miércoles, septiembre 12, 2018

La increíble mujer menguante


Sin duda Joel Schumacher tiene el síndrome de reloj roto. Esto es que da bien la hora dos veces al día. Porque si no, es difícil explicar como pueden convivir en la misma filmografía títulos como Jóvenes ocultos, Un día de furia o Asesinato en 8mm con Los locos del taxi, El fantasma de la ópera o una marcianada como La increíble mujer menguante, que es la que hoy nos ocupa. Una adaptación (muy) libre de la novela El hombre menguante de Richard Matheson.

Aquí, como su título nos indica, tenemos como protagonista a una señora, ama de casa para más señas, y que está casada por un patillero Charles Grodin que trabaja como ejecutivo de publicidad. La señora, por contacto con una mezcla de los productos de la empresa de su marido, empieza a notar que va menguando, hasta que llega a un tamaño de pitufo. A partir de entonces se convertirá en una fugaz estrella del mundillo televisivo hasta que es secuestrada por los científicos que la llevaron a esa situación, que, realmente, traman una conspiración para miniaturizar a toda la población.



Absurdidad tras absurdidad es lo que nos espera en esta película que, sin llegar a la calidad de los efectos y trucajes de Cariño, he encogido a los niños, su aspecto técnico para hacernos creer que su protagonista apenas mide unos pocos centímetros es lo único salvable. Evidentemente, por la época en la que fue rodada lo que toca son efectos de perspectiva, decorados construidos a escala y pantalla azul. Mientras que los dos primeros recursos aguantan bastante bien (aunque hay detalles como esas lonchas de bacon que cantan a leguas) e incluso sorprenden que se hayan tomado tantas molestias para un film de esta envergadura, el croma ya es bastante más nauseabundo.

La increíble mujer menguante nació para ser una gran producción, con lo último en efectos especiales y con el mismísimo John Landis en la dirección. Pero cuando Universal vio que se estrenaba la película Vivir el momento, en la que también aparecía como protagonista Lily Tomblin y que la directora/guionista era Jane Wagner, la primera era protagonista de La increible mujer menguante y la segunda su guionista, paró la producción. Finalmente Universal daría luz verde a la producción pero bajando drásticamente el presupuesto, lo que unido a los eternos parones, Landis decidió irse a rodar Granujas a todo ritmo, lo que acabó llevando a Schumacher a la silla del director, siendo éste su primer film como director. Antes había dirigido un par de telefilms y había sido guionista de películas para audiencias negras como El mago (The Wiz), Un mundo aparte y Sparkle (que aquí no llegó), además de venir del mundillo del diseño de vestuario (El dormilón, Interiores).



En el momento de su estreno recibió el vapuleo masivo de la crítica, incluso Matheson la puso a caer de un burro. Motivo éste por el que muchos dicen que su protagonista Lily Tomblin truncó su carrera cinematográfica. La increíble mujer menguante era un producto casi exclusivo para su lucimiento, llevando con ella a Jane Wagner (que luego acabaría siendo su esposa) y que le había escrito mucho material para sus programas de televisión. Después de debutar en el cine con Robert Altman en Nashville y recibir una nominación al Oscar a mejor actriz secundaria, se llevó un montón de malas críticas por Vivir el momento, dramón donde encarnaba una madurita que se liaba con un jovencito con la cara de John Travolta.
Después fue espaciando sus apariciones en cine con películas que más o menos funcionaban en los USA, pero que fuera pasaban desapercibidas (Ensalada de gemelas, Dos veces yo -con Steve Martin).



La increíble mujer menguante está fechada en 1981, pero si nadie te lo dice pensarías que es de una década antes. Las pintas de la gente, con sus pantalones de campana, trajes de colores pastel, las patillas... Vale que rodándose en 1980 arrastre estética setentera, pero es que esta película puede competir en horterismo con la mismísima Fiebre de sábado noche. De este exceso no sé hasta que punto esté todo exagerado a propósito ( no olvidemos los orígenes de modisto de su director) en algún arranque de locura farlopera de Schumacher.

Tampoco hay que dejar pasar su cast tan de la época: Ned Betty (con los dientes podridos), el mentado Charles Grodin, Henry Gibson (el vecino chungo de No matarás... al vecino), Mark Blankfield (prota de Jekyll y Hyde hasta que la risa les separe), John Glover (el millonario de Gremlins 2) y el mismísimo Rick Baker haciendo de ¡mono! 



Viendo el tipo de producto que era, su paso por la taquilla norteamericana no fue para nada malo, amasando 20 millones de la época. En cambio, por aquí no conoció estreno en salas. Normal, pues la película no dejaba de estar hecha para lucimiento de su protagonista, que por aquellos lares era más que conocida.


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