viernes, enero 18, 2019

Juego mortal (Brainscan)


Si en los 80 teníamos cine infantil/juvenil en el que los protas iban a otros mundo como La historia interminable o Dentro del laberinto, en los 90 también. Pero si una década antes la cosa iba de adentrarse en un libro o en un juego de rol, ¿qué teníamos en los 90 que lo petara? Efectivamente, lo interactivo. O si me apuras, en aquella famosa "realidad virtual" que nunca llegó (ni ha llegado). Y es que a mediados de los 90 lo que oliera a 8 o 16 bits y a pixels apestaba. Estaría bien poder volver aquella época y decirnos "píllate el Cool World de Supernintendo, que en el Centro Mail está de liquidación y en 25 años te darán 500 euros por él".

Pero en los 90 nos llegó el CD a los ordenadores y a la Megadrive, y como los programadores no sabían qué hacer con tanto espacio por llenar, acabaron tirando por el vídeo a full. A Full Motion (FMV), para ser más exacto. Esto es, básicamente, las famosas películas interactivas (que ahora parece que las haya inventado los de Black Mirror) donde en algún momento decidíamos, muy a groso modo, si ir a la izquierda o a la derecha. Lo mismo que los libros de "Elige tu propia aventura", vamos.



El joven Michael es un chaval traumatizado por un accidente de tráfico que mató a su madre y a él lo dejó con cojera. Vive semi recluido en el desván de su casa, donde se ha montado un complejo sistema informático, visiona pelis de terror (monta un cinefórum en su clase proyectando La saga de los Drácula), lee la Fangoria y espía a la vecina de enfrente de la que está enamorado. Un buen día se entera que está apunto de aparecer un videojuego llamado Brainscan que promete llevar al jugador a la experiencia sangrienta más fuerte que nunca haya tenido. El juego acabará en manos de Michael, que en cuanto lo juegue flipará de lo real que ha sido el poder entrar en una casa y matar a un tipo. Pero la cosa se torcerá cuando descubra que su vecino ha sido asesinado de igual forma que en el videojuego.



Para hablar de la génesis de la película habría que retroceder a los 80, concretamente a los entresijos de una productora de (muy) bajo presupuesto que respondía al nombre de Brisun Entertainment de la que poco se sabe. Uno de los chicos para todo que malvivía en la compañía era un recién graduado universitario que respondía al nombre de Andrew Kevin Walker (sí, ese que se puso de moda a finales de los 90s por escribir Seven, Sleepy Hollow o Asesinato en 8 mm) que llegó a escribir algún guión como el de Braisncan en 1989. El libreto dormiría en un cajón unos años hasta que se desempolvó y se materializó para sorpresa de su autor, ya totalmente fuera de la compañía que ya había desaparecido.

Uno de los elementos importantes que surgieron durante la preparación del rodaje fue la aparición del del personaje de Trickster, que en un primer momento no era más que una voz y durante los castings terminó por ser un personaje corpóreo. Y habría que ver que elementos tecnológicos sobrevivieron de la versión de 1989.



Está más que claro que la presencia de Edward Furlong como protagonista es síntoma del éxito de Terminator 2. Ese chaval que se escapaba del arquetipo de chavalín rubio con cara angelical. Furlong con su flequillo y ojos entrecerrados de fumeta casaba con el estilo grunge que lo impregnaba todo a principios de los 90, y los productores tenían claro que ahí había un diamante en bruto.
También contamos con el bueno de Frank Langella haciendo un papel totalmente testimonial e insípido como el del policía que investiga los asesinatos y en algún momento intuye que Furlong está metido por en medio. Y hago el apunte que en la época había llegado a leer en alguna publicación que este encarnaba a Trickster, supongo que por aquello del maquillaje y que había sido Skeletor. Y para rematar el cast, el director del instituto era interpretado por David Hemblen, el malo de El Capitán Power y los soldados del futuro.


Parecidos clónicos

Trickster estaba encarnado por T. Ryder Smith, actor que si bien ha hecho cine y televisión, tiene mucho más recorrido en el teatro, siendo el que se lleve las miradas del espectador. Si bien el personaje realmente no aporta nada a la trama, es el clásico personaje krueggeriano para hacer que la película sea más molona y ¿por qué no? sea la cara visible de una futura franquicia que nunca se materializaría. Su presencia se limita a poco más que ser el Pepito grillo del protagonista, diciéndole al oído lo que debe hacer mientras suelta chistes malos. Están muy claras las intenciones de los responsables del film, su presencia había que explotarla, prueba de ello es el póster, donde tiene todo el protagonismo. Su estética de rokstar con exceso de estupefaciente es un molar por molar, cayendo en el saco de los poochie. Según la publicidad de Lauren se decía: Freddy Krueger + el conde Drácula + Mick Jagger = Trickster. Aunque me gustaba más lo de "es como Adam Ant con una máscara de Halloween" que decía un crítico.


Juego mortal es una de las mejores postales, a nivel cinematográfico, que nos podemos encontrar de los años 90. Lo tienes todo: el chaval con estética grunge y flequillo, su habitación repleta de pósters de los grupos que lo están petando y mogollón de ordenadores para que tengamos clarito que el tipo lo peta en lo binario, banda sonora repleta de gente como Primus, White Zombie, Mudhoney... para vender CD's. Pero lo más importante es esa mezcla de efectos analógicos (genial el maquillaje de Steve Johnson) con los digitales de la época (sí, hay el puñetero morphing), que son poco menos que horrendos.

Pero la película renquea por querer abarcar más de la cuenta con muchos detalles sin desarrollar lo suficiente para que nos quede claro lo que está pasando y el porqué los personajes hacen lo que hacen. Es posible que su director John Flynn (un tipo que a sus espaldas tenía El ex-preso de Corea, Encerrado o Buscando justicia) no fuese el más apropiado para una de terror con elementos tecnológicos. Y eso que el tipo lo intenta con momentos en primera persona que recuerdan al giallo con guantes de cuero incluidos. Pero ni por esas. Y menos con un final happy que parece sacado de algún episodios de Cuentos asombrosos, aunque a mí me hace venir a la cabeza el de La puerta mágica.

Que Juego mortal. Braisncan haya quedado en el olvido es justificado. Pero para cuando se pongan de moda los 90s tocará reivindicarla.


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