Cuando hablamos de la Cannon parece que solamente no vengan a la memoria las orgías vengadoras de Charles Bronson en la secuelas de El justiciero de la ciudad (Death wish, 1974), las barbas de Chuck Norris, la decadencia de Superman o los guateques de He-man. Pero también tenemos por ahí a esta Dr. Heckyl y Mr. Hype (Dr. Heckyl and Mr. Hype, 1980), una comedia de las que no hacen gracia alguna.
Dirigida por Charles B. Griffith, un guionista habitual de las producciones de Roger Corman, suyos son los libretos de Un cubo de sangre (Bucket of Blood, 1959), La carrera de la muerte del año 2000 (Death Race 2000, 1975) o La tienda de los horrores (The Little Shop of Horrors, 1960), donde también interpretaba un par de papeles. También fue uno de los muchos que metió mano en el guión de Barbarella (Barbarella, 1968) pero su material fue desechado. Como director las cosas no le fueron tan bien, encargándose de llevar las riendas en películas que aquí ni se estrenaban o bodrios como La Cortina del Tiempo (Wizards of the Lost Kingdom 2, 1989), cuando a Corman le dio por producir películas en Argentina.
Allá a finales de los 70 fue contratado por Menahem Golan, acordaron que el guión a escribir sería una comedia negra y Griffith propuso una versión cómica de Jekyll y Hyde a lo que Golan aceptó a condición que el tipo feo debía ser el bueno de la película. El guionista/director contactó con Dick Van Dyke para ofrecerle el papel protagonista, pero el cómico estaba ocupado con uno de sus espectáculos en vivo. Y Menahem Golan, que iba a su bola, contrató a Oliver Reed pese a la negativa de Griffith.
Y como era habitual en la factoría Cannon, el rodaje fue un desastre. El guión era de 200 páginas, inviable rodarlo con las escasas 4 semanas que tenían de rodaje y un presupuesto mínimo, a lo que Golan se dedicaba a arrancar las páginas. Cuando Griffith finiquitó el rodaje y se dispuso a montarla se dio cuenta que aquello era un esperpento difícil de arreglar.
La película tuvo problemas de distribución y en los USA se pasó directamente por la televisión por cable. Y es que la cosa quedó un bodrio de difícil digestión. Aquí, el Dr. Heckyl es un podólogo con una cara muy poco agraciada, cosa que provoca el rechazo de todo aquel con el que se cruza. Ante tal situación decide quitarse la vida, aunque antes se entera que un compañero de su centro médico ha descubierto un medicamento que con una gota hace adelgazar a las mujeres de su consulta. Así que se lo piensa y se bebe todo el brebaje, lo que causará en el un efecto de convertirlo en guapo, pero a la vez en despiadado con el género femenino.
Al final el invento no cuajó. Oliver Reed con ese maquillaje (obra de Steve Neill, que también venía de la escuela Corman. En los efectos estaba John Carl Buechler, director de Troll -Troll, 1986-) era ridículo a más no poder, y de momentos graciosos la película no es que fuese justita, es que no había.
Como detalle, la banda sonora corría a cargo de Richard Band, el hermano del capitoste de la Empire y Full Moon.
Después del rodaje a Griffith se le fue acabando la cuerda, y cada vez tenía más dificultades para vender sus guiones. Uno de los cuales iba a ser una comedia titulada Who Stole Irving, protagonizada por Groucho Marx y producida por la Cannon. Groucho dijo que el guión era una mierda y cayó en el olvido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario