Al parecer, Juan Piquer Simón andaba por esas tierras de Mickey Mouse con sus bichos de Slugs. Muerte viscosa cuando, a unos cientos de millas de allí se fraguaba el inicio de la seriedad del peluche venido de Melmac. Dada su condición de modesta sitcom, a la que sus productores no le daban demasiadas esperanzas, contaba con el handicap del escaso presupuesto para rodar una escena donde una nave espacial llegara a la Tierra y una especie de oso hormiguero saliera de ella.
Uno de los productores era Irving Reuben, que había empezado en el mundo del artisteo en plaza menores como eran las producciones de Trading Company Limited del productor Dick Randall, que había estado metido en la producción y/o distribución de alguna de las películas de Piquer en los USA, siendo en alguna de estas producciones donde se entabla el contacto Reuben-Piquer, lo que hace que el productor viese en el director al hombre ideal para solucionarle el entuerto de sacar petróleo de los cuatro chavos con los que contaba. Si había alguien capaz de hacerlo ese era el director valenciano, que ya había hecho aterrizar naves espaciales en Supersonic Man y Los nuevos extraterrestres.
Así que mientras Reuben se devanaba los sesos se enteró que Piquer rodaba en Lyon, Nueva York, a escasas horas de los estudios donde se hacía lo propio con el pilot de Alf. Así que no desaprovechó la oportunidad para llamar a su viejo colega.
Del rodaje del aterrizaje de la nave poco se sabe, salvo que se rodó en un fin de semana y, según algunos, que se llevó a su inseparable Emilio Ruiz para que supervisara algunos trucajes con las maquetas.
De todo aquello solamente quedó constancia de la fotografía superior donde Piquer dirigía bajo la atenta mirada de Reuben.
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