Porque cuando ves el cartel de La gran huida, firmado por el mismísimo Drew Struzan, la que te viene a la cabeza es que te vas a encontrar con un film de aventuras más en la línea de Indiana Jones, a lo que hay que señalar una traducción del título nada acertada. Quizá por eso en su pasó al videoclub nos llegó con un engendro de carátula diferente (aunque si ves la del DVD de Manga Films se te caen los cojones al suelo).
Si por algo destaca La gran huida es por un reparto muy apañado. Como protagonista absoluto un Dennis Quaid que venía de Tiburón 3 y todo indicaba que se acabaría convirtiendo en una super estrella en Hollywood, pero cuando ya estaba sacando la cabeza en el firmamento se las vio con El chip prodigioso que no funcionó lo bien que se le esperaba y fue perdiendo pistonada. Quaid está flanquado de Max Von Sydow, Christopher Plummer, David Patrick Kelly (el malo de The Warriors), George Wendt (el vecino fisgón de House), Eddie Albert (el abuelo cascarrabias de La montaña embrujada), Chris Mulkey (uno de los villanos de Twin Peaks) y Kate Capshaw (la mujer de Spielberg y que ese mismo año sería la pareja femenina de Harrisson Ford en Indiana Jones y el templo maldito).
En la dirección Joseph Ruben, que luego se especializaría en thrillers como El padrastro, Durmiendo con su enemigo o El buen hijo. Ruben también estaría detrás de un guión que firmaría junto a David Loughery (Star Trek V, Asalto al tren del dinero) y Chuck Russell que, además de ser productor, 3 años después dirigiría Pesadilla en Elm street 3, saga que se iniciaría el mismo año que La gran huida, con la que compartía todo el tema de meterse en los sueños.
Y apuntar que Roger Zelazny escribió el primer tratamiento basado en su novela El señor de los sueños, pero no aparece acreditado.
Se supone que el plato fuerte de la película son sus efectos especiales. Supervisados por Craig Reardon, que había estado en Poltergeist, En los límites de la realidad o en Los Goonies diseñando a Slooth, se han quedado exageradamente anticuados. Es cierto que hay un montón de técnicas diferentes (cromas, stop motion, maquetas, maquillajes, animatronics, rotoscopia...) pero se le nota que había demasiadas pretensiones para el presupuesto que manejaban.
Tampoco es de ayuda ciertos agujeros como el que apenas se profundiza en la máquina que es parte fundamental para entrar en los sueños o porqué el personaje protagonista no usa sus "poderes" para intuir por donde van a salir los malos.
Finalmente sería considerada un fracaso, pese a ser un film de producción independiente (aunque la distribución corrió a cargo de la Fox), que apenas contó con 6 millones de dólares en su presupuesto. ¿Su recaudación? 12 millones en suelo yankie.
Sin ser un castigo, su visionado es hasta cierto punto aguantable. Y si aguantamos veremos recompensada nuestra paciencia con los últimos 10 minutos en donde veremos un festival de efectos en su climax final. Vale que esos cromas cantosos son un poco risibles (por no hablar de su acartonado stop motion) pero la idea de un escenario totalmente post-nuclear con un tren lleno de zombies mola y mucho (aunque más en su concepto que en la ejecución).
Si después de casi 40 años sigue sin ser un título con demasiado culto por algo será.
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