viernes, octubre 24, 2008
Frankenstein Hospital General
Mark Blankfield vuelve a nuestras vidas. Hace unos meses, allá por época primaveral, cuando hacía calorcito, la playa caldeaba y podíamos ir con poca ropa, no como ahora que hace un frío que da asco argghhhh..., hablaba de Jekyll y Hyde hasta que la risa les separe comedieta ochentera protagonizada por Blankfield, que en aquella época había despuntado en Fridays.
Fridays era un late-night emitido en la ABC repleto de sketches que copiaba la formula del famoso Saturday Night Live pero usando un humor mucho más bizarro y durillo, cosa que les permitía el estar en un horario algo tardío. Aparte de Blankfield nos podíamos encontrar a dos pesos pesados de Seinfeld, Michael Richards y Larry David.
Uno de sus números más famosos era el de The Ronny Horror Show, una parodia de The Rocky Horror Picture Show pero metiéndose con toda la era Reagan.
En Man on the Moon, la peli de Milos Forman que trata de la vida de Andy Kaufman, podemos ver una recreación del programa donde aparecen algunos implicados como el propio Michael Richards interpretado por Norm Macdonal.
Una vez que el show acabó en el 82, Blankfield, protagonizó la peli mentada de Jekyll & Hyde, que no tuvo mucho éxito y la crítica la vapuleó. Luego tuvo la feliz ocurrencia de protagonizar dos secuelas de films más o menos conocidos y directamente para televisión como eran The jerk, too (Un loco anda suelto), la original estaba protagonizada por Steve Martin, o Splash Too, la de la sirena.
Y cuando su carrera ya estaba limitada a telefilms y series, en el 88, se sacó de la manga este Frankenstein Hospital General. Pese a que no lo sea podríamos considerarla una secuela de aquel Jekyll & Hyde o, al menos, una revisión de aquella pero cambiando los personajes de Stevenson por los de Shelley.
Aquí el doctor Bob Frankenstein se dedica a robar partes anatómicas en el hospital donde trabaja para crear a su criatura. Como vemos el argumento es original por los cojones.
A parte de eso la peli intenta coger una línea cómica más propia de los ZAZ pero no lo consigue ni de coña, entre otras razones por culpa de la planísima realización de la novata Deborah Romare, que simplemente coloca la cámara y deja que los actores reciten sus diálogos con lo que tenemos secuencias con un plano fijo y ha correr.
La falta de presupuesto es más que evidente con los cuatro decorados que nos encontramos y un elenco desconocidísimo y corto a partes iguales.
Si antes comparaba esta peli con la de Jekyll & Hyde no lo hacía de manera gratuita. Por un lado tenemos a Blankfield que vuelve hacer el mismo papel de mad doctor con la misma bata blanca y si en aquella el final transcurría en un expresionista blanco y negro aquí, cada vez que la acción acontece en el laboratorio secreto, la imagen pasa a ser en blanco y negro. Uno de los pocos gags inspirados es cuando un personaje descubre el laboratorio y al entrar se mira extrañado dándose cuenta que ha perdido el color. Otro gag que tiene su aquel es cuando descubrimos que el ayudante tarado del doctor no es que ande torpemente por alguna deformidad, si no que es porque le aprietan las zapatillas y los tirantes. Apoteósico, macho.
Por lo demás, un poco de aquellas comedias burras de los ochenta con enfermeras en braguitas, los evidentes parecidos al Jovencito Frankestein y muchos micrófonos revoloteando por la pantalla.
Tengo la esperanza de ver una buena película un día de estos.
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