Y ¡Malditas vacaciones! no es ninguna excepción, siendo aquí la primera vez que Candy era el prota absoluto. Mira que el punto de partida nos entra fabulosamente (y más durante estos días veraniegos): el clásico tipo al que mandan de vacaciones para quitarse el estrés de encima, y, junto a su familia, se va a pasar unas semanitas a la playa. Y está claro que meter a la oronda figura de Candy entre cremas solares, bikinis y tierra puede dar sus frutos, pero no.
La película acaba siendo una sucesión de gags sin mucha historia entre ellos hasta que alos guionistas se dan cuenta que no hay trama y se la tienen que sacar de la chistera. Esto es, básicamente, a Candy picándose con Richard Creena porque éste último es prácticamente el amo y señor de la localidad costera. Una especie de Capitán Pescanova que lleva no sé cuantos años ganando la regata de la localidad y siempre tiene una mesa disponible en la marisquería. Cosa esta que detona el conflicto entre ambos. ¿Y cómo cree Candy que le va a pasar la mano por la cara? Pues ganándole en su propio terreno, la carrera de navíos. Y para ello se valerá de los losers del pueblo, capitaneados (nunca mejor dicho) por el dueño de un restaurante de pescado congelado demasiado parecido al Capitan McCallister de Los Simpson, que tiene pinta que "influyó" mucho en aquel episodio que Homer va a cenar al Holandés Cocinante.
¡Malditas vacaciones! (o Summer rental en su V.O.) es de aquellas que mola más lo que tiene detrás que ella misma por sus logros cinematográficos. Al parecer esto partió de un guión que nadie pensaba que acabara produciéndose porque era malo como la tiña. Pero ¡oh milagro! La Paramount se dio cuenta que no tenía material para estrenar en verano de 1985. Así que rápidamente dio luz verde aquel guión que pasaba en verano, lo que le iba muy bien para las fechas de estreno. Rodándose en un tiempo record, apenas 3 meses antes de su estreno. Y la cosa se nota, porque, tal como decía, durante casi media película no hay una trama clara y de repente se sacan el tema de la competición de barcos. Además, tal y como acaba la carrera se acaba la película. Ni un epílogo con los protas celebrando la victoria o volviendo a casa y despidiéndose de sus nuevos amigos ni nada de nada. A saco. Ni deberían tener tiempo.
Y claro, la cosa así les quedó. Un producto tirando a mediocre que no se salva ni por John Candy ni por un cast la mar de curiosón. Teníamos a Richard Crenna que debería querer explotar su lado cómico; Kerri Green, la Andy de Los Goonies; Joey Lawrence, que acabaría haciendo del hermano de la prota de la serie Blossom; y John Larroquette, con un papel totalmente absurdo, porque durante unos momentos lo pintan como que se acabará liando con la mujer de Candy mientras éste está liado con su aprendizaje de navegación y de golpe y porrazo se olvidan de esa trama por que sí.
Y en la dirección a Carl Reiner, que ha dirigido varias comedias de Steve Martin (Dos veces yo, Cliente muerto no paga, Un loco anda suelto, Un genio con dos cerebros) pero que seguro te suena más por interpretar al Saul de Ocean's Eleven.
Para que te hagas una idea de lo mal que estaba Paramount en la época, en ese año 1985 solamente tendría una película entre las 30 más taquilleras (Único testigo). Curiosamente su segunda con más éxito sería esta ¡Malditas vacaciones!, siendo un éxito sorpresa con una recaudación de 25 millones de dólares. En cambio, aquí nos llegó directamente a vídeo con una espantosa carátula. Mucho mejor el cartel americano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario