Aun y así Lamberto pronto dejó los terrores más ambientales (Trauma) para desmarcarse al género más truculento, donde sang i fetge predominaban. Y no por casualidad su díptico Demons sería su obra más conocida. Aunque luego él solito le buscara las cosquillas al respetable al perpetrar un innecesario remake de La máscara del demonio de corte telefilmesco.
Y es que en la época trabajó mucho para la televisión italiana. Uno de estos proyectos fue Brivido Giallo, cuatro telefilms independientes de 90 minutos de género fantástico. Alguno de ellos aterrizó en estas tierras directamente en nuestro sistema magnetoscopio.
Era El ogro, donde en italiana también se le conoce como Demoni 3, por aquello de emparentarla con Demons. Recordemos que a La secta de Soavi también llegaron a titularla como Demons 4, y esta sí que tenía más sentido, ya que la primera intención era hacer otra nueva entrega de Demons pero el guión acabó yendo por otros caminos.
Lo cierto es que El ogro empieza bastante bien con una secuencia donde una niña vaga por unas lúgubres catacumbas y algo (intuimos que el ogro) le acosa. Pura atmósfera onírica que, incluso, daba para crear la imagen icónica del cartel. A partir de ahí cuesta abajo y sin frenos cuando nos enteramos que todo es una pesadilla de una niña que, muchos años después, ya de adulta, es una escritora norteamericana de éxito, casada y con un hijito bastante insoportable. Junto a su marido deciden pasar unas vacaciones en un viejo castillo en Italia, donde volverá a tener las extrañas pesadillas de su infancia.
Da la sensación que el director intenta meter un par de guiños a Dario Argento, que le había producido Demons unos años antes. Uno con un viejete estrafalario llamado Dario y el otro con la escena del pequeño embalse recuerda a la de la habitación inundada de Inferno.
Aunque lo que más llama la atención son los muchos paralelismos con El resplandor: escritores que se aislan de todo en un castillo/hotel, la madre y el hijo perseguidos por el malo, el momento quita nieves/todo terreno, las visiones...
Bava está muy contenido con el elemento hemoglobina, incluso su ogro parece un cruce entre sus demons y un zombi, con cierto ramalazo de los orcos de Peter Jackson.
Pero al final todo ello es marcado por su condición de producto directo para tv, donde seguramente le cortaron las alas a la hora de meterle truculencia al asunto. El propio Bava nunca vio demasiado futuro al guión y le parecía demasiado insustancial para llevarlo al cine. El ogro no deja de ser eso, un telefilm con ciertas ideas interesantes, con un par de secuencias oníricas muy logradas (sobre todo el principio) que se ayudan de una muy buena banda sonora del siempre extraordinario Simon Burwell (Aquarius), pero que al final acaba convirtiéndose en repetitiva, con muchas cosas que ya hemos visto en otros sitios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario