Justamente hoy se cumplen 2 años del fallecimiento de Juan Piquer Simón, del que he dado buena cuenta en este blog. Desde su época de "máximo esplendor" (Mil gritos tiene la noche) hasta su decadencia (La mansión de Cthulhu), pasando por algunas de sus locuras (Los nuevos extraterrestres, Guerra sucia).
Manoa, la ciudad de oro, forma parte de aquella trilogía en la que también estaban La isla del diablo y El escarabajo de oro, esta última firmada por Vicente J. Martín, aunque realmente el que dirigió el cotarro fue el propio Piquer. Todo esto no era más que una estratagema, ya que para recibir una serie de ayudas estatales requerían que la película la dirigiese un director novel.
Ya sabemos que el director es un fanático de las novelas de aventuras (recordemos sus versiones de Verne) y aquí coge prestado material de Emilio Salgari, escritor afincado a este género y del que, posiblemente, su creación más conocida sea el personaje de Sandokan.
La historia no tiene mucho secreto: un par de jovenes se topan con un indio moribundo que les entrega el mapa que indica la localización de Manoa, una ciudad inca llena de tesoros. Evidentemente el viaje estará lleno de peligros, entre ellos unos bandoleros que saben de la existencia del mapa y quieren arrebatárselo.
Maquetón
Si recordamos el despropoósito que resultó La isla del diablo nos haremos una ligera idea de lo que nos vamos a encontrar aquí, solamente que la cosa va más allá, y los niveles de falta de medios alcanza cotas cerca de lo amateur.
El artiste valenciano era un director que no se amilanaba ante la falta de presupuesto, pero cuando trabajas con efectos, decorados, vestuario de época, etc. es fácil caer en el patetismo. Y eso es lo que le sucede a Manoa, que la sensación de quiero y no puedo acaba produciéndonos hasta penita.
Como suele ser habitual en la filmografía de Piquer nos encontramos detalles reciclados de sus pelis, no como auto-homenage, si no por la precariedad de recursos con los que contaba y la necesidad imperiosa de reciclar lo que fuese.
Los planos del submarino de juguete igual salieron de La grieta. Pero lo mejor de todo es cuando los aventureros se encuentran en unas cuevas y miran por un agujero y nos encontramos a ¡Supersonic Man! que está tumbado en una plataforma. Los protas simplemente se limitan a especular sobre el origen extraterrestre de la civilización para luego olvidarse del personaje y seguir su camino.
Momento del rodaje
No hace falta decir que si nos encontramos con pura parquedad en efectos, maquetas y realización los actores no desentonan en absoluto con esto. En su mayoría desconocidos, algunos de ellos también participaron en La isla del diablo y/o El escarabajo de oro, y, como no podía ser de otra forma, tenemos un papel para Frank Braña, indispensable en la filmografía de Piquer.
Manoa, la ciudad de oro no tendría ningún interés si no estuviese quien está detrás de la cámara, pero, aún y así, ni por esas vale la pena el sufrimiento de ver a gente andando de un lado para otro y soltando frases de vergüenza ajena mientras no pasa absolutamente nada y la historia nos interesa cada vez menos. Lamentablemente Piquer quiso volver a sus orígenes, pero llegaba muy tarde, y sus años de esplendor hacía mucho que quedaron atrás.
3 comentarios:
tan cutre que dices que es me ha despertado interés en verla, pero si dices que es tan insoportable ya no se si merece la pena el visionado.
La emiten esta tarde a las siete en la 2, cierta curiosidad si que me despierta.
Siempre es bueno saberlo, aunque podrían poner alguna de Piquer menos casposa.
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