miércoles, marzo 25, 2020

Escape from Tomorrow


En este blog siempre se ha recibido con los brazos abiertos todos aquellos Disney oscuros, amorfos y con ciertas taras. Todos ellos (o la gran mayoría) paridos entre mediados de los 70 y finales de los 80, hasta que La sirenita se convirtió en el ave Fénix de la compañía del tito Walt.
Meter a Escape from Tomorrow en el mismo saco es jugar sucio, pues no estamos ante una producción Disney pero, en cambio, sí está rodada en el seno de Disney. Más concretamente en sus parques de atracciones.

Dirigida por Randy Moore, que pensó en hacer una película amateur ambientada en un parque de atracciones. Siendo en su infancia un habitual en el parque Disney de Orlando, pensó que estos serían los escenarios idoneos por tener ese arraigo con la cultura norteamericana. Evidentemente esto lo complicaba todo, pues era imposible que le dieran el permiso para plantarse ahí a grabar. Así que, después de descartar la idea de grabar los fines de semana y usar a sus amigos, contrató a un grupo de actores y decidió que el rodaje fuese a escondidas, lo que también le obligó a contratar a un equipo técnico. 
 

A la hora de grabar se montó un plan de rodaje guerrillero en el cual usaron cámaras Canon EOS como las que usan muchos turistas y no llamar la atención, además, los actores llevaban grabadoras de audio en los bolsillos para no levantar la liebre. Para evitar sospechas también entraban a los parques en pequeños grupos y se comunicaban entre ellos mediante sus teléfonos móviles. Evidentemente se ajustaban a un guión que en los días anteriores habían memorizado y ensayado. Todo muy Bowfinger.Moore, siendo muy consciente que enfrentarse a la maquinaría legal de Disney era un suicidio, se llevó todo el material rodado a Corea del sur y allí realizó el montaje, lo que hizo que la cosa se le disparara en presupuesto y llegó superar el medio millón de dólares. No olvidemos que esto nació para ser una peli amateur filmada en fines de semana.

Después de su paso por el festival de Sundance, comenzó a generar cierta expectativa y en su ya extinta web había un reloj con el número de horas que había pasado desde el estreno sin que recibieran una demanda por parte de la major. Pero no pasó nada.

 

Con pases en varios festivales de renombre como Sundance o Sitges, la existencia de la película no era desconocida por Disney. Y, contra todo pronóstico, no hizo ningún tipo de acción legal. Podría haber tirado por el hecho que rodaron en sus instalaciones sin permiso, que aparecen muchas personas que estaban en el parque y que no habían dado su consentimiento a aparecer en la película... Pero Disney sabía que meterse en el pantanoso sistema judicial crearía un foco sobre la película, mientras que, como acabó pasando, si simplemente la ignoraban el tiempo acabaría por enterrar a Escape from Tomorrow.
 

Y sí, estamos ante una de esas producciones que es más fascinante toda su gestación que la propia obra en sí. En este caso, la historia del padre de familia que pasa su último día de vacaciones junto a su familia en un parque de atracciones y precisamente ese día recibe la llamada de su jefe para despedirle y su posterior locura para descubrir como las princesas Disney forman parte de una trama de prostitución para empresarios, es poca cosa. Vale que estéticamente tiene ese aspecto raruno por rodarse en un quemado blanco y negro (auto impuesto por aquello de no poder usar iluminación) y la idea de lo podrido que hay bajo la superficie del american dream tiene su aquel, pero luego todo se vuelve alargado hasta el aburrimiento.

Decía que Disney simplemente dejó que la película muriese por sí misma, pero viendo que Randy Moore solo tiene este crédito como director y ya data de 2013, parece que igual sí que la compañía de Mickey Mouse usó sus armas.


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