs, beta, vhs

martes, enero 03, 2017

De Palma


En casa siempre nos ha gustado mucho De Palma. Al menos hasta su filmo de los 90, que a partir de ahí la cosa degeneró bastante. Por eso, cuando supimos de un documental dedicado a su figura hicimos fiesta, compramos un tortell y tiramos petardos. El problema es que luego nos indigestamos.

Y es que este documental firmado por Noah Baumbach y Jake Paltrow nos ha dejado bastante chof. Básicamente se trata de una entrevista de algo menos de dos horas al director de Carrie (Carrie, 1976) que, sentado delante de una chimenea, va comentando una a una sus películas. Eso podría no estar tan mal, pero apenas nos enseñan algún fragmento de las películas y fotos del rodaje que hemos visto un millón de veces en internet. No hay ni una sola declaración de alguien que no sea el director. De Palma al 100%. 



Y es que ese es su gran handicap, que para los hayamos seguido un poco al director, todo lo que nos explican no nos viene de nuevo. Por un lado, la poca modestia del tipo. Sí, es de los que se quieren muy mucho y sus decisiones, según él, siempre son acertadas. Y por otro lado, que como buen abuelo cebolleta, mete cagadas como cuando comenta el casting de El fantasma del Paraíso (Phantom of Paradise, 1974). A partir de ahí, pues sus trabajos primigenios; el primer contacto con De Niro, al que deja bastante mal después de volver a coincidir en Los intocables de Eliot Ness (The untouchables, 1987), diciendo que estaba bastante subidito y ni se molestaba en aprenderse el guión; y dejando claro que Misión imposible (Mission: impossible, 1996) la hizo por dinero y para recuperar status, además de colgarse la medalla de ser la mente pensante tras la escena de Tom Cruise colgado del techo. ¿Se inspiró en el principio de El robobo de la jojoya (1991)? Seguro que sí.


Básicamente, este De Palma (De Palma, 2015) es la versión audiovisual de aquel libro titulado Brian De Palma por Brian De Palma (Brian De Palma, 2001) de Samuel Blumenfeld y Laurent Vachaud, aunque este me parece más completo y con más información.

Llama mucho la atención que en estos tiempos que corren, con un montón de documentales sobre productoras de serie B, proyectos fallidos, la industria de nuestras antípodas... todos ellos lucen un aspecto visual cuidado al máximo, mientras que el aquí comentado es parco como él solo. Es por ello que, aportando poca información a los conocedores del director, está más recomendados a los neófitos que, además, se colapsen con los montajes vertiginosos de Mark Hartley. 

Y ya para rizar el rizo de contradicciones nos topamos con un cartel totalmente deudor de Struzan, cuando el director de Snake eyes. Ojos de serpiente (Snake eyes, 1998), pese a ser coleguita personal de los Spielberg y Lucas, nunca formó parte de ese tipo de cine palomitero made in Amblin.

sábado, diciembre 31, 2016

Festival de trailers (XIV)



Slipstream. La furia del viento (Slipstream, 1989) de StevenLisberger. Con Bob Peck, Mark Hamill, Kitty Aldridge, Bill Paxton, Susan Leong, Alkis Kritikos, Tony Alleff, Ricco Ross, F. Murray Abraham.



Kansas: dos hombres y un destino (Kansas, 1988)
de David Stevens. Con Matt Dillon, Andrew McCarthy, Leslie Hope, Kyra Sedgwick, Alan Toy, Andy Romano, Brent Jennings.

 



Taxi al Cairo (Taxi zum Klo,
1983) de Frank Ripploh. Con Frank Ripploh, Bernd Broaderup, Orpha Termin, Peter Fahrni, Dieter Godde, Klaus Schnee, Bernd Kroger, Markus Voigtlander, Irmgard Lademacher.


domingo, diciembre 25, 2016

Clásicos Keaton: Batman Vuelve

Batman vuelve, Tim Burton, Michael Keaton, Danny de Vito, Michelle Pfeiffer

Sin duda la peli navideña de superhéroes por antonomasia. Aunque, curiosamente, se estrenase en verano. Concretamente el del ya muy lejano de 1992.
Batman (Batman, 1989) había sido un monumental éxito que arrasaba allá por donde pasaba. Sólo en cines recaudó casi 500 millones de dólares en todo el globo, y luego tendríamos que sumar lo que sacaron en derechos para los pases televisivos o ventas en VHS. Y si no tenías poco, acuérdate de la mastodóntica campaña de merchandising que nos invadió. Es por todo eso que nada más estrenarse en los USA, la Warner comenzó a activar la maquinaria para fabricar una secuela. Pero con lo que no contaron era con la negativa de Tim Burton. 

