sábado, junio 02, 2018

El barco de la muerte


El barco de la muerte, 1980, George Kennedy, Richard Crenna

En pleno año 1980 el slasher estaba eclosionando en los cines norteamericanos con una retahíla de títulos abanderados por Viernes 13, es por eso que un film como El barco de la muerte se hacía a, nunca mejor dicho, contracorriente, pues la historia se movía en un terror mucho más clásico, casi de casa encantada pero cambiando la morada por un navío.

Quizá tuviesen en mente un tema sobrenatural tan de moda en la época como era el Triángulo de las Bermudas ya que el punto de partida nos trae a la mente El diabólico triángulo de las Bermudas de Cardona hijo: un barco estilo Vacaciones en el mar choca contra un misterioso buque negro y acaba hundiéndose, quedando un pocos supervivientes que conseguirán subir al misterioso barco, encontrándose un navío sin tripulación pero que parece vivo.


El barco de la muerte, 1980, George Kennedy, Richard Crenna

Como decía, una historia muy en la línea de casa encantada que, en algún momento, tendremos alguna escena que nos puede hacer venir a la cabeza El resplandor, con todo el aspecto de los ecos del pasado. Cosa totalmente fortuita, pues el film de Kubrick todavía le quedaban unos meses para estrenarse.

El barco de la muerte, 1980, George Kennedy, Richard Crenna

Y ya sabemos que en la época todo el tema del terror clásico no se llevaba, y lo que llenaba las plateas era la sangre y las cuchilladas a más gráficas mejor. Por lo que no tenemos que extrañarnos si la película naufragó (¡ja!) en la taquilla. Y eso que contaban con un reparto tan chulo como el que sigue: George Kennedy, que hasta casi la mitad de película se pasa insconsciente; Richard Crenna, que ya había tenido sus más y sus menos con el más allá en la reivindicable Profecía diabólica (El poder de Satanás en su edición videoclubera) y Sally Ann Howes, prota femenina de Chitty Chitty Bang Bang. Sí, efectivamente, unas estrellas venidas a menos pero que, al igual que un Vincent Price, son capaces de darle dignidad a un producto de serie B que tenía buenas ideas pero nunca acaban de explotar. Muy posiblemente por culpa de Alvin Rakoff, director al que le lastra su extenso bagaje en el mundo del telefilm. Como es el caso de la clásica parejita que estando en un barco en el que suceden fenómenos paranormales les entra el calentón y tienen que hacer el polvete de rigor, a lo que ella acaba en una cabina de ducha de la que no puede salir y en lugar de agua sale sangre del grifo. La escena se queda ahí, pero por suerte años después Piquer Simón la llevó un poco más allá en La mansión de Cthulhu. Tampoco puedo dejar pasar la escena que Richard Crenna ha de entrar en una cámara llena de cadáveres que podría haber dado mucho más de sí.

El barco de la muerte, 1980, George Kennedy, Richard Crenna

Aun y pese a todo los peros, El barco de la muerte se deja ver con el agrado de una serie B que ni es efectiva ni efectista, pero nos mantiene con el interés suficiente para pasar 90 minutos sin perder demasiadas neuronas, dejando siempre cierto poso de misterio (pues nunca nos explican del todo de dónde sale el barco, pero nos dan muchas pistas). Y no, Ghost ship (El barco fantasma) no es un remake pese a que fusilen el cartel.

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