miércoles, abril 15, 2020

Planet terror


Si alguien tenía y podía rescatar las sesiones dobles de cine Z ese era Tarantino. Amigo de hacer pases en su mansión de pelis trash y de ir metiendo trailers entre sesión y sesión (todo ellos en celuloide, of course), se tuvo que liar con su colega Robert Rodriguez para sacar adelante el proyecto de Grindhouse. Cada uno rodaría una película y antes de cada una se proyectarían falsos trailers rodados para la ocasión que estaban dirigidos por sus amiguetes. Rob Zombie firmaría Werewolf Women of the S.S. con un pasadísmo Nicolas Cage; Edgar Wright haría lo propio con Don't, donde contaba con sus habituales Frost y Pegg; Machete del propio Rodriguez, que tuvo tan buena aceptación que acabó convirtiéndose en película con secuela incluida; y Thanksgiving de Eli Roth, un slasher que posiblemente fue el que más gustó a los fans. Paralelamente, Rodriguez montó un concurso de trailers en el festival South by Southwest que ganó Hobo with a Shotgun, que sería incluido en las proyecciones de Grindhouse en Canadá y también tuvo su película, protagonizada por todo un Rutger Hauer.

Después que Tarantino sacara pecho porque juraba y perjuraba que Grindhouse se proyectaría como un solo film por aquello que le dividieron Kill Bill en dos películas pese a su negativa, la película se estrenó en los USA y se metió un buen castañazo. Una recaudación de 25 millones dejaba en bragas los casi 70 que costó, así que los Westein se pasaron por el forro las palabras de Tarantino y decidieron que en el resto del mundo se proyectarían las dos películas en sus versiones extendidas y por separado, además de dejar fuera a los falsos trailers (sólo se proyectó el de Machete en Planet terror).
 

Así que en aquel ya lejano agosto de 2007 me fui al pase de Planet terror en los cines Icaria (Death proof, la que firmaría Tarantino, llegaría 4 semanas después) a ver qué se cocía.
¿De qué va el asunto? Algo así como un grupo de militares han sido puteados por el gobierno ya que se han visto infectados por una toxina, con lo que deciden comprarla en el mercado negro para liberarla entre la población civil y obligar al gobierno que busque una cura. Accidentalmente, la noche del 15 de abril, se libera la sustancia en un pueblecito con lo que su población empieza a infectarse. Por ahí nos toparemos con varios personajes que se veran enmedio de esa pandemia.
 

Planet terror es el ya clásico ejercicio (aunque en su momento podría conseiderarse de novedoso, al menos en el cine mainstream) de acumulación de clichés en películas setenteras y ochenteras de serie B y Z lo que ahora se diría "de modernos". Todo llevado a la exageración, con gore a lo bruto, amputacines, chorretones de sangre, carne burbujeante y piernas amputadas con un fusil injertado. También hay detalles como el que falten fragmentos por aquello de las bobinas perdidas y, sobre todo, mucho efecto de celuloide roído. Además de rodar con película defectuosa para conseguirlo, Rodriguez le metió mucho efecto en postproducción. Demasiado. Tanto que en muchos cines tenían que poner un cartelito en la entrada indicando que la calidad de la imagen era intencionado.Sí, aquí somos asín.
Hoy en día te haces esos efectos en cualquier app de tu móvil, pero no hay que olvidar que en aquel 2007 los teléfonos todavía se limitaban a llamadas y mensajes de texto. Como mucho jugabas a la serpiente, al Space impact y al Batumi del Nokia 3310.
 

Y como suele ser habitual en estos dos, aquello parecía una reunión de amigotes: Rose McGowan (que al final nunca protagonizó el Red Sonja de Rodriguez), Josh Brolin, Freddy Rodríguez, Michael Biehn, Jeff Fahey (que en aquellas tuvo cierto resurgimiento con Perdidos), Naveen Andrews (otro que venía de Lost), Michael Parks (que repetía su personaje de Abierto hasta el amanecer y Kill Bill), Carlos Gallardo (prota de El Mariachi), Tom Savini y breves apariciones de Bruce Willis y un fondón Tarantino. Los efectos corrieron a cargo de la KNB.
 

Si comparamos Planet terror con Death proof la primera gana por goleada en diversión. La de Tarantino era un constante paliqueo que la hacía soporífera, pero en su defensa hay que apuntar que era más fiel al espíritu de aquel tipo de cine, donde todo se alargaba y apenas había alguna escena llamativa mientras tus neuronas se iban suicidando. Su película mostraba (poca) acción real, la del especialista de toda la vida, la de un cine totalmente artesanal, mientras que Rodriguez parecía que bebía más del mundo de comic macarra con todas esas explosiones y monstruos. No hay que olvidar que aquel auténtico grindhouse era ese cine tramposo en el que su cartel nos prometía grandes momentos y su parecido con el film era pura coincidencia. Más o menos lo que pasaba en los videoclubs en los 80.

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