Jim Varney, ese trasunto de Paco Calatrava (sí, ese que probablemente fuese a tu comunión y pillara la cogorza con güisqui "El caballito blanco") lo conocíamos porque TVE solía meter alguna de sus pelis la mañana de Navidad/Reyes mientras nosotros mirábamos de reojo un decepcionante jersey de lana de cuello alto que apenas habíamos tenido valor a desenvolver.
Este Pee-Wee Herman de serie B era muy popular en los USA. Lo que en principio era una personaje llamado Ernest P. Worrel, nacido a principios de los 80 en una serie de anuncios de parques de atracciones, cogió tal fama que no solamente anunció más productos como concesionarios de coches, leches y demás, si no que le acabaron dando su propia serie infantil, Hey, Vern, It's Ernest! (con muchos paralelismos con Això no pot fer-se per televisió) y que aquí emitió Canal Plus los mediodías de 1990 y, después, a última hora de la tarde de 1991 como Hey Vern.
Pero unos años antes, después haber editado directamente a vídeo unas cuantas cintas surtidas de varios sketch donde Varney interpretaba a varios personajes, entre ellos Ernest, la Disney, bajo su filial Touchstone (que, básicamente, era el sello con el que distribuían sus producciones no animadas) le produjo La batalla del campamento (Ernest Goes to Camp, 1987), un film super modesto (apenas costó 3 millones) que recibió palos hasta en el carné de identidad del chaval de los cafés pero que triunfó en taquilla con casi 25 millones de dólares.
Este éxito sorpresa abrió las puertas para que el personaje de Ernest protagonizara más aventuras en Hay que salvar a Papa Noel (Ernest save Christmas, 1988) y Mi doble anda suelto (Ernest goes to jail, 1990), films que en USA recaudaron bastante para lo modesto de su presupuesto, aunque aquí nos llegaban directas a vídeo de la mano de Filmayer como era habitual en la época con todo producto Disney.
El cuarto film del personaje es el que hoy nos importa: La leyenda del troll o Ernest scared stupid en su país de origen. La historia nos sitúa en la época medieval, donde unos aldeanos consiguen capturara un troll que se dedica a secuestrar niños que utiliza para expandir su raza. Lo entierran vivo y sellan su tumba plantando un roble en ella que lo mantendrá recluido. Pero el troll, antes de ser enclaustrado, lanza una maldición que dice que uno de los descendientes de su carcelero lo liberará.
Pasan los años y llegamos a la actualidad (la de 1991, se entiende) donde en el pueblecito de Briarville se prepara para la noche de Halloween, como no podía ser de otra forma. Por ahí corre nuestro "querido" Ernest, que es una especie de tonto del pueblo que, mientras hace de todo terreno en el servicio de limpieza del lugar, se dedica a buscar donde pueden construir una cabaña unos chavales. Lo que, evidentemente, le llevará al roble que plantó su antepasado años atrás, con el consiguiente despertar del troll.
Nadie se va a llevar a engaños con este film, otro producto para el slapstick de Jim Varney y su humor entre infantil y absurdo. Pero por en medio tenemos detalles que dejarían traumatizados a chavles de 6 o 7 años de la época. Sin ir más lejos el prólogo,que aunque no veamos más allá de un puñado de actores vestidos de aldeanos y un bosque lo que cuentan sobre el troll que llevan en un saco es, cuanto menos, inquietante. Otra cosa, el árbol que está plantado sobre el troll, así como el bosque, se nota bastante su condición de decorado, pero el diseño es tan de cuento que hoy en día diríamos "es muy Tim Burton". Pues eso.
Porque ese diseño de producción es lo mejor junto al troll, que no deja de ser un señor disfrazado pero que su cara es controlada de forma mecánica. Más o menos lo que hacían con las antiguas Tortugas ninja. Y no sólo eso, si no que su diseño es bastante adulto para ser un film infantil, que, además, tiene cierto aire a los monigotes que hizo la factoría Henson en El cuentacuentos. En cambio, el resto de trolls que salen en el último cuarto de hora son más flojetes y se les nota que la cara no tiene el detalle y calidad del troll original. Sin ir más lejos, estos trolls parecen hechos con los mismos moldes que algunos de los Killer Klowns.
Y es que detrás de todo esto estaban, nada más y nada menos, los increibles hermanos Chiodo, conocidos mundialmente gracias a Killer Klowns (Klowns asesinos). Es curioso que sin haber hecho demasiadas cosas en Hollywood, por poco que hicieran, todo es bastante conocido, como es el caso de los critters, Team America o cositas para el Elf de Will Ferrell. Y de momento siguen con su intento de hacer un remake en 3D de sus payasos galácticos.
Después de La leyenda del troll el personaje de Ernest volvería al cine con Ernest rides again, que resultó un fracaso lo que propició que sus siguientes films, Ernest goes to school (el único film de Ernest no dirigido por John R. Cherry III), Slam Dunk Ernest, Ernest Goes to Africa y Ernest in the Army, ya no se estrenasen en cines y saliese directamente en vídeo. No hace falta decir que todo lo que vino después de La leyenda del troll aquí nunca llegó. Es más, La leyenda del troll tampoco salió aquí, y la pudimos ver gracias a un pase televisivo de La 2 a finales de los 90.
Varney vivió eternamente atrapado en el personaje de Ernest toda su vida artística (murió allá por el 2000 con apenas 50 años), aunque tuvo alguna que otra escapada en papelillos en Rústicos en Dinerolandia, 3 ninjas en el parque de atracciones y doblando animación para Pixar/Disney, y es que el tipo tenía un bozarron aunque en el doblaje nos quisieran colocar una voz oligofrénica.
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