Blancanieves. La verdadera historia

Aunque pueda parecer que ahora han descubierto que de los cuentos clásicos se le puede sacar una lectura adulta y se están apresurando a sacar películas del estilo. El año pasado teníamos una muy mediocre Caperucita roja (¿A quién tienes miedo?) y actualmente se están ultimando dos proyectos demasiado parecidos (algo así como cuando teníamos aquellos duelos de Robin Hood, príncipe de los ladrones vs Robin Hodd, el magnífico o Cristobal Colón. El descubrimiento vs 1492. La conquista del paraíso) Blancanieves (Mirror, mirror) y Blancanieves, la leyenda del cazador con Julia Roberts y Charlize Theron haciendo de malas. Aunque el proyecto que más promete es el de Maléfica con Angelina Jolie, que tenía que haber dirigido Tim Burton y ahora dicen que acabará en manos del debutante Robert Stromberg.



La cuestión es que estas relecturas ya hace tiempo que se vienen haciendo. Sin ir más lejos La Blancanieves de Disney es aterradora para tratarse de un film de animación para niños, al igual que otras muchas películas de la factoría. En imagen real hay varias versiones, pero de las más valientes tenemos a En compañía de lobos (guardemonos la Blancanieves de Luca Damiano). Y ya a mediados de los 90 nos encontramos en las estanterías del videoclub esta Blancanieves. La verdadera historia (Snow white. A tale of terror).



La historia no hace falta contarla porque la conocemos de sobra, aunque aquí tenemos algunas diferencias. Las más llamativas es que aquí el encargado de asesinar a Blancanieves no es un sicario de la madrastra, si no el hermano de esta, un tipo mudo y amigo de los trucos de ilusionismo. Los enanitos aquí no son tales (bueno, realmente sí hay un enanito), son presos condenados a excavar en las minas. Idea que recicló el grupo Rammstein para el videoclip de Sonne.


Pero sin duda lo más llamativo es la madrastra, que deja de ser una bruja amiga de la magia negra para ser una mujer un poquito cabronceta (sólo un poco) que acaba volviéndose loca por culpa del trauma post parto, con lo que la pobre no es más que una pobre víctima enloquecida.
Por supuesto que para un papel tan goloso, que no deja de ser la protagonista absoluta, había que contar con una actriz de carácter, y para ello nadie mejor que Sigourney Weaver. Sin duda lo mejor del telefilm. Porque sí, estamos ante un telefilm puro y duro, pero con bastantes medios. Rodado en Praga y con casi 30 millones de dólares de presupuesto, el asunto no canta en exceso, luce un aspecto que ya quisieran bastantes películas estrenadas en cines. Quizá, y por ponerle un puntito negativo en su acabado visual, algún efecto infográfico, como los pájaros que rodean a un catalépsica Blancanieves o un fuego que aparece al final. Pero como estamos a mediados/finales de los 90 donde el tema estaba muy verde, se lo perdonamos.


En cuanto a la película como tal es otro cantar. Bastante aburridota, con partes mal explicadas como la relación de Blancanieves con los mineros; y en general bastante predecible todo el conjunto.
Al final, lo mejor S. Weaver, of course; porque el resto del cast es bastante desangelado con un Sam Neill poco menos que perdido y una tal Monica Keena haciendo de una Blancanieves con menos personalidad que un berberecho.