De lo 90 hacia atrás las adaptaciones de comics eran unas
chuflas que, salvo un par de super producciones, eran, en el mejor de
los casos, series B cuyas pretensiones no iban más allá de criar polvo
en los estantes del videoclub.
Pero una cosa es ser una mala adaptación, como era el caso del Juez Dredd de Stallone, y otra ser, directamente, un bodrio. Porque si nos olvidamos de sus orígenes comiqueros, como película de acción es, cuanto menos, resultona. Eso es algo que, por lo general, los yankis lo tienen muy claro, el espectáculo ante todo.
Pero una cosa es ser una mala adaptación, como era el caso del Juez Dredd de Stallone, y otra ser, directamente, un bodrio. Porque si nos olvidamos de sus orígenes comiqueros, como película de acción es, cuanto menos, resultona. Eso es algo que, por lo general, los yankis lo tienen muy claro, el espectáculo ante todo.
Y por otro lado está Tank girl, que como adaptación es
mala, pero como película, más allá de las páginas impresas, es nefasta,
aburrida, ridícula y patética.
Seguramente buena parte de culpa es de su directora Rachel Talalay, que venía de hacer Pesadilla final: la muerte de Freddy, aquella que tenía 15 minutos en pseudo 3D, y producir un par de trabajos de John Waters, y después de dirigir el film aquí comentado se pasó al mundo televisivo de donde nunca más salió.
Seguramente buena parte de culpa es de su directora Rachel Talalay, que venía de hacer Pesadilla final: la muerte de Freddy, aquella que tenía 15 minutos en pseudo 3D, y producir un par de trabajos de John Waters, y después de dirigir el film aquí comentado se pasó al mundo televisivo de donde nunca más salió.
Una trama aburrida, situaciones ridículas, de aquellas que te producen vergüenza ajena y te obligan a girar la cabeza para no ruborizarte. Y mira que la cosa empieza de una forma más o menos simpática con un montón de viñetas del cómic como en aquel Flash Gordon de Mike Hodges, pero ya, hasta ahí se queda cualquier atisbo de gracia. A partir de ahí se dedica a meter transiciones en forma de viñetas o animaciones, todo muy del estilo cartoon del que se tiraba mucho en los 90 en series como Parker Lewis nunca pierde.
Que la presencia de Lory Petty como protagonista no ayuda en
absoluto en de sobras conocido, pero tener como al malo de la función a
Malcolm McDowell, en su época que salía de malo en cualquier bodrio en
el que se dignasen a pagarle lo que fuera, es para tomárselo a guasa. Ni la pobre de Noami Wats, mucho antes del salto a la fama con Mulholland drive, sale bien parada.
Y por salvar, los maquillajes de los canguros mutantes obra del estudio de Stan Winston. Aunque aprueban de forma muy justita, eso sí.
Ni siquiera los autores originales, Jamie Hewllet (creador del grupo Gorillaz junto a Damon Albarn) y Alan Martin, son capaces de sacar algo positivo de este comistrajo. Es más, hablan pestes de ella. Lo que ya hace que nos hagamos idea de este despropósito post nuclear.
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