Y no es extraño. El pequeño Timmy había pasado de dirigir dos películas de presupuesto medio-bajo como fueron La gran aventura de Pee-wee (Pee-wee's big adventure, 1985) y Bitelchús (Beetlejuice, 1988), a llevar las riendas y la presión de la superproducción más importante del momento, teniendo que lidiar contra los fans del cómic y dos productores que le hicieron la vida imposible. Es por todo eso que cuando le ofrecieron volver a encargarse de la aventuras del caballero de la noche dijo que no. En cambio presentó a la Warner, con la que había lanzado sus tres films, el proyecto de un tipo que en lugar de manos tenía tijeras, a lo que la major le dio largas, esperando que reconsiderara rodar la secuela de Batman. Pero en lugar de eso se fue a la Fox, donde fue recibido con los brazos abiertos ya que para ellos era un triunfo producir la nueva película del director de moda. Pero Eduardo Manostijeras (Edward Scissorhands, 1991) no fue un éxito descomunal, aunque tampoco el fracaso que muchos han pregonado.

 
Batman vuelve, Tim Burton, Michael Keaton, Danny de Vito, Michelle Pfeiffer

Paralelamente, la Warner no estaba dispuesta a cambiar ni un solo cromo de quienes habían estado detrás de Batman, con lo que siguió esperando a que el director californiano les diera el sí. Y para llamar su atención volvieron a contactar con Sam Hamm, uno de los guionistas del anterior film (el otro, Warren Skaaren, había muerto antes del estreno), para que escribiera un guión que llamase la atención de Burton.
En ese guión ya aparecían Catwoman y el Pingüino como villanos, que descubrían el mapa de un tesoro que estaba debajo de la batcueva. Quizá un argumento demasiado naif. Pero a Burton no le gustó el libreto, aunque sí que se encariñó de los personajes de Catwoman y el Pingüino y de que la acción pasara en Navidad. Dando la sensación que el director estaba de lleno en su etapa navideña, siendo Eduardo Manostijeras, este segundo Batman y Pesadilla antes de Navidad (Nightmare before Christmas, 1993) las piezas de este tríptico nevado. Y estos elementos de su interés son los que hicieron que cambiara de opinión y aceptase volver a tomar las riendas del proyecto, siempre y cuando la Warner le diera carta blanca para hacer lo que le diera la gana. Lo primero era quitarse de en medio a Jon Peters (sí, el de la araña gigante y Kevin Smith) y Peter Guber, productores del primer film y aquí arrinconados a "simples" productores ejecutivos, lo que traducido a nuestro idioma era que seguirían cobrando un suculento cheque pero que no podrían tener voz ni voto en la toma de decisiones importantes.

Seguidamente, aconsejado por su en aquella época socia Denise Di Novi encargó la reescritura a Daniel Waters, que había hecho lo propio con Escuela de jóvenes asesinos (Heathers, 1988), una producción de Di Novi, a la que Burton tenía especial cariño, además que ya habían tenido un primer contacto unos años antes cuando el guionista le presentó un borrador para una secuela de Bitelchús, donde el bio exorcista habitaba la Casa Blanca (sic).
Después de varias revisiones de guión, la cosa no acababa de convencer a la Warner, y dado que le tiempo se les tiraba encima, acabaron dando la responsabilidad de la última versión a Wesley Strick, que venía de escribir El cabo del miedo (Cape fear, 1991), pero que en Hollywood era más conocido como un script doctor, lo que viene a ser un guionista en la sombra que arregla guiones de producciones que están a punto de iniciarse o en pleno rodaje. Él se encargaría de darle al Pingüino el plan de secuestrar a los niños de Gotham.

Una de las grandes curiosidades es que Strick, como buen script doctor que se precie, no aparece en los créditos del film, en cambio, sí que tenía su espacio en el libro oficial que escribió Michael Singer, dando la sensación que el libro se escribió antes que se decidiera no dar crédito al guionista. 

