Ni corto ni perezoso se alía con Angiolo Stella (que no me preguntes cómo pudo ser, pero años después sería productor de Este muerto está muy vivo 2) y publican un anuncio a toda página en el Variety promocionando el rodaje de Alien 2. Dos días después estaban colapsados por la cantidad de distribuidores que querían hacerse con los derechos, lo que hace que se vayan a las oficinas de Vinci and Pane ya que estos se habían encargado de vender los derechos de Zombi 2 a las distribuidoras extranjeras. Consiguen que los inversores les adelanten 400 millones de liras (algo así como 400 mil euros) y aquí surgen dos historias diferentes. Por un lado está la versión del propio Ippolito que dice que Stella debía mucho dinero a la Banda della Magliana (una banda mafiosa) y usan casi todo lo recibido en pagarles. La otra versión (que por alguna razón me pinta a la buena) dice que los dos tipos se fueron de vacaciones a Cannes y se pulieron parte del dinero en sus vacaciones y en comprarse coches de lujo. Durante su estancia en algún hotel, Ippolito se topó en la tele con algún documental de espeleología de las cuevas de Frasassi y su instinto italiano volvió a aflorar. ¿Para qué gastarse el dinero en decorados espaciales si podía ambientar la historia de su película en cavidades subterráneas y usar lo que le ofrecía gratis la madre naturaleza? Ni corto ni perezoso localiza un montón de folletos turísticos de las cuevas de Castellana Grotte y comienza a recortar las fotos y se monta un álbum con el que se va a los distribuidores que estaban interesados en la producción y les vende la moto que las fotos son parte de los decorados que han construido ex profeso y que necesita más money para seguir el proyecto. Las distribuidoras caen a sus encantos y le llueven 300 millones de liras más.
Paralelamente la Fox sabe que se está maquinando ese apócrifo Alien-2 y aunque tiene claro que los italianos están haciendo una chapuza, no quiere que la mierda transalpina le salpique y su segunda entrega oficial quede dañada a ojos de los espectadores menos entendidos, con lo que la maquinaria de los abogados empieza a funcionar. Ippolito y su séquito reciben la demanda y por extraño que parezca, ganan el juicio pues tiene toda la libertad de usar la palabra "Alien".
Mientras tanto el rodaje del film es poco menos que un caos. Biagio Proietti, guionista habitual en la tele italiana y que había escrito El asesino ha reservado nueve butacas y El gato negro de Fulci, hace gala de su inexperiencia dirigiendo y acaba saliendo de la producción a la semana. Un desesperado Ippolito llama al mismísimo Mario Bava (que moriría poco después) para ofrecerle la silla, pero éste está colaborando en Inferno de Argento y le aconseja que la dirija él mismo. Así que, finalmente, Ippolito acaba haciéndose cargo de la dirección bajo el pseudónimo de Sam Cromwell (también firmaría los (d)efectos especiales como Donald Patterly).
Mientras tanto el rodaje del film es poco menos que un caos. Biagio Proietti, guionista habitual en la tele italiana y que había escrito El asesino ha reservado nueve butacas y El gato negro de Fulci, hace gala de su inexperiencia dirigiendo y acaba saliendo de la producción a la semana. Un desesperado Ippolito llama al mismísimo Mario Bava (que moriría poco después) para ofrecerle la silla, pero éste está colaborando en Inferno de Argento y le aconseja que la dirija él mismo. Así que, finalmente, Ippolito acaba haciéndose cargo de la dirección bajo el pseudónimo de Sam Cromwell (también firmaría los (d)efectos especiales como Donald Patterly).
Aguantar los 90 minutos de este Alien-2 no es tarea fácil. Vamos a tener que "disfrutar" de muchas escenas (desenfocadas) de relleno sólo para llegar a la duración estándar. De personajes en coche yendo de un lado a otro, jugando a los bolos (mientras no paran de llamar negro de forma bastante despectiva a uno de los extras) o, simplemente, comprando en una tienda. Podríamos decir que pasar la travesía podría valer la pena si en el último tramo tuviéramos un festival de casquería y efectos, pero no. Nunca veremos a un ser del espacio exterior, más allá de un amasijo de carne picada (recurso aconsejado por Mario Bava) alrededor del objetivo para simular el punto de vista del alien, y las muertes son gente gritando con muy poca gracia mientras le han puesto algún potingue en la cara.
También tenemos un extraño montaje de los dos supervivientes escapando de la cueva, mezclando planos muy rápidos con cámara lenta. Todo ello barnizado con la banda sonora del dúplo Oliver Onions (Guido & Maurizio De Angelis) que cuando dejan de lado sus armónicas se marcan una OST de sintetizadores y soniditos malrrolleros.
A finales de los 80 llegó aparecer el anuncio de un Alien 3 dirigido por Bob Hunter, uno de los pseudónimos de Bruno Mattei, que no llegaría a ningún sitio.
Sería años después cuando los aficionados la ensalzaran como una de esos (sub)productos a reivindicar dentro de la serie B (o trash según para quién). Uno de los muchos casos del exploit italiano de los 70/80s que marcaron uno de los puntos álgidos de su filmografía dentro del fantástico-terror-fantascienza. Serán plagios descarados de los grandes hits llegados de Hollywood, pero no se les puede negar cierto gracejo (aunque sólo sea en unos pocos minutos de todo el metraje), con algunos casos donde el plagio se quedaba en el título porque luego la historia tenía poco que ver. Títulos que aportaban mucho más que los muy posteriores mockbuster de Asylum, Syfy y compañía, mucho más insípidos y acartonados.
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