domingo, noviembre 27, 2016

Carrie (y secuela & remake)

Carrie, Stephen King, Brian de Palma

Mucho le debe el cine a Stephen King, de la misma manera que el escritor le debe a Hollywood. Si hicieramos una encuesta a los primeros que nos encontremos por la calle sobre si conocen a, por ejemplo, Richard Matheson (otro autor estrechamente emparentado con el cine), el resultado sería bastante pobre. En cambio, con King la cosa sería bastante diferente.
Que el autor de El resplandor (The shining, 1977) tiene su mérito está claro, pero que justo después del éxito literario de Carrie (Carrie, 1974) hicieran la adaptación y, además, fuese un pelotazo ayudó mucho a que los no consumidores habituales de la literatura, se quedaran con su nombre. Porque, no nos engañemos, el cine vende y llega mucho más allá de donde llegan otras artes.

Contaba el propio Brian De Palma que era un habitual de un gimnasio donde tambien coincidía con David Freeman –escritor que también coqueteó con el cine, siendo el autor del guión de The short night, film que debía haber dirigido el ídolo de De Palma, Alfred Hitchcock, pero que se quedó en aguas de borraja por el fallecimiento del director inglés–. El escritor le habló de la novela de Stephen King, a lo que le director la leyó y comenzó a mover hilos para saber quien tenía los derechos e intentar adjudicarse la silla de director. Cosa que finalmente consiguió, pero hay que recordar que por la época todavía no había conseguido ningún éxito de taquilla, siendo El fantasma del Paraíso (Phantom of the Paradise, 1974) su película más importante pero que había sido un relativo fracaso en USA.
 

 Carrie, Stephen King, Brian de Palma

A la hora de hacer el casting se asoció con su amigo George Lucas, que estaba preparando La guerra de las Galaxias (Star Wars, 1977) para hacer las pruebas de forma conjunta. Así que, por ejemplo, William Katt hizo prueba para el personaje de Tommy Ross en el film de De Palma y del mismísimo Luke Skywalker. También corrían por ahí un joven John Travolta (con algún kilito de más), Nancy Allen (pareja del director en la época), Amy Irving, Piper Laurie y Sissy Spacek como protagonista.

El argumento es más que conocido, clásica historia de bullying donde el agredido acaba respondiendo con sus poderes telequinéticos.
De Palma se las ingenia para hacer un dramón disfrazado con elementos fantásticos. Aunque, por otro lado, al film siempre se le ha catalogado como de terror, cosa que nunca he entendido. Si acaso el terror viene de la figura de la madre, prácticamente una psicópota.
Si bien es una gran adaptación, de la cual King siempre ha hablado bien, se toma bastantes licencias. La más evidente la eliminación de la estructura de flashbacks, además de, como pasaría luego en El resplandor (The shining, 1980) de Kubrick, se eliminan muchos elementos sobrenaturales. 

De Palma tuvo la suficiente habilidad para hacer una adaptación que, ante todo, es entretenidísima, pasando en un suspiro. Además de dejar para el recuerdo la imágen icónica de Carrie embadurnada en sangre de gorrino, que acabó siendo el cartel en muchos paises. No aquí, como puedes comprobar en la imágen que encabeza este texto. Spain is diferent.
También se sacó de la manga un susto final que, en su día pilló desprevenidos a todos y una escena nada más empezar el film, con todas las chicas en los vestuarios, que hoy en día sería impensable que se rodase. Para ejemplo el remake del que luego daremos cuenta.

Carrie, Stephen King, Brian de Palma

Carrie (Carrie, 1976) era una película de presupuesto bajo (menos de 2 millones) y su distribución no fue la de una película en la que se confiara demasiado. Aun y así, fue un éxito que cosechó más de 30 millones sólo en los USA.
Ese éxito cinematográfico impulsó los siguientes best sellers del autor, porque si hay algo que gusta en Hollywood es lo de amasar billetes y explotar cualquier mina de oro con la que se topen. Llamalas Harry Potters, hombres en mayas con superpoderes o busquedas de mensajes ocultos en los cuadros de Da Vinci. Es por eso que en la época vivimos una retahíla de títulos basados en obras de King con lo mejorcito de la época en la dirección: Kubrick, Cronenberg, Carpenter, Romero... Luego la cosa fue decayendo hacía la siempre simpática serie B, pero ya siendo carne de VHS.

Y no puedo dejar pasar la oportunidad de comentar que tuvo un exploit/remake en clave de comedia teenager como es la estupendísima Movida en la universidad (Zapped, 1982) con Scott Baio y Willie Aames.






La ira. The rage: Carrie 2La ira. The rage: Carrie 2 (The Rage: Carrie 2, 1999). Con este espantoso y alargado título recibimos esta secuela muy tardía que ni se dignaba a poner el nombre de King en los créditos. Básicamente tenemos la misma película pero con estética de los 90, esto es cierta pátina de vídeo y breves pinceladas de CGI. Aquí el tema va sobre que el padre de Carrie dejó embarazada a otra tarada religiosa y la hija también acaba con poderes. Va al instituto, se rien de ella, va al baile, se lí aparda... etc.
En el cast nos encontramos a Mena Suvari, Zachery Ty Bryan (el hijo tonto de Tim Allen en Un chapuzas en casa) y Amy Irving repitiendo el papel de la original. Con una factura de serie B, de aquellas de directo a videoclub, nos topamos con una de las peores secuelas de la historia. Si tuviera que salvar algo es el detalle de incluir un poquito de gore en el climax final.
Es extraño que la vendieran como una secuela y no un remake (que, en el fondo, es lo que es). Quizá porque en la época los remakes tenían muy mala prensa (más que en la actualidad), sobre todo después del Psycho. Psicosis (Psycho, 1998) de Gus Van Sant.



Carrie (Carrie, 2013).Carrie (Carrie, 2013). Casi 15 años después volvemos a la carga con otro (ahora sí de forma oficial) remake. Una versión actualizada a los nuevos tiempos para la juventud del YouTube, los cupcakes y el perreo, porque como no se van a dignar a ver la original "porque es vieja", les hacen una a su medida. Lo mismo que cuando los yankis hacen su adaptación de algún éxito europeo porque ellos no leen subtítulos y quieren ver a sus estrellas hollywoodienses en el reparto. Remake puro y duro, no una nueva adaptación del libro, pues sigue a pies juntillas lo que De Palma modificó para su versión, como, por ejemplo, la muerte de la madre por los utensilios de cocina, en lugar de fallecer por un ataque de corazón como lo escribió King.
Se aprovechan de los efectos especiales actuales y le meten más espectacularidad al climax final, siendo aquí Carrie una sádica que disfruta matando y aniquilando a sus instigadores. Cosa que se aprovecha para ser algo más fiel al libro, donde, a diferencia de la adaptación de De Palma, donde solamente se destruye la sala del baile, la destrucción llega a las calles.
Lo único salvable es Jualianne Moore haciendo de la madre chiflada, porque ver a Chloë Grace Moretz poner cara de morritos como Johnny Deep en Eduardo Manostijeras (Edwards Scissorhands, 1990) es bastante molesto. Y ahora a la chica le debe haber dado por los remakes porque también la veremos en el de Suspiria (Suspiria, 2017) que perpetrará Luca Guadagnino.
Pese a que había costado unos modestos 30 millones, acabó recaudando 80 a nivel mundial, que puede parecer bastante, pero para las expectativas de la productora la cosa se había quedado corta.

domingo, noviembre 20, 2016

Star Fleet (aka Bomber X)

Star Fleet, Bomber X, vhs, español, castellano, brian may

El brutal éxito de La guerra de las galaxias (Star Wars, 1977) propicio una retahíla de productos y subproductos con la (in)sana intención de rapiñar cualquier migaja que pudiesen. Además de muchas aberraciones llegadas desde las alcantarillas de la serie Z, un producto curiosón fue Star Fleet (o Bomber X como se le conocía en su Japón natal), una mezcla de las marionetas estilo Guardianes del espacio (Thunderbirds, 1964-66) y su Supermarionation; las naves que se combinan para dar a luz un super robot tan japos, algo de Godzilla por aquello de señores disfrazados destruyendo maquetas y mucha imaginiería de lo que surgió de la cabezota de George Lucas.

Producida en Japón en 1980 de la mano del canal televisivo Fuji Tv. Pero antes de que llegase a materializarse se pasó por la difícil etapa de que el proyecto empiece a rodar. Proyecto que surgiría de la mano de un tal Kimio Ikeda, cuya intención era mezclar los elementos que comentaba en el párrafo anterior, pero el alto coste del proyecto le empujó a buscar nuevos aliados. Básicamente se fue a ver a Kiyoshi Nagai, alias Gō Nagai, famosísimo creador de Mazinger Z, que se dedicó a desarrollar la trama y personajes.

 
Star Fleet, Bomber X, vhs, español, castellano, brian may

En su estreno japonés tuvo una destacada aceptación pero sin ser ningún bombazo. Bombazo que sí consiguió un par de años después en su pase en Inglaterra (mucho más agradecidos a las series de marionetas), donde sufrió algunos cambios que luego comentaré, además de tener un episodio menos que cuando se pasó en tierras niponas. Básicamente eliminaron un episodio que estaba compuesto de flashbacks.
También apuntar que se emitió en Francia e Italia, entre otros paises. 

Por estos lares nunca se emitió (recordemos que era una época que nos limitábamos a dos canales nacionales y, en algunos casos, un tercero autonómico) por lo que, como muchas series de aquellos años, ya fuese Masters del Universo (Masters of the Universe, 1983-84), Don Drácula (Don Dorakyura, 1979) o Sasuke el pequeño ninja (Manga Sarutobi Sasuke, 1979), solamente podíamos catarlas si algunas de las múltiples distribuidoras que aparecieron con el boom del vídeo se dedicaban a editar cintas recopilatorias. En algunos casos, como las aventuras protagonizadas por He-Man, tenían la suficiente aceptación como para que apareciesen multitud de cintas. En este caso, al ser episodios independientes, no sufríamos demasiado por la falta de rigor cronológico, si acaso por cambios en los doblajes. Luego, teníamos el problema de cuando se trataba de series con una historia que avanzaba capítulo tras capítulo, como era el caso de
Star Fleet, que se vio afectada por la falta de rigor de las diferentes distribuidoras que se atrevieron a editar algunos episodios. Seguramente porque una serie de marionetas a mediados de los 80 se veía demasiado trasnochado. Los niños de la época lo flipábamos más con He-man y Transformers. Y seguramente los propios editores tenían muy presente esta falta de feeling con la chavalada, pues no hay otra forma de explicar las extrañas carátulas de las ediciones donde salvo una cinta que apareció para Video 2000, nunca mostraban imágenes reales de los que nos encontraríamos. Sin duda, estamos ante algunas de las carátulas más horrendas que se recuerde, unicamente salvables las que aparecieron en las ediciones de Premium Video Productions, porque las de Ivex Films son, sin lugar a dudas, horrendas. Dibujadas por el hijo de alguno de la empresa, como mínimo.
 

Star Fleet, Bomber X, vhs, español, castellano, brian may

Aquí, a diferencia de series como Dr. Slump, Chicho Terremoto o Dragon Ball, se partió del original japonés, no del inglés. Por una parte estas dos versiones se diferenciaban, como apuntaba antes, en algunos cambios en los nombres, como es el caso del Capitán Custer, que en UK pasó a llamarse Capitán Carter. Pero el gran cambio vino en la música, la japonesa tenía momentos de música estilo jazz, casi de película policíaca de los 70, mientras que la versión inglesa, compuesta por Paul Bliss, la banda sonora era puro sintetizador. Cuestión de gustos.
Además, la intro japonesa era un temazo de los Bow Wow, titulado Soldier in the space.

Star Fleet, Bomber X, vhs, español, castellano, brian may

Y es seguramente en la banda sonora que es por lo que es muy conocida la serie. Cuenta la historia que Brian May, guitarrista de Queen y gran aficionado la ciencia ficción, era asiduo espectador de la serie junto a su hijo. Allá por primavera del 83 se tomó unas vacaciones y se fue a Los Ángeles, donde se reunió durante un par de sesiones con el guitarrista Eddie Van Halen, el bajista Phil Chen, el teclista Fred Mandel y el batería Alan Gratzer. Siendo uno de los temas tocados una versión del tema de Star Fleet. Lo que en principio iba a ser unas grabaciones que iban a quedar en el archivo personal del guitarrista, acabaron siendo pulidas después de los buenos comentarios de todo aquel que las escuchaba. Lo que, con ayuda de Roger Taylor en los coros del tema Star Fleet, acabó dando a luz a un mini LP de 3 canciones publicado en 1983 bajo el nombre Star Fleet Project.
El tema nunca salió de ese mini LP, pero ha quedado en la (falsa) memoria colectiva como que acabó siendo parte de los títulos de crédito, cosa ésta falsa. Lo que sí apareció fue un videoclip oficial, un compendió de imágenes de la serie con la cabeza de Brian May por ahí flotando. Bastante bizarro.

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Volviendo a la serie. El show tuvo un éxito considerable en UK, quedando como un producto de culto para toda una generación de british que madrugan los sábados para vivir una serie de aventuras espaciales. Tal poso de culto les quedó que, ya en el nuevo milenio, llegaron a editarla en DVD en una edición totalmente remasterizada y con multitud de extras. 

De la mugrienta cinta que hoy rescataremos de nuestro baúl mágico nos encontraremos con una recopilación que se editó con el título de La nave calavera (pese a que en la carátula está titulada como La nave espacial) un pastiche de los episodios 4, 5 y 6, siendo el primero de estos 3 (el 4º en la cronología de la serie) el que nos toca visionar. Todo un lujazo, pues sería la primera vez que se vería el acoplamiento de las naves para dar lugar a Dai-X.

viernes, noviembre 11, 2016

La cita


la cita, the appointment, Edward Woodward, Lindsey C. Vickers

Una niña de 12 años desaparece al coger un atajo para ir al colegio. Tres años después el caso sigue abierto, siendo pasto de especulación de los vecinos, que hablan de presencias malignas, espíritus... Mientras que la policía cree que ha sido víctima de un psicópata. Paralelamente, una chica del mismo colegio se prepara para el primer concierto de la banda escolar en la que participa, pero su padre no puede ir pues ha de sustituir a un compañero de trabajo. A partir de ese momento los padres de la chica empezarán a tener pesadillas y un ambiente enrarecido impregnará la atmósfera de la casa.

la cita, the appointment, Edward Woodward, Lindsey C. Vickers

Toda una rareza del fantástico british. Muy alejada de su clásico terror gótico, que, después de todo, en aquellos primeros 80 era algo que se veía como antiguo y anquilosado. No hay más que tomar como ejemplo films como El club de los monstruos (The Monster club, 1980) que, pese a mantener a ratos la atmósfera gótica –básicamente el sketch protagonizado por Stuart Whitman–, intentan desmarcarse de lo que oliera a Hammer. 

