martes, junio 26, 2012
Furia silenciosa
Otra cinta que teníamos por casa en los 80 y que su carátula me tenía maravillado. Ahí, con Chuck en todo su esplendor patada en ejecución y la cara con sonrisa terrorífica del malo. Anda que no me la miraba veces cuando buscaba alguna cosa que meterle al VHS en la habitación donde teníamos las pelis.
Con el famoso duelo con Bruce Lee, Norris asomaba su pecho peludo en las pantallas. Luego vinieron películas de (muy) bajo presupuesto, hasta que con Los valientes visten de negro cosechó cierto éxito en las taquillas, lo que le ayudó a consolidarse como action hero del celuloide, sobre todo a partir de mediados de los 80, cuando ficha por la Cannon para hacer su exploitation de Rambo, Desaparecido en combate, que triunfó en taquilla, dando paso a su época de mayor gloria con las secuelas de esta, Delta force o Invasión USA.
Pero todo eso vendría después del film que nos ocupa y preocupa, Furia silenciosa (1982). Aquí el bueno de Chuck hace de sheriff con gorrito de cowboy estilo ranger, papel que luego ha repetido hasta la saciedad. El tipo es el rey del mambo en un pueblecito que nunca pasa nada ha excepción de unos moteros borrachuzos a los que Chuck les enseña la suela de su zapato.
La cuestión es que un día reciben el aviso de que un tipo que está zumbado se está cargando a su familia hacha en mano. Ahí va la policía y entre pitos y flautas se lo cepillan. Una vez en la morgue resulta que los médicos que lo atienden están trabajando en unos experimentos que permiten acelerar los procesos de curación del cuerpo humano. Experimentos que, evidentemente, los aplican en el cuerpo del asesino, que tiene muerte cerebral. Y ya sabemos lo que pasará, que el tipo se levantará y se cargará a todo lo que se menea.
Al final nos encontramos una peli de Chuck Norris que roza lo fantástico/terror con esa especie de Terminator/zombie que es un tanque que se cepilla todo lo que tiene delante. Y que curiosamente se adelantó unos años a Re-animator, es más, el científico loco de aquí se parece mucho físicamente al famosos Dr. West.
Pero aunque el tipo tenga cara de bruto y mate a gente con un hachazo en la cabeza, estrangulamientos y demás, aquí no se recrean demasiado, todo es muy standard. Incluso diría light para estar hecha en plena fiebre del slasher.
Dirigida por Michael Miller, del que pocas cosas buenas podemos destacar salvo Class reunion de la National Lampoon, ya que todo lo demás son telefilms de sábado a la hora de la siesta.
Miller le da al film un toque nervioso con mucha cámara al hombro, pero eso no puede ocultar el cutrerío general del film, todo muy acartonado y simplón. Porque más simple que ese esperado final, con la pelea a muerte entre Chuck y el malo en un puñetero descampado, es bastante triste. Incluso para Chuck Norris.
Por lo demás nos encontramos con un reparto la mar de apañado con Ron Silver, el gordito de Stephen Furst y William Finley (El fantasma del Paraíso). Y una banda sonora muy ochentera, con esos toques muy simples pero que le dan tensión al asunto. Lástima que no suene en demasía.
Lo cierto es que de niño no debí ver demasiado esta película, porque salvo los primeros minutos, que es la parte donde el malo se carga a su familia, no me sonaba nada de los que estaba viendo, ni que todo fuese tan telefilmesco.
Como suele ser habitual en estos casos la nostalgia y las carátulas chanantes hacen mucho daño.
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2 comentarios:
define carátula chanante, ¿mierdosa?
A mí me moló!
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