 
Batman vuelve, Tim Burton, Michael Keaton, Danny de Vito, Michelle Pfeiffer

Otra de las decisiones importantes fue no volver a Inglaterra, donde todavía seguían los decorados originales, lo que hacía que el presupuesto aumentara por la construcción de nuevos sets. Decisión que venía de la negativa del director hacer una secuela al uso, queriendo hacer una película totalmente nueva que no tuviera apenas conexión con su predecesora. Para el diseño de esta nueva urbe, Burton prescindió de Anton Furst, que había diseñado los decorados que todavía seguían en Inglaterra y que habían sido premiados con un Oscar. Por otra parte, el diseñador había firmado un contrato de exclusividad con Columbia, lo que hubiera dificultado su contratación. A finales de 1991, con una depresión a cuestas, se tiró desde una octava planta.

También se le dio una vuelta al traje del caballero oscuro, que esta vez sí pudo lucir el logo original en el pecho, ya que para la anterior película tuvieron que añadirle las patitas por problemas de copyright. En cambio, se mantuvo el batmobile, también diseñado por Furst, y que había dejado más que satisfechos a todos.

Batman vuelve, Tim Burton, Michael Keaton, Danny de Vito, Michelle Pfeiffer


Batman vuelve, Tim Burton, Michael Keaton, Danny de Vito, Michelle PfeifferUn detalle que apareció en el guión de Sam Hamm, que luego se mantuvo en el guión final y llegó al set de producción, era el guiño a lo que pasó en verano del 89 con la batmanía. En el libreto se hablaba de una tienda en Gotham city que vendía todo tipo de productos con el logo de Batman, incluso restos del batwing estrellado a los pies de la catedral. Esta tienda llegó a construirse, aunque finalmente no aparecería en la película. El detalle más curioso es la máquina de pinball donde podíamos ver la foto de Bruce Wayne/Michael Keaton. De haber aparecido en la película hubiera sido algo totalmente absurdo ver la imagen del alter ego de Batman.
Otros detalles del guión de Waters que se perdieron y que iban a tener mayor protagonismo en una tercera entrega fueron una aparición de Billy Dee Williams encarnando a Harvey Dent y teniendo el accidente que le desfigura. Tambén la primera aparición de Robin, que aquí debía ser un joven mecánico (con una R en su mono de trabajo) que ayuda a Batman a reparar el Batmobile. Para este papel se contrató a Marlon Wayans, que llegó hacer pruebas de vestuario, pero el personaje acabó eliminado del guión ante el exceso de personajes.


Para el cast no había dudas que Michael Keaton tenía que volver a encarnar al hombre murciélago, que, no habiendo firmado ningún tipo de clausula que le obligara participar en secuelas, pudo negociar al alza sus honorarios y embolsarse 10 millones de dólares y porcentajes del merchandising.
Tampoco hubo problemas para seleccionar a Danny De Vito, que físicamente daba muy bien el tipo.
Para Catwoman se contrató a Annette Bening, pero al poco de empezar los preparativos del rodaje se quedó embarazada y tuvo que bajarse del barco. Así que, como ya ocurriera en la anterior película, cuando Sean Young se rompió un brazo y se tuvo que contratar deprisa y corriendo a Kim Basinger para encarnar a Vicky Vale, se tuvo que buscar una sustituta. La elegida fue Michelle Pfeiffer.

Y para un tercer villano, que suele pasar bastante desapercibido, teníamos a Christopher Walken. Del personaje que encarnaría, Max Schreck, surgió la teoría que, originalmente, el personaje era Harvey Dent y su final electrocutado marcaría el inicio de Dos Caras. Pero lo realmente cierto es que en el guión de Waters se descubría que era el hermanastro del Pingüino, cosa que eliminó Wesley Strick en la versión final.
Además, volverían a repetir roles Michael Gough, como el mayordomo Alfred, y Pat Hingle, haciendo de un testimonial comisario Gordon.

En verano de 1991 empezaría el rodaje con los problemas normales de una superproducción de 100 millones de dólares (en aquel momento la más cara de la historia). Pero los problemas importantes llegaron cuando Burton enseña los primeros montajes a los ejecutivos de la Warner, que comienzan a tener dudas con lo que ven. A lo que Burton tiene que hacer malabarismos en la edición para que le den una calificación PG-13 (menores de 13 años tienen que estar acompañados de un adulto), y donde poco se podía rascar a no ser que se volviesen a rodar algunas escenas, pues en aquella época el retoque digital era inviable.
Lo que sí se rodaría semanas antes del estreno es la imagen de Catwoman apareciendo junto a la bat-señal al final del film.

Batman vuelve, Tim Burton, Michael Keaton, Danny de Vito, Michelle Pfeiffer

Finalmente, Batman Vuelve (Batman returns, 1992) se estrenaría en verano de 1992, teniendo una primera semana espectacular en las taquillas, pero desinchándose a partir de la segunda. La crítica se dividía entre los que aplaudían un blockbuster de superhéroes nada infantil, y los que criticaban su escaso argumento. Tampoco le iba muy bien ante la cantidad de padres que se indignaban porque el Pingüino comía pescado crudo y les salían flemas negras por la boca. Hecho que empujó a McDonalds ha retirar su promoción a la película.

Si miramos las cifras veremos que los 100 millones invertidos se convirtieron en casi 300 en los cines de todo el mundo. Cifras, a priori, más que buenas, pero el mal ya estaba hecho y para los ejecutivos de la Warner las espectativas no se habían cumplido. No tanto por lo recaudado, que era una millonada, si no porque peligraba una franquicia a largo plazo.
Burton era sabedor que por fin había hecho la película de Batman que él quería y que no había gustado a la mayoría, así que poco más podía aportar y siendo consciente que le convenía más dejar la franquicia, dio un paso a un lado y se limitó a poner su nombre como productor ejecutivo en los títulos de crédito de Batman Forever, (Batman forever, 1995). Lo mismo que él había hecho con Jon Peters y Peter Guber. Justicia poética.

Aun y así, el personaje de Catwoman caló lo suficiente para que se hablara de una película en solitario del personaje. El propio Daniel Waters fue el encargado de escribir un guión que nunca pasaría de una primera fase. Aunque, lamentablemente, Catwoman sí tuvo su película.

Batman vuelve, Tim Burton, Michael Keaton, Danny de Vito, Michelle Pfeiffer

Como era de esperar, el estreno de Batman vuelve vino acompañado de otra campaña de merchandising abrumadora. Muñecos, camisetas, gorras, cromos, videojuegos... cualquier cosa valía si se le podía poner el logo del murciélago.

Pero lo que acabó siendo un producto nacido como simple exploitation (al menos para la Warner) y acabó teniendo entidad propia fue la serie animada. Que salvo las imposiciones de mantener los diseños del Pingüino y Catwoman, tuvieron la suficiente libertad para crear un universo propio del que, incluso, tuvo el acierto de crear un personaje totalmente nuevo como Harley Quinn.

Batman vuelve, Tim Burton, Michael Keaton, Danny de Vito, Michelle Pfeiffer

Recuerdo que cuando se estrenó no me llevaron al cine a verla, tuve que esperar a saliera en los videoclubs para poder hacerlo. Mientras salía ya me había hecho con la revista de la película y su adaptación en cómic, aunque sólo lo ojeé por encima, quería reservarme a verla. Recuerdo visionarla por fin un sábado por la mañana y quedar profundamente decepcionado. Supongo que me pasó como a la mayoría y esperaba una fotocopia de la anterior pero cambiando a los villanos. Más o menos lo que era habitual en la época, que de un gran éxito parieran secuelas que no se apartaran del original. Y claro, aquello era lo que quería Burton, una película totalmente nueva que no tuviera nada que ver con la del 89. Y es que, si aquella era una película de Batman dirigida por Burton, Batman vuelve era una película de Tim Burton donde salía Batman.