La cita (The appointment, 1981) es puro terror psicológico. Aquí ni hay monstruos y, como mucho, se puede intuir cierta presencia de la que poco se puede saber, como pasaba en Amenaza en la sombra (Don't Look Now, 1973), film al que se ha comparado infinidad de veces, aunque el film de protagonizado por Donald Sutherland sale mucho más airoso del cotejo, beneficiándose de un muy superior elenco y una dirección bastante más solvente. Pero claro, las comparaciones son odiosas porque en presupuesto estaban a años luz. Siendo La cita mucho más exigente para el temple del espectador. Durante muchos minutos nadie habla, pero nos obsequian con un montón de ruidos que harán que el visionado nos incomode hasta límites paranoicos. A esa cantidad de efectos ensordecedores hay que añadir una estupenda banda sonora de Trevor Jones, uno de los pocos nombres que nos sonará en los créditos, además de su protagonista, Edward Woodward, que muchos recordarán por ser la estrella de El hombre de mimbre (The wicker man, 1973) y de la serie El ecualizador (The equalizer, 1985-89). De su director y guionista, Lindsey C. Vickers, muy poco podemos rascar. Un verdadero desconocido que aquí ejerció por primera y última vez tareas de director. Anteriormente había estado en las segundas unidades y chico para todo en producciones de, precisamente, la Hammer como El poder de la sangre de Drácula (Taste the Blood of Dracula, 1970) o El horror de Frankenstein (The Horror of Frankenstein, 1970) y que, por aquellas cosas de la vida, también estuvo en la competencia, la Amicus, concretamente en Ahora empiezan los gritos (And Now the Screaming Starts, 1973).

la cita, the appointment, Edward Woodward, Lindsey C. Vickers

La película, dada su dificultad para ser distribuida y encontrar su público, se estrenó directamente a vídeo en su Inglaterra natal, al igual que aquí, donde nos la comimos con una espantosa carátula tan de la época (la tienes arriba), además de alguna errata en el texto. El tiempo tampoco le ayudó demasiado a salir de ese pozo del olvido, siendo uno de los tantos films de los que nadie se acordó para reditarlo en DVD y mucho menos en Blu-Ray, lo que le ha ayudado a crearse un mini culto para los pocos que la conocen. 

domingo, noviembre 06, 2016

Festival de trailers (XII)


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Arizona baby (Arizona baby,
1987) de Joel Coen. Con Nicolas Cage, Holly Hunter, Trey Wilson, John Goodman, William Forsythe, Sam McMurray, Frances McDormand, Randall "Tex" Cob, M. Emmet Walsh.




Eliminators (Eliminators, 1986) de Peter Manoogian. Con Andrew Prine, Denise Crosby, Patrick Reynolds, Conan Lee, Roy Dotrice, Peter Schrum, Peggy Mannix, Fausto Bara, Tad Horino, Luis Lorenzo, José Moreno, Charly Bravo, Miguel de Grandy, Gabino Diego.




Proyecto X (Project X, 1987) de Jonathan Kaplan. Con Matthew Broderick, Helen Hunt, Bill Sadler, Jonathan Stark, Robin Grammell, Stephen Lang.

viernes, octubre 28, 2016

El resplandor

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A finales de 1975 se estrenaba en los USA Barry Lyndon (Barry Lyndon, 1975), la última película de Stanley Kubrick. En suelo norteamericano fue un fracaso, pero en su paso en los cines del resto del mundo triplicó su presupuesto, aun y así para la Warner aquello había sido un traspiés, lo que el ansiado proyecto de llevar al celuloide la vida de Napoleón (con Al Pacino) quedaba en punto muerto, pues este, según el propósito de Kubrick, debía ser una super producción por todo lo alto. En ese momento tenía claro que si quería realizarlo tenía que conseguir antes un gran éxito en taquilla para que alguna major pusiera el montante sobre la mesa. Y lo que en aquel momento funcionaba muy bien era el terror, que gracias a La semilla del Diablo de Polanski (Rosemary's Baby, 1968) o El exorcista (The Exorcist, 1973) de Friedkin, había dejado de ser un género de serie B, demostrando que los grandes autores podían sacar petróleo. Eso, unido a que Kubrick se había propuesto hacer una obra maestra en todos los géneros, pues el tipo era ante todo un egocéntrico, marcaban claramente el camino a seguir.

Según declaraba su secretaria, estuvo una buena temporada leyendo cualquier libro que se hubiera publicado de terror, de los que apenas llegaba a la mitad antes de tirarlos a la basura. Eso hasta que la Warner le facilitó unas pruebas de imprenta de El resplandor de Stephen King (aquí publicada en su primera edición como Insolito esplendor) antes de que se imprimiera un solo ejemplar. Siendo este el único texto que leería en su totalidad y dando por sentado que esa sería la obra a filmar. Esto, como anécdota mariana está muy bien para rellenar biografías, pero a mí siempre me ha sonado a eso, a historieta quedabien. Tiene mucho más sentido que, acogiéndose a un género que estaba de moda, tirara por el camino más seguro y se abrazara a un autor que tuviera el suficiente éxito y el suficiente nombre para tener la mitad de la publicidad hecha. Y si había un autor literario que a finales de los 70 pudiera hacer todo eso, era Stephen King, que ya era todo un super ventas con Carrie (Carrie, 1974) y La hora del vampiro/El misterio de Salem's Lot (Salem's lot, 1975), además, la primera ya se había adaptado al cine con enorme éxito y la segunda estaba apunto de hacerlo de la mano de Tobe Hooper.

 
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A estas alturas, dedicarle unas líneas a la sinópsis de El resplandor es perder el tiempo. De la misma manera que toda esta reseña es de por sí otra buena pérdida de tiempo. Más interesante sería hablar de la versión literaria, pues, como la gran mayoría sabe, las dos versiones difieren en varios puntos. Haciendo que, si bien lo escrito por King era puramente una historia de fantasmas, lo que tenemos en la película nos deja más dudas, tirando por momentos al thriller, donde unos personajes aislados, más que recibir la visita de los ocupantes espectrales del hotel Overlook, estaban volviéndose tarumbas. Siendo esto más evidente con el corte en el último momento de un epílogo donde Wendy y Danny respiraban tranquilos en el hospital y recibían la visita del director del hotel. Este le daba al niño la pelota que alguien le había lanzado mientras jugaba en uno de los pasillos del hotel, dejando bastante claro que el director era otro de esos habitantes del hotel. Esta escena se pudo ver durante los primeros pases de exibición en los USA (concretamente Los Ángeles y Nueva York), pero el propio director mandó a un joven editor llamado Jay Friedkin (quien acabaría siendo nominado al Oscar por Babe, el cerdito valiente) ir cine a cine y cortar los fotogramas indicados para, posteriormente, ser destruidos, convirtiéndose en uno de los trozos de celuloide más buscados de la historia. Y pese a que solo se han visto algunas fotos de la secuencia y que a día de hoy se da por perdida, estoy convencido que en algún lugar del mundo tiene que haber esos fragmentos de celuloide. El propio cineasta dijo en una entrevista que para él las apariciones que suceden en Overlock eran reales. Aunque, teniendo la escena donde Nicholson es encerrado y los fantasmas lo liberan, poco hay para darle una explicación terrenal, a no ser que aceptemos ese momento como un Deus ex machina al uso.

Y pese a eso cambios de última hora, la cosa no acabó de funcionar, haciendo que el director remontara la película para su estreno europeo, pasando de las 2 horas y veinte a las 2 horas. Siendo la versión norteamericana más larga, no es que ofrezca mucha más información, pero algunos detalles sí que se nos amplían. Por ejemplo, el que Jack Torrance sea un ex alcohólico, cosa que en la versión corta apenas se nos da un pequeñísimo apunte, en la extendida se toca más el tema, como cuando el director le dice que en el hotel no hay alcohol, lo que nos deja claro que el alcohol que consume no es real. También nos explican mejor toda la odisea por la que tiene que pasar Dick Hallorann para regresar al hotel.

 
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A diferencia de la mayoría de películas de casas encantadas, no tenemos un edificio con aspecto amenazante, todo lo contrario, es un hotel con unos ventanales gigantescos por el que entra esa luz invernal tan fantasmagórica. En cambio, Kubrick juega mucho más con el tema del aislamiento. Ya desde el inicio nos deja claro lo retirado que está de cualquier indicio de vida con esos títulos de crédito que por un lado son magníficos, y por otro son tan cutres como el que podría hacer cualquiera una década atrás con el Moviemaker del Windows XP.

Más allá de las licencias de Kubrick, ya conocemos de sobras su enfrentamiento final con Stephen King. Quedando este último decepcionado por la adaptación (aunque seguramente más por despecho que por otra cosa) decidió apoyar una nueva versión en 1997 en formato mini serie de 3 episodios, de la que se encargó del guión y hacía un cameo. Seguramente las intenciones fuesen buenas, pero en el momento que vemos que el director es Mick Garris perdemos cualquier esperanza. La cosa les quedó francamente mal. Y es que lo tenían difícil para igualar uno de los films que más debe haber influido en el imaginario colectivo. Pasan los años y seguimos viendo camisetas con la cara de Nicholson acosando a Shelley Duvall a través de la puerta, parodias de cualquier escena, la moqueta del hotel y el sonido del triciclo al pasar sobre ella, las gemelas... De la misma forma que siempre recordaremos su doblaje al castellano como uno de los casos más sangrantes. No hay que olvidar que la mayoría de los doblajes en películas de Kubrick eran, cuanto menos, extraños. Esa obsesión de controlarlo todo hacía que en lugar de dejar en manos de profesionales el bello arte de trasladar las voces al idioma de Cervantes, se encargase el trabajo a Carlos Saura en varias ocasiones. El cenit del mal gusto fue con el que acabó cagando para El resplandor, a la altura de los peorcito que nos encontramos en la actualidad con voces de famosos recorriendo el celuloide. Que Kubrick tiene parte de culpa por estar al tanto y dar el ok a las voces seleccionadas, pero el propio Saura tendría que haber visto que eso solo podía acabar mal.

En cambio, y siguiendo con las traducciones, parece que ha quedado en el olvido la secuencia de la máquina de escribir donde el director se molestó en traducir a varios idiomas lo que escribía Jack Torrance. Lamentablemente aquello de No por mucho madrugar amanece más temprano se quedó en los VHS y BETA de décadas atrás, pues en las ediciones digitales solamente encontraremos la versión inglesa.

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Y si Kubrick es, seguramente, el director del que mas se han buscado mensajes encriptados en sus películas, la que más ha dado que hablar en ese punto es este El resplandor. Cuando se anunció el documental Room 237 (2012) pensé que tendríamos el documental definitivo de la película, pero luego lo que nos encontramos fue una de las patochadas con más magufos por minutos que han pasado por mi televisor. Para chorradas sobre conspiraciones de la Nasa me parece más divertido Operación luna (Opération lune, 2002) y si seguimos con el tema del viaje a la Luna no deberíamos perdernos una película reciente como Moonwalkers (Moonwalkers, 2015) con el pelirrojo Ruper Grint y el simpático de Ron Perlman.

En 2013, King publicó Doctor sueño (Doctor sleep, 2013) secuela de El resplandor. De momento no hay previsto una adaptación cinematográfica, pero presupongo que todo dependerá del éxito de La torre oscura (The Dark Tower, 2017) que está finalizando Nikolaj Arcel. Aun y así, está claro que deberán hacer algún tipo de malabarismo, pues la novela es una secuela pura del libro, lo que hace que haya personajes que se mantenían con vida o el propio final del hotel pasto de las llamas, a diferencia del film.


martes, octubre 25, 2016

Festival de trailers (XI)



Maniac Cop 2 (Maniac Cop 2, 1990) de William Lustig. Con Robert Davi, Claudia Christian, Michael Lerner, Bruce Campbell, Laurene Landon, Robert Z'Dar. 





Atraco a falda armada (Bullseye!, 1990) de Michael Winner. Con Michael Caine, Roger Moore, Sally Kirkland, Deborah Barrymore, Lee Patterson, John Cleese, Patsy Kensit.




¡Asesínenme, por favor! (Short Time, 1990) de Gregg Champion. Con Dabney Coleman, Matt Frewer, Teri Garr, Barry Corbin, Joe Pantoliano.




Ring of fire (Ring of fir, 1991) de Rick Jacobson y Richard W. Munchkin. Con Don "The Dragon" Wilson, Maria Ford, Vince Murdocco, Dale Jacoby.

martes, octubre 18, 2016

Passion

passion, brian de palma, Rachel McAdams, Noomi Rapace, Paul Anderson

Si en la anterior entrada daba buena cuenta de un estrellado como John Landis, hoy tenemos a otro que se estampó y no volvió a levantar cabeza: Brian De Palma.

Si bien es cierto que quizá este sea un caso más sangrante, pues, a fin de cuentas, Landis era un director puramente palomitero, de los del entretenimiento puro y duro. Mientras que De Palma ha tenido siempre un rollete de auteur (aunque siempre combinado con cierto éxito de público, que no de crítica), más allá de su obsesión con Hitchcock, lo que su ocaso es más doloroso. Aunque, todo hay que decirlo, su estrella brilló durante más tiempo, desde sus primeros éxitos con Carrie (Carrie, 1976), Vestida para matar (Dressed to kill, 1980) hasta producciones mastodónticas, blockbusters puros y duros como Los intocables de Elliot Nes (The untouchables, 1987) o Misión imposible (Mission: impossible, 1996) pero que tenían un no sé qué que las desmarcaban de cualquier producto tan palomitero como vacío. A eso hay que añadirle películas con auténtico culto como El fantasma del Paraíso (Phantom of Paradise, 1974) o El precio del poder (Scarface, 1983). Aunque tampoco hay que dejar de lado fracasos en taquilla muy gordos: Corazones de hierro (Casualties of War, 1989), La hoguera de las vanidades (The Bonfire of the Vanities, 1990), entre otros.

passion, brian de palma, Rachel McAdams, Noomi Rapace, Paul Anderson

Pero aunque pudo lidiar con los 90, fue entrar en los 2000 y establecerse en Francia y renquear de mala manera. Femme Fatale (Femme Fatale, 2002) fue un fracaso estrepitoso y La Dalia Negra (The Black Dahlia, 2006) apenas cubrió costes. El tiempo entre películas se va espaciando cada vez más y ya parece que De Palma está totalmente perdido para producciones de gran empaque. Redacted (Redacted, 2007) sirvió para que la crítica le tirara flores, pero el público pasó bastante de ella.
Y ya tenemos que irnos hasta 2012 para toparnos con su, hasta la fecha, último film, Passion (Passion, 2012), remake del film francés Crime d'amour (2010). Aunque debería decir 2016, pues aquí nunca tuvo ningún tipo de estreno hasta que este año Movistar+ la programó... para nuestra desgracia.


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La historia gira en torno a una mujer que se dedica al tema publicitario, creando la nueva campaña de un teléfono móvil. El fabricante queda encantado con lo que le presentan, pero la jefa de la publicitaria se adjudica la autoría, lo que hace que estas dos pasen de tener una relación casi lésbica a cierto odio.

Esto, básicamente, sería la primer ahora. Todo en la línea de guerra internas en multinacionales entre ejecutivos, pero sin gracia, con pocos personajes y todo con un aspecto muy aséptico. En definitiva, el sopor absoluto.

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A partir de ahí parece (PARECE) que la cosa da un vuelco con un asesinato muy giallo (eso sí, chorretón de sangre totalmente digital) que, todo hay que decirlo, mola (más que nada porque hasta ese momento nuestras neuronas estaban siendo exterminadas por el aburrimiento), pero nada, era un espejismo. Y ya como apunte decir que al director le preguntaron sobre este género tan italiano y decía no haber visto demasiado, que el que le hablaba mucho sobre él era Scorsese, que le hizo ver algunos films.

