Vale, ponerla como obra puramente fantástica quizá sea cogerlo con pìnzas, pero una película basada en un fumetti, con un protagonista enmascarado que pega princos por todos lados, que conduce un cochazo (un Jaguar E-Type de negro mortuorio), que utiliza multitud de gadgets, que tiene una guarida secreta bajo tierra y que luce un rubia de impresión a su lado ¿es o no fantástico?
La publicación es todo un éxito. Y como todo éxito que se precie ha de tener sus imitadores: Kriminal, Infernal, Satanik, Demoniac... Algunos de ellos tuvieron adaptación a la gran pantalla pero de resultados demasiado pobres.
Tonino Cervi (tambien conocido como Antonio Cervi) productor, director y guionista que tenía como su obra cumbre el haber producido Bocaccio'70, piensa en la posibilidad de hacer la película basada en Diabolik y logra convencer al todo poderoso Dino De Laurentiis para que se la produzca.
El mismo Cervi se pusó tras la cámara y fichó a Jean Sorel (actor francés con varios giallo a sus espaldas: Una lagartija con piel de mujer, La corta noche de las muñecas de cristal...) como protagonista y a Elsa Martinelli (modelo reciclada a actriz) como Eva Kant. Después de unas cuantas sesiones de fotos para publicitar el proyecto (al más estilo Cannon) y una semana de rodaje De Laurentiis lo suspende al ver los copiones y comprobar que lo que se está filmando es de una calidad paupérrima.
Contrata a Mario Bava como director, basicamente por su fama de sacar el máximo partido hasta el último céntimo, haciendo que todo luzca en pantalla al máximo, que, además, escribe el guión junto a tres guionistas más y la supervisión de las autoras originales. Como Diabolik eligen a John Philip Law, que también iba a interpretar un papel importante en Barbarella, el ángel ciego Pygar, y para su compañera Eva Kant aceptan la recomendación de R. Vadim y contratan a Catherine Deneuve. Michel Piccoli (un habitual de Buñuel) encarnaría al inspector Ginko, el rival de Diabolik, y Adolfo Celi (que estaba en un buen momento de popularidad después de haber sido el malo en Operación trueno. Este detalle tendrá importancia más adelante) se haría cargo del gangster Valmont.
A la semana Bava y De Laurentiis llegan a la conclusión que Deneuve no es la indicada para el papel sustituyéndola por la austriaca Marisa Mell (que curiosamente un par de años después protagonizó Una historia perversa junto a los que tuvieron que ser el primer Diabolik y la primera Eva, Jean Sorel y Elsa Martinelli respetivamente) después de descartar a Marilù Tolo, con lo que tiene que volver a iniciar el rodaje desde cero.
A partir de ahí el rodaje fue como la seda, a excepción de los tira y afloja que siempre tuvieron Bava y De Laurentiis, ya que el primero era partidario de mantener la línea perversa y excesivamente adulta del fumetti original (seguramente este es su film con menos hemoglobina) y el segundo quería algo más light para venderlo con más facilidad internacionalmente.
Aún y estos problemas entre director y productor De Laurentiis quedó tan satisfecho del resultado final y, sobre todo, de que sólo se hubiesen gastado 400 mil dólares de los 3 millones que tenían de presupuesto que le ofreció a Bava rodar una secuela con el dinero sobrante. No hace falta decir que éste se negó.
En líneas generales podríamos decir que en el momento de su estreno el film pasó con más pena que gloria a excepción de Italia, claro, donde funcionó maravillosamente. Pero en el resto del mundo, donde el personaje era un totalmente desconocido, apenas causó ningún tipo de reacción. Eso por no contar las innumerables mutilaciones que sufrió, por ejemplo, en Inglaterra, que se estrenó bastante tiempo más tarde, lo hizo con 15 minutos cortados.
En los USA (titulada Danger: Diabolik) se le llegó acusar de querer aprovecharse del éxito de la serie de Tv de Batman, cosa que parece bastante poco probable que cuando se empezó a gestar el film de Bava la serie hubiera llegado a Italia.
También se dijo que bebía de la saga de James Bond, aunque la realidad es que años más tarde, en el regreso de Connery al personaje en Diamantes para la eternidad llegaron a copiar muchas cosas de Diabolik. Si acaso, y muy cogido por los pelos, podríamos ver ciertos paralelismos con los Fantomas franceses.
Pero como siempre pasa en estos casos el tiempo no hizo más que ayudarla a conseguir ese estatus de culto que tiene hoy, un film que se ha reivindicado hasta la saciedad. A eso ha ayudado, al menos en Italia, que su versión impresa sigue saliendo a la calle periódicamente y con un éxito brutal. No es extraño que en el nuevo milenio se hayan visto series de dibujos, un videojuego (bastante justito a mi entender), que un modelo de coche lleve su nombre (el Fiat 500 Diabolika) o que en su país de origen a las sudaderas con capucha se les conozca como Diabolik. Por no hablar del pedazo homenaje que se marcaron los Beastie Boys.
Que Diabolik sea hoy en día lo que es no es ninguna casualidad. Es un film que destila calidad por todos sus poros. La mano de Bava se nota y se agradece. Consiguió darle una estética tan irreal que parece que estemos ante un cómic. Sólo hay que ver ese prólogo con el escuadrón de motos de la policía y los agentes de incógnito con bolsas repletas de dinero que lucen un espléndido signo del dolar. Incluso su estructura narrativa (realmente nos encontramos con tres aventuras del personaje) que parece de un cómic con varias historias en su interior. O los psicodélicos títulos de crédito con el siempre convincente efecto de pinturas en movimiento que, curiosamente, años después, se repetiría en cierta forma en otra producción De Laurentiis, Flash Gordon.
Todas esas composiciones de plano a cada cual más rebuscado, sus imposibles secuencias rodadas en blue screen, sencillos pero efectivísimos trucajes repletos de fondos pintados y falsos recortes que puestos en el lugar indicado y previa orientación de los actores nos da la sensación de que estamos ante una producción de gran envergadura. Ahí están todas las secuencias que acontecen en el escondite de Diabolik, por poner un ejemplo.
Está claro que esa estética tan apabullante sólo era posible en su época, aunque todo está tan exagerado que no puede parecernos más que un kitsch molón. Todo, absolutamente todo, entra por los ojos de forma cegadora. Desde el sencillo, pero perfecto, traje de cuero negro de Diabolik (su máscara fue diseñada por el gran Carlo Rambaldi) y los modelitos de Marisa Mell, que no hacen más que acentuar todo el erotismo que destila toda la película.
Un gran detalle que viene a colación a la indumentaria de Diabolik, cuando lleva su traje negro sólo vemos sus ojos, pero cuando se disfraza para confundirse con el resto de personas y pasar desapercibido se le ve toda la cara salvo los ojos, que están ocultos tras unas gafas de sol. Un gran hallazgo visual mostrándonos el negativo y el positivo del personaje.
Su banda sonora, que fue pasto de un corto firmado con pseudónimo, no desentona para nada en la alta calidad del resto de apartados. Compuesta por el mismísimo Ennio Morricone, que no puede evitar el auto homenaje a sus trabajos en el spaghetti western.
Lamentablemente el soundtrack nunca se comercializó y con los años los masters originales se perdieron en un incendio, con lo que las versiones que circulan son las que se han sacado directamente de la película (la mayoría de la versión LaserDisc). Una auténtica lástima.
Definitivamente, Diabolik es una obra maestra.
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