Estaba claro que el director había hecho lo que le había dado la gana sin tener demasiado en cuenta los aspectos del cómic. Había cogido los elementos que más le interesaban (la dualidad de Catwoman, el outsider del Pingüino, la melancolía de la Navidad...) y había hecho su película, y poco importaba que se llamara Batman Returns o Una tipa disfrazada de gata le entra una depresión en noche buena.
Tampoco ayudaba mucho el doblaje que se hizo aquí. El primero, se hizo en Barcelona, y este segundo pasó a Madrid, con una voces muy poco apropiadas. Voces que, en su mayoría, repetirían para la serie animada, donde más o menos funcionaban, pero en la versión de carne y hueso aquello de oír al Pingüino con la voz del Moe de los Simpson o la voz que solía tener John Ritter para Michael Keaton, no pegaban ni con cola.

Batman vuelve, Tim Burton, Michael Keaton, Danny de Vito, Michelle PfeifferY aunque estéticamente es todo un espectáculo, los decorados, a diferencia del anterior film, eran demasiado acartonados, muy falsos y artificiales. Curiosamente, alguien que estuvo en su momento en los sets de filmación sacó unas fotos y ahora han visto la luz. Es muy curioso como con la ausencia de iluminación artiificial y a plena luz del día, los escenarios parecen mucho más realistas y se acercan a lo que había hecho Anton Furst.

Me costó años acabar de encontrarle el punto. Quizá eso sea lo bueno de ella, que no se aferra a la predecesora para cumplir expediente, si no que quiere probar cosas nuevas. Pero al final la cosa queda desdibujada, dando una sensación de postales, estampas de los personajes que están hiladas por una trama endeble. Pero si uno es capaz de olvidarse de la historia y se queda con el drama de unos personajes atormentados (en el fondo el único personaje autenticamente malvado es el empresario Max Shreck) que van de un lado a otro como almas en pena y se lo pasa pipa con el aspecto visual, de aquí puede sacar petróleo.

sábado, diciembre 17, 2016

Festival de trailers (XIII)

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Zona de peligro (Danger Zone II: Reaper's Revenge, 1989) de Geoffrey G. Bowers. Con Jason Williams, Robert Random, Jane Higginson.





Perry Mason. El caso de la dama del lago (Perry Mason: The Case of the Lady in the Lake, 1988) de Ron Satlof. Con Raymond Burr, Barbara Hale, William Katt, David Hasselhoff, John Beck, Doran Clark, George DelHoyo, John Ireland, Liane Langland, Darrell Larson.





El poder del diablo (Prime evil,
1988) de Roberta Findlay. Con William Beckwith, Christine Moore, Mavis Harris.


viernes, diciembre 09, 2016

Otto el rinoceront (Otto el rinoceronte)

otto el rinoceront, 1983, Otto er et næsehorn, Rumle Hammerich, Ole Lund Kirkegaard

Durante mucho tiempo había tenido la duda si esta era la primera película que vi en un cine. Al menos que yo tuviera consciencia. Junto a Otto el rinoceront / Otto el rinoceronte (Otto er et næsehorn, 1983) estaban en la pugna Los Goonies (The Goonies, 1985), Baby, el secreto de una leyenda perdida (Baby... Secret of the Lost Legend, 1985) y Taron y el caldero mágico (The Black Cauldron, 1985). Pero mirando las fechas de estreno parece que el honor se lo lleva las aventuras de Mike, Gordi y compañía.
La cuestión es que Otto el rinoceront fue de las primeras, y, al ser visionada con una edad muy corta, la cabeza va añadiendo sus extras. Recuerdos ingertados que le dicen.

Recuerdo que la vimos en una salida con el colegio. Imaginate, puros infantes de parbulario que podrían dar pie a escenas similares a cuando los gremlins se encerraban en un cine a ver Blancanieves y los 7 enanitos. Pero no, recuerdo (o creo recordar) que nos comportamos.

otto el rinoceront, 1983, Otto er et næsehorn, Rumle Hammerich, Ole Lund Kirkegaard

Con el tiempo he podido descubrir que se trata de una de las primeras películas que se dobló al catalán con vistas a estreno en salas. Iniciativa que data desde finales de los 70, cuando la mítica revista Cavall Fort se asoció a Rialles y Drac Màgic para esta labor. Además de estar por ahí la Generalitat, lo que seguramente ayudó a que los colegios llevaran a los alumnos a estas sesiones por el tema de ayudas y descuentos.