Al final nos meten en un embrollo de sueños dentro de sueños cual muñeca matrioska que nos deja con la misma cara que se le queda al que le ventilan 50 euros ante un trilero. Todo con el rollete lésbico de Mulholland drive (
Mulholland drive, 2001).

Hay plano secuencia, pantalla partida, un asesino, pistas falsas... pero esto no es el De Palma que lo petaba en los 70/80. Aquí es una especie de copia mala, con tufo a telefilm alemán de esos que tanto gusta a los programadores de Antena 3 y TVE, un ejercicio para autohomenajearse y mirarse el ombligo, que te acaban dejando con la sensación que se han reído en tu cara mientras has perdido 100 minutos de tu vida.


martes, octubre 11, 2016

Sangre fresca (Una chica insaciable)

Sangre fresca (Una chica insaciable), John Landis,  Anne Parillaud, Anthony LaPaglia, Robert Loggia

Siempre me ha dado la sensación que a John Landis se le debió activar un sexto sentido después del varapalo de Oscar ¡quita las manos! (Oscar, 1991) porque, pese a que ya había saboreado el agrio sabor del fracaso con Cuando llega la noche (Into the night, 1985) y Tres amigos (Three Amigos!, 1986), habiendo sorteado la situación respondiendo con un par de hits en las taquillas como Espías como nosotros (Spies Like Us, 1985) y El príncipe de Zamunda (Coming to America, 1988), se lanzó rapidamente a su terreno de confort. Después del film con Stallone se embarcó en una especie de revisitación de unos de sus films más míticos, Un hombre lobo americano en Londres (An american werewolf in London, 1981). Esto es mezclar el terror con el humor negro, aunque aquí en clave vampírica en lugar de los licántropos.

Aunque hay que decir que hablar de vampiros en Sangre fresca (Innocent blood, 1992) se me antoja bastante osado, pues en el film nunca aparece el término (por mucho que el póster sea bastante gráfico), y tampoco queda muy claro que las bestias que aparecen lo sean. Aunque, eso sí, se mantienen fieles a su escaso aprecio por el ajo y la luz directa. Ojo, digo directa, pues con la luz tenue no tienen problemas. 

En cambio, reinventan al personaje en otros muchos aspectos. Para empezar nunca se explica demasiado de ellos, cosa que está bien porque permite hacer con ellos lo que les venga en gana. Aquí más que chupadores de yugulares son casi bestias devoradoras de carne, y, lo más llamativo, son esos ojos de lucecitas que se les ponen. Pero más allá de lo que vemos en pantalla no hay más datos, pues nadie dentro de la trama de la película se preocupa de preguntar ni explicar nada. Simplemente están ahí y ya.
 
Sangre fresca (Una chica insaciable), John Landis,  Anne Parillaud, Anthony LaPaglia, Robert Loggia

El tema va de una chica que es uno de estos seres vampíricos que, pese a ser una engulllidora de sangre, tiene un código moral que le obliga a alimentarse únicamente de criminales. En una de estas se topa con el jefe de una banda de mafiosos italianos. Éste, pensando que se la ha ligado, se la lleva a su casa para acabar siendo pasto de los apetitos culinarios de la chica, pero en el último instante aparece uno de los sicarios y ésta no puede acabar el trabajo, que básicamente es reventarle los sesos de un tiro. ¿En qué se traduce esto? Pues que la víctima, al no estar de todo muerta, ha sido convertida en uno de estos seres y mientras se vaya alimentando conseguirá mantenerse "viva" y con todos los extras que conlleva ser uno de estos monstruos.

Lo cierto es que la trama de convertir al jefe de una banda en un monstruo casi indestructible tiene su gracia. Y más cuando éste decide convertir a sus sicarios en estos seres, casi algo como lo que ocurría en Eclipse total (Full eclipse, 1993) con un cuerpo de policías compuesto por licántropos que operan al margen de la sociedad, pero aquí dándole la vuelta con "vampiros" que son una banda de mafiosos italianos. Todo ello nos lleva a que si le quitamos todos los tintes fantásticos tenemos una película puramente de mafia que la podría haber firmado Scorsese. Y es en ese punto donde más brilla el film, pues todo el reparto se nutre de todos esos actores que hemos visto de secudarios en este tipo de pelis: Robert Loggia, Chazz Palminteri, Rocco Sisto, Tony Sirico, David Proval, Anthony LaPaglia y Luis Guzmán. Solamente falta Joe Mantegna.

Pero quien se lleva nuestro interés es Anne Parillaud, que aquí lo enseña todo. Esta francesa destacó cuando protagonizó Nikita, dura de matar (Nikita, 1990). Precisamente este film fue el que llamó la atención de Landis, que le hizo ficharla, cosa que le llevó de cabeza, pues el inglés de la chica era bastante justito y los productores se quejaban que no se le entendía. A nosotros eso no dio igual, pues en el doblaje no se respetó ningún tipo de acento.

Sangre fresca (Una chica insaciable), John Landis,  Anne Parillaud, Anthony LaPaglia, Robert Loggia

Y, como es bastante habitual en la filmo de Landis, el listado de cameos de gente que suele estar detrás de la cámara en el género fantástico tampoco es para hacerle ascos: Sam Raimi, Dario Argento, Tom Savini, Frank Oz, Michael Ritchie, Steve Johnson y la scream queen Linnea Quigley, que ésta sí era de las que estaba siempre delante de la cámara. 
Además de dar pequeños apariciones a sus colegas, Landis se dedica hacer constantes homenajes a películas clásicas, pues muchos de los personajes están viendo la tele y, justamente, emiten dichas pelis. Guiños que son muy de agradecer, pero que cuando ya llevas 4 o 5 acaban siendo reiterativos.
 

El mentado Steve Johnson fue el responsable de los maquillajes, que si bien no es comparable al salto que dio Rick Baker con Un hombre lobo americano en Londres una década antes, hizo un trabajo esplendido. Se nota que aquí el presupuesto era más bien justito, porque los efectos aparecen más bien poco y muy avanzada la película, pero cuando lo hacen son muy buenos. Incluso alguno es de aquellos que te preguntas como pudieron hacerlo en una época pre efectos digitales.

Sangre fresca (Una chica insaciable), John Landis,  Anne Parillaud, Anthony LaPaglia, Robert Loggia

Pero más allá de unos efectos la mar de solventes y un cast muy agradecido, el film tiene muchos problemas. Por un lado una duración excesiva, haciéndose bastante cansinas sus 2 horas. Por otro, esa mezcla de cine fantástico y peli de mafias no consigue ligar.

Y, como es de suponer, el film acabó siendo un fracaso en el momento de su estreno. Aquí llegó de forma tardía, no fue hasta 1993 que tuvo un limitado estreno en algunos cines. Sin ir más lejos, en Barcelona ni un solo cine la proyectó.

Como apuntaba antes —y de forma mucho más extensa en la reseña de Burke and Hare (Burke and Hare, 2010)— después del film aquí reseñado, lo de Landis sería una de las decadencias cinematográficas más tristes del cine moderno.

martes, octubre 04, 2016

El vuelo del navegante

El vuelo del navegante, 1986, Randal Kleiser

Estamos ante una de esas películas que tenía todos los ingredientes para haberse convertido con los años en objecto de culto, pero que, al final, se acabó quedando a las puertas del Olimpo. 
Película 80tera distribuida por Disney, extraterrestres, nave espacial, niño desubicado con poderes perseguido por las agencias gubernamentales, saltos temporales... ¿Stranger things? No, pero casi. Y es que los ingredientes estaban ahí, pero no acabaron de fraguar. Pero empecemos por el principio.

