¿Quién roba a un ladrón tiene cien años de perdón? No lo creo. Pero al final lo importante es que si robas, hazlo bien. Ahí tienes a Tarantino. Porque si lo haces mal te quedas en un William Byron Hillman cualquiera de la vida.
William Byron Hillman es el clásico tipo que vive de Hollywood pero en la trastienda. En los 60 escribió y desarrolló labores de producción bajo en amparo de Burt Topper (productor del exploit más cochambroso) sin acreditar. Ya en los 70 creo su propia compañía, Intro Media Productions, donde produjo, escribió y/o dirigió algunas cintas de las que aquí apenas llegó a videoclub Disparate americano. Ya en los 80 se montó otra compañía, SpectroMedia, con la que sacaría adelante La doble imagen del crimen. Pero antes de meternos en materia tendríamos que hacer un rebobinado a los 70, cuando dirigió, produjo y escribió The Photographer. Un film sobre un fotógrafo que lleva encima un trauma de su infancia de índoles sexuales/maternales y que acaba asesinando a las modelos de sus sesiones fotográficas. La película, rodada con un presupuesto mínimo, pasó con más pena que gloria en su escasa carrera comercial en los USA. Yo no tengo el placer, pero se dice que es una cosa horripilante, con actuaciones de chiste y una realización poco menos que amateur. Viendo el "trailer" ya pinta a ello. Curiosamente Sage Stallone (hijo de Sly) estaba poco menos que enamorado de esta marcianada y compró los derechos en los primeros 2000 para lanzarla bajo su sello Grindhouse Releasing, lamentablemente el tipo murió en 2012 y la película no tuvo ninguna edición.
Adrian Wilde es un fotografo de chicas ligeras de ropa que empieza a tener pesadillas donde las asesina. Para su sorpresa esas chicas empiezan aparecer asesinadas tal como lo soñó, lo que le hace sospechar si él es el asesino y se está volviendo loco. Paralelamente empieza a visitar a un psicólogo y a consultar a su hermano, un especialista de conducción en películas al que le falta un brazo y una pierna.
Con este punto de partida uno no puede olvidarse de Vestida para matar. Pero Byron Hillman hace gala de su limitado talento, tanto para el guión como para dirigir. Y es una lástima porque la película luce una pátina entre setentera y ochentera que siempre mola mucho, pero cuando te topas con las escenas de la investigación policial, que lucen unos diálogos casi amateurs, y unos tumbos en la historia de esos que no sabes si es por falta de pericia o que improvisaban sobre la marcha, la cosa te acaba chirriando.
En cuanto a los asesinatos hay alguno más o menos sangriento, rodados en primera persona y con un gran tufo a giallo por aquello de las manos con guantes negros. Y para los más viciosillos hay desnudos y sexo bastante subidito.
Alguien decía que lo mejor de La doble imagen del crimen es su cartel, y razón no le falta. Mola y mucho. Pero la peli se puede salvar de la quema, no es un gran bodrio aunque se le noten las costuras en un guión tan amateur como loco (con un final de traca), además se beneficia (y mucho) de la fotografía y estética de una época muy concreta, porque esto te lo hacen ahora en digital y acaba como telefilm de sobremesa del domingo (salvando el tema sexo, of course).
La doble imagen del crimen es algo así como si De Palma hubiera hecho una de sus pelis 80teras (sexy thriller que le llaman) con menos pasta y sin talento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario