viernes, diciembre 12, 2008
The horror show. House III
Que hicieran una secuela de House tenía un pase porque la primera había tenido su éxito, pero que hicieran una tercera cuando la secuela fue un estrepitoso fracaso ya no tendría razón de ser.
Pues la hubo y no la hubo. Suena raro ¿no? Un momento que me explico.
A finales de los 80 nuestro amigo Sean S. Cunningham estaba dando los últimos retoques a Profundidad seis, que él mismo había dirigido y producido junto a la Carolco, cuando le llegó un guión para producir.
El guión estaba escrito por Leslie Bohem y Allyn Warner. El primero cogería cierto nombre en el género de acción y catastrofista en los 90 con los libretos de Sin escape: ganar o morir (protagonizada por Van Damme), Pánico en el túnel y Un pueblo llamado Dante's Peak.
El segundo nunca más escribió nada y quedó tan amargado que eliminó su nombre de los créditos y firmó con el archiconocido Alan Smithee.
Comenzó a dirigirla David Blythe, un neozelandés que sólo había hecho basura y acabó dirigiendo episodios de los Power Rangers para luego volver a su país a rodar documentales. Conclusión: se ha pasado toda su maldita vida rodando basura.
Pero Blythe sólo duró unos días y fue sustituido por el debutante James Isaacs, que era un técnico de la troupe de Chris Walas y que destacaría en los trucajes del grueso de la filmografía de David Cronenberg . Años después sería director de la segunda unidad de Los chicos del maíz 5 de Ethan Wiley, director de ¡¡House 2!!, y ya en el 2001 estrenaría su mejor peli, Jason X, décima parte de la saga iniciada por Cunningham, donde tenía un cameo Cronenberg. Se cierra el círculo.
En el reparto tenía, todo hay que decirlo, cierta entidad con Lance Henriksen a la cabeza haciendo de poli bueno y torturado, y en el rol de malo psicópata a Brion James al que todos recordamos por... bueno, que lo hemos visto en un montón de pelis haciendo el mismo papel de tarado.
También teníamos por ahí a Dedee Pfeiffer y Lawrence Tierney, que muchos recordarán por ser el vejete que contrataba a la banda de Reservoir dogs.
El detective Lucas McCarthy (Henriksen) consigue atrapar al psicópata más importante del país, Max Jenke (Brion James). Que después de ser juzgado por sus más de 100 homicidios es condenado a la silla eléctrica. El asesino, después de tener que darle el máximo de potencia a la silla, acaba chamuscado, con lo que el detective Lucas ya puede descansar.
Pero la cosa no puede acabar ahí porque si no no tendríamos película, así que Lucas comienza a tener alucinaciones con el psicópata y pierde el sentido de la realidad que mezcla con las fantasias de su imaginación. La cosa se le torcerá de verdad cuando el noviete de su hija aparezca asesinado y le hechen las culpas a él y lo metan en chirona, sabiendo que el fantasmagórico asesino está en su casa dispuesto a cargarse a su familia.
En Usa se estrenó con el título de The horror show, pero viendo lo mal que había funcionado en taquilla (no recaudó ni 2 millones de dólares) se decidió estrenarla en el resto del mundo como House 3 para aprovecharse del nombre de la saga iniciada años antes por Steve Miner. Lo normal, en las dos pelis todo pasa en una casa pués le ponemos House III.
Curiosamente pasó algo parecido con la tercera entrega de saga Halloween, El día de la bruja, donde decidieron reinventarla y estrenar cada año, en época de Halloween, una película de terror bajo ese título pero que no tuviese nada que ver con el universo de Michael Myers. Debido a la poca aceptación tuvieron que volver al slasher puro y duro de Myers en la cuarta parte. Y como veremos en futuras entregas, en House IV (sí, hubo una cuarta parte) se volvió a la senda de la casa con fenómenos paranormales.
Sí, ya sé que con House III todo esto fue fortuito, pero cuanto menos es curioso los paralelismos entre las dos sagas.
Volviendo al tema del título, en Italia se llamó La casa 7, y es que los italianos tenían una cosa muy rara de meterle el título de La casa a cualquier peli que les llegase con casa encantada.
Las primeras en llevar este título fueron las dos primeras Evil dead de Raimi, la tercera ya fue fue un producto de un maestro en meternosla doblada, pero por otro lado un director entrañable, Umberto Lenzi. La cuarta era una producción de Joe D'Amato con Linda Blair y David Hasselhoff que aquí se conoció como Encuentros con la maldad. Y así podríamos seguir hasta la saciedad.
La película, cuya distribución ya no corrió a cargo de la New world pictures, si no que fue United Artists, es flojita de cojones, ahora si la comparamos con la segunda sale bien parada y todo.
Toda ella es un quiero y no puedo, un intento de mezclar los toques oníricos de la saga de Pesadilla en Elm Street (cosa que ya nos recalca el cartel espanyol) y el malo eléctrico de otra producción de Craven, Shocker, 100.000 voltios de terror. Aunque, todo hay que decirlo, las dos son del mismo año y Shocker se lanzó varios meses después, con lo que las similitudes son pura coincidencia.
El hecho que tengamos a un debutante en la dirección le pesa mucho a la película que tiene un factura ramplona de telefilm en la que lleva escrito el directamente a vídeo en cada uno de sus fotogramas.
La historia puede no ser muy original pero se empieza a ver con ganas e interés, pero conforme avanza el metraje todo se desinfla dejando claro los problemas de producción que hubo y a saber si alguna mano hizo de las suyas en la sala de montaje. No es normal agujeros de guión del tamaño de un cráter como que el prota le pegue un simple puñetazo a un policía que le tiene arrestado en la comisaria y se largue como Pedro por su casa de ella. O que el malo se cargue a toda la familia del poli y al final salgan todo vivos, cosa que estaría bien si dieran una explicación que ha sido un sueño, pero en cambio los otros que han muerto no resucitan. O esa especie de profesor parapsicológico que aparece por ahí sin saber a cuento de qué. Por no hablar del conocido susto del gato que salta de un armario cuando el prota abre la puerta de éste. Todo muy caótico.
En cambio los efectillos están logrados, que menos si estaba detrás Gregory Nicotero. Especialmente graciosos es el pavo con cara de Brion James que cobra vida y que nos remite al de El secreto de la pirámide.
¿La recomiendo? No. ¿Es mejor que las dos primeras? Sí, pero eso no quiero decir mucho, la verdad.
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