¿A quién se le debió ocurrir la idea de mezclar a los Kiss de finales de los 70 (su momento de máxima popularidad) y a Hanna-Barbera?
Sin duda el resultado no dejaría indiferente a nadie. Empezando por los propios músicos que quedaron horrorizados ante el resultado final y han renegado siempre del telefilm.
Pero recapitulemos un poco. A finales de los 70 el grupo formado por Gene Simmons, Paul Stanley, Peter Criss y Ace Frehley vivía en la cúspide de su carrera. No sólo lo petaban en las listas de éxitos discográficos y en sus conciertos, si no que su popularidad traspasó lo musical para convertirse en protagonistas de cualquier tipo de merchandising. Desde muñecos a máquinas del millón, pasando por camisetas o kits de maquillaje. Todo valía, ya que ganaban más dinero con estos artículos que vendiendo discos. Y, por supuesto, llegarían los cómics. Sus primeras apariciones serían en la colección de Howard el pato, para luego tener sus propios números editados por la mismísma Marvel, dando lugar a esa historia que la tinta impresa tenía sangre de los músicos.. En esas historias eran músicos de día y superhéroes de noche.
Ante esta popularidad su manager Bill Aucoin tenía claro que el siguiente paso era una película. Lo que vino luego fue un acuerdo con Hanna-Barbera (si no sabes nada de este tándem es que vienes de otro planeta) y unos guionistas que no sabían dónde meterse mientras en el rodaje todo se improvisaba y los protagonistas se ausentaban entre litros de alcohol, kilos de farlopa y toneladas de ego.
La cuestión es que en un popular parque de atracciones contratan a los Kiss para que hagan una serie de conciertos. Paralelamente, uno de los creadores del parque está que trina porque a él lo que le molan son los animatrónics que fabrica y la presencia del grupo musical eclipsa a su invenciones. Lo que hace que éste, que tiene un laboratorio secreto debajo del parque, haga clones electrónicos de Kiss para desacreditarles.
Dirigida por Gordon Hessler, que si bien tiene un nutrido listado de trabajos televisivos (Kung Fu, Hawai 5-0, La hora de Alfred Hitchcock...) también posee algunos títulos de terror/fantástico totalmente reivindicables: El viaje fantástico de Simbad (con John Phillip Law), Asesinatos en la calle Morgue (filmada en Spain) o La caja oblonga (con Vincent Price y Christopher Lee). Esto hizo que a Gene Simons le pareciera una buena elección. Y es que el tipo todavía se pensaba que iba hacer algo para un público más adulto. Y es que Hana-Barbera lo que realmente ansiaba era un éxito televisivo pero para toda la familia, de ahí que en post producción hicieran malavarismos para conseguir una calificación lo más baja posible. Un recurso constante es el uso de música totalmente infantiloide y tonta en las escenas de peleas. Por ejemplo, hay un momento que tenemos al clon malvado de Gene Simons atravesar la pared y acercándose a cámara con cara de muy pocos amigos (que además cuando hablale han modificado la voz para que suene muy muy grave y escupe fuego por la boca). Tal y como está colocada la música la cosa queda totalmente de Teletubbies, pero sin sonido llega a ser casi terrorífica.
Estamos ante un producto que forma parte del merchandising de Kiss, así que el metraje lo tenemos trufado con actuaciones del grupo (debe haber 6 o 7), pese a que salen en los títulos de créditos no vuelven apararecer hasta el minuto 30. Y como el éxito de Star Wars todavía estaba caliente, tenemos montones de rayos láser que salen de los ojos de los protas. Pero eso sí, recreados de la forma más tercermundista posible. Aunque más gracioso es el inicio del film que parece un capítulo de Scooby-Doo. Es más, aparece un tipo idéntico a Fred. Curiosamente en 2015 habría un crossover directamente a vídeo titulado Scooby-Doo! And Kiss: Rock and Roll Mystery .
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