Película 80tera distribuida por Disney, extraterrestres, nave espacial, niño desubicado con poderes perseguido por las agencias gubernamentales, saltos temporales... ¿Stranger things? No, pero casi. Y es que los ingredientes estaban ahí, pero no acabaron de fraguar. Pero empecemos por el principio.
Mark Damon, actor de serie B que acabó en Italia en spaghetti westerns, se recicló a productor en los 70, pariendo cosas tan reputadas como El submarino (Das boot, 1981), La historia interminable (Die unendliche Geschichte, 1984), Nueve semanas y media (Nine 1/2 Weeks, 1986) o Jóvenes ocultos (The lost boys, 1987) bajo su sello Producers Sales Organization (PSO). A mediados de los 80 se ajuntó con la productora noruega Viking Films, que le había producido Biohazard (Biohazard, 1985) a Fred Olen Ray, y se embarcan en el proyecto de este El vuelo del navegante (Flight of the Navigator, 1986) de la que ya tenían apalabrada la distribución con Disney. Y este dato es importante porque muchos se creen que el film está producido por la compañía del tito Walt y no es así, solamente fue distribuidora.
Para dirigirla se contrata a Randal Kleiser, que posiblemente no te suene mucho pero que en su currículum destacan nombres como Grease (Grease, 1978), El lago azul (The blue lagoon, 1980) o el telefilm El chico de la burbuja de plástico (The Boy in the Plastic Bubble, 1976) también con Travolta. Y si te molan los chismorreos, que sepas que compartió habitación con George Lucas mientras eran estudiantes universitarios.
Para dirigirla se contrata a Randal Kleiser, que posiblemente no te suene mucho pero que en su currículum destacan nombres como Grease (Grease, 1978), El lago azul (The blue lagoon, 1980) o el telefilm El chico de la burbuja de plástico (The Boy in the Plastic Bubble, 1976) también con Travolta. Y si te molan los chismorreos, que sepas que compartió habitación con George Lucas mientras eran estudiantes universitarios.
Lo primero que se encuentra el tipo es que entre Disney y Mark Damon hay una guerra interna en como enfocar la historia. La major quería algo muy familiar, mientras que el productor quería algo puramente de acción. Y ya se sabe lo que pasa en estos casos: que se suele ir por el camino de en medio para contentar a las dos partes y, al final, queda algo muy estéril.
Además, hay problemas económicos con algún tipo de pufo de los nórdicos, lo que les obliga a rodar parte del metraje en Noruega. Siendo estas escenas las del interior de la nave.
¿De qué va esto? Día 4 de julio de 1978 en USA. El mocoso de David de 12 años camina por el bosque para recoger a su hermano, hasta que accidentalmente cae por un barranco. Después de estar insconsciente despierta y regresa a casa, pero allí no están sus padres, si no un matrimonio mayor. Acaba en la comisaria donde localizan a sus padres y para su sorpresa estos tienen un aspecto envejecido, pues ya no están en 1978, si no en 1986 y el aspecto de David es el mismo que cuando desapareció 8 años atrás.
El punto de partida es realmente muy interesante, prácticamente un argumento de algún episodio de La dimensión desconocida. Esos 30 o 40 primeros minutos nos mantienen en interés y, pese a ser una película juvenil, nunca cae en el infantilismo. Nunca hasta que sobrepasamos ese minutaje y ya nos ponen todas las cartas sobre la mesa y acabamos con la ecuación de niño y extraterrestres en máquina espacial perseguidos por los adultos. La cosa acaba decayendo, siendo ésta la clave de porqué la película no ha conseguido subirse al tren nostálgico de otras películas contemporáneas. De haber estado producida por Spielberg y su Amblin le hubiesen dado ese toquecito de polvo de hada 80tera que tenían sus productos. Y eso que aquí intentan imitar las maneras de las Steven productions, como con ese mini bicho extraterrestre que acaba siendo la mascota del chaval. Pero hay algo que no acaba de engancharnos, es todo como muy impostado y eso se nota.
Por contra, mucho mejor han sobrevivido sus efectos. Estamos ante uno de los primeros films que usaban efectos digitales, incluso un efecto morphing.
El film no fue un fracaso, doblando en suelo norteamericano la inversión de 9 millones de dólares, pero no acabó de destacar, coincidiendo en la taquilla norteamericana con Aliens, el regreso (Aliens, 1986) o Howard... un nuevo héroe (Howard the duck, 1986). Que curioso que películas 80teras que eran pioneras en los efectos ingofráficos –Tron (Tron, 1982), Starfighter. La aventura comienza (The last starfighter, 1984) o El misterio de la pirámide (Young Sherlock Holmes, 1985)– acabaron siendo todas pseudo fracasos en taquilla.
Por su parte Randal Kleiser siguió rodando y siendo un director que teniendo una filmografía más o menos llamativa, con algún que otro título puntero, era un nombre desconocido para la mayoría del público. Luego facturó algún título muy conocido como El gran Pee-wee (Big Top Pee-wee, 1988), la secuela del film de Tim Burton, y Cariño, he agrandado al niño (Honey, I Blew Up the Kid, 1992).
Pero más interesante me parece el caso del productos Mark Damon, que en un par de años después volvió a intentar la fórmula de niño + extraterrestre con ese mega spot de Coca Cola que es Mi amigo Mac (Mac and me, 1988). Que ¡ojo!, no me parece el bodrio que tanto se ha pregonado, pero que cae en las mismas trampas que El vuelo del navegante, intentando copiar los elementos de otros films pero faltando el toque de un buen director detrás.
Y como es habitual en los tiempos que corren, un remake ha estado en el horno de Disney, siendo Colin Trevorrow –director de Jurassic world (Jurassic wolrd, 2015)– el encargado de escribir el guión, pero la cosa, con toooodas las franquicias que tiene la productora entre manos, ha quedado en punto muerto.
Por su parte Randal Kleiser siguió rodando y siendo un director que teniendo una filmografía más o menos llamativa, con algún que otro título puntero, era un nombre desconocido para la mayoría del público. Luego facturó algún título muy conocido como El gran Pee-wee (Big Top Pee-wee, 1988), la secuela del film de Tim Burton, y Cariño, he agrandado al niño (Honey, I Blew Up the Kid, 1992).
Pero más interesante me parece el caso del productos Mark Damon, que en un par de años después volvió a intentar la fórmula de niño + extraterrestre con ese mega spot de Coca Cola que es Mi amigo Mac (Mac and me, 1988). Que ¡ojo!, no me parece el bodrio que tanto se ha pregonado, pero que cae en las mismas trampas que El vuelo del navegante, intentando copiar los elementos de otros films pero faltando el toque de un buen director detrás.
Y como es habitual en los tiempos que corren, un remake ha estado en el horno de Disney, siendo Colin Trevorrow –director de Jurassic world (Jurassic wolrd, 2015)– el encargado de escribir el guión, pero la cosa, con toooodas las franquicias que tiene la productora entre manos, ha quedado en punto muerto.
1 comentario:
Pero hay que reconocer que el diseño de la nave fue muy innovador para su tiempo :)
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