Hay que apuntar que las películas distribuidas eran europeas (muchas de Europa del este). Según los responsables "porque ahí seguían produciendo películas infantiles de calidad". Pero está claro que, sin negar de la calidad (o no) de estos productos, los derechos de distribución serían muchísimo más baratos que lo que se producía en Hollywood, que, por otro lado, tendrían bien atados otras distibuidoras más potentes. 

otto el rinoceront, 1983, Otto er et næsehorn, Rumle Hammerich, Ole Lund Kirkegaard

Volviendo a ese diciembre de 1985. Lo flipamos bastante con el visionado en la sala Arcadia. Normal, unos mocosos de 5 años los plantas delante de una pantalla con un lápiz que convierte todo lo que dibujas con él en realidad y ya tienes la tarde hecha. Y lo flipamos tanto que nos inventamos el título, siempre refiriéndonos a ella como "El llapis màgic" (El lápiz mágico), seguramente porque no tendríamos ni idea de que película íbamos a ver. Incluso comentábamos lo molón que era el inicio con ese lápiz volando por el espacio sideral mientras se cruzaba con gomas de borrar, bolígrafos y cualquier producto de papelería.

Pasaron los años y todas esas imágenes quedaron escondidas en algún lugar de mi memoria. Hasta principios de los 90. En la sección infantil del videoclub Star 4 me topé con una carátula que me llamó la atención. Efectivamente, era la caja de Otto el rinoceront, que en seguida me dio una hostia de realidad al descubrir que aquello de "El llapis màgic" nos lo habíamos sacado del bolsillo que llevaba nuestro nombre bordado de aquellas batas de rallas blancas y negras que nos atábamos al cuello a la hora del patio para convertirnos en el superhéroe de turno. Uno a cero.

El segundo gol de realidad fue al alquilarla y darle al play. Aquel lápiz rotoscopiado que viajaba por el espacio no se cruzaba con gomas de borrar ni nada de nada. A partir de ahí cuesta abajo y sin frenos ante una goleada de escándalo. La película me resultó una cosa plomiza como pocas. Juraría que ni la terminé. Aquello fue una retro rotura en toda regla 20 años antes de que llegara la moda retro. Posiblemente fuese el equivalente a la actualidad, cuando te descargas esa serie producida por BRB o la TOEI que tanto te hacía flipar y ahora apenas puedes aguantar el primer episodio entre terribles sufrimientos. Lo siguiente ya es darle a eliminar y vaciar la papelera de reciclaje.


otto el rinoceront, 1983, Otto er et næsehorn, Rumle Hammerich, Ole Lund Kirkegaard

Han pasado los años (diría que va por los 25) y he vuelto a darle una oportunidad. La cosa no ha cambiado mucho, aunque, eso sí, ya iba con pies de plomo.
La historia de un lápiz que llega a nuestro planeta y es acogido por un chavalín que empieza sus vacaciones escolares y descubre que el lapicero es capaz de convertir en real los dibujos, pinta (nunca mejor dicho) que puede dar mucho de sí. Pero la cosa se encalla rápido. En cuanto dibujan al famoso rinoceronte en la pared la cosa se enquista con la trama de los vecinos que no saben que hacer con el animal.

otto el rinoceront, 1983, Otto er et næsehorn, Rumle Hammerich, Ole Lund Kirkegaard

Otto el rinoceronte no puede ocultar su condición de película 80tera europea, luciendo aquella pátina de celuloide gastado con el que tantas series que importaban los dos o tres canales que teníamos en aquellos años quemaban nuestras retinas. Cosa que se acentúa cada vez más con el paso de los años. Aquello era un cine que palidecía ante lo que nos llegaba desde la meca del cine, quedando casi a niveles de lo amateur.

Su naturaleza de adaptación de libro infantil es un lastre difícil de salvar si se quiere adaptar de forma fidedigna, que es lo que se hizo. De haberse tomado el punto de partida y haberse ramificado en ideas nuevas, ideas puramente cinematográficas, podríamos haber estado ante un clásico infantil del cine europeo, lo que, no nos engañemos, la hubiera convertido en una rara avis. Aunque lo correcto sería decir "una obra única", pues ¿cuantas películas infantiles 100% europeas puedes recordar que te hayan dejado el poso de clásico? La historia interminable (Die unendliche Geschichte / The Neverending Story, 1984), sí, pero eso sería la excepción que confirma la regla.

