Los 70 fueron años de vino y rosas para José Frade que veía como se instauraba el landismo y sus producciones de mucho jiji y jaja con señores bajitos que perseguían buenas mozas (a poder ser suecas) hacían las delicias del respetable y de su cuenta corriente cuando le pasaban lo recaudado en la taquilla. Ya con el inicio del fin de la dictadura (no, es mentira, pero se supone que somos más felices viviendo engañados) las faldas menguantes dieron paso a los gatos acostados y los generosos escotes a pezones del tamaño de una galleta María, cosa que gusta a Frade porque funciona de fábula en los cines. Estábamos en la explosión del destape y el cine S a la vuelta de la esquina.
La visita del vicio y La ocasión son films dirigidos por José Ramón Larraz y producidos por Frade que tienen carreras comerciales más que aceptables por lo que el productor le pide un tercer film, pero esta vez que sea de humor. Larraz, que en el fondo está más interesado en hacer una de terror clásico después de ver El conde Drácula, telefilm de la BBC con Louis Jourdan de protagonista, le sugiere algo que mezcle la comedia con el terror. La propuesta no acaba de convencer a Frade, pero a los días cambia de opinión y le encarga el guión definitivo que recibiría un mes después.
El guión de Larraz sería retocado por Mauro Ivaldi, esporádico guionista y director de productos para lucimiento de su mujer, Carmen Villani, que sería una de las protagonistas de Polvos mágicos con intención de hacerse un hueco en el mercado hispánico. La tipa fue una cantante de éxito en la Italia de los 60 que ante el declive de su carrera se recicla como actriz en los 70, siendo una de las reinas de las comedietas eróticas que tanto furor tenían en aquellos días. Años más tarde, confesaría que de las pocas películas que no sentía ningún tipo de repudia era de Polvos mágicos, que pese a ser una coproducción con Italia nunca llegaría a estrenarse en ese país. En cambio, sí lo haría de forma tardía (1983) en Alemania con un póster de tebeo y más tarde distribuida en VHS por la ¡Cannon!
Paco, acompañado de su amigo Arturo, se dirigen al pueblo de Los ausentes, donde el primero ha de contraer matrimonio con una joven rica que ha enviudado. Una vez allí conocerán a los pocos habitantes del pueblo y a recibir la visita del marido fallecido que les alertará del peligro que corren allí.
Alfredo Landa sería el protagonista absoluto y el cómico Vincenzo Crocitti (doblado por Luis Varela) sería el tipo que ha de casarse. Como secundarios un listado de nombres tan llamativos como clásicos: Assumpta Serna, José María Caffarel, Eduardo Fajardo, Elisa Montés, José Espinosa (el enano recurrente en las comedias de Ozores en los 80s), Pepe Carabias y Blaki.
La anécdota más conocida del film la contaba el propio Landa en sus memorias, donde explicaba que el rodaje iba más lento de lo previsto y llamó a Frade, que se personó para arrancar páginas del guión, por consiguiente eliminando sesiones de rodaje. Peeero, tiempo después, Larraz en sus memorias respondía al actor negándolo todo y dejándole un recadito comentando que el productor le llegó a pedir más planos de Landa, ya que Crocitti "se lo estaba comiendo". Está claro que entre el director y el actor no había sintonía. También negaba Larraz otro comentario de Landa que decía que había querido sobrepasarse con Assumpta Serna. Aquí hay que apuntar que en 2019 la actriz, en pleno boom del movimiento me too, reconocía las intenciones deshonestas del director en una habitación de hotel con la escusa de hablar del personaje.
También comentaba Landa que al hacer el doblaje (no estaba rodada con sonido directo) tuvieron que ir haciendo añadidos porque aquello no tenía ninguna gracia. Es cierto que hay chistes políticos que se notan que están añadidos en postproducción (casi todos estos diálogos se oyen cuando los actores están de espaldas o no podemos verles los labios) pero tampoco es que sean tantos como insinuaba el actor. Y la práctica de hacer cambios en los diálogos durante el doblaje era algo más o menos frecuente. Y si no que se lo pregunten a Ozores.
Polvos mágicos siempre me ha recordado a El baile de los vampiros, salvando las distancias, claro. Si en aquella teníamos a dos personajes que llegan a un pueblo donde hay vampiros y el que es el ayudante (el propio Polanski) acaba siendo el protagonista del film, aquí pasa algo parecido con Alfredo Landa, que es el amigo del que se ha de casar y al principio apunta a tener mucho más protagonismo (sin él no habría viaje a ese pueblo maléfico). También hay esos paralelismos con la ambientación (evidentemente en el film de Larraz todo está bajo mínimos y casi toda la película acontece en un caserón). Y aunque el film es una cosa menor, que ni siquiera es generosa ni en desnudos ni en comicidad, sí mantiene un ritmo endiablado (Ba Dum Tss!) y pasa en un suspiro, lo cual ya la salva de la quema. Y encima con doble twist al final que ni Shyamalan. De lo mejorcito del film es su banda sonora, obra de Stelvio Cipriani (Bahía de sangre de Bava, La invasión de los zombies atómicos), que tiene bastante buena reputación por recordar en cierta medida al estilo Goblin y hace nada se editó completa en CD.
Está claro que Larranz tenía interés en hacer algo más que la clásica comedieta de despelote pero tuvo que hincar la rodilla ante los intereses de Frade. Quizá por esa falta de interés en lo cómico tuvo el desencuentro con Landa. A saber, porque estando casi todos los implicados criando malvas...
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