El vuelo del navegante, 1986, Randal Kleiser

Mark Damon, actor de serie B que acabó en Italia en spaghetti westerns, se recicló a productor en los 70, pariendo cosas tan reputadas como El submarino (Das boot, 1981), La historia interminable (Die unendliche Geschichte, 1984), Nueve semanas y media (Nine 1/2 Weeks, 1986) o Jóvenes ocultos (The lost boys, 1987) bajo su sello Producers Sales Organization (PSO). A mediados de los 80 se ajuntó con la productora noruega Viking Films, que le había producido Biohazard (Biohazard, 1985) a Fred Olen Ray, y se embarcan en el proyecto de este El vuelo del navegante (Flight of the Navigator, 1986) de la que ya tenían apalabrada la distribución con Disney. Y este dato es importante porque muchos se creen que el film está producido por la compañía del tito Walt y no es así, solamente fue distribuidora.

Para dirigirla se contrata a Randal Kleiser, que posiblemente no te suene mucho pero que en su currículum destacan nombres como Grease (Grease, 1978), El lago azul (The blue lagoon, 1980) o el telefilm El chico de la burbuja de plástico (The Boy in the Plastic Bubble, 1976) también con Travolta. Y si te molan los chismorreos, que sepas que compartió habitación con George Lucas mientras eran estudiantes universitarios.



El vuelo del navegante, 1986, Randal Kleiser

Lo primero que se encuentra el tipo es que entre Disney y Mark Damon hay una guerra interna en como enfocar la historia. La major quería algo muy familiar, mientras que el productor quería algo puramente de acción. Y ya se sabe lo que pasa en estos casos: que se suele ir por el camino de en medio para contentar a las dos partes y, al final, queda algo muy estéril.
Además, hay problemas económicos con algún tipo de pufo de los nórdicos, lo que les obliga a rodar parte del metraje en Noruega. Siendo estas escenas las del interior de la nave.


¿De qué va esto? Día 4 de julio de 1978 en USA. El mocoso de David de 12 años camina por el bosque para recoger a su hermano, hasta que accidentalmente cae por un barranco. Después de estar insconsciente despierta y regresa a casa, pero allí no están sus padres, si no un matrimonio mayor. Acaba en la comisaria donde localizan a sus padres y para su sorpresa estos tienen un aspecto envejecido, pues ya no están en 1978, si no en 1986 y el aspecto de David es el mismo que cuando desapareció 8 años atrás.

El vuelo del navegante, 1986, Randal Kleiser

El punto de partida es realmente muy interesante, prácticamente un argumento de algún episodio de La dimensión desconocida. Esos 30 o 40 primeros minutos nos mantienen en interés y, pese a ser una película juvenil, nunca cae en el infantilismo. Nunca hasta que sobrepasamos ese minutaje y ya nos ponen todas las cartas sobre la mesa y acabamos con la ecuación de niño y extraterrestres en máquina espacial perseguidos por los adultos. La cosa acaba decayendo, siendo ésta la clave de porqué la película no ha conseguido subirse al tren nostálgico de otras películas contemporáneas. De haber estado producida por Spielberg y su Amblin le hubiesen dado ese toquecito de polvo de hada 80tera que tenían sus productos. Y eso que aquí intentan imitar las maneras de las Steven productions, como con ese mini bicho extraterrestre que acaba siendo la mascota del chaval. Pero hay algo que no acaba de engancharnos, es todo como muy impostado y eso se nota. 
Por contra, mucho mejor han sobrevivido sus efectos. Estamos ante uno de los primeros films que usaban efectos digitales, incluso un efecto morphing.

El vuelo del navegante, 1986, Randal Kleiser

En el reparto una pizpireta Sarah Jessica Parker, Cliff De Young, Veronica Cartwright y Paul –Pee-wee Herman– Reubens haciendo de la voz de la nave espacial. Y como prota absoluto el infante Joey Cramer, que un par de años antes hizo de hijo de Tom Selleck en Runaway. Brigada especial (Runaway, 1984) y luego se fue diluyendo en algún que otro telefilm, hasta que este mismo 2016 saltaba nuevamente a la palestra después de haber sido detenido acusado de robar un banco (!!!!).
 
El film no fue un fracaso, doblando en suelo norteamericano la inversión de 9 millones de dólares, pero no acabó de destacar, coincidiendo en la taquilla norteamericana con Aliens, el regreso (Aliens, 1986) o Howard... un nuevo héroe (Howard the duck, 1986). Que curioso que películas 80teras que eran pioneras en los efectos ingofráficos –Tron (Tron, 1982), Starfighter. La aventura comienza (The last starfighter, 1984) o El misterio de la pirámide (Young Sherlock Holmes, 1985)– acabaron siendo todas pseudo fracasos en taquilla.


El vuelo del navegante, 1986, Randal Kleiser

Por su parte Randal Kleiser siguió rodando y siendo un director que teniendo una filmografía más o menos llamativa, con algún que otro título puntero, era un nombre desconocido para la mayoría del público. Luego facturó algún título muy conocido como El gran Pee-wee (Big Top Pee-wee, 1988), la secuela del film de Tim Burton, y Cariño, he agrandado al niño (Honey, I Blew Up the Kid, 1992).

Pero más interesante me parece el caso del productos Mark Damon, que en un par de años después volvió a intentar la fórmula de niño + extraterrestre con ese mega spot de Coca Cola que es Mi amigo Mac (Mac and me, 1988). Que ¡ojo!, no me parece el bodrio que tanto se ha pregonado, pero que cae en las mismas trampas que El vuelo del navegante, intentando copiar los elementos de otros films pero faltando el toque de un buen director detrás.

Y como es habitual en los tiempos que corren, un remake ha estado en el horno de Disney, siendo Colin Trevorrow –director de Jurassic world (Jurassic wolrd, 2015)– el encargado de escribir el guión, pero la cosa, con toooodas las franquicias que tiene la productora entre manos, ha quedado en punto muerto.


martes, septiembre 27, 2016

Festival de trailers (X)




El planeta de los simios (Planet of the apes, 2001) de Tim Burton. Con Mark Wahlberg, Helena Bonham Carter, Tim Roth, Estella Warren, Paul Giamatti, Michael Clarke Duncan, Kris Kristofferson, Cary-Hiroyuki Tagawa, David Warner, Charlton Heston, Erick Avari, Glenn Shadix, Lisa Marie.
 
 



Una rubia muy legal (Legally Blonde, 2001) de Robert Luketic. Con Reese Witherspoon, Luke Wilson, Selma Blair, Raquel Welch, Matthew Davis, Victor Garber, Jennifer Coolidge, Holland Taylor, Ali Larter, Sasha Barrese, Linda Cardellini, Tane McClure.




El beso del dragón (Kiss of the Drago, 2001)
de Chris Nahon. Con Jet Li, Bridget Fonda, Tchéky Karyo, Ric Young, Lawrence Ashley, John Forgeham, Burt Kwouk, Max Ryan, Cyril Raffaelli, Didier Azoulay, Kentaro, Paul Barrett.

martes, septiembre 20, 2016

Terror en Amityville (y secuelas)

Terror en Amityville, Rod Steiger, Margot Kidder, James Brolin

Cuando a principios de 1976 George y Kathleen Lutz e hijos salían pitando de su casa del número 112 de Ocean Avenue del vecindario de Amityville, después de sufrir durante un mes un montón de experiencias paranormales, saltaron las alarmas. Sólo un año antes, los antiguos residentes del domicilio, la familia De Feo, eran encontrados asesinados. El acusado del homicidio fue el hijo mayor, que declaró que unas voces le obligaron a matar a su familia. La sentencia le condenó a cadena perpetúa donde ahí sigue. Con el tiempo se descubrió que todo había sido una estratagema del abogado, igual que todo lo que le pasó a la familia Lutz, ideado para llamar la atención e intentar sacar tajada. Aunque también circula la hipótesis que el chaval se había metido en problemas con la mafia y estos dieron matarile a la familia.