Curiosamente, los pocos efectos especiales que nos muestran, los veremos con gracejo, pues además del rotoscopio que usan para el lápiz mientras surca el espacio, tenemos un pez en stop motion y al rinoceronte, una suerte de disfraz y animatrónic que es sorprendente para una producción de estas características.

otto el rinoceront, 1983, Otto er et næsehorn, Rumle Hammerich, Ole Lund Kirkegaard

Como ya he comentado, el film está basado en el libro infantil Otto er et næsehorn (1972) del danés Ole Lund Kirkegaard, autor de varios libros infantiles, siendo bastante frecuente en ellos el tema de la relación entre los imaginativos niños y los adultos. Al parecer el tipo era un depresivo alcoholizado, lo que, en 1979, le llevó a la muerte con apenas 38 años. Al parecer se puso fino en algún bareto, y cuando salió se quedó durmiendo la turca en plena calle, lo que le hizo morirse de frío. Aunque hay una versión oscura que habla de suicidio. Ahí hay un filón para una historia.

domingo, noviembre 27, 2016

Carrie (y secuela & remake)

Carrie, Stephen King, Brian de Palma

Mucho le debe el cine a Stephen King, de la misma manera que el escritor le debe a Hollywood. Si hicieramos una encuesta a los primeros que nos encontremos por la calle sobre si conocen a, por ejemplo, Richard Matheson (otro autor estrechamente emparentado con el cine), el resultado sería bastante pobre. En cambio, con King la cosa sería bastante diferente.
Que el autor de El resplandor (The shining, 1977) tiene su mérito está claro, pero que justo después del éxito literario de Carrie (Carrie, 1974) hicieran la adaptación y, además, fuese un pelotazo ayudó mucho a que los no consumidores habituales de la literatura, se quedaran con su nombre. Porque, no nos engañemos, el cine vende y llega mucho más allá de donde llegan otras artes.

Contaba el propio Brian De Palma que era un habitual de un gimnasio donde tambien coincidía con David Freeman –escritor que también coqueteó con el cine, siendo el autor del guión de The short night, film que debía haber dirigido el ídolo de De Palma, Alfred Hitchcock, pero que se quedó en aguas de borraja por el fallecimiento del director inglés–. El escritor le habló de la novela de Stephen King, a lo que le director la leyó y comenzó a mover hilos para saber quien tenía los derechos e intentar adjudicarse la silla de director. Cosa que finalmente consiguió, pero hay que recordar que por la época todavía no había conseguido ningún éxito de taquilla, siendo El fantasma del Paraíso (Phantom of the Paradise, 1974) su película más importante pero que había sido un relativo fracaso en USA.
 

 Carrie, Stephen King, Brian de Palma

A la hora de hacer el casting se asoció con su amigo George Lucas, que estaba preparando La guerra de las Galaxias (Star Wars, 1977) para hacer las pruebas de forma conjunta. Así que, por ejemplo, William Katt hizo prueba para el personaje de Tommy Ross en el film de De Palma y del mismísimo Luke Skywalker. También corrían por ahí un joven John Travolta (con algún kilito de más), Nancy Allen (pareja del director en la época), Amy Irving, Piper Laurie y Sissy Spacek como protagonista.

El argumento es más que conocido, clásica historia de bullying donde el agredido acaba respondiendo con sus poderes telequinéticos.
De Palma se las ingenia para hacer un dramón disfrazado con elementos fantásticos. Aunque, por otro lado, al film siempre se le ha catalogado como de terror, cosa que nunca he entendido. Si acaso el terror viene de la figura de la madre, prácticamente una psicópota.
Si bien es una gran adaptación, de la cual King siempre ha hablado bien, se toma bastantes licencias. La más evidente la eliminación de la estructura de flashbacks, además de, como pasaría luego en El resplandor (The shining, 1980) de Kubrick, se eliminan muchos elementos sobrenaturales. 

De Palma tuvo la suficiente habilidad para hacer una adaptación que, ante todo, es entretenidísima, pasando en un suspiro. Además de dejar para el recuerdo la imágen icónica de Carrie embadurnada en sangre de gorrino, que acabó siendo el cartel en muchos paises. No aquí, como puedes comprobar en la imágen que encabeza este texto. Spain is diferent.
También se sacó de la manga un susto final que, en su día pilló desprevenidos a todos y una escena nada más empezar el film, con todas las chicas en los vestuarios, que hoy en día sería impensable que se rodase. Para ejemplo el remake del que luego daremos cuenta.

Carrie, Stephen King, Brian de Palma

Carrie (Carrie, 1976) era una película de presupuesto bajo (menos de 2 millones) y su distribución no fue la de una película en la que se confiara demasiado. Aun y así, fue un éxito que cosechó más de 30 millones sólo en los USA.
Ese éxito cinematográfico impulsó los siguientes best sellers del autor, porque si hay algo que gusta en Hollywood es lo de amasar billetes y explotar cualquier mina de oro con la que se topen. Llamalas Harry Potters, hombres en mayas con superpoderes o busquedas de mensajes ocultos en los cuadros de Da Vinci. Es por eso que en la época vivimos una retahíla de títulos basados en obras de King con lo mejorcito de la época en la dirección: Kubrick, Cronenberg, Carpenter, Romero... Luego la cosa fue decayendo hacía la siempre simpática serie B, pero ya siendo carne de VHS.

Y no puedo dejar pasar la oportunidad de comentar que tuvo un exploit/remake en clave de comedia teenager como es la estupendísima Movida en la universidad (Zapped, 1982) con Scott Baio y Willie Aames.






La ira. The rage: Carrie 2La ira. The rage: Carrie 2 (The Rage: Carrie 2, 1999). Con este espantoso y alargado título recibimos esta secuela muy tardía que ni se dignaba a poner el nombre de King en los créditos. Básicamente tenemos la misma película pero con estética de los 90, esto es cierta pátina de vídeo y breves pinceladas de CGI. Aquí el tema va sobre que el padre de Carrie dejó embarazada a otra tarada religiosa y la hija también acaba con poderes. Va al instituto, se rien de ella, va al baile, se lí aparda... etc.
En el cast nos encontramos a Mena Suvari, Zachery Ty Bryan (el hijo tonto de Tim Allen en Un chapuzas en casa) y Amy Irving repitiendo el papel de la original. Con una factura de serie B, de aquellas de directo a videoclub, nos topamos con una de las peores secuelas de la historia. Si tuviera que salvar algo es el detalle de incluir un poquito de gore en el climax final.
Es extraño que la vendieran como una secuela y no un remake (que, en el fondo, es lo que es). Quizá porque en la época los remakes tenían muy mala prensa (más que en la actualidad), sobre todo después del Psycho. Psicosis (Psycho, 1998) de Gus Van Sant.



Carrie (Carrie, 2013).Carrie (Carrie, 2013). Casi 15 años después volvemos a la carga con otro (ahora sí de forma oficial) remake. Una versión actualizada a los nuevos tiempos para la juventud del YouTube, los cupcakes y el perreo, porque como no se van a dignar a ver la original "porque es vieja", les hacen una a su medida. Lo mismo que cuando los yankis hacen su adaptación de algún éxito europeo porque ellos no leen subtítulos y quieren ver a sus estrellas hollywoodienses en el reparto. Remake puro y duro, no una nueva adaptación del libro, pues sigue a pies juntillas lo que De Palma modificó para su versión, como, por ejemplo, la muerte de la madre por los utensilios de cocina, en lugar de fallecer por un ataque de corazón como lo escribió King.
Se aprovechan de los efectos especiales actuales y le meten más espectacularidad al climax final, siendo aquí Carrie una sádica que disfruta matando y aniquilando a sus instigadores. Cosa que se aprovecha para ser algo más fiel al libro, donde, a diferencia de la adaptación de De Palma, donde solamente se destruye la sala del baile, la destrucción llega a las calles.
Lo único salvable es Jualianne Moore haciendo de la madre chiflada, porque ver a Chloë Grace Moretz poner cara de morritos como Johnny Deep en Eduardo Manostijeras (Edwards Scissorhands, 1990) es bastante molesto. Y ahora a la chica le debe haber dado por los remakes porque también la veremos en el de Suspiria (Suspiria, 2017) que perpetrará Luca Guadagnino.
Pese a que había costado unos modestos 30 millones, acabó recaudando 80 a nivel mundial, que puede parecer bastante, pero para las expectativas de la productora la cosa se había quedado corta.