Sí, al pobre Wolfie no le va nada bien en las últimas décadas en lo que se refiere al mundo del cine. Y Luna maldita no es ninguna excepción. Es el ejemplo de lo que se estilaba en los 90.
La historia va de un tipo que es atacado por un hombre lobo mientras realiza una expedición al Nepal, quedando herido y recibiendo la maldición de la bestia. Después decide volver a su casa y visitar a su hermana, que vive en la montaña alejada de la ciudad junto a su hijo y su perro. De repente, en la zona empiezan a sucederse las muertes que, según la policía, son producto del ataque de algún animal de la zona.
Hasta ahí nada nuevo. Sabemos de antemano que esa bestia es nuestro hombre lobo y sabemos quién es en realidad. Aquí todo radica en la tensión de tener a la madre y a su hijo a merced de la bestia. Y es que Luna maldita se queda en una cosa muy estéril (como mandan los cánones 90teros). Basada en el libro Thor de Wayne Smith, que aquí nunca llegó a publicarse, y que tiene como original que todo está narrado a través del punto de vista del perro, Thor, de ahí el nombre del libro. Pero ahí la película se pasa el detalle por donde te dije y el protagonismo recae sobre la madre coraje de turno, aquí interpretada por Mariel Hemingway. El hijo es Mason Gable, que no te sonará de nada pero que si te digo que era el niño de la versión hollywoodiense de Daniel el travieso te vendrá su cabezón y flequillo a la mente. y el caramelito que es interpretar al malo de la función es para Michael Paré, que ni tan mal.
El problema viene porque la historia la tenemos más que vista con esos telefilms del psicópata de turno que acosa a una indefensa mujer y su niño, sólo que aquí el tipo es un licántropo. Además de tener cosas muy absurdas como que el tipo se va a vivir con su hermana porque cree que el amor familiar le curará la maldición. ¿De verdad? No me jodas. El tipo que ha escrito esta mierda es también el director, Eric Red, que como guionista (algunas también como director) tiene algunas cucadas como Acero azul, Cuerpo maldito, Carretera al infierno o Los viajeros de la noche.
El hombre lobo es un tipo disfrazado, pero que su busto es un animatrónic que a nivel de movimientos son demasiado robóticos y cantan, pero se le perdona porque el diseño de la criatura es muy salvaje y mola mucho. Detrás estaba Steve Johnson, que ya habíamos disfrutado de locuras en algunas secuelas de Aullidos, Autopista al infierno, La disparatada parada de los monstruos o La isla del Dr. Moreau entre otras muchas.
¿Y cómo llevan lo de la transformación? Te daré una pista: estábamos en 1996. Efectivamente, todo con un jodidamente horrendo morphing noventero de aquellos que hacen sangrar los ojos. Y tiene guasa la cosa, porque durante el film (¿por qué siempre se usa el mismo recurso?) el niño está viendo El lobo humano en la tele, siendo ésta una de las películas clásicas con mejor transformación de hombre a licántropo. Coño, claro que se le ve el truco de que cada vez que la cámara pasa por una de las columnas pegan el corte y a Henry Hull le van metiendo capas de maquillaje, pero qué quieres que te diga, mucho mejor eso que el casposo efecto de transiciones de los 60/70 que tanto gustaba a Jacinto Molina o la basura digital del morphing.
No hay comentarios:
Publicar un comentario