Terror en Amityville, Rod Steiger, Margot Kidder, James Brolin

Toda la experiencia de la familia Lutz acabaría en un libro firmado por Jay Anson y de título Aquí vive el horror. La casa maldita de Amityville (The Amityville Horror, 1977). El libro fue un best seller de ventas millonarias (más de 3 millones de ejemplares), cosa que el mundo del cine no era ajeno a este éxito y rápidamente activó la maquinaria para hacer una adaptación. La encargada de producirla fue la AIP (American International Pictures), una experta en exploitation y serie B (muchas ellas de la mano de Roger Corman). Y en esta ocasión tampoco se gastó demasiado el dinero, pariendo una película de menos de 5 millones de dólares de presupuesto. Además contrataron actores suficientemente conocidos por el gran público pero sin un caché excesivo: James Brolin, que era muy conocido en la época por la serie Marcus Welby, doctor en medicina (Marcus Welby, 1969-76); Margot Kidder, que acababa de ser Lois Lane en Superman (Superman, 1977) pero cuando firmó todavía no se había estrenado; y Rod Steiger, que en la época iniciaba su decadencia, llegando a su cenit en los 80, donde haría films de presupuesto más bien limitado. Un último apunte en el cast, al principio del film tenemos una pequeña aparición de James Tolkan, el director Strickland de Regreso al futuro (Back to the future, 1985).


Terror en Amityville, Rod Steiger, Margot Kidder, James Brolin

De todo este cast, el que mejor parado salió fue Brolin, que pese aceptar un sueldo bastante bajo se aseguró una clausula en la que cobraría un porcentaje de la taquilla. El film acabó recaudando más de 80 millones solamente en USA, un éxito apabullante para un film de menos de 5 millones.
Por contra, la crítica fue bastante dura con ella. Y no es de extrañar, pues es un film muy flojo, que a día de hoy no da miedo ni a los más infantes. Cualquier película de terror firmada por James Wan la viola sin compasión ni lubricante. Lo único salvable es la banda sonora llena de coros de niños, que por alguna razón siempre dan mal rollo.

Casi toda la parte terrorífica no llega hasta la parte final, lo que aguantar las 2 horas que dura se hacen muy cuesta arriba. Y, además, el supuesto clímax es muy decepcionante. Aun y así es curioso si la vemos como un precedente de El resplandor (The shinning, 1980), pues durante casi toda la película vamos virando hacia el terreno de la locura más que del terror, con un James Brolin que va cayendo en una demencia que después resulta ser producto de fuerzas maléficas.
Como curiosidad, aquí nos llegó censurada, cortando una escena "subidita de tono" que, evidentemente, no se ve nada.


Terror en Amityville, Rod Steiger, Margot Kidder, James Brolin

El éxito de la película no derivó en secuelas de forma inmediata, aun tardaría un par de años, recordemos que la moda de las secuelas no explotaría hasta los 80, anteriormente solamente la serie B tenía secuelas. Y es en eso en lo que se convirtió el legado fílmico de Amityville en el mejor de los casos, serie B pura y dura, exploit sin concesión que según la entrega rozaba lo zetoso peor entendido.



Si tienes valor y no temes al mismísimo diablo de lo cochambroso en el celuloide, acompáñame en este repaso a lo peorcito en el género de casas encantadas. Avisado estás.

Amityville II. La posesión, Dino de Laurentiis, Burt Young
Amityville II. La posesión (Amityville II: The Possession, 1982). Basada en el libro Murder in Amityville (1979) de Hans Holzer, un Iker Jiménez de la época que estudió el fenómeno de la casa. La teoría de este señor es que, al igual que ocurriría en Poltergeist (Poltergeist, 1982), la casa estaba construida sobre un antiguo cementerio indio (lo cual, al parecer, es real), lugar de emanación de fuerzas diabólicas.
Esta secuela es básicamente una precuela, donde se nos explica la historia de la familia De Feo, aunque les cambiaron el apellido por Montelli. Producida por nuestro amigo Dino De Laurentiis, con guión de Tommy Lee Wallace –director de Halloween III. El día de la bruja (Halloween III: Season of the Witch, 1982) e It (Eso, 1991)–, y dirigida por Damiano Damiani. En el reparto Burt Young, el Pauli de Rocky (Rocky, 1976). La peli es muy del estilo Poltergeist, llena de fuegos artificiales y ya en su tramo final dando un vuelco a El exorcista (The exorcist, 1973) por aquello del chaval que está siendo poseído. En su estreno pasó muy desapercibida, apenas sacó 12 millones habiendo costado 5. La cosa se deja ver, pero su aportación al subgénero es mínima. ¿Miedo? Más bien sopor es lo que da.

 

El pozo del infierno 3D, Amityville 3-D, Dino de Laurentiis, Meg RyanEl pozo del infierno 3D (Amityville 3-D, 1983). La casa de Amityville es una patata caliente para su actual dueño, pues nadie quiere comprarla y la tiene alquilada a una pareja que hacen falsas sesiones espiritistas para engañar a los incautos. Ahí llega un periodista que se dedica a desenmascarar a los farsantes y la compra. A partir de ahí mucha mosca y sucesos paranormales rodearan la vida del individuo.
Estamos en pleno (mini) boom de las 3D con Viernes 13 3D (Friday the 13th Part II, 1982) o Jaws 3. El gran tiburón (Jaws 3D, 1983) y alguien pensó que ese sistema sería bueno para una película de casas encantadas como la que nos ocupa. Además, se nota mucho la influencia de (¡otra vez!) Poltergeist (Poltergeist, 1982) con mucha escena donde hay vientos huracanados y muchas lucecitas. La cosa ni da miedo ni es minimamente interesante. De vez en cuando tiran cosas a cámara por aquello del 3D pero en general es todo muy ramplón, con una estética muy antigua para la época, pareciendo que es una peli de los 70s. Y claro, si en el póster tenemos esa garra mutante que sale de la casa, estamos esperando con qué locura nos sorprenderán. Al final es un monigote horrendo. Al menos se las ingenian para seguir un poco la trama de la primera con el pozo que hay en el sótano.
Dirigida por Richard Fleischer, que luego seguiría de la mano con De Laurentiis con las muy mediocres Conan el destructor (Conan the destroyer, 1984) y El guerrero rojo (Red Sonja, 1985). En el cast unas cuantas caras curiosas: Tony Roberts, un habitual de la época en las pelis de Woody Allen; un joven Robert Joy, el forense de CSI: Nueva York (CSI: NY, 2005-13); y dos debutantes en el cine como Lori Loughlin, prota de Admiradora secreta (Secret Admirer, 1985) y Meg Ryan. 

La película fue un fiasco y solamente pudo recuperar los 6 millones que costó en la taquilla norteamericana, hecho que haría que la saga estuviera congelada algunos años y las siguientes no tuviera estreno en cines.


La fuga del mal (Amityville: The Evil Escapes, 1989)La fuga del mal (Amityville: The Evil Escapes, 1989). Pese a que en el final de la anterior entrega la casa explotaba, aquí la tenemos como si nada hubiera pasado. Aun y así en los títulos de crédito cambian las ventanas para que parezcan ojos enfadados. La compañía inmobiliaria vende todo el inmobiliario de la casa y por allí pasa una señora que compra una lámpara que le envía a su hermana como regalo. Una vez que la lámpara llega a su casa, empezarán a pasar cosas.
Sin duda el punto más bajo de la saga con este telefilm nauseabundo, casi parece más un dramón familiar para la sobremesa que una película de terror. Decir que es mala es ser demasiado bueno. Empezando por esa idea descabellada de que en una lámpara se aloja el espíritu diabólico de turno. Aquí ya sin De Laurentiis por en medio, dirigida por Sandor Stern, un habitual de los telefilms que había sido guionista de la primera. Por lo demás, un cast tan desconocido como su director. Una basura infecta de la que hay que huir sin mirar atrás.



La maldición de Amityville (The Amityville Curse, 1990)La maldición de Amityville (The Amityville Curse, 1990). Salida totalmente de la franquicia, pues la trama pasa en una casa que nada tiene que ver con Amityville, con lo que, al final, estamos ante una mediocre película de casa encantada al uso, en la que se supone que un cura murió asesinado. Doce años después un par de parejas pasan unos días allí y comienzan a ocurrirles fenómenos paranormales. Tiene la pinta que es de esas películas que compran la licencia del título porque si no se comen los mocos y la única forma de engañar al personal es enmarcarla dentro de la franquicia.
Al igual que la tercera, tiene un look muy anticuado. Seguramente el hecho que sea de nacionalidad canadiense ayuda a esa pátina de cine zetoso. Después de verla lo mejor es limpiar los cabezales del Beta con agua bendita. 



Amityville 1992 (Amityville: It's About Time, 1992) Amityville 1992 (Amityville: It's About Time, 1992). El padre de una familia acomodada lleva a su casa un antiguo reloj que, evidentemente, más tarde averiguamos que salió de Amityville. Durante la primera media hora sólo veremos las movidas de la familia, todo muy vulgar, cual telefilm de sobremesa. El problema es que lo que viene luego no mejora demasiado. Gente encerrada en su habitación, puertas que se abren, alucinaciones... lo de siempre pero con una realización ultra plana. Además, se olvidan de todo el rollo de las moscas. Como mínimo se salva el intento de meter algo de gore, aunque muy light, en un par de muertes con mucho látex, obra de Peter Kuran, tipo que ha estado ejerciendo labores en la trilogía original de La guerra de las galaxias, (Star wars, 1977) y un montón de films de primera división. Además de alguna idea interesante como la escena donde la madre se dedica a romper la pared a hachazos y entre las paredes hay en mecanismo de un reloj gigantesco.
Dirige Tony Randel, autor de bunyols como Hellbound: Hellraiser II (Hellbound: Hellraiser II, 1988) o El puño de la estrella del norte (Fist of the North Star, 1995). En el reparto apenas reconoceremos a Stephen Macht, el padre de Una pandilla alucinante (Monster squad, 1987); Megan Ward, la chica de El cuchitril de Joe (Joe's Apartment, 1996); Shawn Weatherly, una de las recauchutadas de Los vigilantes de la playa (Baywatch, 1989-96) y el simpático de Dick Miller en un visto y no visto.
Aquí fue lanzada por la temible RecordVision, que también se encargaría de la siguiente entrega.

 

El rostro del diablo (Amityville: A New Generation, 1993)
El rostro del diablo (Amityville: A New Generation, 1993). Un fotógrafo de esos que montan exposiciones le hace una foto a un vagabundo y como siente remordimientos le da un par de dólares, a lo que el pordiosero le regala un espejo. El espejo perteneció a la casa de Amityville, con lo que el fotógrafo empezará a vivir sucesos paranormales.
Realmente chunga, con más pinta de telefilm que de costumbre. Una historia rebuscada y bastante confusa, con ese fotógrafo que empieza a ser poseído por su padre que resulta ser el tipo que mató a su familia en la casa original, como vimos en la segunda parte. En el cast alguna cara conocida, es el caso de David Naughton, muy lejos de los días de gloria de Un hombre americano en Londres (An american werewolf in London, 1981); Terry O'Quinn, que en los 80 había tenido cierto éxito en la serie B con las dos entregas de El padrastro (The Stepfather, 1987) y que no sería hasta una década después que tocaría la gloria encarnando al John Locke de Perdidos (Lost, 2004-2010); Lin Shaye, una habitual en las pelis de los hermanos Farrelly y la medium de Insidious (Insidious, 2011) y Ross Partridge, el ex marido de Winona Ryder en Stranger things (2016). Dirige John Murlowski, que en los 90 hizo dos bazofias para el lucimiento de Hulk Hogan como Mentiras muy arriegadas (The Secret Agent Club, 1996) y ¡Menudo Santa Claus! (Santa with Muscles, 1998), que, además, tienen la constante que aquí el distribuidor le puso títulos tramposos, muy parecidos a Mentiras arriesgadas (True lies, 1994) y ¡Vaya Santa Claus! (The Santa Clause, 1994), con la clara intención de engañar a los más despistados como se hacía en la época dorada de los videoclubs en los 80. 


La casa de muñecas (Amityville: Dollhouse, 1996)
La casa de muñecas (Amityville: Dollhouse, 1996). Un hombre y una mujer que están viudos, separados o yo que sé, se ajuntan y junto a sus retoños forman una familia de esas que salen en las fotos que incluyen cuando te compras un marco. ¿Y dónde van a parar? Efectivamente, a una casa pero que no es Amityville (porque se supone que en alguna de las películas acababa explotando, ¿no?). En la casa se encuentran una casa de muñecas que es idéntica a la que vivimos en las primeras entregas. Evidentemente empezará a ocurrirles cosas extrañas.
¿Qué tiene que ver esa maqueta con la casa original? Ni idea, en la película no explican nada. Todo pinta a que necesitaban algún nexo de unión con la casa original, y después de haber usado el espejo y una lámpara, poco más había donde agarrarse y justificar el enmarcarla dentro de la saga. Realmente, está más cerca de House, una casa alucinante (House, 1986), con monstruitos que se aparecen e intentan comerles la cabeza a los protas. Si nos acogemos al guión, no hay por donde cogerlo, con personajes que aparecen porque sí, como el motero bigotudo que es un experto en ocultismo. Pero en cambio la presencia de algún zombie y la idea que la casa de muñecas tiene poder sobre la casa real tiene su gracia. No es ni mucho menos una basura y para ser una octava entrega se deja ver con cierto agrado si la coges con ganas.
En el reparto ni un nombre que merezca la pena mentar, pero en la dirección encontramos un tal Steve White, que aquí hizo su primera y única película, pero como curiosidad tiene una larga lista como productor de telefilms, entre ellos de toda la saga de Amityville a partir de la cuarta, cuando De Laurentiis se desentendió.


No sería hasta una década después que Michael Bay produciría un remake del original bajo el título de La morada del miedo (The Amityville Horror, 2005) con Ryan Reynolds como protagonista luciéndo tableta. La película es más de lo mismo, aportando poco o nada a lo que ya vimos en la original. Y unos pocos años después comenzarían aparecer películas low cost ambientadas en Amityville por aquello que se puede usarse el nombre sin problemas de derechos pues no deja de ser una población y, además, una película de casa encantada suele salir baratita, alguna de la mano de Asylum como The Amityville Haunting, que, además, la enmarcar en el falso documental, abaratando todavía más los costes.

Y lo último es que Dimension Films ha producido una nueva versión, Amityville the awakening, que tenía que estrenarse en primavera de 2016 y ha pasado a principios de 2017, lo que traducido significa que ahí hay remontaje y movidas varias.

Al final nos quedamos con una saga estilo Aullidos (The howling, 1981) o Noche de paz, noche de muerte (Silent Night, Deadly Night, 1984), que empiezan con una película con cierto "prestigio" y que rápidamente degeneran en subproductos que, llegados a cierto punto, poco o nada tienen que ver con la original, acabando con la sensación que tenían una película de (pseudo) terror y era más fácil venderla si se enmarca en alguna saga que es familiar para el consumidor de videoclub.