Wishmaster, en espíritu, me recuerda poderosísimamente a Body Bags. Ambas producciones que buscan más homenajear y guiñar el ojo al fan del fantastique con un interminable pase de caras conocidas del género. Y además, en su acabado, films más o menos fallidos que se aguantan por las referencias. Siempre y cuando las pilles, claro. Aunque Body Bags se salva por ser una peli de historietas y este tipo de productos siempre son irregulares y se tiene asumido. Además de tratarse de un proyecto que nació para ser una serie y murió para quedarse en un telefilm-piloto.
En cuanto a Wishmaster, la cosa, en su conjunto, se aguanta un pelín mejor. Pero seguimos estando en terrenos de serie B y tampoco vamos a pedirle peras al olmo.
Dirigida por Robert Kurtzman, que si bien tenía su carrera en el campo del maquillaje y efectos (donde empezó trabajando en la compañía de John Buechler, lo que le hizo participar en un montón de producciones de la Full Moon y luego montar la KNB junto a Nicotero y Berger) más que asentada, ya había hecho su debut en la dirección con The Demolitionist, aquí titulada Policía de acero. Una serie B que por momentos se acerca peligrosamente a la Z y que podría pasar por una exploitation de RoboCop por aquello de una policía a la que dejan medio muerta y la someten a un experimento que la convierte en una super policía que quiere liquidar al malo de Richard Grieco. Todo con mucha estética de serie juvenil 90tera, estilo Power Rangers, pero que realmente se parece más a Wicked Weapon, aquella de Jenna Jameson y Laure Sainclair. La cosa se quedaba en una bazofia de difícil digestión donde Kurtzman ya apuntaba a lo de meter colegas que a su vez eran caras muy conocidas para el espectador. Por ahí desfilaron Jack Nance, Bruce Abbott, Heather Langenkamp, Joseph Pilato, Reggie Bannister, Tom Savini, Bruce Campbell, y el mentado y super decadente Richard Grieco. Aunque la prota es Nicole Eggert, la que en la época fue una de las que lucían palmito en Los vigilantes de la playa y ahora pesa como 80 kilos y luce una cara hecha un mapa. Quizás algún día caces en la tele el episodio que protagonizó de Chapuzas estéticas.
En Wishmaster la cosa va de la clásica vuelta de tuerca de la historia del genio que concede deseos, dando a estos una versión negativa para el que los formula. Según la mitología de la película (y la saga) existen una raza de seres llamada djinn, que poseen el poder de conceder deseos a los humanos. Siendo un total de 3 y cuando se conceda el último toda la raza de djinn invadirá nuestro mundo.
Después de que durante siglos uno de estos seres permanezca encerrado en una piedra preciosa, ésta cae en manos de un trabajador del puerto que intentará venderla. Pero mientras la tasadora de turno examina la joya, el djinn sale de su encierro y se dedicará a intentar que su raza invada nuestro mundo.
Como ya he dejado entrever antes, el reparto es una lista interminable de caras conocidas en el género: Robert Englund, Kane Hodder, Tony Todd, Ted Raimi, Angus Scrimn, Joseph Pilato, Reggie Bannister... y alguno que me dejo por ahí. Aunque el que se lleva todo el protagonismo es Andrew Divoff, que interpeta al djinn, tanto en su versión bajo toneladas de maquillaje y en su versión "humana".
En su conjunto el film acabó siendo una gracieta simpática para los fans y un espectáculo dantesco para la crítica más sesuda. Si bien no destrozó la taquilla (triplicó sus 5 millones de dólares de presupuesto en suelo norteamericano), en videoclubs hizo el agosto, dando pie a una retahíla de secuelas que su única intención eran vivir de los alquileres. Es posible que parte del éxito venía dado por tener ese "Wes Craven presenta". El clásico señuelo de poner el nombre de alguien (en ese caso de un Craven que había vuelto al candelero gracias al éxito sorpresa de Scream) que, en el fondo, se reduce a un productor ejecutivo, que viene a ser cobrar por dejar que pongan su nombre en los créditos.
Wishmaster 2. El mal nunca muere. (Wishmaster 2. Evil Never Dies, 1999). Una parejita de novios montan un robo en un museo. El plan sale mal y sin querer acaban liberando al djinn de su cautiverio, que se pondrá manos a la obra para conseguir que su pueblo se haga con el control de nuestro mundo.
Dirigida por un ya muy decadente Jack Sholder, al que le quedaban muy lejos los días de Hidden y Pesadilla en Elm Street 2, aunque aun estaba por llegar Aracnid. Andrew Divoff sigue haciendo de malo con cara de pasado de farlopa. Por lo demás, un reparto totalmente insustancial.
La película ya deja de ser una serie B simpática para caer en el patetismo, con ciertos toques de peli carcelaria (pues el djinn en forma humana se pasa un buen rato en ella) pero muy casposilla. Pero tampoco olvidemos que estamos ante una producción facturada directamente para el mercado de videoclub.
Wishmaster 3. La piedra del diablo (Beyond the Gates of Hel, 2001). Aquí ya damos un paso a la serie B más cutre y telefilmesca mandando a la producción a facturarse en Canadá y, además, rodar esta tercera entrega a la vez que la cuarta.
Aquí parece que van a meter la trama en el mundo del instituto, lo cual podría ser genial para llevarla directamente al terreno del slasher. Pero la cosa se queda a medio camino. Por contra tienen la idea de sacarse de la manga a todo un arcángel para que posea un cuerpo terrenal y combata al djinn. Pero lo que sobre el papel parece un balón de oxigeno la mar de interesante, el resultado es malísimo. Aquí ya ni siquiera contamos con Andrew Divoff como el malo de la función, si no a un tal John Novak. Aunque en su versión humana tenemos a Jason Connery, el hijísimo de Sean Connery.
Wishmaster 4. La profecía (Wishmaster 4. The Prophecy Fulfilled, 2002). Después del amago de meter al concededor de deseos chungos en el mundo estudiantil, volvemos a lo de siempre. Un pintor que se queda paraplégico por un accidente, tiene como abogado a un tipo que acaba siendo el djinn. Y lo de siempre. Es complicado decir si estamos ante el punto más bajo de la saga porque tanto la 2 como la 3 dejaron el listónmuy bajo, pero sin duda la cosa terminó en un despropósito de órdago.
Tanto ésta como la anterior vienen firmadas por un tal Chris Angel, que a finales de los 90 dirigió Fe maldita y The Fear 2. Miedo en Halloween, la del tipo de madera. Y poco más hizo, acabando en su medio natural, siendo editor en televisión.
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